Capítulo 27
Las horas de vuelo a Neall le sirvieron para reflexionar sobre la enfermedad de Luciana y su compromiso. Si Thomas viera lo que duró la supuesta venganza en contra de Luciana, se burlaría de él. Bastó una hora en Londres para darse cuenta de que era imposible hacer lo que tenía planeado con Luciana, básicamente era hacerle pagar su rechazo, quería que sufriera lo que él sufrió al saberla en brazos de otro hombre.
Fueron muchas las cosas que lo hicieron detener; en Sommers, empezó a darse cuenta de que era imposible cuando su cuerpo empezó a fallar; en N.Y., cuando se dio que había olvidado seguir el tratamiento y sus estados alterados. Fue en ese instante que pensó, en dejarla en tranquila una vez llegarán a su ciudad natal, no fue sino verla llorar por Petter y decirle a Adam en medio del llanto que no podría vivir sin novio muerto, para que toda la rabia volviera.
La llegada a Londres no facilitó las cosas, verla entregarle los exámenes y decir que había cambiado las tarifas, le quiso darle una lección. Solo que no estaba preparado para verla llorar, y menos para que sentirse miserable ante su llanto y que el mismo le destruyera tanto.
Saber por sus colegas el mismo día que llegó que la perdería, que quizás tenía esos momentos juntos, lo hizo reflexionar. Él no quería perderla, la amaba, la quería como esposa en la casa que fue testigos de tantos momentos juntos y no perdería más tiempo.
El acoso de Kurn esa misma noche, verla rechazarlo, y todos los ojos puestos en ella le ayudó a tomar la decisión de que no la quería por más tiempo libre. Hoy día y desde hace quince días, estaba legalmente comprometido con ella, eso le hacía feliz, sin embargo, que ella lo viera como alguien maltratador, que la tenía a la fuerza en esa casa, le afectaba.
Y mucho...
La voz del capitán, diciendo que habían llegado, le indico que era el momento de saber la verdad. Dentro de unos días, su único enemigo sería ese coágulo para ser feliz. Se bajó del avión, esperó por su equipaje, y cruzó el aeropuerto.
El ruido del ir y venir de los pasajeros, nacionales e internacionales, le hicieron alejar un poco de su depresión. De alguna manera le había fallado, seguía insistiendo que fue su demora en llevarla al hospital esa noche, que la tenía en esas condiciones.
— Jarper — habló una voz detrás de él, giró, para ver ante él a Alessandro y a su hermano John Pierre.
— No me jodas Alessandro, que hoy no está tu prima para que impida golpearte — dijo sin dejar de avanzar.
— No eres mi persona favorita...
— Moriré de depresión — respondió con ironía — es sarcasmo — aclaró — porque dudo que tu cerebro lo sepa distinguir.
— Papá quiere estar contigo en esa reunión — la cereza del pastel pensó fastidiado al escuchar más cuerdo de los dos hablar.
—¿Hablaron con Antonio? Por qué dudo que fuera Luciano. — especificó mientras se detenía en búsqueda de un taxi.
Pero el chófer de una limosna le abrió sus puertas, miró hacia atrás y estaban en silencio. Su actitud no era beligerante y quizás el anciano no fuera un grano en el culo, como sus hijos. Si era igual a su hermano gemelo, era alguien con el que se podría conversar. Entró al vehículo y se sentó, encontrándose de frente con el rostro de su suegro, pero con facciones más suaves.
Tenía señales de expresión correspondiente con alguien que reía muy seguido. Jamás lo había visto de frente o tan cerca, ambos hermanos se habían distanciado y las veces que fue a Italia, Luciano (su suegro) prohibía ir a la monstruosa casa de su hermano gemelo a sus invitados.
En Alessandro padre el color de ojos eran distintos en un gris en con algunos matices azules. No llevaba la descuidada barba que lucía su gemelo, este hombre era más elegante y refinado. Aunque su hermano lo era, en él era más notorio lo refinado, notó que era observado con el mismo escrutinio y e interés. Agradeció no ser hijo de un arrastrado y menos un bueno para nada, tampoco de depender de la fortuna familiar.
— Neall Jarper Jenkins al fin le conozco, soy Alessandro, el tío de Luciana, aunque, imagino que ya eso lo sabe.
— Un placer. — le dijo estirando la mano y estrechando la que el hombre mayor le tendía.
Observó lo distinguido del vehículo y le pareció suntuoso, demasiado para su gusto. Él prefería llamar menos la atención y pasar desapercibido.
—¿No le gusta la limusina? Pensé que sí, una persona Jet privado debe ser tratado con ese mismo lujo, eso pensó Alex. — ¿Por qué no lo sospecho?
No sabía por qué se sentía en una pedida de mano o en una entrevista de trabajo. Pero era la impresión que tenía, era consciente que en algún momento tenía que hablar con él, pero no tan pronto. Podría imaginar a Alex y a su hermano hablando de quien era él o su padre, siendo un hombre de negocios no lo creía capaz de fijarse en la opinión de los demás.
— Yo no tengo Jet privado, mi padre sí, viajo poco, sería algo suntuoso — aclaró — no quiero ser grosero, pero necesito el tiempo para regresar a casa. — le sonrió y miró finamente, seguía con la sensación de estar siendo evaluado.
— Nos dirigimos allá, no se preocupe ¿Por qué la agresividad?
— La primera pregunta hecha hacia mi persona, fue sobre mi estilo de vida — le reprochó.
Por un momento olvidó que la persona que tenía frente suyo era el tío de su futura esposa. Que había que decir lo miraba en silencio y con una sonrisa. Misma que no entendía, porque la tenía o que era lo gracioso.
— No me interesa el sitio donde viajo, solo llegar. No soy de lujos que debo reconocer, los tengo, pero le aseguro que es por mi trabajo y esfuerzo. Si su preocupación por su sobrina y si estará bien y no le faltará nada... Puedo firmar donde quiera que así será. Aunque tiene un padre que me conoce, mucho mejor que usted — siguió diciendo.
— Pregunté cómo debería tratarlo, también me asesoré de quien era hijo y sigo sin entender su agresividad.
— No ha preguntado por Luciana, debería ser su primera pregunta y no comodidad... quizás preguntar no sé ¿Qué tal el coágulo? ¿Ya recuperó la movilidad en la mano derecha? — concluyó.
— Usted es el mejor en esa aérea, Antonio confía en usted y yo confío en el criterio de mi sobrino. — le dijo tranquilamente — pero tiene razón, debí preguntar por ella.
— Usted no es muy cercano a ellos y entiendo que su padre ayudó a que eso sucediera. Pero lo considero absurdo, han pasado por muchas vicisitudes y aparecen para decirles que hicieron mal.
— Estoy muy viejo para recibir un sermón jovencito — le dijo ya con claro enojó.
— Nunca se es viejo para aceptar que se comete un error y hay lecciones que vienen de personas más jóvenes.
— Luciana es como una hija para mí y quizás no lo entienda, pero he estado ocupado con problemas de mis hijos.
No respondió, se limitó a mirar por la ventana e ignorar al hombre. Por lo menos no lo habían obligado a compartir espacio con Alex, eso sí hubiera sido una catástrofe.
— ¿Por qué no te llevas bien con Alex o Pierre? ¿Algo que yo no sepa? — alejó la vista de la vía y notó que no iban al sitio que dijo el tal Jean.
— Este no es el camino — dijo sin perder el control — no tengo idea porque, siempre ha sido así y el sentimiento es mutuo, con John Pierre jamás he tenido roces, pero él protege a su hermano, así que se mantuvo alejado de mí.
— Pensé que había alguna chica de por medio, es el camino Jean llamó y lo cambió a última hora — con Alex no recordó tener esos problemas.
— Su hijo y yo teníamos maneras de ver la vida distinta — recordó — Eso y el que yo fuera amigo de Antonio y que el señor Luciano presionaba para que sus hijos fueran mejor que los suyos, contribuyó a que no nos lleváramos bien.
— Jamás supe de eso, hasta micho tiempo después. — el sí, porque fue cercano a esa casa.
— Los chicos no necesitaban de esa presión, aunque confieso no parecían afectados, pero si por la depresión de su padre, por perder el control de la herencia familiar. — se sinceró — en realidad no sé por qué no me llevo bien con su hijo. — concluyó.
— Tienes un carácter fuerte por lo que puedo ver. — habló sonriente — Alex es mi hijo, pero él adora ser adulado y no te ves del tipo que dice mentiras para caer bien.
— Me alegro de que lo notara — dijo de manera seca — nunca llegamos a los golpes y la mayor parte del tiempo lo ignoré... Hasta que intentó decirme cómo cuidar a Luciana, a querer obligarla a irse con él y a decirle a Luciano como vivir.
— Eso fue mi decisión y creí era lo mejor, ella jamás hubiera sido asaltada en mi territorio. — le sostuvo la mirada al ver reproche en su voz, — y sobre Alex, está acostumbrado a que le obedezcan, fue educado para a futuro tener el control familiar. Algo que hasta donde sé, tú no quieres hacer.
— No la necesito y tampoco me interesa el mundo de la moda — respondió tranquilamente — Antonio y Gina lo hacen bien, tengo plena confianza en ambos.
El anuncio del conductor diciéndole que habían llegado le hizo respirar tranquilo. Se había acabado el interrogatorio, la prueba o la entrevista, solo esperaba que fuera la última vez que lo viera.
— No es que quiera inmiscuirme en tus asuntos, es que conozco la historia más que tú. — dijo antes de salir del vehículo, — quiero saber y tengo el derecho de hacerlo.
Llegaron a lo que parecía un restaurante campestre, Luciano y Antonio estaban allí. Junto con un hombre de tez trigueña, que se identificó como policía y otro rubio que dijo ser amigo del tal Jeans, también agente. Demasiada gente podría asustarlo, fue lo primero que pensó y se los hizo saber. Así que se alejaron y quedó en la mesa, el tío de Luciana y el policía amigo del hombre.
Un chico de unos 24 años, gorra negra con el logo de Nike, vaqueros y camiseta gris algo desgastada se sentó frente a ellos. Llevaba un morral de cuero casi que tan desgastado que la camiseta. Se quitó la gorra que dejó en un costado de la mesa y sin pronunciar palabra alguna sacó una laptop, que encendió e hizo girar hacia él.
— Paolo Vicenzo, — empezó a decir. — ese es el rostro del hombre que mandó a dañar el auto rojo y luego el de tu chica.
— Es el hijo de Thomas Vicenzo, trabajó con nosotros muchos años, era mi mano derecha. — dijo el señor Alessandro. — él se llevó a Fiorella.
— Conozco la historia — la chica que tenían que matar, que luego no se pudo y que terminó educada por gitanos.
— Lo que quizás no sepas es que Evangeline y la esposa de Thomas estaban embarazadas al mismo tiempo. Que la esposa de Thomas perdió a la también bebé y que Fiorella nació sana. — siguió diciendo el hombre y guardó silencio al entender por qué insistió en venir.
Thomas estaba afectado por la muerte de su hija, empeoró cuando la hija de su jefe nació. Fue subiendo el odio hacia la niña a medida que crecía, Luciano lo notó y empezó a envenenar la ya perturbada mente del hombre. Le dijo que su hermano tenía la culpa de la muerte de su pequeña y que su esposa no se recuperaría jamás de esa pérdida.
— La secuestró con el resultado que tú ya sabes. — lo vio soltar el aire y tanto él, como Jeans y su amigo, podían apreciar lo afectado que estaba al relatar aquello.
Jamás sospechó de su empleado y la búsqueda fue dirigida hacia la competencia. Mientras tanto la niña crecía como una gitana más, a un día de viaje de donde fue secuestrada. Se retiró con el pretexto de su esposa enferma, de quien ya se había dejado, pues la mujer no soportó su odio extraño hacia sus patrones y se mudó a Viena, con su hijo Paolo.
— Se perdió en el juego y su vida peligraba, entonces volvió donde Luciano quien le pidió que recuperara a la niña. Pagó sus deudas y le dijo que tenía que alejarla de los gitanos. — siguió relatando el hombre.
Fue allí donde volvió a casa 15 años después, Paolo, su único hijo, tenía un club nocturno. Le habló que tenía una chica que quería huir de casa, por ser maltratada por sus padres. Confiando en el arrepentimiento de su padre, aceptó, sin preguntar mayores detalles, solo que quien tenía que robarla y llevarla a Viena a ese club no lo hizo. Perdiendo mucho dinero, no Luciano, sino el padre de Paolo y la persona a quien le habían pagado por la chica.
— Este hombre, — dijo Jeans señalando la pantalla, sé su PC — pagó los errores de su padre, la única manera de que no mataran a su progenitor, fue meterse en el negocio de la prostitución y trata de mujeres. Perdió a su esposa e hijos que lo dejaron al ver en las que andaba, su padre al ver que destruyó a su hijo se suicidó. Paga una condena en una cárcel italiana donde cayó tiempo después que tu suegro y porque este lo delató, no solo a él, a todos y este hombre no está feliz.
— ¿Qué tiene que ver el padre del hijo de Antonella en esto? — preguntó y el hombre extrajo de la gorra una USB, que hizo él verificara el contenido.
— Era el socio del Club nocturno Vicenzo y que le fue quitado al caer Paolo en prisión. — explicó Jean.
—Sigo sin entender, que tiene que ver este chico — le dijo el tío de Luciana señalando a Neall.
— El señor Luciano siguió hablando, delatando a todos y usted le buscó al mejor abogado. Está en mejores condiciones que todos los demás, eso puso a la chica en la mira. Ese auto era para ella, así se vengaban de usted y del padre. Pero usted se enteró de que no era su hijo Antonella, llama a su amante asustada que ya el plan se cayó. Este a su vez a Oliver y fue allí cuando él lo llamó a usted.
Recordó ese día, la vio subir por las escaleras llorando y con el móvil en sus manos. Cuando entró a la habitación y la amenazó, ella tenía en sus manos el móvil, que lanzó a la cama, al verle en la puerta.
— A usted lo dieron por muerto o en coma, en ese punto ya sabían que la chica tenía dinero. — asintió al saber que era su herencia — herencia que debería ser del supuesto hijo suyo, allí entró en juego Petter y su parecido con usted. Solo que se requería que ella no quisiera verle o saber cómo estaba, pues allí intercambiaban información y ambos sabrían la verdad.
Oliver quería que ella firmara un documento donde Petter disponía de todo lo de Luciana. Otra vez la suerte no estaba a su favor, ella sobrevivía y acabó siendo salvada precisamente por él.
— Todo está allí, mi hermana empezó a recolectar pruebas, lo último que grabó fue la confesión de Petter — extrajo la USB y se la dio, sin entender que ganaba Petter en todo esto.
— ¿Cómo tener fama Petter por parte de Phoebe si nadie sabía quién era?
— Por eso el acoso de Jaque, el de la columna y escritor, mi hermana nació bajó ese nombre, ella era Jaque Flowres. Petter le prometió que cuando tuviera la fama le diría a toda su verdadera orientación. Oliver tenía un video íntimo de Petter cuando empezaba a conocerse y con eso lo amenazó, tenía que ayudarlo o lo sacaba a la luz. Ella solo quería ayudarle, si se sabía quién era la fama del actor aumentaría.
— Y él le cumpliría — concluyó por él, su hermano asintió.
Cuando Jaque le dijo a su padre su orientación sexual, este lo echa de la casa, en ese entonces tenía otra pareja, Gerald, un hombre de 30 y ella de 24 con quien se casaría al terminar de estudiar. Le dio el apoyo, los estudios y el valor suficiente para aceptarse e iniciar el cambio físico, incluso pagó todo el tratamiento.
— Él le quería tal cual era, pero ella no se sentía feliz en ese cuerpo, así que le quiso complacer. Conoció a Petter y se olvidó de Gerald, de sus planes.
Él nunca quiso mostrarla al mundo, decía no estar preparado. Siempre puso una excusa, un contrato más una película más. Hasta que se hizo la cirugía y dijo que está vez si era. Pero que Luciana lo hizo dudar de todo lo que pensaba era.
— Debía casarse y se lo dijeron el día que tu chica los escuchó, allí empezó la pelea. Oliver le hizo creer que nunca se casarían y luego cambió. Mi hermana no aguantó más y se enojó dijo no querer seguir, Petter llamó a Oliver desesperado... El resto es historia — soltó el aire y miró a Neall en silencio al concluir la historia.
— ¿Por qué robar y matarla? Es extraño...
— Él no la mató, ella le dio el dinero, jamás le robó, el audio es claro. Se despide de ella y sale...
— Tienes que darlo a las autoridades...
— Ya lo hizo — le dijo el hombre que hasta el momento no había hablado — Soy el oficial Gerald, ex prometido de Dayanne...
Intentó pagar su ayuda, pero no quiso, dijo solo querer que se hiciera justicia y que el culpable de la muerte de su hermana pagará. Pasó casi todo el día, imprimiendo, seleccionando y verificando cada papel recibido.
El contrato que Oliver buscaba el día que Luciana se perdió era el poder. Que nunca firmó y que Dayanne logró que una compañera de Luciana extrajera de la oficina. Una vez más supo en grado de confusión de la mente de Luciana, ella insistía en que lo llevó a casa.
— ¿Te encuentras bien? — la voz de Gina la hizo alzar la vista de los documentos.
Ella se había quedado con él, mientras los dos hermanos se iban a la estación con lo que habían impreso y que correspondía a ese país. También con el audio, aunque dudaba que podría servir por lo menos dejaría la duda. El resto su padre le ayudaría en Londres, quizás Oliver no pagara en el país del tío Sam, pero en el suyo era otra historia.
¡Dios salve a la reina!
— Un poco cansado es todo, quiero acabar con esto y seguir solo con su tratamiento — Gina se quitó las gafas y le señaló con ella.
— No la has llamado...
—No lo notará, le prometí que la llamaría. De estar bien me hubiera llamado a reclamarme — la mujer asistió y su seriedad le pareció extraña, Gina rara vez estaba seria.
— ¿Tan delicada esta? Sigue diciendo que eres el malo.
— asintió volviendo a ordenar los documentos — ¿Por eso volviste con ella?
— Quiero a Luciana...
— Eso no fue lo que te pregunté — le replicó, hecho su cuerpo hacia atrás mirando al techo por un instante.
— Simplemente, no quise perder más el tiempo, su enfermedad me sirvió para darme cuenta de lo que me aterra perderla... Amo a tu amiga, es todo lo que diré. — solo no sabía si era correspondido y porque lloraba la muerte de ese hombre si no lo quería.
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