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veintidós.


· • —– ٠ Suicidio ٠ —– • ·

Al despertar, Jimin extendió su mano con languidez hacia la mesita de noche, en busca de su celular, cuya alarma resonaba insistente. El sueño había sido interrumpido, y eso lo irritaba, pero al recordar el motivo, sus ojos se abrieron de par en par y una emoción radiante iluminó su mirada. Hoy era la preboda.

Se sentía como si ya fuera el gran día, pero solo era el pre, sin embargo sus emociones bullían en anticipación del evento. Con renovada energía, se levantó, tomó una ducha refrescante y empacó lo esencial. Luego, dejó una nota para sus padres, aún dormidos, informándoles sobre su partida.

Listo para reunirse con su futuro esposo, esperó a Jackson, quien llegó puntual para recogerlo, tal como Jungkook había arreglado el día anterior. Durante el viaje, Jimin sintió nerviosismo creciente, pero también emoción y alegría.

Sacó su celular para llamar a Jungkook y anunciar su llegada. Sin embargo, la llamada fue directamente al buzón, lo que lo extrañó. ¿Dónde estaría Jungkook? ¿Por qué no contestaba?

—¿Jackson? —lo llamó.

—Dígame joven Jimin. —respondió él, su voz extrañamente temblorosa y ligera.

—Jungkook ya me esta esperando ¿cierto? —le inquirió, a lo que el chofer solo se limitó a asentir con la cabeza—. No me responde el celular, seguramente debe estar haciendo otras cosas. ¿Las maletas ya están en el auto en el que nos iremos?.

—A-Así es, joven Jimin, no se-se preocupe. —le sonrió nerviosamente por el retrovisor.

Jimin lo observó, confundido y curioso. «¿Qué le pasa? ¿Por qué se comporta así?» se preguntó. Le resultaba extraño ver a Jackson tan serio y silencioso, cuando normalmente era risueño y platicador durante los viajes.

Una sensación de inquietud se apoderó de él, pero la atribuyó a los nervios del gran día. «Seguramente es solo ansiedad», se dijo, intentando calmar sus dudas.

Finalmente, Jimin llegó a la mansión, envuelta en un silencio sepulcral. La calma era inquietante, especialmente en un día tan significativo. Esperaba un ambiente enérgico, pero en su lugar reinaba la quietud.

Al observar el estacionamiento, notó la ausencia del auto de Jungkook. Debían estar cargando las maletas y preparándose para la partida. Sin embargo, todo estaba vacío. «¿Qué está pasando?», se preguntó Jimin, intranquilo.

Sin esperar a que Jackson le abriera la puerta, salió apresuradamente hacia la mansión. Su mente repetía: «Todo está bien, todo está bien? seguramente Jungkook salió por una emergencia»

Pero el tiempo apremiaba; tenían que partir hacia la preboda en solo una hora.

Al entrar en la sala de estar, donde esperaba encontrar a Jungkook, se encontró solo con Sol, sacudiendo los sofás.

—¡Sol! —exclamó Jimin, con respiración agitada, llamando su atención.

—Buenos días, joven Jimin —respondió la joven, con una reverencia y una sonrisa radiante.

—¿Dónde está Jungkook? —preguntó, su voz llena de preocupación.

Sol se puso nerviosa, mordiéndose el labio mientras buscaba una respuesta.

—El señor Jeon... salió —dijo finalmente, evitando la mirada de Jimin.

—¿A dónde? —insistió, entornando los ojos, desesperado.

La joven sirvienta tartamudeó, su nerviosismo delatándola.

—Yo... no lo sé, joven Jimin —balbuceó.

Jimin se acercó, su mirada suplicante.

—Sol, dime, ¿dónde está mi prometido? —rogó, su voz llena de ansiedad.

La preocupación y desesperación consumían a Jimin. Sol parecía luchar por ocultar la verdad, pero finalmente cedió.

—La señora Katherine nos ordenó silencio, especialmente con usted —habló con voz temblorosa—, pero... el señor Jeon se fue en la madrugada, muy apresurado.

—¿A dónde, Sol? —insistió, su voz llena de angustia.

Sol dudó antes de responder.

—Fue a... un hotel —murmuró.

Al escuchar esa palabra, Jimin sintió que su corazón se detenía. Un escalofrío recorrió su espalda. Su mente racional se desvaneció, reemplazada por una terrible sospecha.

—¿Qué? ¿Un hotel? ¿Para qué? ¿Con quién? —Jimin exclamó, angustiado y desesperado.

Sol, con lágrimas en los ojos, reveló:

—En la madrugada, el señor Jeon recibió una llamada. Luego, pidió al señor Hyun investigar sobre un hotel. Después, salió apresuradamente.

Jimin se paralizó, su cuerpo helado, un dolor agudo en el pecho. Su mirada se nubló con lágrimas. "No puede ser", pensó, pero la verdad era ineludible. Jungkook lo había traicionado nuevamente.

La ilusión de felicidad se desvaneció. La realidad golpeó duro: Jungkook siempre buscaría a Taehyung, sin importar el costo. Jimin se había negado a ver la verdad, pero ahora la evidencia era cruel. Su corazón se rompía en mil pedazos.

¿Y cómo es que estaba tan seguro de que se trataba de Taehyung? La respuesta era simple: nadie más tenía ese poder sobre Jungkook.

—Lo siento mucho, joven Jimin... —Sol intentó consolarlo, pero Jimin ya se alejaba.

—No, no... todo está bien. Yo debo, debo irme ahora, es la preboda —mintió, intentando contener las lágrimas. Se giró bruscamente y salió del salón, sumido en un mar de emociones: shock, dolor y rabia.

Mientras caminaba hacia el auto, las lágrimas fluían libremente. Se odiaba a sí mismo por haberse dejado engañar nuevamente por Jungkook. «¿Cómo pude ser tan estúpido?» se reprochaba.

Las palabras de su madre resonaban en su mente: "Cuando una persona obtiene lo más preciado de otra, escapa". Ahora entendía su significado.

Jimin se sentía vacío, traicionado y utilizado. La ilusión de amor se había desvanecido.

Horas antes...

La puerta de cristal del hotel se abrió bruscamente. Jungkook irrumpió, su rostro reflejaba preocupación y urgencia. Se acercó rápidamente a la recepcionista.

—Necesito encontrar a un huésped —pidió con prisa—. Kim Taehyung. ¿Puede decirme el piso y la habitación?

La recepcionista, sorprendida por la ansiedad de Jungkook, buscó en la computadora rápidamente.

—Sí, Kim Taehyung... —pausó—. Piso ocho, habitación 320.

—Gracias —Jungkook asintió y corrió hacia el ascensor.

La hora temprana evitó el bullicio habitual, permitiéndole llegar rápidamente a su destino. Jungkook corrió por el pasillo, su corazón latiendo con desesperación, hasta encontrar la puerta 320. Luego, comenzó a golpearla con fuerza.

—¡Taehyung! ¡Ábreme la puerta! —gritó, sin preocuparse por los demás huéspedes. Su voz se quebraba de angustia—. ¡Taehyung! ¿Me escuchas? —repitió, cada vez más desesperado.

Al no obtener respuesta, retrocedió y, con un impulso de rabia y preocupación, pateó la puerta hasta abrirla.

Al entrar, buscó desesperadamente a Taehyung. Su mirada se detuvo en el suelo, donde encontró al joven de cabellos castaños, inmóvil en un charco de sangre que manaba de sus muñecas.

Jungkook se acercó rápidamente, su corazón en un infierno de terror.

—¿Taehyung, que haz hecho? ¿Me escuchas? ¡Taehyung! ¡Háblame, reacciona! —puso los dedos en el cuello del castaño buscado el pulso que aún tenia, pero muy débil.

Por suerte seguía respirando y estaba un poco consiente, aún podía abrir un poco sus ojos y hablaba de forma casi inaudible.

—¿Ju...Ju...Jungkook? ¿E-Eres... eres tu...? —masculló.

—Si soy yo ¿por qué hiciste esto? ¿Qué es lo que te sucede? ¿En que estabas pensando Kim Taehyung? ¡Maldición!.

—En... ti...

La seguridad y empleados no tardaron en aparecerse en la habitación debido a que literalmente les habían tirado una puerta pero lo que se encontraron fue aún más grave.

—¡Llamen a una ambulancia por favor! —pidió Jungkook manchado de sangre, con un joven moribundo en los brazos.

Los hombres de seguridad reaccionaron rápidamente, solicitando ayuda médica por radio.

Mientras tanto, Jungkook se consumía en remordimiento y culpa. «¿Qué he hecho?» pensaba. Su amor obsesivo había llevado a Taehyung al borde del abismo. La ruptura con Jimin, su elección por otro, había empeorado las heridas. Quería alejarlo, pero no de esta manera, no quería que muriera.

La ambulancia llegó en aproximadamente diez minutos. Los paramédicos subieron a Taehyung en una camilla y se lo llevaron. Jungkook los acompañó al hospital, su corazón en un infierno de ansiedad.

En el hospital, los médicos curaron las heridas de Taehyung y lo canalizaron para estabilizar su estado. Lo mantuvieron en observación.

—Desde luego fue un intento de suicidio, y también encontramos un alto porcentaje de alcohol en su sistema —menciono el doctor—. Lo que recomendamos en estos casos es terapia psicológica, y si es que el asunto del alcohol es continuo un grupo de ayuda. ¿Usted que es del joven?.

—Uhmm yo soy... soy su... hermano, si soy hermano Kim Jungkook. —miró a Taehyung dormido en su cama y el corazón se le encogió.

Totalmente mintió, por supuesto que no su hermano, no era nada suyo, eso ya lo tenía bien en claro, pero si decía "amigo" seguramente el doctor no le daría información sobre él y tendrían que llamar a su familia, y no había tiempo para eso.

—Entonces como su hermano debe de apoyarlo y ayudarlo a superar todos sus problemas, se le dará de alta una vez que despierte y que se sienta listo para irse. ¿Tiene alguna pregunta?.

—No Doctor, muchas gracias —ambos hicieron una reverencia y el hombre de bata blanca se retiró.

Jungkook se ahogaba en una mezcla de pena y culpa. Taehyung había sido importante para él en el pasado, aunque nunca había sentido amor verdadero. Sin embargo, siempre había apreciado su carisma y alegría, ahora opacados por los celos y la obsesión. Este incidente confirmaba su decisión: debían estar separados. Su relación era tóxica, y Jungkook ya había elegido: su corazón, alma y cuerpo pertenecía únicamente a Jimin. Aunque sabía que heriría a Taehyung, Jungkook estaba dispuesto a seguir adelante con Jimin. Sus sentimientos por él eran más profundos y auténticos.

—Mi amor por Jimin es más fuerte —se afirmó Jungkook, mientras sacaba su celular para poder finalmente hablar con su prometido y explicarle lo que había sucedido. Pero en el peor momento, su celular se había quedado sin batería—. No no no, ¡mierda!

[...]

Cuando el Sol dio su primer respaldor Taehyung abrió los ojos lentamente. Miró alrededor, confundido, y se encontró en una habitación hospitalaria. Estaba conectado a un suero y sus muñecas estaban vendadas.

Su mirada se detuvo en Jungkook, sentado en una silla junto a su cama, con una expresión de preocupación y cansancio.

Intentó recordar lo sucedido, pero su mente estaba nublada. La última cosa que recordaba era la desesperación y el dolor.

—Ju-Jungkook, estás aquí —hablo con voz rápida, y sonrió débilmente.

—Tenemos que hablar Taehyung —espero serio, con los brazos cruzados—. ¿Cómo pudiste hacer esto? ¿En qué estabas pensando? No tienes idea de cuando estoy arriesgando por estar aquí contigo.

La sonrisa del castaño se borró.

—En lo único que he pensando desde, desde que me fui de tu casa, en ti Jungkook... solo en ti pe-pensaba —respondió.

—¿De verdad estabas dispuesto a quitarte la vida por mi?

—Así es. —afirmó, pero su loca mente decía «en realidad no, pero mi chantaje salió a la perfección»—. No puedo tolerar que ahora quieras a Jimin, él me robó lo que era mío y simplemente no podía... con ello.

—Escúchame con atención Taehyung. —se acercó a él, mirándolo con intensidad—. Tienes comprenderlo, por favor ya no sigas con esto, porque lo único que ganas es hacerte daño a ti mismo. La aventura que tuvimos se terminó. —espeto.

Taehyung trago saliva, sus ojos se abrieron un poco de más con sorpresa y su cuerpo tembló al escucharlo.

—¿Q-Qué? ¿Cómo qué se terminó? ¡No, tú eres mío! —exclamó mientras sus ojos se llenaban de lágrimas—. ¡Malditasea! ¡¿Por qué?!.

—Debes tranquilizarte. Nunca nos pertenecimos, nunca fuimos nada Taehyung, solo nos acostábamos y eso era todo, yo no te pertenezco a ti. —Jeon suspiro con pesadez—. Lamentó decirte esto pero... yo amo a Jimin, a él es al que le pertenezco porque es el indicado y no pienso traicionarlo más.

—¿Jimin? No, él no Jungkook ¡todos menos él! ¡Todos menos ese maldito secretario! —vociferó con sus mejillas empapadas y su corazón palpitando con fuerza—. ¡Abandona a Jimin! ¡Déjalo y ven conmigo! ¿Si? Por favor.

—Estas loco si piensas que haré algo como eso, no lo abandonare Taehyung ¡jamás! —las cejas de Jeon se fruncieron, con firmeza.

—¡Joder! ¿Entonces hice todo esto por nada? Tuve el valor para cortarme las malditas venas para que vinieras hacia mi y estuvieras conmigo, pero no funciono. —hizo una confesión.

Inmediatamente eso hizo que Jungkook se molestara.

—¿Que hiciste qué? ¡Por dios estás... completamente loco! Entonces todo esto fue... ¿un chantaje? —ni siquiera debía preguntarlo, sin duda lo era, y debió haberlo sabido viniendo de Taehyung—. Fue suficiente, has cruzado una línea y he llegado a mi límite contigo. No quiero que vuelvas a buscarme, hoy me libero de ti.

El pelinegro se dio la vuelta pero rápidamente Taehyung lo sujetó de la mano.

—Jungkook por favor, no hagas esto —pidió entre lágrimas.

Jeon jalo su mano y sin decir nada más simplemente se fue.

[...]

Cuando Jungkook llegó a su casa, supo que el tiempo se le había escapado. Solo le quedaban dos horas para llegar a la preboda. Sabía que Jimin estaría esperándolo, tal como habían acordado, y que inevitablemente le preguntaría sobre su repentina desaparición.

Jungkook había tomado una decisión: sería honesto con Jimin. No más mentiras, no más secretos. Le contaría todo sobre Taehyung y lo que había sucedido en el hotel. Estaba preparado para enfrentar la reacción de Jimin, aunque fuera enojo o decepción. Al menos podría vivir con la conciencia tranquila de haber sido sincero.

Sin embargo...

—¡Jimin! ¡Jimin! ¡Estoy en casa, tenemos que...! —gritó Jungkook, pero su voz se perdió en el silencio.

Katherine apareció, su rostro reflejaba preocupación.

—Señor Jeon, el joven Jimin ya se ha ido a Busan. Jackson se encargó de llevarlo en el otro auto —informó.

—¿Qué? Pero... él debía esperarme para irnos juntos —se sorprendió.

Katherine se mostraba nerviosa y asustada.

—Señor, lamento decirle que... Jimin descubrió lo de él... —balbuceó.

—¿Él qué? ¡Habla de una vez! —exclamó Jungkook, presintiendo lo peor.

—El joven Jimin se enteró de lo de su visita a ese hotel. Nos pidió la verdad y no pudimos mentirle. Le pedimos disculpas y aceptaremos cualquier castigo que desee imponernos —Katherine bajó la cabeza, resignada.

Jungkook se quedó helado, sus ojos se abrieron desmesuradamente, anonadado. Su mente racional se desvaneció. Si Jimin descubrió lo de Taehyung sin saber el verdadero contexto, estaba condenado.

—¿Qué?! ¡Maldita sea! —vociferó, haciendo saltar del susto a Katherine.

Respiró profundamente, intentando calmar su tormenta interior. Pasó su mano por su cabello, intentando ordenar sus pensamientos.

—¡Mierda, mierda, mierda! —repitió, su voz llena de desesperación—. ¡Hyun! ¡Hyun! —gritó, buscando al hombre.

El mayordomo se presentó de inmediato, temeroso.

—A sus órdenes, señor Jeon.

—Quiero mi maleta en el auto, ¡ya! —ordenó.

—Ya está en su auto, señor —respondió Hyun.

Jungkook maldijo su suerte.

—¿Qué demonios voy a hacer? —se preguntó, saliendo apresuradamente de la casa.

Subió a su auto y arrancó velozmente, dirigiéndose donde Jimin. Su mente era un torbellino de emociones: culpa, angustia, enojo y desesperación.

—¡Aggh, maldición! Soy un idiota —golpeó el volante, su frustración explotando.

Mientras conducía, su mente repasaba los errores del pasado, la traición a Jimin y el sufrimiento de Taehyung. El remordimiento lo consumía. «¿Cómo pude ser tan estúpido?», se repetía.

La carretera se extendía ante él como un camino hacia el desconocido, lleno de incertidumbre y consecuencias.

[...]

—Luces hermoso, mi amor —dijo su madre, abrazándolo y mirándolo por el espejo con una sonrisa radiante.

—Ni siquiera es tu outfit de boda, pero aún así, luces encantador, Jimin —añadió Jihyo, sonriendo desde un lado.

Sin embargo, Jimin no compartía su entusiasmo. Su rostro reflejaba una profunda tristeza, y ni siquiera podía forzar una sonrisa.

La llegada de Jimin sin su prometido, Jungkook, generó intriga y preocupación entre los presentes. Su actitud afligida rompía el ambiente festivo. Nadie se atrevió a preguntar, sabiendo que el momento no era adecuado. Pero la curiosidad y la inquietud eran palpables.

—¿Ya estás listo? ¿Podemos salir ahora? —preguntó su madre, notando la falta de entusiasmo en Jimin.

Él asintió con la cabeza, sin muchas ganas.

—Bien, Jihyo, adelántate, querida, por favor —pidió su madre.

Jihyo se despidió con un abrazo y un beso en la mejilla de Jimin, demostrando su apoyo y comprensión, a cualquier situación que estuviera pasando.

—Jimin, querido, ¿qué está sucediendo? ¿Quieres contarme algo? —preguntó su madre, buscando su mirada esquiva.

—Solo me siento... nervioso, eso es todo —Jimin mintió, intentando ocultar su dolor—. No pasa nada, mamá. Todo está... bien —agregó, forzando una sonrisa débil.

Su madre lo miró con escepticismo, sabiendo que algo estaba mal.

—¿Estás seguro? No quiero presionarte y mucho menos angustiarte más, solo quiero tengas la confianza para decirme lo que sucede, pero veo que debo darte tu espacio y lo comprendo, no voy a pedirte explicaciones, esperaré a que estés listo para decírmelas ¿está bien?. —mencionó su madre, con voz suave y comprensiva.

Jimin asintió, agradecido por su compresión.

—Vamos, salgamos. Los invitados nos esperan —dijo, ofreciéndole el brazo.

Jimin se lo tomó y caminaron juntos por el pasillo hasta llegar a las escaleras del salón principal de la mansión Jeon, donde se celebraba el evento. La mayoría de los invitados eran de la familia Jeon, con pocos de su lado. Sin embargo, todos lo recibieron con sonrisas y saludos, aunque sus ojos revelaban curiosidad. "¿Dónde está Jungkook?", parecían preguntar.

La ausencia de su prometido era palpable, y Jimin sintió un nudo en el estómago.

—Jimin ¿donde esta Jungkook? Es tarde. —el señor Jeon se acercó y le preguntó discretamente hablando entre dientes, para que nadie lo notara.

—Señor yo no lo...

De repente, la puerta del salón se abrió de golpe y Jungkook irrumpió en la estancia, corriendo y vestido con su ropa de dormir desordenada. Su llegada inesperada llamó la atención de todos los invitados, que se volvieron para mirarlo con sorpresa y curiosidad.

Jimin, paralizado por la ira, sintió una punzada aguda en el pecho y su sangre hervía de rabia al ver a Jungkook. No podía creer que se atreviera a aparecer después de su traición. «¿Cómo se atreve a mostrar su cara así?», pensó Jimin, su mente consumida por la furia.

Con un movimiento brusco, dejó su copa de champán en la mesa y salió del salón, ignorando por completo a su prometido. Su ausencia de control era palpable.

—Jimin, Jimin, debemos hablar, escúchame —gritó Jungkook, pero Jimin lo evitó y siguió su camino..

—Aquí quien va hablar somos tú y yo, sígueme —objeto el padre de Jungkook, pero su hijo estaba decidido a seguir a Jimin—. ¡Jungkook! —lo llamo en un tono brusco, el menor lo miro—. Sígueme —siguió a su padre, pero no podía dejar de mirar hacia atrás, donde Jimin desaparecía por la puerta del jardín.

Mientras tanto, Jihyo se acercó, preocupada.

—A-Aquí no sucede nada, por favor, sigan disfrutando de la fiesta —intentó tranquilizar el ambiente, pero su voz temblaba.

La escena era tensa y caótica. La fiesta se detuvo, y todos miraban la escena con curiosidad y preocupación.

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