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doce.

· • —– ٠ Dueño ٠ —– • ·

—¡Joven Jimin, buen día! ¿Joven Jimin está despierto? —la voz familiar de Katherine, la ama de llaves, resonó en la habitación, acompañada de suaves toques en la puerta.

Entre sueños, Jimin escuchó el llamado, pero pensó que era solo parte de su imaginación. Sin embargo, al tercer grito, supo que la realidad lo había alcanzado. Abrió un ojo, parpadeando para despejar la niebla del sueño.

Se levantó rápidamente, aún adormilado, y se dirigió hacia la puerta. Al abrir, se encontró con Katherine y Sol,, quienes sostenían una bandeja de comida entre ellas.

—Buenos días, joven Jimin —dijeron al unísono, haciendo una reverencia—. Le traemos su desayuno. Disculpe las molestias tan temprano.

Jimin bostezó, cubriéndose la boca con la mano.

—Oh, no... no se preocupen, no se hubieran molestado —respondió con una sonrisa leve—. Bajaré a desayunar con Jungkook.

Katherine sonrió.

—El señor Jeon está entrenando en el gimnasio en este momento. Desayunará más tarde.

Jimin arqueó una ceja.

—¿Salió? —preguntó, confundido.

Sol sacudió la cabeza.

—No, no. En la mansión hay un gimnasio —explicó.

Jimin había descubierto el gimnasio por casualidad, y se había quedado impresionado por su diseño innovador. Las tres paredes de cristal permitían una vista panorámica del jardín que lo rodeaba, creando un ambiente relajante y motivador para el entrenamiento. La pequeña piscina y los árboles de bambú que rodeaban el gimnasio añadían un toque de serenidad al espacio.

Mientras se acercaba al gimnasio, Jimin escuchó la melodía suave de "Winter Blossom" que Jungkook utilizaba para entrenarse. La música era un contraste sorprendente con la intensidad del entrenamiento que estaba realizando. Jimin se detuvo en el marco de la puerta, fascinado por la escena que se desplegaba ante él.

Jungkook estaba vestido con un pantalón corto y una camiseta color negro de tirantes que dejaba ver su espalda ancha y su pecho voluminoso. Sus brazos fuertes y definidos se movían con precisión mientras realizaba lagartijas. Las venas prominentes de sus manos, que se extendía desde la muñeca hasta los bíceps, parecían una obra de arte en movimiento.

Jimin se sintió atrapado por la visión de Jungkook sudado y concentrado en su entrenamiento. Sus mejillas se colorearon de carmesí sin poder evitarlo, y se mordió levemente el labio inferior para contener su emoción. La forma en que Jungkook se movía con grace y fuerza era hipnótica.

Pero cuando Jungkook terminó su set y se levantó, sus ojos se encontraron con los de Jimin. El rubio se sorprendió y se sonrojó aún más, rápidamente ocultándose detrás de una pared para evitar la mirada intensa de Jungkook.

Su corazón latía con fuerza en su pecho, y Jimin se sintió como si hubiera sido descubierto en un momento de vulnerabilidad. Sin embargo, no podía evitar sonreír al pensar en la forma en que Jungkook lo había hecho sentir. La emoción que había experimentado en ese momento era indescriptible.

—Jimin, te he visto —le hizo saber Jungkook con una risita baja y seductora.

Jimin se sintió atrapado, y su rostro se calentó aún más.

—Lo siento, jefe, no quise molestarlo —respondió sin mostrarse, muriendo de vergüenza.

—Sal de allí, ven, ¿a qué has venido?.

Jimin salió de detrás de la pared, con la cabeza gacha para evitar mostrar su rostro enrojecido. Jugaba nerviosamente con sus dedos, sintiéndose muy apenado.

—Yo... solo quería... decirle que si vamos a desayunar —preguntó bajito, sin atreverse a mirar a Jungkook.

—Sí, claro, solo me faltan los abdominales. Y ahora, aquí estás. ¿Quieres ayudarme a hacerlos? —le preguntó, su mirada brillante con diversión.

Jimin se sorprendió.

—¿Yo? ¿Qué debo hacer? —preguntó, sorprendido, levantando finalmente la mirada.

Jungkook sonrió.

—Solo debes sostener mis piernas para que no se levanten. Ven, te mostraré —hizo un gesto para que se acercara.

Jimin se sintió nervioso, pero se acercó a Jungkook, su corazón latiendo con anticipación. No sabía qué esperar, pero estaba dispuesto a ayudar.

Ambos se sentaron en el tapete, Jungkook se recostó boca arriba flexionando las piernas, mientras que Jimin se mantuvo sentado frente a  sus rodillas y la punta de sus pies.

—Ahora, solo sostén mis rodillas pegando un poco tu pecho a estas, hazlo —dio indicaciones, su mirada fija en el rubio.

Jimin colocó sus manos en las rodillas de Jungkook y se inclinó, pegando su pecho a ellas. Su corazón latía con anticipación. La proximidad entre ellos era palpable.

—¿De-De esta forma? —le preguntó Jimin, tragando saliva.

—Sí, ahora encárgate de que no se levanten.

Comenzó a hacer abdominales, contando hasta catorce. Pero cuando llegó al quince, se levantó un poco más y sus rostros quedaron muy cerca. Tanto que sus narices casi se rozaban.

El carmín de las mejillas de Jimin se extendió hasta las orejas, y sus ojos se abrieron de sorpresa. Jungkook murmuró "quince" y luego, sin previo aviso, le dio un pequeño beso en los labios.

Jimin se congeló, su corazón latiendo con fuerza. Jungkook se levantó, dejándolo completamente helado.

—Iré a desayunar en un momento, me daré una ducha —avisó, antes de alejarse.

El rubio se levantó, aún atontado. Su mente era un torbellino de emociones. El beso había sido breve, pero su impacto había sido enorme. Se sentía como si estuviera flotando en una nube de confusión y emoción.

—Cla-Claro, a-ahí nos veremos —replicó apenas, aún atontado por el beso de Jungkook.

Se fue sin decir más, cerró la puerta y se recargó en ella, colocando su mano sobre sus labios completamente sorprendido.

—Pero... ¿qué acaba de pasar? Él me... besó —se repitió a sí mismo, intentando procesar lo que había sucedido.

Se dirigió hacia la sala de estar, con una sonrisa de pura emoción en su rostro. Pero de pronto, escuchó las voces de los sirvientes sirvientes muy inquietos.

—¿En serio, después de tanto tiempo? ¿Es apropiado avisar de su llegada? ¿Qué hay del joven Jimin? —cuestionó Katherine, con una nota de preocupación en su voz.

—Solo hagan lo de antes —respondió Hyun, con una calma que contrastaba con la ansiedad de los demás.

—Yo... yo no quiero... siempre me ha dado mucho miedo, hazlo tú, Sol —dijo Emma, ocultándose detrás de Sol, con una voz temblorosa.

Jimin frunció el ceño, sin saber qué estaba sucediendo. Prontamente vio como el señor Hyun salió de la casa muy apresurado, y él mismo se apresuró a seguirlo, intrigado.

—¿Quién es? —quiso saber—. ¿Quién puede causar tanto disturbio en la casa con su llegada?

La curiosidad lo impulsaba a seguir a Hyun, y pronto se encontró en la entrada de la mansión, donde una figura imponente estaba a punto de llegar. Jimin se detuvo, conteniendo la respiración, ansioso por descubrir quién era el misterioso visitante.

Jimin se paró en el umbral de la puerta principal, observando cómo un auto blanco deportivo se aparcaba. Los porteros abrieron la puerta del conductor y un chico de complexión delgada, alto y de piel color canela salió del auto.

—¡Piensa rápido! —le lanzó las llaves al mayordomo—. Joder, que lento eres, Hyun, como siempre.

Jimin se sorprendió por la actitud del chico. Era alto, con una sonrisa cuadrada y una actitud altiva, y llevaba unos grandes lentes de sol cuadrados que no disminuían su aire de confianza.

—¿Y él... quién es? —preguntó Jimin en un murmullo.

El chico se acercó a él con un bolso de diseñador en la mano, moviendo su rizado cabello castaño.

—¡Oh! Nunca te había visto. ¿Jungkook contrato nueva servidumbre? Al parecer, las cosas han cambiado ligeramente desde que dejé de venir. —se quitó las gafas de sol y se acercó a Jimin para mirarlo con detenimiento—. ¿Cuál es tu nombre? ¿En qué sirves en esta casa?

Jimin se mantenía firme, su voz llena de autoridad.

—Yo no soy un sirviente de esta casa —le hizo saber, su ceño fruncido—. Yo soy el prometido de Jeon Jungkook. —anunció con firmeza y gran seguridad.

El castaño, se rió entre dientes, su mirada llena de sorpresa y curiosidad.

—¿Cómo que prometido? ¿Jungkook va a casarse? —preguntó, su voz llena de incredulidad—. ¡¿Qué carajo está pasando aquí?! —se acercó a Jimin, su rostro a pocos centímetros del suyo—. No sabía que Jungkook había decidido comprometerse —dijo, su voz baja y sarcástica—. ¿O es que esto no es una sorpresa para todos?

Los sirvientes parecían nerviosos, intercambiando miradas preocupadas. Jimin se dio cuenta de que ese chico tenía una historia con Jungkook, y que su presencia en la casa no era casual.

—¿Quién eres tú para venir aquí sin avisar y cuestionar mi relación con Jungkook? —demandó Jimin, su voz firme.

El castaño sonrió, su mirada brillante con diversión.

—Él tiene una relación conmigo. —respondió.

—¿Qué? —los ojos del rubio se abrieron de par en par de la impresión—. ¿Como que una relación? ¿Qué tipo de...?

—¿Taehyung? —Jungkook apareció, sorprendido al ver al muchacho. El aludido se acercó y le dio un beso en la mejilla—. ¿Qué-Qué haces aquí? —me preguntó, con una mezcla de sorpresa e incomodidad.

—¿Cómo que, qué hago aquí, guapo? —respondió Taehyung, sonriendo—. Estuve fuera mucho tiempo y quise venir a verte tan pronto como regresé a Seúl. ¿Acaso no te complace verme?

Jimin se sintió mareado, con tantas preguntas en la cabeza. ¿Qué iba a hacer ahora que sus sentimientos por Jungkook se habían intensificado? En la última estancia en la casa, ambos habían convivido y vivido momentos profundos, comenzando a desarrollar sentimientos románticos entre ellos.

Pero ahora, debían ocultarlos. Al parecer, ese tal Taehyung, era algún tipo de aventura del pasado, y había llegado sin previo aviso, listo para reavivar esa aventura.

Jimin se sintió celoso y confundido. ¿Por qué Taehyung parecía tan seguro de sí mismo? ¿De verdad era capaz de arrebatarle lo poco que había obtenido con tanta facilidad?.

Jungkook parecía incómodo, y Jimin se preguntó si estaba preocupado por su reacción. ¿Sabría Jungkook cómo se sentía Jimin hacia él? ¿Sentiría lo mismo por él luego de lo que habían compartido?

La tensión en el aire era palpable. Jimin se dio cuenta de que debía mantener la calma y no dejar que sus emociones lo dominaran. Pero era difícil, especialmente cuando veía a Taehyung acaparando la atención de Jungkook.

Jimin se quedó allí parado, sintiendo una mezcla de confusión y celos. Nunca pensó que alguna de las aventuras de Jungkook se presentaría así de pronto. La forma en que ese chico se acercó a Jungkook, con tanta confianza y familiaridad, lo hizo sentir incómodo.

—Hablemos en el despacho, ¿quieres? Ven conmigo —pidió Jungkook, y antes de retirarse junto a Taehyung, le dedicó una última mirada al rubio, como queriendo decirle "Perdón por esto".

Jimin captó la mirada y se sintió un poco mejor, pero aún así se sentía confundido. ¿Por qué Jungkook no le había dicho nada sobre Taehyung? ¿Y qué pasaba con todo lo que habían pasado y sentido hasta ese momento?

—Vamos, no hace falta que me lleves de la mano, conozco bien esta casa —insinuó el castaño, con una sonrisa burlona hacia Jimin, quien se limitó a desviar la mirada, intentando ignorarlo.

Cuando se quedó solo, Jimin suspiró profundamente. Esto iba a ser un gran problema. La llegada de Taehyung había cambiado todo, y Jimin no sabía cómo manejar la situación.

Se preguntó si debía hablar con Jungkook sobre sus sentimientos antes de que lo perdiera, o si debía mantener la distancia y esperar a ver qué pasaba. La incertidumbre lo estaba matando.

[...]

—¡Renuncia a ese chico en este mismo instante! —demandó Taehyung—. ¡Quiero que canceles esa boda ahora! ¿Entendiste? ¡Quiero a ese fuera de nuestra casa ahora!

Jungkook se acerco a él, su rostro enrojecido por la ira.

—¡Hey! Para comenzar, te pido que bajes la maldita voz. ¿Acaso te has vuelto loco? No pierdas los estribos tan rápido y menos frente a mí, ¿quieres Taehyung?

—¿Por qué mierda no me dijiste que te ibas a casar? ¡¿Ah?! ¡Respóndeme! ¡¿Acaso no te pareció importante decírmelo, luego de tanto tiempo que hemos estado juntos?! —cuestionó su voz llena de rabia y dolor.

Jungkook se encogió de hombros.

—Joder Taehyung, no te he visto en dos años. ¿Y a qué te refieres al decir que estamos juntos? Cuida bien lo que dices porque puedes equivocarte —objeto, frío, dejando mudo al contrario—. ¿Y por qué dices que esta es nuestra casa? Estás totalmente desubicado ¿qué te sucede?.

Taehyung se rió con amargura.

—¿Quieres que te lo diga? ¡¿Ah!? ¡Aquí, esta casa es donde la mayoría de veces hemos follado, Jungkook! ¿Por qué carajo lo trajiste aquí?

Jeon se puso rígido.

—Porque es mi casa. Y no solamente porque te he traído a follar aquí significa que también sea tu casa, ¿entendiste?

—Maldición, los sirvientes saben cómo me has cogido, imagino que incluso en la cama que lo tiene durmiendo, en la mesa donde han comido, ¡en el sofá donde se sienta! —gritó, su voz llena de furia—. ¿Desde cuando lo amas a él? —preguntó, su voz llena de dolor.

Jungkook se sorprendió.

—¿Qué?

—¿Desde cuando te enamoraste de ese chico? Es decir, ¿cuándo pasó esta mierda de relación? Mínimo me hubieras mandado primero a la mierda a mí. ¡Me niego ser el amante, Jungkook!

Entonces, en ese momento y gracias a esa palabra "enamorarte" Jungkook se cuestionó todo. ¿Acaso se veía enamorado? ¿Acaso se estaba enamorado o... ya estaba enamorado?. Eso lo lleno de miedo, miedo porque por primera vez se sentía vulnerable y confundido. Tal vez no se había dado cuenta por lo atontado que había estado por la presencia de Jimin pero... se estaba rindiendo ante eso que juro nunca caer "el amor". Eso no podía pasar, no podía permitirlo, debía parar ahora antes de que fuera demasiado tarde.

—No yo... —parpadeó, confundido—. Esto no, no es obra del amor, Taehyung —respondió.

Taehyung se acercó, su rostro lleno de curiosidad.

—¿A no? ¿Entonces de qué? En este momento quiero que me expliques todo.

Jungkook respiró profundamente.

—De mi futuro. Me caso con Jimin por presión, porque mi padre me puso como condición casarme para nombrarme presidente de las empresas. Y en ese momento solo estaba él a mi lado. Lo había llevado a la reunión del cumpleaños de mi padre principalmente para trabajar, pero luego se atravesó eso y tuve que pedirle que me ayudara. Le prometí nombrarlo director luego de casarnos y darle una suma de dinero mensualmente. —explicó, para Taehyung y también para si mismo.

El castaño cruzó los brazos, expectante.

—¿Eso quiere decir que... entonces no lo amas?

Jungkook dudó.

—... no... yo no... no creo amarlo —respondió, no muy seguro de su respuesta—. Firmamos un contrato.

Taehyung dejó caer su bolso y se acercó a abrazar a Jungkook.

—Oh, Kookie, lo siento tanto —dijo—. Lamento tanto haberte gritado de esa forma. Solo me volví loco de celos, pensé que me habían robado tu cariño.

Jungkook se sintió incómodo con el abrazo, pero no lo rechazó. Sin embargo, su mente estaba en Jimin, y se preguntaba si realmente estaba enamorado de él.

Taehyung miró a Jungkook con una intensidad que hizo que el aire pareciera vibrar. Sus pupilas brillaban con un fuego que parecía consumirlo por dentro.

—He extrañado esto, Jungkook —dijo, su voz baja y seductora, como un susurro que solo él podía escuchar—. He extrañado tus labios, tu cuerpo... tu todo.

Jungkook se apartó ligeramente, su rostro tenso, como si estuviera intentando crear distancia entre ellos. Pero el chico no se detuvo.

—Desapareciste por dos años, hay cosas que pudieron haber cambiado —mencionó Jungkook, su voz firme, pero con un toque de incomodidad.

El castaño sonrió, su mirada brillante con emoción. Su sonrisa era como un rayo de sol que iluminaba la habitación.

—No te preocupes, yo también he cambiado —respondió, su voz llena de convicción—. He comprendido que lo que sentí por ti no fue solo una aventura. Quiero algo más, Jungkook. Quiero estar contigo de verdad.

Jungkook frunció el ceño, su rostro reflejando su confusión.

—Sabes que no soy de relaciones, no busco amor, eso ya deberías saberlo —le aclaró, su voz firme, pero con un toque de vulnerabilidad—. Pensé que estaba claro.

La mirada de Taehyung se apagó con decepción, pero no se rindió. Su determinación era palpable.

—Entonces... ¿vas a seguir con lo que teníamos? —preguntó, su voz baja y persuasiva—. Extraño todos nuestros encuentros ¿tú no?.

Se acercó al pelinegro, su rostro a pocos centímetros del suyo. Su aliento cálido rozó la piel de Jungkook, haciéndolo estremecer.

—¿Vas a dejar que esto muera? —susurró—. ¿Vas a dejar que alguien más se interponga entre nosotros? Dices que no hay sentimientos entre tú y ese chico, pero demuestras lo contrario.

Su mirada era un desafío, un reto que Jungkook no podía ignorar. La tensión entre ellos era palpable, como una cuerda tensa a punto de romperse.

Jimin se sintió devastado al escuchar el beso entre Jungkook y Taehyung por detrás de la puerta cerrada del despacho. La punzada dolorosa en su pecho era casi insoportable. Su corazón se estaba rompiendo en pedazos.

Recordó la noche bajo la lluvia, cuando Jungkook lo besó con tanta pasión. Recordó cómo Jungkook lo tomó de las manos, cómo bailaron juntos, mirándose a los ojos embelecidos.

¿Debía aceptar lo que estaba sucediendo? ¿Después de que ahora sentía amor por Jungkook? Él lo sabía, Jungkook no podía negar que también sentía algo por él. Se lo había demostrado, y ahora no podía decir que era parte del show, pues ahora no había espectadores.

Jimin se secó las lágrimas con la manga de su camisa y se dio la vuelta caminando con resignación.

[...]

Cuando el sol se ocultaba, la puerta del despacho se abrió y Taehyung salió con su bolso en la mano, sonriendo con confianza. Se dirigió a la salida y se encontró con Jimin, sentado en las escaleras, abrazando sus piernas.

—¿Te vas? —preguntó Jimin, sintiendo su presencia.

—Por ahora —respondió Taehyung, acercándose—. Supongo que no sabes quién soy, ¿cierto? —dijo, con una sonrisa ladeada—. Me presento, soy Kim Taehyung. Estuve teniendo una relación informal con Jungkook.

Jimin frunció el ceño.

—¿Relación informal? —repitió.

—Solo sexo —le explicó, con una mirada desafiante—. Me fui por dos años, pero en todo momento pensé en Jungkook, en lo mucho que disfrutaba estar a su lado y volví por él.

Jimin se enfureció.

—Dudo que logres algo —afirmó.

Taehyung soltó una risita irónica.

—Ya sé todo sobre ti y Jungkook. Tu relación es solo por conveniencia. Jamás podrá amarte. —espeto, como si le enterrara un cuchillo directo en el corazón.

Jimin se levantó y se acercó a Taehyung.

—Tampoco a ti —le aclaró—. Jungkook no ama a nadie. Solo busca placer, es un hombre desinteresado del amor, hagas lo que hagas jamás lograrás que te ame o que te entregue un parte real de él, pero eso tú ya lo sabes. Y no te tienes que preocuparte por mí, quédatelo, es todo tuyo.

Taehyung entornó la mirada.

—¿Hablas desde el despecho? —preguntó, con una sonrisa burlesca.

—No necesito despecho para saber que Jungkook es incapaz de amar —respondió—. ¿A mí para qué va a servirme un hombre que ni siquiera se ama a si mismo?.

—Si es así, entonces te agradecería que nos dejaras solos, la intimidad es crucial en relaciones como esta, si sabes a lo que me refiero.

Jimin arqueó una ceja.

—Lamento decepcionarte, pero el contrato estipula que debo vivir aquí —respondió con firmeza—. Como futuro esposo de Jeon Jungkook, esta casa también es mía. Así que te pido que seas tú quien la deje. Si quieres ver a Jungkook, hazlo en un hotel, como les corresponde a los amantes.

Taehyung sonrió maliciosamente.

—Tienes agallas, Park Jimin. Me agrada tu confianza, pero cuidado, mi especialidad es destruir la confianza ajena —amenazó.

El rubio lo miró fijamente, sin miedo.

—Haz lo que quieras, pero no quiero verte aquí. Ocupa tu lugar y no sobrepases la línea.

—Eres su secretario también, ¿no? —preguntó

—Sí.

—Bien. Como secretario, agenda nuestra próxima cita. Dile a Jungkook que elija el hotel. Adiós, Park Jimin.

Se despidió, dio media vuelta y se marchó.

Jimin lo vio alejarse, sintiendo una mezcla de alivio e impotencia. La audacia de Taehyung lo irritaba, pero también lo intrigaba. ¿Cómo podía alguien ser tan descarado y seguro de sí mismo?

Se dirigió a su habitación, cerrando la puerta con un golpe. Se quedó frente a la ventana, mirando hacia afuera, pero sin ver nada. Su mente estaba llena de pensamientos furiosos y resentidos.

La sensación de traición y dolor que sentía era casi insoportable. Jimin se sentó con la cabeza entre las manos, intentando contener las lágrimas que comenzaban a brotar. ¿Cómo podía haber sido tan estúpido? ¿Cómo podía haber creído que Jungkook sentía algo por él?. La ilusión de que había construido algo con Jungkook se había desvanecido, y ahora se quedaba con la cruda realidad: había sido engañado, y su corazón estaba roto en mil pedazos.

Jimin apretó los puños y sintió que la ira se acumulaba en su interior. La imagen de Jungkook y Taehyung juntos se le apareció en la mente, y Jimin se sintió como si hubiera sido golpeado en el corazón, como se deberían haber burlado de él.

Golpeó el escritorio con el puño, haciendo que los objetos sobre él temblaran. ¡Maldito Taehyung! ¡Maldito por venir aquí!

Se dio la vuelta y miró alrededor de la habitación, buscando algo que pudiera destrozar, algo que pudiera liberar la furia que sentía. Su mirada se posó en un jarrón que estaba sobre la mesa, y sin pensarlo, lo lanzó al suelo, haciéndolo estallar en mil pedazos.

La habitación se quedó en silencio, solo interrumpido por la respiración agitada de Jimin. Se quedó allí, mirando los pedazos del jarrón, sintiendo que la furia comenzaba a disminuir, reemplazada por una sensación de vacío y desesperanza.

Emma entró en la habitación, preocupada por el ruido de la rabieta. Se detuvo al ver el desorden y a Jimin, sentado en el suelo, llorando desconsoladamente.

—Joven Jimin, ¿se encuentra bien? —preguntó, acercándose con cuidado.

Jimin no respondió, sumido en su dolor. Emma se dispuso a limpiar los pedazos del jarrón roto, intentando no lastimarse.

—No toqué nada, yo me encargaré de limpiar —murmuró, mientras trabajaba.

Al escuchar los sollozos de Jimin, Emma se entristeció. Dejó de limpiar y se acercó a él.

—Joven, por favor no llore —le dijo, con voz suave—. Ese chico es un sinvergüenza. Ha venido a esta casa un par de veces y siempre por los mismos intereses. Usted no tiene la culpa. Ya no sufra, no deje que ese chico envenene su alma tan buena.

Jimin levantó la cabeza, con los ojos llenos de lágrimas.

—No puedo —sollozó—. Pensé que... yo pensé que él se estaba enamorando realmente de mí. Pensé que incluso había dejado esa vida, pero ahora veo que no es así.

Emma se arrodilló a su lado y le tomó la mano.

—Por su bien, joven, le recomiendo borrar esos sentimientos por el señor Jeon —le aconsejó—. Sé que es su prometido, pero será mejor para usted enamorarse de alguien más, alguien que sí lo quiera.

Jimin se secó las lágrimas con la manga.

—¿Alguien que sí me quiera...?

Emma sonrió.

—Así es, como ese joven Kim Namjoon, él es un chico adorable, igual de dulce y bondadoso que usted. Déjelos a ellos seguir, usted sea feliz.

Jimin sonrió débilmente entre lágrimas y se refugió en el abrazo de Emma.

—¿Cómo pude ser tan ingenuo? —lloró, con dolor.

Emma no supo qué decir, pero le brindó su abrazo, dejando que Jimin llorara en su hombro.

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