veintiocho.
· • —– ٠ Dime que si ٠ —– • ·
La forma en que conocí a Taehyung fue única, un encuentro que marcaría una gran diferencia entre él y las demás personas con las que tenía aventuras. Y tal vez fue por eso que tiempo después se hizo difícil desprenderme de él.
Aquel día, había viajado a Daegu para una reunión crucial con inversionistas potenciales. Después de horas de negociaciones intensas, salí del edificio con un mix de alivio y agotamiento. Mi estómago gruñía de hambre y mi mente estaba nublada por la falta de sueño.
Con prisa, me dirigí hacia la cafetería más cercana, ansioso por sentarme y recuperar mis fuerzas. Un sándwich y un americano helado eran lo único que podían saciar mi hambre y revivir mi espíritu. Pero justo cuando iba a entrar, algo me hizo detenerme en seco.
Muy pocas personas logran captar mi atención, pero él lo hizo sin esfuerzo. En ese momento, todos a mi alrededor eran solo figuras borrosas, personas comunes y corrientes viviendo sus vidas cotidianas. Pero él se destacó, irradiando una energía única que me hizo girar la cabeza en su dirección.
Recuerdo perfectamente su sonrisa cuadrada, iluminando su rostro al agradecer al cajero. Su cabello castaño rizado, que se movía suavemente con cada gesto, me hipnotizó. La aura que transmitía era irresistible, llena de carisma y confianza.
Se sentó en una mesa cerca de la ventana, se puso sus audífonos, había pedido un late de caramelo. Mientras bebía, movía sus pies y cabeza al ritmo de la música, perdido en su propio mundo. Su expresión era de pura felicidad, como si la música lo transportara a un lugar donde nada más importaba.
Me encontré observándolo, fascinado por su presencia. ¿Quién era este chico que parecía vivir en su propio universo? ¿Qué secreto escondía detrás de esa sonrisa tan cautivadora?
Nunca había sido tímido, siempre había sido un hombre decidido que va directo a lo que quiere. Y en ese momento, lo que quería era conocerlo mejor. Me acerqué a él con confianza, y él levantó la vista, sorprendido por mi aproximación.
Se quitó uno de los audífonos, y nuestros ojos se encontraron. Su mirada era intensa, pero su sonrisa fue lo que me cautivó.
—¿Hola? —su voz era profunda, con un toque de suavidad que me hizo estremecer.
—Hola —respondí, sonriendo—. Me llamo Jeon Jungkook. ¿Puedo sentarme contigo?
Mi pregunta fue directa, sin rodeos. Quería saber si estaba dispuesto a compartir su espacio conmigo. Taehyung me miró un momento, evaluándome, antes de asentir con la cabeza.
—Claro —dijo, sonriendo ligeramente—. Por favor, siéntate.
La conversación que siguió fue electrizante. Nunca había conectado con alguien de esa manera antes. Una mirada lenta y deliberada que me hizo sentir desnudo. Luego, sonrió y asintió, como si hubiera encontrado algo que estaba buscando. Me sentí atraído por su confianza y su carisma.
La química entre nosotros era palpable, una energía que parecía crecer con cada palabra. Me sentí atrapado en su mirada, y él en la mía.
Ese mismo día, luego de pasar aproximado dos horas coqueteando en la cafetería, finalmente dejamos que la pasión nos consumiera, y terminamos acostándonos esa misma noche, tal y como había planeado. Fue como si hubiéramos saltado directamente a la intimidad, sin conocer realmente el uno al otro. Eso era una rutina para mí, pero tal vez para Taehyung no lo había sido.
En ese momento, no nos dimos cuenta de las consecuencias. Solo sabíamos que queríamos complacernos carnalmente, que la conexión sexual entre nosotros era demasiado fuerte para ignorarla. Pero después, cuando la pasión se disipó, nos dimos cuenta de que solo habíamos visto la superficie del otro.
Sin embargo, nada cambió.
Cuando regresé a Seúl, la rutina se estableció. Lo llamé un par de días después y él vino. Nuestra conexión física era intensa, y nuestra "relación" se limitaba a eso. Nos reuníamos, teníamos sexo y luego él regresaba a Daegu.
Un año pasó así, en una rutina de encuentros esporádicos y pasión fugaz. Me gustaba el tiempo que pasaba con él, la excitación que sentía cuando estábamos juntos. Pero era solo deseo carnal, nunca amor.
Por otro lado, Jimin fue como un huracán que cambió mi vida para siempre. Despertó en mí una tormenta de emociones: curiosidad, desesperación, confusión, deseo, pasión y, finalmente, amor. Nada parecía igual después de conocerlo.
Él era la antítesis de Taehyung. Mientras Taehyung era exasperante y arrogante, Jimin era delicado y bondadoso. La comparación no podía ser más marcada.
Cuando los tuve a los dos en mi vida, supe sin dudas que mi futuro estaba con Jimin. Él era el hombre con quien quería compartir mi vida, mi compañero, mi amigo, mi amante. El padre de mi hijo.
La certeza me golpeó con fuerza. Jimin era el que me hacía sentir completo, el que me hacía sentir en casa. Taehyung, por otro lado, solo me había traído confusión y dolor.
Mi corazón ya había tomado la decisión. Jimin era el hombre de mi vida, y nada podría cambiar eso.
El suspiro del doctor resonó en el silencio del pasillo, como un presagio de malas noticias. La puerta de la habitación de Jimin se cerró detrás de él, y todos los que esperaban ansiosos por saber sobre su estado se tensaron.
Su madre, su futura cuñada y Jungkook, intercambiaron miradas llenas de preocupación. Jungkook, incapaz de contener su ansiedad, se adelantó hacia el doctor.
—Doctor, por favor, dígame... ¿cómo está Jimin? ¿Él se encuentra bien? —preguntó, su voz llena de angustia y temor.
El doctor se detuvo un momento, como si buscara las palabras adecuadas para compartir la noticia. Su expresión seria y compasiva aumentó la inquietud de todos.
—Por favor, díganos —insistió la madre de Jimin, su voz temblorosa.
El doctor tomó una profunda respiración antes de hablar.
—El paciente ha estado sometido a un nivel extremo de estrés y ansiedad en los últimos días, lo cual es muy perjudicial para su embarazo —explicó el doctor, su voz seria y compasiva—. Lamentablemente, esto ha traído consecuencias.
Los rostros de Jungkook, su madre y su futura cuñada palidecieron de miedo, como si hubieran perdido el color y la vida. La habitación se llenó de un silencio pesado, lleno de anticipación y temor.
—¿Es mi bebé? —preguntó Jungkook, su voz desesperada y temblorosa—. Dígame, Doctor, ¿algo malo le pasó a nuestro hijo? Por favor, díganos.
—Por el momento, logré estabilizarlo —dijo el doctor, con una expresión seria—, pero necesitará mucho reposo y cuidado si no quiere perder al bebé.
Las palabras del doctor cayeron como una bomba en la habitación, dejando a todos en shock. La madre de Jimin se llevó la mano a la boca, horrorizada. La futura cuñada se cubrió los ojos, conteniendo lágrimas.
—Los embarazados de hombres son mucho más delicados que los de una mujer —explicó el doctor—. Se necesitan mejores cuidados, no solo físicos, sino también mentales y emocionales. Si no se cuidan estos aspectos, es probable que tenga un aborto espontáneo, especialmente en los primeros meses de gestación.
Jungkook se derrumbó, su rostro contorsionado por la desesperación.
—No... no, no, no. ¡Por favor, doctor, tiene que salvar a mi bebé! —exclamó, con lágrimas nublando su vista. Su respiración se volvió agitada, su pulso vertiginoso. Se acercó al doctor, agarrándolo por las solapas de la bata—. ¿Hay algo que pueda hacer? ¿Algo que pueda hacer para salvar a mi hijo? —preguntó, su voz suplicante.
—Estamos haciendo todo lo posible, pero necesita mantener la calma y apoyar a Jimin en este momento. Su estabilidad emocional es crucial para el bienestar del bebé.
[...]
Jimin yacía recostado en la cama, sumido en un sueño intranquilo, con un rostro cansado y marcado por la angustia. Su respiración era superficial, y su cuerpo parecía vulnerable y frágil.
Jungkook se detuvo en la puerta, observándolo con una mezcla de dolor y remordimiento. Su corazón se desgarró al ver a su amado así, tan débil y herido. La culpa lo consumió al recordar que, una vez más, había sido el causante de su sufrimiento.
Aunque no había sido su intención, había permitido que otro hombre entrara en la vida de Jimin, alguien que había sembrado miedo y ansiedad en su alma. Y justo en el momento más crucial: la víspera de su boda, un día que habían planeado juntos con tanto cariño y ilusión. Pero que ahora, parecía estar en peligro. Y el bebé que Jimin llevaba en sus entrañas, el fruto de su amor, que corría de perder. Y Jungkook no podía evitar sentirse responsable de esa posibilidad.
Jungkook se acercó a la cama, su corazón pesado de culpa y preocupación. Se sentó junto a Jimin, tomó su mano y la acunó en la suya, su piel estaba fría y húmeda, y su pulso era débil.
—Lo siento, Jimin —susurró, apenas un hilo de voz gracias al nudo en su garganta—. Lo siento mucho. No debería haber permitido que eso sucediera. Debería haber estado allí para protegerte.
Jimin se movió ligeramente, abrió los ojos lentamente y miró a Jungkook con una expresión de dolor y cansancio.
—No es tu culpa —le dijo con voz débil—. No es culpa de nadie. Solo... solo quiero que nuestro bebé y tú estén bien.
Jungkook se sintió desgarrado por la angustia en la voz de Jimin.
—Estará bien, amor. Estaremos bien. Haré todo lo posible para asegurarlo.
Jimin cerró los ojos y Jungkook pudo ver las lágrimas que se escapaban de ellos.
—No quiero perderlo —susurró Jimin—. No quiero perder a nuestro bebé, tengo miedo.
—No lo perderás, Jimin. No lo perderás. Estoy aquí contigo, siempre —se inclinó y le besó la frente.
—También quiero casarme contigo, quiero subir a ese altar y decirte que si. —continuó, su vista nublada por las lágrimas.
—Ahora más que nunca tienes que cuidar tu salud, debes descansar y concéntrate en ponerte sano por tu bien y por el del bebé. La boda se puede posponer, no tenemos prisa, ahora ya no hay nadie que amenace nuestro amor. —lo miró a los ojos y entrelazó sus dedos con vigor.
Jimin sonrió débilmente, sus ojos brillando con lágrimas.
—Te amo —susurró, su voz temblorosa.
—Te amo también —respondió, su voz llena de emoción, para luego inclinarse y besar suavemente los labios de Jimin.
Ambos se quedaron en silencio por un momento, disfrutando del calor y la intimidad del momento. Luego, Jimin se separó ligeramente y miró a Jungkook con determinación.
—Me pondré bien —prometió—. Me cuidaré por ti, por nuestro bebé y por nuestra vida juntos. Pero tú prométeme que dejarás de culparte por eso y que también cuidarás de ti.
Jungkook asintió, sonriendo ligeramente.
—Lo haré —replicó, entrelazó sus dedos meñiques y los apretó con fuerza—.Te lo prometo. Solo pensaré en ti, en nuestro bebé y en nuestra vida juntos. Nada más importa.
En ese momento, los padres de Jimin entraron a la habitación, sus rostros reflejando una profunda preocupación. La señora Park se acercó rápidamente a su hijo, su mirada escaneando cada centímetro de su rostro, buscando signos de dolor o sufrimiento.
—¡Jimin, hijo! —exclamó, su voz llena de emoción—. ¿Estás bien, mi amor? ¿Qué fue lo que sucedió?
La señora Park tomó el rostro de Jimin entre sus manos, su contacto cálido y reconfortante. Jimin sonrió débilmente, intentando tranquilizarla.
—Estoy bien, madre —repuso Jimin, su voz débil pero tranquilizadora—. Solo fue un susto. Jungkook me cuidó.
Jungkook se levantó de la silla y se hizo a un lado, cediendo el espacio a la madre de Jimin. El señor Park se colocó junto a él, su expresión más serena que la de su esposa, pero igualmente preocupada.
—¿Él está bien? —le preguntó a Jungkook, su voz llena de preocupación.
Jungkook soltó un ligero suspiro, su mirada baja, y respondió con una voz llena de culpa.
—Gracias a todo el estrés que estuvo sometido todo este tiempo, su salud se deterioró, y es probablemente que si no descansa pueda perder al bebé.
El mayor frunció el ceño, su rostro reflejando preocupación.
—¿Entonces si mejora todo estará bien? —preguntó.
Jungkook asintió con firmeza.
—Así es —levantó la mirada y se enfrentó a la de el señor Park—. Yo me encargaré de cuidarlo correctamente, su hijo es lo más importante que tengo y haré de todo para protegerlo, no tiene de que preocuparse, señor Park.
El hombre lo miró con una mezcla de gratitud y confianza. Tomó a Jungkook del hombro y le dio unas palmadas con una leve sonrisa.
—Lo sé, sé que lo harás —dijo—. Eres el hombre adecuado para mi hijo. —hizo una pausa—. Solo asegúrate de cuidarte también, tú también eres importante para nosotros.
La señora Park asintió en acuerdo, su rostro suavizado por la emoción. Se acercó a ellos y le dio una cálida sonrisa a Jungkook.
—Sí, Jungkook, eres parte de nuestra familia ahora. —se acercó y lo abrazó—. Cuida a nuestro hijo y a nuestro nieto.
Jungkook sonrió ligeramente, sintiendo un calor en su corazón.
[...]
Después de que toda la familia se enterara del estado delicado de salud de Jimin, la reacción fue unánime: la boda podría esperar, la salud de Jimin y del bebé que crecía dentro de él era la prioridad absoluta. Sin objeciones ni discusiones, todos estuvieron de acuerdo en posponer la celebración hasta que Jimin estuviera completamente recuperado.
Siguiendo las estrictas instrucciones del doctor, Jimin comenzó a priorizar su bienestar físico y mental. Empezó a alimentarse de manera saludable, rica en nutrientes y vitaminas esenciales para su embarazo. Estableció un horario de sueño regular, asegurándose de descansar las horas necesarias para recuperar su energía.
Además, Jimin inició terapia con un profesional capacitado para abordar los estrés y ansiedad que habían afectado su salud. En estas sesiones, aprendió técnicas de relajación y manejo del estrés, lo que ayudó a mejorar significativamente su estado emocional.
Para garantizar un embarazo saludable, Jimin también se comprometió a mantener un buen reposo y evitar cualquier actividad que pudiera poner en riesgo su bienestar o el de su bebé. Bajo la supervisión de su médico, realizaba ejercicios suaves y controlados, diseñados específicamente para embarazos.
Tres meses habían pasado desde que Jimin comenzó su jornada hacia la recuperación. Ahora, su salud había mejorado significativamente, y solo faltaba la confirmación oficial del doctor. La ansiedad por saber si había superado completamente sus problemas de salud era palpable.
Pero antes de esa cita tan esperada, llegó otro momento emocionante: el ultrasonido mensual que revelaría el género de su bebé. Jungkook y Jimin se sentaron en la sala de examen, tomados de la mano, con una mezcla de emoción y expectativa.
La enfermera sonrió mientras preparaba el equipo.
—Hoy es el día —dijo—. Vamos a descubrir si es un niño o una niña, pero primero tengo que revisar cómo va el crecimiento.
Jimin se rió nerviosamente, mientras Jungkook le apretaba la mano en un gesto de apoyo. La enfermera comenzó el ultrasonido, y en la pantalla apareció la imagen del bebé. Jimin y Jungkook se miraron, con los ojos brillantes de emoción.
—Mmm, sí, todo está en orden —avisó la doctora, mientras masajeaba el vientre de Jimin con un dispositivo de ultrasonido.
Jimin sonreía de oreja a oreja, emocionado por ver cómo su pancita había crecido en los últimos tres meses. Era una señal tangible de que su bebé estaba creciendo y desarrollándose.
—¿Ya podemos saber cuál es el género, doctora? —preguntó, su voz llena de emoción, impaciente.
La doctora sonrió.
—Si así lo desean, con gusto.
Jimin asintió con entusiasmo.
—Sí, por favor, díganos. ¿Qué es?
La doctora se rió—. Bueno, vamos a ver... —dijo, mientras ajustaba la pantalla del monitor.
Jimin y Jungkook se inclinaron hacia adelante, ansiosos por ver la imagen de su bebé en la pantalla.
—Es... —la doctora hizo una pausa dramática—. Felicidades una niña.
Jimin soltó un grito de alegría, mientras Jungkook abrazaba a su pareja, besándolo en la mejilla.
—¡Una niña! —exclamó Jungkook, emocionado.
Jimin sonreía, lágrimas de felicidad en sus ojos.
—Nuestra pequeña niña —replicó, acariciando su vientre.
—Felicitaciones, papás. Su bebé está saludable y creciendo bien. —les hizo saber la doctora con una sonrisa.
Jimin y Jungkook se miraron, compartiendo un momento de pura felicidad y amor.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro