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nueve.

· • —– ٠ Un día horrible, pero no tanto ٠ —– • ·

Cuando la jornada laboral finalizó, Jimin suspiró aliviado y comenzó a recoger sus cosas con meticulosidad. Guardó sus documentos en la carpeta, apagó la computadora y se colocó la mochila en la espalda, ajustando las correas para sentirse más cómodo. Al salir de su oficina, iluminada por la luz tenue del atardecer, su sonrisa se esfumó instantáneamente al encontrarse con la figura imponente de su jefe, que parecía surgir de las sombras.

—¿Ya te vas? —preguntó él.

—Sí, iré a recoger mis cosas y quizás me quede un rato a comer y beber con un amigo —respondió, trago saliva.

—Está bien. El chofer te esperará. Por favor, no te embriagues demasiado —dijo con un tono inusualmente calmado, lo que sorprendió a Jimin—. Yo también me voy. Tengo asuntos que resolver fuera.

—Vaya con cuidado. Si necesita algo como su secretario, mi celular está siempre encendido —se ofreció.

Ambos caminaron hasta el elevador en silencio, la tensión entre ellos palpable. La música del ascensor, un pop suave y monótono, parecía empeorar las cosas, recordándoles la incomodidad que los rodeaba.

Jeon rompió el silencio incómodo, su voz baja y reflexiva.

—Sobre lo que discutimos anoche en la cena... —hizo una pausa, buscando las palabras adecuadas—. He estado pensando y creo que me excedí al exigir tanta formalidad desde el principio. No consideré cómo te sentirías y, cuando me dijiste que estabas desarrollando sentimientos por mí... solo quería detenerlo. —su mirada se clavó en el suelo, evitando el contacto visual con Jimin—. Lo lamento, Park. Debí ser más empatico contigo. Mi comportamiento fue inaceptable.

Jimin se quedó atónito, incapaz de procesar la transformación del jefe amargado y gruñón que siempre había conocido. Las disculpas de Jungkook eran un acontecimiento sin precedentes, y su cambio de actitud era como un rayo de sol en un día nublado.

—También le debo una disculpa —replicó Jimin, su voz llena de sinceridad—. No quise incomodarlo o faltarle al respeto cuando le expresé mis sentimientos. Debí ser más cuidadoso. En ese momento, estaba confundido, pero ahora ya tengo claros mis sentimientos —continuó, su mirada baja—. Estoy avergonzado por mis acciones, así que le pido disculpas.

Jungkook enarcó una ceja, intrigado por lo último.

—¿Es así?

Jimin asintió, su rostro sonrojado.

—Sí, estoy arrepentido. Sin embargo... —hizo una pausa, meditando sus próximas palabras— su estilo de vida aún es difícil de procesar para mí.

—¿Por qué? —frunció el ceño.

—Usted tiene encuentros casuales con muchas personas —explicó, su voz llena de preocupación—. Eso no me da mucha confianza.

—Deja de preocuparte por mi vida sexual, Park. Jamás pensé que tendría un compromiso con alguien, así que he vivido mi vida de ese modo hasta ahora. —Jungkook suspiró.

—¿Alguna vez se ha hecho demasiado cercano alguna de esas personas? —quiso saber, curioso.

—No lo creo, no de mi parte —le respondió, con sinceridad—. Nunca he buscado un compromiso con nadie, ni siquiera sexualmente.

Jimin asintió, reflexivo.

—Ya veo... Entonces, ¿le parece si continuamos con esto, manteniendo una buena relación como falsos prometidos o jefe y empleado?

—Sí, podemos hacerlo, Park. —lo miró a los ojos y le sonrió con la mirada.

Jimin sonrió también, y Jungkook se sintió conmovido por la ternura en su rostro.

Al llegar al vestíbulo, el elevador se detuvo. Ambos salieron y vieron sus autos aparcados frente a ellos, con sus choferes esperando.

—Nos vemos después, ve con cuidado —dijo Jungkook.

—Nos vemos después, jefe. Usted también regrese con cuidado —respondió, haciendo una reverencia.

Esta vez, ambos tomaron caminos separados.

Park condujo hacia su departamento, haciendo algunas paradas para comprar fideos y cerveza. No había avisado a Hoseok de su regreso, así que sería una sorpresa. Con emoción, bajó del auto y cargó las bolsas de comida y bebida.

Al entrar en la edificación, subió las escaleras hasta el segundo piso y caminó hacia la puerta de su departamento, su dulce hogar. Introdujo la clave y la puerta se abrió, pero antes de entrar, escuchó un ruido inusual.

No era la ruidosa música de Hoseok que solía llenar el apartamento. Esta vez, el sonido era diferente. Park se detuvo, su curiosidad piquada.

—¡Haaah! ¡De esa forma! ¡Oh Yoongi!.

¿Acaso esos eran gemidos?.

Park entró en el departamento, y lo que vio lo dejó estupefacto. Se congeló en el umbral, su mirada clavada en la escena que se desarrollaba en el sofá. Allí, en su hogar, estaba Hoseok junto a Yoongi, su ex novio, teniendo sexo.

La sorpresa se convirtió en shock. Park se sintió como si hubiera recibido un golpe en el estómago. El tiempo pareció detenerse. Jimin no podía procesar lo que estaba viendo. ¿Qué hacía Yoongi allí? ¿Y por qué Hoseok se estaba acostando con él?

—Ay por... no puede ser... —murmuro boquiabierto.

—¡Jimin! —gritó el peliblanco al tiempo que se baja del chico pálido de cabello negro y se cubría con la frazada que estaba en el sofá—. Esto no es lo que crees, yo puedo explicarte —se acercó a él.

Jimin se alejó y le lanzó una mirada llena de desprecio y asco.

—¡No te atrevas a acercarte a mí? ¿Qué vas a explicarme, Hoseok? ¿¡De verdad me crees tan estúpido para no darme cuenta de lo que está pasando!? ¡Mi mejor amigo se esta cogiendo a mi ex novio!. —exclamó.

—Jimin lo qué pasa es que... —Hoseok intentó explicarse, nervioso.

—¿Qué? —Jimin interrumpió, su voz llena de dolor y rabia—. ¡Sabes por lo que pasé con ese idiota! Y tú estuviste allí, "apoyándome" —hizo comillas con los dedos, mientras sus ojos se llenaban de lágrimas—. ¿Todo fue mentira? ¿Tus abrazos, tus palabras de consolación?.

Hoseok negó con la cabeza—. No, Jimin, te apoyé de corazón y esperé...

—¿Esperar qué, Hoseok? —lo cortó, su voz subiendo de tono—. ¿A que el tiempo pasara? ¿Para que Yoongi y tú pudieran seguir con está retorcida relación a mis espaldas?

—Jimin, por favor...

—¡Eres basura! —espetó, su mirada enfurecida—. Tú y él son iguales —miró a Yoongi, pálido y inmóvil—. Y tú maldito bastardo ¿cuánto más piensas hacerme sufrir? —preguntó, su voz llena de dolor—. Ya no lo voy a permitir. Esta es la última vez. Quiero que te vayas, Hoseok. Mañana no quiero verte aquí.

—Pero Jimin...

—¡Fuera de mi vida! —gritó, su corazón destrozado—. Eres un traidor. Creí que eras sincero, pero no eres mejor que él. ¡Púdranse!.

Se dio la vuelta y se alejó, dejando a Hoseok y Yoongi en un incómodo silencio.

Jimin se sentía perdido y solo. Su vida se estaba desmoronando. Estaba en proceso de casarse con un hombre que no lo amaba y ahora su mejor amigo lo apuñalaba por la espalda. ¿En quién podía confiar ahora?

Jungkook entró en la cocina, pero se detuvo bruscamente al encontrar a Jimin sentado en la barra, con la cabeza gacha y rodeado de oscuridad. «¿Qué hace él aquí? ¿No debería estar con su amigo?» se preguntó intrigado.

Al observar las bolsas sobre la mesa, llenas de botellas de cerveza y comida, supo que algo malo había ocurrido.

—Park —murmuro suavemente, para no perturbarlo—. ¿Estás bien? ¿Por qué no estás en tu departamento con tu amigo?

Jimin levantó la cabeza, su mirada perdida y llena de dolor.

—Ya no tengo amigos... —susurró—. Creo que nunca los tuve. Solo he tenido traicioneros.

Jungkook se acercó al rubio, su expresión preocupada.

—¿Qué sucedió? —preguntó, su voz llena de empatía—. Estabas emocionado, me dijiste que sorprenderías a tu amigo.

Jimin suspiró, su pecho temblando.

—Y así fue, lo sorprendí... —comenzó, su voz quebrada—. Pero follandose a mi ex —espeto. Jungkook porsupuesto se sorprendió ante esto—. El nombre de ese "amigo" —hizo comillas con los dedos—. Es Hoseok y el de mi ex Yoongi, jamás creí que estuvieran en una relación o algo así, ambos íbamos en la misma facultad y también convivíamos mucho, pero luego de que termine con Yoongi, Hoseok pareció haberme apoyado e incluso bromeábamos sobre la depresión que tuve luego de la ruptura pero... nunca llegué a pensar que ellos tuvieran algo en secreto.

—Vaya... sé que ahora te sientes triste y traicionado —ayudo Jungkook—, pero a veces las personas son decepciones. No puedes confiar siempre en todos. A mí siempre me dijeron que los amigos se cuentan con los dedos de las manos, y a veces salen sobrando dedos.

Jimin levantó la mirada, sus ojos brillantes como estrellas en la noche.

—¿Usted tiene amigos? —inquirió, su voz llena de curiosidad.

Jungkook sonrió leve, por su incredulidad.

—No, la envidia los ciega. Prefiero estar solo a mal acompañado.

Sin previo aviso, Jungkook tomó las manos de Jimin entre las suyas, su contacto cálido y suave.

—No sigas pensando en eso, personas como esas no merecen tus lágrimas.

Jimin estaba sorprendido, debido al contacto entre sus manos, tan cálido y suave como esas palabras de Jungkook, pero se sintió bien. Le gustaba ese tipo de cosas.

—Traje cerveza y comida —mencionó, un poco penoso—. ¿Quiere beber y comer algo conmigo? Considero que ni la comida ni la bebida se deberían desperdiciar.

—Por supuesto —respondió Jungkook—. ¿Estarás bien, Park?.

Jimin asintió con la cabeza, sonriendo.

—Bien, por cierto —continuó Jungkook—, mañana se hará un evento de beneficencia. Tendremos que ir a apostar por una carrera de caballos. Con ese dinero se comprarán medicamentos para niños con cáncer que no tienen recursos para comprarlos, yo lo daría sin tener que apostar, pero ya sabes, cosas de ricos. En fin ¿qué te parece?

Jimin aplaudió emocionado, mostrando una bella sonrisa que iluminó su rostro.

—Es maravilloso —exclamó—. Me encanta hacer ese tipo de cosas. Además, me apasionan las carreras de caballos.

—¿Sabes montar uno?.

—No, pero me gustaría aprender.

—Como ya sabes, la recepción de la boda será en la residencia de la playa, ahí tenemos un establo, cuando vayamos te enseñaré a montar.

—¿Lo promete? —Jimin alzó su dedo meñique, esperanzado.

Jungkook sonrió y le dio mucha ternura ver el pequeño dedo regordete. Jimin lo bajó apenado, pero Jungkook volvió a alzar su mano y entrelazó su dedo meñique con el de él.

—Lo prometo.

La noche pasó de ser un desastre a algo pacífico y cómodo. Jungkook y Jimin compartieron risas y anécdotas mientras comían y bebían.

Pero después de una hora, las mejillas del chico rubio se tornaron color carmesí.

—Aún recuerdo la cara de la chica... —rio Jimin, con los ojos entre cerrados—. Ella se esforzó, pero le tuve que decir que no me gustaban las chicas.

Jungkook se rió, más por los gestos que Jimin hacía por estar ebrio, que por la anécdota.

—¿Entonces rompiste un corazón en la preparatoria? —inquirió.

El rubio encogió los hombros.

—Y en la universidad... cuando era joven los compromisos no eran lo mío.

—¿Cómo conociste a Yoongi? —Jungkook se interesó.

Jimin se bebió un sorbo de cerveza para agarrar valor de contar esa historia.

—Era el chico misterioso en la facultad, y yo quise descifrar ese misterio así que simplemente me acerqué hablarle, y por supuesto que me dio mucho miedo, pero en fin, las personas enamoradas hacen muchas locuras. Nos fuimos conociendo, nos gustamos, tuvimos una relación, terminamos por celos y luego se acosto con mi mejor amigo ¡ja! Que gran historia —se bebió lo último de su cerveza, pasando el trago amargo que le dejó la anécdota—. Cuando eres universitario, cometes estupideces.

Jungkook sonrió.

—Yo era el chico estudioso pero divertido. Tenía una ventaja, todo los maestros creían en mi inocencia, así que mis travesuras nunca fueron castigadas. —mencionó.

—¿Qué tipo de cosas hacía? ¿Hizo algo indebido alguna vez? —quiso saber.

—Lo común, cambiaba el café del profesor por orines, asustaba a la maestra de cálculo con una serpiente... —contó—. ¿Qué hay de ti en la universidad, aparte de tu relación fallida?

Jimin murmuró, somnoliento.

—Yo siempre fui el chico... lindo y... amigable...

Y solo bastaron un par de parpadeos y un bostezo para que Jimin cayera sobre el hombro de Jungkook en un profundo sueño. Este se quedó quieto, miró por unos segundos el rostro con rasgos finos y mejillas sonrojadas del chico, y sonrió levemente. Alargó su mano hacia su mejilla, pero se detuvo, lamió sus labios y bajo la mano.

—Park, despierta —lo llamó bajito—. Park, debes ir a tu cama.

Al no recibir respuesta, Jungkook se rindió. Quitó la cabeza del chico de su hombro, se levantó y lo tomó entre sus brazos con cuidado, cargándolo como a una princesa. Jimin apenas pesaba.

Lo llevó hasta su habitación, lo dejó sobre la cama, jaló una frazada y se la puso encima. El rubio, al sentir la suavidad de la almohada y la cama, se acomodó para continuar durmiendo.

Jungkook lo miró una vez más, pensando en lo inocente que se veía incluso durmiendo y la tranquilidad que le transmitía. Durante su conversación, descubrió que Jimin era un chico soñador, al igual que él, que no pudo cumplir su sueño de niño de ser astronauta. También supo que le tenía un cariño inmenso a su familia y a los animalitos, que su color favorito era el azul y el amarillo, y que le tenía un miedo enorme a las mariposas.

Park Jimin era encantador, con un corazón de oro, una bondad inigualable, y una dulzura y hermosura envidiable. Aunque también tenía una parte feroz que lo hacía entrar en razón, recordándole que ese chico no era de porcelana. Jimin era como el Sol y él la Luna, completamente diferentes pero complementarios entre sí. Él le daba esa calidez que le faltaba a su frío corazón.

Jeon se sintió un poco mal por sus anteriores actos y actitudes hacia el chico, quien solo se había dedicado a ayudarlo con sus problemas. No merecía ese desprecio por su parte.

—Está bien, Park Jimin —susurró—. Intentaré cumplir la promesa que le hice a tu madre.

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