once.
· • —– ٠ Mi Evangeline ٠ —– • ·
Jimin y Jungkook entraron en la casa, aún resonando sus risas después de la divertida noche.
—¡Jajaja! El hombre solo colapsó con una copa encima, fue realmente gracioso —Jimin se carcajeaba, sus ojos brillantes de felicidad.
—Es verdad, el hombre solo cayó encima de la mesa —siguió Jungkook, riendo también.
Subieron las escaleras y se dirigieron a sus habitaciones, aún compartiendo anécdotas de la noche.
—Luego se quejó por que tenía toda la camisa llena de pastel ¡jajaja! —se rió de nuevo.
—¡Es verdad! ¡Jajaja! —Jungkook se unió a la risa.
Finalmente, lograron calmarse, aunque sus sonrisas persistieron.
—Sí, fue muy gracioso. Me divertí mucho el día de hoy. Normalmente me aburro después de tres horas, pero esta vez incluso quería quedarme más. —mencionó Jeon.
—Fue un día muy divertido sin duda —coincidió Jimin, su sonrisa dulce y encantadora—. A mí también me gustó mucho.
De pronto, Jungkook tomó la mano de Jimin delicadamente.
—Gracias, Jimin. Al parecer, el día fue así gracias a ti, así que gracias.
La mirada de Jimin se encontró con la de Jungkook, y por un momento, el tiempo se detuvo. La conexión entre ellos era palpable, y Jimin se sorprendió ante el gesto de Jungkook y abrió sus ojos un poco más, aún no se acostumbraba a la amabilidad y cercanía que este le mostraba.
—No hay nada que agradecer —dijo Jimin, sonriendo—. Mi madre una vez me dijo que todo se vuelve más ameno y divertido cuando tienes una buena compañía.
Jungkook sonrió, su mirada cálida.
—¿Fui una buena compañía? —quiso saber.
—Así es —respondió el rubio—. Hoy fue un gran día también para mí, me divertí demasiado, así que gracias también a usted.
Jungkook se rió suavemente.
—Me alegra escuchar eso. Creo que ahora deberíamos ir a dormir, seguro estás cansado y además supongo que todavía tienes síntomas de resaca, ¿no?
Jimin asintió, su sonrisa persistente.
—Algunos —reconoció—, pero la emoción de todo este día me hizo olvidarlos. Creo que sí deberíamos ir a descansar, seguro usted también está cansado.
Jungkook asintió, soltando la mano del rubio.
—Sí, estoy un poco cansado —aceptó—. Buenas noches, Jimin.
—Buenas noches, jefe —respondió Jimin, sonriendo.
Soltaron sus manos deslizándolas hasta el último roce, ambos se dedicaron una última mirada con una sonrisa antes de entrar a sus habitaciones e ir a descasar finalmente. La noche se cerró sobre ellos, pero sus pensamientos permanecieron vivos, reviviendo los momentos del día. La sonrisa de Jimin se mantuvo en su rostro mientras recordaba la forma en que Jungkook lo había mirado, la forma en que se habían reído juntos.
En su habitación, Jungkook también sonreía, recordando la forma en que Jimin se había dejado llevar por la música, su risa contagiosa. Por primera vez, se sintió conectado con alguien de una manera que no podía explicar.
Ambos se dieron cuenta de que su relación había cambiado. La tensión y la formalidad habían dado paso a una conexión más profunda, más auténtica. Se sentían cómodos el uno con el otro, y su compañía mutua era como un bálsamo para sus almas.
Sus corazones latían con una emoción nueva, extraña, pero agradable. Era como si hubieran descubierto un secreto compartido, algo que solo ellos podían entender. La etapa antes del enamoramiento, donde todo parecía posible y emocionante.
Jimin suspiró, cerrando los ojos. Jungkook. El nombre resonaba en su mente como una promesa. Se sintió nervioso, pero no de miedo, sino de anticipación. ¿Qué pasaría mañana? ¿Qué pasaría entre ellos?
En la habitación de al lado, Jungkook también se preguntaba lo mismo. Jimin. El nombre se repetía en su mente como un canto. Se sintió sonreír, y su corazón latió un poco más rápido. El sentimiento era tan ajeno, se sentía muy raro, pero a la vez muy bien.
La noche se convirtió en un sueño lleno de posibilidades para ambos.
A la mañana siguiente Jimin se sintió renovando para ir al trabajo, con ese largo y placido sueño embellecedor, pero cuando abrió los ojos noto que el sol estaba muy brillante y normalmente a la hora que se levanta para ir a trabajar el sol apenas está apareciendo.
Jimin se sentó de golpe en la cama, desorientado por la luz intensa del sol. Miró su reloj en la mesa de noche y se sorprendió al ver que marcaba las 10am. ¡Era demasiado tarde para ir a la oficina!
Suspiró, sintiendo una mezcla de frustración y decepción. Se recostó en la cama, pensando en cómo iba a explicar su tardanza.
Pero entonces, su mirada se posó en una pequeña post-it pegada en el borde de la mesa de noche. La arrancó y leyó lo que estaba escrito:
No te preocupes por ir a trabajar hoy, yo apague tu alarma para que te quedes a descansar, por favor ten un buen día, nos vemos en la noche.
Jungkoook.
Jimin se quedó con la boca abierta, sorprendido por la nota. ¿Cómo había podido hacer eso Jungkook? ¿Y por qué? Se sintió conmovido por el gesto, y una sonrisa se dibujó en su rostro.
—¿Jungkook...? ¿Este es eres tú de verdad? —murmuró para sí mismo, sintiendo una sensación cálida en su corazón.
Jimin se levantó lleno de energía y alegría, y bajó a la cocina donde la servidumbre estaba reunida, charlando en voz baja. Al escuchar su llegada, callaron rápidamente, nerviosos.
El ama de llaves se adelantó, haciendo una reverencia profunda.
—Joven Jimin, buenos días. ¿Desea algo de desayunar?.
—Buenos días. ¿Ustedes ya desayunaron?. —les preguntó, sonriendo dulcemente.
—Estamos por hacerlo, joven. ¿Quiere que coloquemos cubiertos en la mesa? En un momento llevaremos su desayuno. —la sirvienta Emma, una chica bajita, respondió
Jimin negó con la cabeza, su sonrisa persistente.
—Mmh, gracias, pero no. No me gustaría comer solo en esa enorme mesa. ¿Puedo acompañarlos? Comeré lo mismo que ustedes.
La servidumbre intercambió miradas sorprendidas.
—¿Está seguro joven Jimin? —preguntó sorprendido el mayordomo.
—¿Hay algún problema con eso? —Jimin se sintió inseguro, como si estuviera invadiendo un lugar.
Pero entonces el ama de llaves asintió con una sonrisa—. Por supuesto que no, joven Jimin. Adelante, desayune con nosotros, Emma, coloca un plato más en la mesa.
La cocina se llenó de actividad mientras preparaban el desayuno. Jimin se sentó en una silla vacía, rodeado por la servidumbre, que lo miraba con curiosidad y respeto.
—Oigan pueden hablar, sé que soy el prometido del jefe pero no quiero que me consideren como una autoridad, me gustaría que comenzáramos a ser amigos, siendo sincero me siento solo y perdido en esta enorme casa, así que un poco de compañía o un amigo no estaría mal —pidió sonriendo cálidamente.
—¿Como podríamos Joven Jimin? Usted es nuestro jefe también, y más ahora que esta por casarse con el señor Jeon, debemos tratarlo con el mayor respeto y de la forma debida. —respondió Katherine.
—Eso no importa, yo jamás había tenido sirvientes ni vivido en una casa tan lujosa cómo está, soy igual de común que ustedes, así que yo no los considero como mis sirvientes. Entonces ¿qué dicen, podemos ser amigos?.
Entre ellos se miraron un poco inseguros, pero luego de pensarlo y ponerse de acuerdo con la mirada, le sonrieron y asintieron felizmente a su petición de amistad. La tensión inicial se disipó, y pronto todos estaban charlando y riendo como si fueran buenos amigos.
Durante el desayuno, la conversación fluyó con facilidad, revelando la personalidad única de cada miembro de la servidumbre. El señor Hyun demostró ser un maestro del humor, haciendo reír a todos con sus chistes ingeniosos. La señora Katherine, por otro lado, mostró su lado perfeccionista, pero también su naturaleza pacífica y calmada.
Sol, la chica animada y extrovertida, mantuvo la conversación viva con sus historias y anécdotas, mientras que Emma, la tímida y dulce sirvienta, demostró ser inteligente y perspicaz en sus comentarios.
Pero lo que realmente sorprendió a todos fue la personalidad de Jimin. Su dulzura, bondad y sinceridad iluminaron la mesa, haciéndolos sentir como si estuvieran en presencia de un ángel. Su capacidad para escuchar y hacer preguntas interesantes hizo que todos se sintieran cómodos y apreciados.
La servidumbre no pudo evitar pensar que Jimin era un regalo para el mundo, alguien que podía iluminar cualquier habitación con su sola presencia. Entendieron por qué Jeon Jungkook había decidido casarse con él, a pesar de ser polos opuestos. La conexión entre ellos parecía tener un potencial ilimitado.
—Es un milagro que el señor Jeon haya encontrado a alguien como él —comentó el señor Hyun, sonriendo.
—Sí, son como dos piezas de un rompecabezas —agregó la señora Katherine—. Polos opuestos, pero perfectos el uno para el otro.
Sol asintió con entusiasmo.
—¡Es como un cuento de hadas!
—Me alegra que el señor Jeon haya encontrado a alguien que lo haga feliz. —Emma sonrió tímidamente
La conversación continuó, pero todos estaban de acuerdo en que Jimin y Jungkook eran una pareja destinada a tener un futuro brillante juntos.
El timbre sonó llamando la atención de todos. El señor Hyun se aproximó al monitor donde se podía ver y hablar con la persona que se encontraba en la puerta. Vio a un joven con un folder en las manos, su rostro serio y profesional.
Apretó el botón para poder hablar con él.
—Buenos días ¿a quien busca?.
—Hola, buenos días, estoy buscando a Jeon Jungkook ¿está es su casa?. —respondió el joven, su voz clara y educada.
Jimin reconoció la voz y se levantó de su asiento, sorprendido. Era la voz de Kim Namjoon, el chico de la cafetería que había conocido hace unos días.
—Así es, pero el señor Jeon no se encuentra en estos momentos —replicó el señor Hyun—. ¿Desea dejarle algún mensaje? Con gusto se lo haremos llegar.
—No, esto de importancia —insistió—. Estoy aquí para dejarle un documento. Soy Kim Namjoon, el hijo del señor Kim Chaengu..
—Señor Hyun, conozco personalmente al muchacho —le hizo saber Jimin—. Con gusto lo atenderé, no se preocupe. Después de todo, sigo siendo secretario del señor Jeon.
—Está bien joven Jimin —le dio una sonrisa y luego regresó al monitor para avisar al joven—. En un momento lo atenderá el secretario del señor Jeon. Lo acompañó hasta la puerta joven Jimin, después de usted.
—Que amable, gracias.
El portero abrió la puerta principal de la mansión y salió a recibir al visitante. Sonrió amablemente al chico de piel morena y le extendió la mano, con la otra sujetaba una bicicleta, que seguramente era su trasporte.
—Bienvenido. Es un placer recibirlo en la residencia del señor Jeon, pase por favor.
Namjoon hizo una reverencia y sonrió educadamente. El portero lo acompañó hasta la puerta principal de la mansión, donde el mayordomo, señor Hyun, los esperaba. Abrió la puerta con una reverencia.
—Bienvenido, por favor, entre.
Namjoon entró en la mansión y se encontró con Jimin, quien lo esperaba en el vestíbulo. Al verlo, su rostro se iluminó con una sonrisa amplia y sus hoyuelos aparecieron en sus mejillas.
—Namjoon —saludo Jimin, acercándose a él—. ¿Qué te trae aquí?
—Jimin, ho-hola —tartamudeó Namjoon, nervioso—. No esperaba encontrarte aquí ni que tú fueras el secretario de Jungkook.
Se rascó la nuca, su rostro ligeramente enrojecido. Jimin sonrió dulcemente, su mirada cálida.
—Hola Namjoon. Bienvenido —dijo, acercándose a él—. Aquí es donde vivo, y sobre lo de ser el secretario... claro que te lo había dicho, el día que nos conocimos, ¿no recuerdas?
Namjoon entornó la mirada, recordando.
—¡Oh! —exclamó—. Claro, secretario ejecutivo. Lo siento, lamentó haberlo olvidado. Y también lamentó haberme sorprendido por encontrarte aquí, después de todo... eres el prometido de Jungkook.
Su tono se volvió más serio e incómodo. Jimin notó el cambio en su expresión y se apresuró a tranquilizarlo.
—Claro... no te preocupes —dijo, haciendo un gesto con la mano—. Anda, pasa.
Le dio paso para que entrara junto a él. Namjoon se desplazó hacia el interior de la mansión, su mirada furtiva sobre Jimin.
—Dime, ¿a qué se debe tu visita? —preguntó el secretario.
Namjoon sacó un folder y se lo extendió a Jimin.
—Traje un documento para Jungkook. Un acuerdo comercial que mi padre quiere discutir con él.
—Entiendo —Jimin lo recibió—. No te preocupes se lo haré llegar en cuanto haya espacio para discutirlo.
—Te lo agradezco.
—No hay de que. ¿Hay alguien esperándote? ¿Dejaron entrar a tu chofer? ¿O vienes en tu propio auto? —le preguntó.
—No, no —respondió Namjoon—. Aún no consigo mi licencia de conducir y no me gusta que me traiga el chofer, vine en mi bicicleta, es muy relajante recorrer las calles de esa forma.
Jimin sonrió.
—Vaya, eso parece muy bien. Y con más razón, pasa, tomemos algo. Seguramente debes de estar cediento —lo invitó, y Namjoon no pudo negarse.
Aceptó contento y siguió a Jimin hacia el interior de la mansión.
Los sirvientes no tardaron en llegar con unas bebidas frías y una bandeja de fruta picada.
—Aquí tienen, disfrútenlo —dijo Emma con amabilidad, depositando la bandeja sobre la mesa de centro.
Jimin se sentó en un sofá y hizo un gesto a Namjoon para que se uniera a él. El chico se sentó a su lado, tomó un vaso de jugo de frutas y dio un sorbo.
—Entonces, me decías que todavía no consigues tu licencia de conducir —comenzó Jimin, interesado—. ¿Por qué? Es curioso.
Namjoon sonrió, su mirada brillante.
—Te diré, no me gusta la contaminación. Estudio ecología y quiero ser una persona más renovable, apoyar el cuidado de la naturaleza. Amo a los animales, a las plantas... a todos los seres vivos.
Jimin se impresionó.
—Jamás había conocido a alguien como tú, que cuidara tanto al planeta. Es muy encantador.
Namjoon se rió y se sonrojó levemente.
—Aunque mi padre sea un empresario y tengamos mucho dinero, intento ser sencillo y no abusar de todo lo que pueda hacer mal al planeta. Los autos, el combustible, el dióxido de carbono... todo eso me preocupa.
Jimin asintió, admirado.
—Eso me parece muy bien, Namjoon. Eres un buen chico —admiro, y con un gesto amistoso, le despeinó el cabello.
Pero ante este tacto, Namjoon se apresuró a colocar su mano sobre la de Jimin, manteniéndola un poco más allí. Sus ojos se encontraron, y Jimin se sorprendió por la intensidad de la mirada de Namjoon.
Un momento de silencio se apoderó del espacio entre ellos, lleno de tensión y expectativa. Jimin se sintió desconcertado, pero no retiró su mano. En su lugar, la dejó allí, sintiendo el calor de la piel de Namjoon.
—Tú también me pareces una persona encantadora, Park Jimin —murmuró el chico, su voz suave y sincera.
Aclaró su garganta y siguió, pero Jimin lo interrumpió, nervioso.
—Espera Namjoon, no debemos confundirnos —dijo, retirando su mano—. Es decir, digo... woah, mira esta fruta, se ve rica, ¿no? Comamos un poco —agregó, intentando cambiar de tema.
Namjoon lo miró, sorprendido por su reacción. Sin embargo, siguió la conversación.
—¿Cuántos años tienes, Jimin? —le preguntó.
—Yo... tengo veintiséis —respondió.
—Yo veinte, son seis años de diferencia, aunque eso no interesa cuando hay aparecido de por medio ¿cierto?.
Jimin se sintió incómodo con la dirección que tomaba la conversación.
—Bueno, no... pero... ¿a qué viene todo esto? ¿Por qué tan de pronto...? —preguntó, confundido.
Namjoon lo miró fijamente, su expresión seria.
—¿Tú amas a tu prometido? —espetó, su voz baja y intensa.
La habitación se quedó en silencio, y Jimin se sintió atrapado en la mirada de Namjoon. No supo cómo responder
—¿Qué? ¿Por qué me estás preguntando eso? —frunció el ceño, desconcertado y nervioso.
Namjoon se encogió de hombros.
—Solo... es... curiosidad, creo.
—Si yo... lo amo, amo a mi prometido —respondió, su respuesta aún incierta.
—¿Mucho? —quiso saber.
Jimin se sintió acorralado.
—¿Qué pasa Namjoon? ¿Por qué...?
—Solo respóndeme, por favor. —lo miró fijamente, suplicante.
Hubo un pequeño silencio antes de que Jimin respondiera con seguridad.
—Sí, lo amo lo suficiente para no traicionarlo.
Esto pareció decepcionar al chico de hoyuelos, su rostro se apagó.
—Entonces es así —comentó, su voz baja. Un momento de silencio siguió antes de que Namjoon cambiara de tema—. Bueno, eso es lo único que quería saber —suspiró—. ¿Hoy no trabajaste?
Jimin se sintió aliviado por el cambio de tema.
—Amm, no, no fui. Jungkook prefirió que me quedara hoy a descansar —contestó, sin dar más detalles.
—Hoy no tuve clases, las cancelaron porque el profesor va a divorciarse, creo que debe ir al juzgado y esas cosas —explicó Namjoon, tomando un poco de fruta con su tenedor.
Jimin asintió.
—Ya veo, es una lástima.
Namjoon reflexionó.
—Lo es, pero creo también que es bueno. Cuando las personas no se aman mutuamente, no se puede amarrar a ella para siempre. Eso solo derivaría en pena, ¿no lo crees?
Jimin se quedó pensativo por un momento.
—Sí, sí lo creo. Bueno, sígueme contando sobre tu carrera. ¿Cómo va?
—Es difícil, pero estoy aprendiendo mucho. Me encanta la ecología.
La conversación fluyó con facilidad, y ambos chicos hablaron sobre temas triviales, reían y jugaban hasta que el atardecer llegó. De pronto, el cielo se nubló, anunciando una lluvia segura.
—Bien, creo que me voy ahora. No quiero llegar a casa empapado —chisto Namjoon, sonriendo—. Me gustó mucho estar contigo hoy, Jimin. Por favor, salgamos algún día, ¿está bien?
Jimin se sintió tentado, pero se contuvo.
—No te prometo nada, pero lo estaré pensando —le dio una sonrisa.
Lo acompaño hasta la puerta y llamó al portero para que abriera la puerta. Cuando este lo hizo, Namjoon salió con su bicicleta.
—Hasta pronto, Namjoon. Regresa con cuidado —dijo el rubio, sonriendo.
Namjoon se subió a su bicicleta, pero paró.
—Espera, Jimin —se detuvo, bajó de la bicicleta y se devolvió hacia el rubio—. Uhmm... ¿me darías tu número?
Sacó su celular de su bolsillo y se lo entregó a Jimin, con sus mejillas sonrojadas.
—Sí, claro, lo apuntaré —aceptó, sonriendo.
Colocó el número con su nombre en el celular y se lo devolvió a Namjoon, quien sonrió y agradeció.
—Ahora sí, hasta pronto, Jimin. Adiós —dijo, antes de subirse a su bicicleta y comenzar a pedalear fuera de la propiedad.
Jimin lo observó hasta que desapareció de su vista. Luego, entró de nuevo en la mansión, sumida en el silencio. Sus amigos y la servidumbre estaban ocupados con sus tareas, así que se sentó en la sala de estar, pensando en qué hacer.
De repente, tuvo una idea. Amaba escuchar música, especialmente sus canciones favoritas de las películas de Disney. Pidió ayuda para encender el estéreo y vincularlo con su celular. Una vez listo, puso su playlist favorita, comenzando con "No hablaré de mi amor" de la película "Hércules".
La música llenó la habitación, y Jimin se dejó llevar por la melodía. Cerró los ojos, permitiendo que la nostalgia y la emoción lo envolvieran. La canción siempre lo hacía sentir algo especial, algo que no podía explicar.
Mientras la música sonaba, Jimin no podía evitar pensar en Namjoon y su inesperada visita. La forma en que se sonrojó al pedir su número, la forma en que sonrió al despedirse... Jimin se sintió confundido, no podía negar la conexión que sentía con el joven, pero tampoco podía negar los sentimientos que tenía por Jungkook, quien todo ese tiempo se había portado muy lindo con él.
—Si a los engaños dieran premios, hubiera varios ya ganado, no me interesa tener novios, eso es historia ya lo sé todo —canto mientras caminaba por la casa creyéndose Megara—. ¡No van a oír que lo diga no no! ¡Jamás lo haré no hablare de mi amor!.
La gran puerta de cristal que separaba la sala de estar del jardín permitía que la luz del atardecer inundara el espacio, creando un ambiente acogedor y relajante. Jimin se recargó contra la puerta, disfrutando de la vista del jardín mientras cantaba junto a la canción "No hablaré de mi amor" de "Hércules". Su voz se llenó de nostalgia y emoción, como si fuera el propio Hércules cantando sobre su amor.
Pero cuando la playlist cambió a "Hombres de acción" de "Mulan", Jimin se transformó en un ninja. Comenzó a dar piruetas, patadas y puñetazos, imaginándose como Li Shang en plena batalla. Su energía y entusiasmo llenaron la habitación.
Sin embargo, su momento de gloria se vio interrumpido cuando se subió al sofá y se cayó justo en la parte de la canción donde decía "En deporte siempre fui una decepción". Jimin no pudo contener la risa. Se rió a carcajadas, encontrando gracioso el contraste entre su intento de ser un ninja y su falta de coordinación.
—Debemos ser cuál veloz torrente, y con la fuerza de un gran tifón, violentos como un fuego ardiente, cumpliendo muy misteriosos la misión~ —La canción terminó, y Jimin se detuvo, jadeante y sonriendo.
Necesitaba un poco de aire fresco, así que abrió la puerta de cristal, el aire fresco del jardín lo envolvió mientras se sentaba en el césped, mirando hacia arriba. El cielo nublado parecía una vasta extensión de gris, pero aún no mostraba signos de lluvia. La brisa suave acariciaba su rostro, llevando consigo el aroma de las flores y la hierba recién cortada.
Jimin cerró los ojos, dejando que la tranquilidad del momento lo envolviera.
La puerta principal se abrió, Jungkook había llegado, entró en la mansión, saludando a la ama de llaves con una mirada.
—Buenas tardes, señor Jeon. Bienvenido —saludo ella, recibiendo su abrigo y su maletín.
—¿Dónde está Jimin? —fue lo primero que preguntó, cambiándose los zapatos por pantuflas de casa.
—En la sala de estar, señor —respondió.
Jungkook se dirigió a la sala de estar, pero no encontró a Jimin en ninguna parte. La habitación estaba iluminada solo por una lámpara, y el estéreo reproducía música de Disney. La melodía era suave y relajante.
Buscando a Jimin, Jungkook notó la puerta del jardín abierta. Se acercó y encontró al rubio sentado en el césped, con la cabeza hacia arriba mirando el cielo nublado. La canción "Ma belle Evangeline" de "La princesa y el sapo" comenzó a sonar, y Jungkook se detuvo en el marco de la puerta, observando a Jimin en silencio.
No quería perturbarlo, así que se quedó allí, mirándolo. Jimin parecía estar en otro mundo, perdido en la música y la belleza del cielo. Su rostro estaba sereno, y sus ojos brillaban con una devoción silenciosa.
Jungkook se sintió conmovido por la escena. La música, el jardín, y Jimin, todo parecía perfecto en ese momento. Se recargó en el marco de la puerta, disfrutando del espectáculo, y dejando que la música lo envolviera.
Mírenla al cielo encender, Ma belle Evangeline... inalcanzable querer, su amor yo se es para mi. Je t' adore, jet t' aime Evangeline, por las noches vendrías así... Vivaz...
Los ojos de Jimin brillaban como estrellas en la oscuridad, reflejando la emoción que sentía al contemplar el cielo nublado. La canción que se estaba reproduciendo quedaba muy bien, pues ahí estaba esa tal Evangeline, esa gran estrella que ilumina más que las demás.
Jungkook, observándolo desde la puerta, no pudo evitar sonreír mientras su mirada se suavizaba, y su corazón se enternecía ante la visión de Jimin tan tranquilo y dulce, la forma en que sus ojos brillaban al mirar el cielo... todo parecía tan puro y auténtico, como un niño pequeño descubriendo el mundo por primera vez.
La reina más bella por aquí, me quiere solo a mi... siempre hay un método de amar...
La lluvia comenzó a caer suavemente sobre el jardín, y Jimin se levantó para dirigirse hacia la puerta. Pero entonces, vio a Jungkook acercarse a él con una sonrisa en el rostro.
—¿Jefe? ¿Cuándo llegó? Bienvenido —dijo, sorprendido.
Pero antes de que pudiera continuar, Jungkook lo tomó por la cintura y lo colocó en la posición de baile en pareja. Jimin se sintió sorprendido y un poco incómodo, pero la mirada de Jungkook lo hizo sentirse tranquilo.
—¿Qué está haciendo? Está lloviendo, debemos ir adentro —protestó, riendo.
—Ahí viene la mejor parte —dijo Jungkook, refiriéndose a la canción—. Bailemos, Jimin.
Jimin se sintió arrastrado por la energía de Jungkook y, aunque un poco tímido, aceptó la invitación.
Y te amo, Evangeline...
Comenzaron a bailar, sus cuerpos moviéndose al ritmo de la música, sin importarles la lluvia que los empapaba. La melodía de Jazz lenta y romántica los envolvía, creando un ambiente íntimo y emotivo. Se miraban fijamente a los ojos, sus sonrisas brillantes y sinceras.
Jungkook le dio un par de vueltas, haciéndolo reír en voz baja. La risa de Jimin era música para sus oídos, y Jungkook se sintió atrapado en su alegría. Nuevamente se estaban divirtiendo, pero esta vez había algo más, algo que los unía en un nivel más profundo.
Jungkook sujetó a Jimin de la cintura, llevando su mano hacia atrás en su espalda. Lo jaloneó hacia él, anulando la distancia entre ellos. Sus cuerpos se pegaron, y sus rostros se acercaron. Se detuvieron un instante, mirándose nerviosos.
Sus ojos se desviaron hacia los labios del contrario, y sus corazones comenzaron a latir rápidamente. El aire estaba cargado de tensión y anticipación. La lluvia caía sobre ellos, pero no importaba. Estaban en su propio mundo, aislados de todo lo demás.
Fue cuestión de segundos antes de que sus labios se unieran en un tierno beso. La conexión fue instantánea, como si hubieran estado esperando ese momento durante toda la vida. La música seguía sonando, pero ya no era solo una melodía, era el latido de sus corazones.
La lluvia los rodeaba, creando una burbuja de intimidad alrededor de ellos. Estaban solos en el mundo, y nada más importaba. El beso fue suave y dulce, pero lleno de emoción y pasión.
Jimin se sintió flotar, como si estuviera en un sueño. Jungkook lo sujetaba con fuerza, como si nunca quisiera dejarlo ir.
El hermoso amor, el grandioso amor, así es nuestro amor ¿verdad que si? ¡Mais'oui!.
Se separaron lentamente, sus labios despegándose con una suavidad que los dejó sin aliento. Al mismo tiempo, abrieron los ojos, y su mirada se encontró de nuevo. La conexión fue instantánea, y sus ojos brillaron con una intensidad que parecía iluminar el entorno.
Mírenla en el cielo encender...
—¿Mañana, te gustaría ir a cenar? —lo invito Jungkook.
—Me encantaría —aceptó Jimin.
Te amo, Envangeline~
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