Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 25

Jeans Flowres, salía ese mañana del cementerio de ver la tumba de Dayanne, desde que supo de la muerte de su hermano no tenía vida. Había tenido que esperar que todos se fueran de la funeraria y llegara la noche para poder verle por última vez.

Lo había advertido muchas veces, le dijo que ese hombre no le traería nada bueno. Dejó una buena relación con el hombre que la había amado y que le había apoyado, cuando su padre le dio la espalda el día que se declaró abiertamente gay. Para perseguir una ilusión, porque eso era el tal Petter, una ilusión que la llevó a la tumba.

Llevaba a todos lados el pendrive, con todos los documentos, audios y videos que le había enviado. Mientras miraba a todas las direcciones, paranoico, no sabía qué hacer o qué camino tomar. Tenía el número del tal Neall Jarper, pero desconocía si era buena idea entregarlo.

Soltó el aire y caminó a paso rápido, pidió un taxi y se fue a la estación del tren. Pensando en lo que debería hacer, no necesitaba ese dinero. Trabajaba y estudiaba, también era el único beneficiario de las regalías por las ventas de los libros de su hermano.

La información que tenía en esa memoria no le era útil a él, pero si a ese hombre y a su futura esposa. Esa que los medios decían no había salido más a la luz pública, en un par de oportunidades y siempre en compañía de su prometido. Por lo que decía ese email y había leído, ella era el blanco, siempre lo fue. Que el hombre usara ese día el auto, fue solo por lo que había descubierto y fue la manera de cambiar las cosas y hacer que ella viaja a Londres.

Un tal, Paolo Vicenza, quería vengarse de la muerte de su padre y de la destrucción de su hogar. Culpaba al padre de la chica, Luciano D'Angelo Esposito, en prisión, entre otras cosas, por ser el cerebro detrás del secuestro de la hija de su hermano gemelo Alessandro.

— Menuda mierda en que me has metido hermano — murmuró caminando hacia los teléfonos públicos y sacando de su bolsillo el número que tenía del hombre.

Marcó cada número sin muchas ganas, rogando por qué no le saliera y de ser así tiraría el pendrive a la basura. Estaba por colgar cuándo escuchó la voz con acento londinense.

— ¿Diga?

— ¿El señor Neall Jarper?

— ¿Con quién tengo el gusto?

— Soy un hermano de Dayanne, usted le dio una tarjeta por si ella recordaba algo más esa mañana ¿Lo recuerda? — escuchó el ruido de una silla y luego el hombre hablar.

— Lo recuerdo, también le dije que pagaba bien los favores. Lamento mucho la muerte de su hermana ¿A qué viene su llamada ahora?

— Me dejó una información para entregarla a usted... Solo lo haré en presencia de la policía. — aclaró — así garantizo que no estaré en problemas.

— Usted tiene la pelota en su campo, puede jugar como desee ¿De qué estamos hablando exactamente?

— Del accidente que usted tuvo y luego la chica. Para que vea que es real lo que le digo, le daré un avance, el hombre que persiguió a su chica y que todos buscan por ser el que dañó el auto de ella, también dañó el suyo y es el verdadero padre del bebé, Enrico... Usted sabe de lo que hablo — silencio y una respiración agitada. — lo aprendí de memoria, porque yo no tengo idea de los nombres que hay allí.

— Se dé que habla. — dijo al fin.

— Mejor, porque todo tiene que ver con una venganza hacia el padre de su novia, el resto se lo diré acá. — intercambiaron datos y él le dio el nombre de un oficial. Él sería la persona que estaría allí con ellos o cualquier otro de su confianza.

Pero él no confiaba en nadie...

****

Neall despertó solo en la cama y soltó el aire, había sucedido otra vez. Se puso el pantalón y fue en su búsqueda, en algún momento tenía que volver. Sabía que ella no se quedaría en ese sitio oscuro, que volvería a él. Tocó la puerta una y otra vez, golpeó la puerta en un puño una última vez y giró hacia la habitación, recordado el día que se dio cuenta de que ella quizás se iría para siempre.

Flashback

Habían llegado de América.

Salió de la habitación de Luciana enojado con ella, por llevarlo a ese extremo y con el mismo por permitir que ella logrará hacerlo perder el control. Entró a su habitación dando un portazo y caminó hacia la ducha. Desconoció el tiempo que duró allí, pero una vez salió vio a su padre sentado en la cama.

— Es bueno tenerte de vuelta, hijo — habló levantándose y caminando hacia él.

— Gracias papá, ¿Cómo está mamá? — le preguntó recibiendo su abrazo.

— Feliz con tu regreso, ya está planeando el compromiso contigo y Luciana. Desde que se enteró de que vive contigo, se siente mucho mejor. — lamentaba dañar la felicidad, pero eso era algo que no tenía en mente.

Jeder Jarper estaba afectada, por el compromiso fallido y de alguna manera se sentía culpable, por creerle a Antonella e intentar alejarlos a él y a Luciana.

— Aún no decidimos eso, ni siquiera lo hemos tocado. — respondió cortante.

— Piensa bien lo que estás haciendo — le reprochó.

— Baja la voz papá, ella está aquí.

— Imagino que, si es así, es porque te vas a casar con ella ¿Te diste cuenta de que la amas? — soltó una risa fuerte, él siempre supo que la amaba. Era ella quien no lo quiso a él, no como él lo quería y merecía.

— Papá, las razones por las que está aquí es simple, — empezó a excusarse porque no quería crear falsas esperanzas a sus padres y porque ni él mismo sabía si lo de ambos podría recuperarse o ella mejorar — está enferma bastante delicada. Su señora madre a presentado problema cardíaco y Luciana no quiere que sepa su estado.

Tampoco quería que sepa tan bruscamente el estado de salud de su mamá, de otra manera podría afectarle y entrar en crisis. Se sumiría en una oscuridad que le sería difícil volver.

— ¿Por qué si crees que detrás de esto está su padre la tienes aquí?

No todo era blanco y negro en la vida, había también tonos grises. Luciana y él era uno de ellos, sabía que de alguna u otra manera su padre tenía que ver, que fuera culpable o no lo desconocía. Solo sabía que él era el eslabón que unía ambos accidentes.

— Si es él quiero que lo piense vos veces antes de volverlo a hacer, tengo a su hija. — le respondió a su padre.

Este lo miró con enfado mientras se alejaba de él y le señalaba con rabia. Su padre quería a Luciana casi que, como una hija, y veía lo que ella hizo como producto de lo joven que era para asimilar una relación seria.

— No te voy a dejar que hagas una estupidez y menos que dañes a una inocente ¡Es Luciana! ¡La mujer que decías amar! — negó, intentando encontrar palabras justas.

Solo que no las había, o él no lograba soltarlas, recordaba que lo quisieron asesinar, lo dejaron solo en una silla de ruedas, y la mujer que amaba se fue con otro.

— Es la que no importó mi vida, aun cuando supo me había accidentado. Su conducta fue extraña, no fue de la mujer que decía amarme.

— Mejor me voy, contigo no se puede razonar — su padre dio media vuelta alejándose de él.

— Podría morir... ese coágulo es peligroso — le dijo a su padre, quien se detuvo en la puerta y apoyó la cabeza en ella.

Apretó sus manos con fuerza y se sentó en la cama bruscamente. Soltó todo el aire, necesitaba valor para poder hablarle y decir la verdad. Esa que tenía atascada en su corazón y en su alma desde el día que Adam le dijo de esos exámenes y se los mostró.

— Y es mi culpa...

— No digas eso, — respondió su padre, sentándose a su lado. — sé que la amas y que jamás le harías daño.

— Demoré para llevarla al médico tenía la idea de robarla durante la boda. —soltó una risa amarga y miró a su padre que lo miraba con pesar. — cuando vi que era ella la que cayó en ese accidente, dije que eran las respuestas a mis preguntas.

— Le salvaste la vida Neall todos dicen que sí no es por ti, ella muere...

— Ese golpe era fuerte y yo debí saberlo, es mi especialidad... Pero me ganaron más las ganas de no dejárselo a otro. Ahora volvió y está alojado en mal lugar...

— ¿Qué sucederá con ella? Debe existir algo que se deba hacer. — se levantó y empezó a vestirse, para llevarla a casa de su madre. Antes tenía que decirle el verdadero estado de ella y prepararla.

— Richards me dirá una segunda opción, en el peor de los escenarios, dormirá y no despertará más, primero irá olvidando momentos, situaciones, rostros hasta que un día ya no vuelva más. — lanzó un puño a la pared cerrada y sintió los brazos de su padre alrededor suyo. — mataré al que le hizo esto...

— Lo que me has dicho es una razón de más para que no seas tan duro con ella. Es joven y eres el mejor, piensa que es la mejor forma de conquistarla. No la dejes olvidar esos momentos contigo.

— Lo intento, pero cometí la estupidez de hacerle una propuesta y es de las pocas cosas que no ha olvidado — su padre sonrió, mientras el apoyo su espalda en la pared y se dispuso a terminar de cambiarse — debo decirle el estado de salud de su madre.

Pero se había ido sola, Luigi se la había llevado y se dio golpes mentales al no decirle al hombre que no la dejara ir sin él. Como era de esperarse ver el estado de salud de su madre le había afectado. Lo supo cuando se acostó al lado de ella en la cama y era como si no estuviera allí.

Ya en la clínica Richards, su mentor le confirmó sus sospechas y amplió sus miedos. Ella se tornaría agresiva y eso le afectaría aún más, pero podría ser tratado. De todo lo que dijeron esa tarde sus colegas, solo una cosa rescató que podría ser tratado, con mucho amor y paciencia de su parte.

Salió de la clínica, la encontró alegando con Luigi que quería caminar y el pobre hombre no hallaba como convencerla de que entrará al auto. Le indicó que él le acompañaría. De camino a casa, la observó respirar y mirar todo con una sonrisa. Se encontró con su amiga de la universidad, Gina y está al verlo detrás de ella se sorprendió.

— Una larga historia — le dijo y ella asintió.

Se hizo a un lado al escucharla hablar animadas, hasta que las vio despedirse y a ella avanzar. Se acercó a Gina, beso la mano de la mujer que lo acompañaba y luego abrazó a Gina, la mano derecha de su padre por años.

— ¿Qué haces siendo su sombra? ¿Cambiaste de carrera?

— El accidente fue más grave de lo que pensé y en la cirugía... parece que no logré recuperarla todo... — Gina lo miro unos instantes y luego a ella. — No está loca Gina, no hagas esa cara. — reprochó al ver que la mujer lo miraba espantada y le explicó en detalle su salud.

— Ósea que vive su fantasía alterna, en donde tú eres el villano y ella la mártir — mejor resumido no pudo estar, no esperaba otro comentario de esa mujer — pueda que sufra del síndrome de Estocolmo y eso te sirva de alguna manera...

— Adiós Gina — se despidió al ver que no era tomado en serio por ella.

La vio sonreír, lanzarle un beso y decirle que no se preocupara que yerma mala no moría. Que Luciana no se dejaría vencer y si lo hacía él no la dejaría. La alcanzó a punto de cruzar la calle y golpear a su cuñada, quien estaba muy acaramelada con el jefe de Luciano.

Fin del Flashback

Los siguientes días fueron calmados, en el día la se podría decir que llevaban una relación cordial. Iba con ella a reuniones, su comportamiento con los demás era normal, solo con él era el antagonismo.

Intentaba que durmiera con él todas las noches, en algunos días lo lograba, en otras se encerraba. Quería que no se fuera y hacia casi que cualquier cosa para que amaneciera con él, pero, una vez lo veía dormido, se iba a su habitación.

No durmió en lo que quedó de noche, tenía que hacer ese viaje a América y eso lo mantenía estresado. El sonido de su móvil lo sacó de sus pensamientos... era Antonio.

— ¿No deberías estar teniendo el mañanero? — el silencio de otro lado le dijo que algo había pasado. — ¿Qué sucedió?

— No me casaré con georgiana, es un error, no la quiero ambos nos dimos cuenta de que no estábamos preparados para este paso.

— ¿Hay alguien más?
— preguntó al recordar lo sucedido hace quince días.

— Creo que me gusta otra persona y si me siento atraído por ella es porque mis sentimientos por ella no son sinceros. — cuando hizo esa pregunta, se refería a ella y aunque, él tenía un buen punto, conocía a Antonio y sabía que detrás de eso había algo más.

— No te voy a juzgar y menos a decir te lo advertí, soy el que menos debe juzgarte. Te conozco hermano... Tienes en mí un apoyo. — el silencio que siguió le dijo que él tenía razón, las sospechas de él y Luciana eran ciertas.

— Me dijo que iría a París para unas últimas compras y le creí. Tenía que llegar hace unos días, su padre fue a mi casa enojado... Me preguntó por su hija y porque no había regresado. — respiraba con dificultad y supo que él se estaba conteniendo para no explotar. — le dije la verdad, no sabía de ella desde hace 24 horas.

En ese punto él sabía que algo había extraño, pero no fue capaz de ofenderla ante su padre. Alguien la vio en el hotel donde se hospedaba Kurn, les tomaron fotos a ambos besándose y se la pasaron a él. La llamó muchas veces y al final solo se fue al aeropuerto, pues tenía que trabajar.

— La vida sigue hermano y no se detiene por nada ni por nadie, la vi en el aeropuerto rumbo a Estambul con Tomasevic. — no supo qué decir, el mismo no fue capaz de lidiar con una situación parecida. — fue lo mejor, me ha empezado a gustar alguien más.

— Hay que rescatar lo bueno, no te metiste en un mal matrimonio y espero que con esta otra mujer se den las cosas. Solo no te apresures, podrías estar usándola.

— Para mis hermanos yo terminé esta relación y esta es la historia que contaré. — le dijo luego de unos minutos — Luciano perderá su trabajo y no quiero eso. Su novia vive aquí en América y él tiene casi que su vida realizada.

— No tienes ni que decirlo, solo quiero saber ¿Qué sucedió realmente?

— Sus padres creyeron que se la había llevado a la fuerza, me pidieron buscarla... Fui yo quien la vi casi que teniendo sexo con ese hombre. — el resto sobraba.

Lo del aeropuerto era cierto y que estaba interesado en alguien también. Esto último él tenía sus dudas, pero decidió dejarlo vivir esa mentira. Llamó a Luciano preocupado por él y este le dijo que había llegado con Gina. No se veía a ninguno de las dos cercas al otro, parecían más una pareja de amigos que otra cosa. Así que la idea que estaba enamorado de la pelirroja sería difícil de creer y más aún que ella le
quisiera ayudarle.

*****

Llegó al aeropuerto casi cuatro horas después, con el recordatorio de esa lista que ella tenía. Sexo sin besos anotaba en la libreta, pero era lo que ella pedía. Decía estar escribiendo una nueva historia y necesitaba describir los encuentros de manera real. Así que como ocurrió en las otras obras, él le siguió el juego.

Era para él una buena idea que su mente estuviera en funcionamiento, además que se divertían. Nunca imaginó que ella pudiera verlo o su mente transformarlo.

— No la pierdas de vista, si puedes ser su sombra e
Mucho mejor — le dijo a un Luigi que lucía preocupado.

— ¿Es mala señal? ¿Qué no recuerde que usted y ella decidieron darse una oportunidad?


— Por muy oscura que sea la noche, en algún momento saldrá el sol y sé que ella regresará a nosotros... Cuídala — le dijo antes de salir del vehículo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro