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Capítulo 21

Dos días después...

La noticia, aunque no lo quisieron así, estaba en todos los medios. El afamado actor y exnovio de la escritora Phoebe Burrell, había entrado a su apartamento y en un ataque de histeria la golpeó hasta casi la inconsciencia, la razón, la joven mujer se enteró de su inclinación sexual, ese fue el motivo real por lo cual se alejó la mañana previa al accidente.

Hablaban de que, como su amigo, fue el que evitó que él le hiciera daño, al entrar en el momento y tras enfrentarlo salió huyendo con paradero desconocido. Esa misma noche una persona entró al apartamento de la asistente del manager del actor, Dayanne Franco, fue atada, golpeada y asesinada.

Las cámaras de seguridad en la casa de Dayanne Franco, lo filmaron entrando a la casa de manera que sigilosa y media hora después la mujer entraba a su vivienda. Todo indicaba que él era el responsable de su muerte y del robo. Luciana leía sin poder creer la noticia, era increíble lo que decían.

— ¿Por qué tener dinero en casa? — preguntó Adam al ver que ella solo permanecía en silencio leyendo la prensa que él le había traído. — ¿Te encuentras bien?

Asintió mientras cerraba la prensa y la dejaba en la mesa, no podía evitar pensar que ella había podido correr con la misma suerte, si Adam no se hubiera encontrado con su hermano. También le culpaban a él de su accidente, decían que le estaba desocupando las cuentas y al no poder tapar la falta, fingió lo ocasionó.

— Yo pude correr la misma suerte — dijo y su voz se quebró.

Adam la abrazó, él entendía por qué su turbación, si tan solo hubiera escuchado consejos. Ella había sido la culpable que hoy Neall no quisiera nada con ella. Antes no perdía oportunidad para besarla o abrazarla. Ahora ni siquiera podía mirarla a los ojos sin ver en sus ojos el rechazo.

— Pero no fue así, ya no te martirices — la abrazó mientras ella guardaba silencio.

Neall y Luciano, habían acudido al llamado de la policía. Llevaban bastante tiempo allá y ellos se iban a casa esta noche. Con el dinero recibido le había consignado a Neall parte de la deuda, así que lo que ya le debía era poco. Dentro de unos meses, su vida volvería a la normalidad, aunque aún no sabía dónde se instalaría.

— Debí escucharlos a todos y ver lo raro en él ... Ahora Neall me odia y debo prepararme para verlo con otra mujer. — su amigo la abrazó, ella sentía que todo por dentro se estaba desmoronando — Me quedé sin empleo, sin dinero y lo peor de todo, no tengo ganas de seguir escribiendo.

— No creo que te odié, vi como estaba cuando me creyó tu amante, y luego cuando le conté...

— Me conoce desde niños, Adam es obvio que me quiera. Pero ya no como mujer, para él soy una hermana molesta — soltó sin más.

Adam contestó una llamada en el momento, mientras ella seguía inmersa en la depresión. Solo se es consciente de cuánto te aman cuando esa persona deja de hacerlo y ella en ese instante se estaba dando cuenta de ello. Alzó la mirada al ver que Adam no hablaba y que decía monosílabos.

Colgó y la abrazó a un más fuerte, mientras le susurraba que se calmara, porque lo que le tenía que decir era delicado. Se alejó de él, secándose las lágrimas y pensando que algo les había sucedido a sus padres o a sus hermanos, quizás a Neall.

— ¿Le sucedió algo A Neall o a Luciano?

— Encontraron a un cuerpo, era el de... Petter... — por un momento pensó en su padre o hermano, — se suicidó, parece que dejó una confesión, él acepta ser el culpable de tu accidente, da el nombre de la persona que le ayudó con el auto.

No había palabras que describieran, como se sentía, una mezcla de dolor por la pérdida de esa vida, pues toda vida es valiosa. Pero también de alivio, eso quería decir que no corría peligro. Se abrazó a su amigo llorando, sin saber con exactitud porque lo hacía.

Los años perdidos en búsqueda de un amor, cuando este estaba en el lugar de siempre. La maldad de los Bertucci al querer destruir la integridad de un hombre como Neall y su estupidez al confiar siempre en otros menos en el hombre que siempre estuvo para ella.

— Se acabó... — logró decir y su amigo asintió, pasando una mano por su espalda.

— ¿Crees que entre tú y Neall se pueda algo? — lo pensó unos instantes y luego negó volviendo las lágrimas a salir.

— Ahora que lo tengo de nuevo, si él se va o está con otra mujer — las palabras se ahogaron en su garganta, no lograba decirlas con claridad. — No puedo Adam... No puedo soportarlo.

— ¿Estas listas? — habló Neall detrás de ellos y ella se alejó un instante, limpiándose, apresurada.

— Sí. Adam me ayudó. — se levantó y giró para verlo, Neall la miraba serio y con el mismo tono fastidiado en su rostro.

— Bien, si deseas asistir al funeral puedes quedarte, yo me voy en unas horas. — dijo caminando hacia su habitación y tirando la puerta con fuerza. Luciano, que venía detrás de él, observó la puerta cerrada y luego a su hermana.

— ¿Te vas a quedar? — negó, no tenía por qué hacerlo y no entendía por qué él lo decía. Serían más las habladurías y ella necesitaba que todo se calmara. — no cree en la carta y siente que algo hay detrás de todo esto.

— Imagino que investigarán — dijo Adam que aún la tenía abrazada a él.

— No creo. Todo para ellos es muy obvio me dieron la foto del hombre que le ayudó con el auto. — se acercó a ella y le mostró la imagen en el móvil. — dicen que quizás lo conociste, dio solo el nombre Anrow Malone. — miró la foto, luego le quito el móvil y se levantó.

Su amigo y hermano la veía a ella caminar de un lado a otro. Tenía el cabello corto, o quizás recogido, pero no había dudas de quien era. Alzó la vista asustada hacia su hermano, quien avanzó hacia ella al verle señalar la pantalla.

— Es el hombre que me persiguió esa noche ...

— ¿Estas seguras? — ambos se acercaron a ella, amplió la foto en el hombro y se la pasó a ambos.

— Tenía un tatuaje de un dragón, llevaba de una musculosa negra, con unas letras rojas y una calavera. — empezó a decir rápidamente — dijo que la marea subiría, pensé que era turista, que luego me dije, un turista no tiene que saber eso y la playa era privada.

— Cálmate cariño — murmuró su amigo y ella negó, levantando las manos para que la dejaran continuar.

— Me dijo que era peligroso estar por esos lados sola, pero yo estaba en los límites de la playa del castillo. — cerró los ojos, intentando recordar todo lo ocurrido ese día. — era una playa privada.

— La policía tiene pistas y te irás esta noche, no tienes por qué temer. — su hermano se acercó a ella, mientras que ella miraba a un punto fijo de la sala.

— Sé que hay algo más, él dijo algo más. — insistió fue casi luego de ella empezar a correr — dos accidentes fallidos no me están permitidos — recordó mirando a ambos — Eso dijo... Dos accidentes fallidos no me son permitidos. En italiano... Él me habló todo el tiempo en italiano

Quizás estás confundida...

— ¡No! — dijo levantando la voz y Neall salió en el momento al ver el alboroto. — tú lo viste, yo no lo inventé. — habló acercándose a él y tomando sus manos apresuradas.

— ¿Qué está sucediendo? — preguntó a los tres de mal humor, soltando las manos que ella le sostenía.

— Luciana cree conocer al hombre...

— ¡No creo conocerlo! ¡Es él! El hombre que me persiguió en esa playa — gritó de mal humor — no me hables en ese tono Enzo Luciano, como si estuviera loca, porque no lo estoy. Habló en italiano todo el tiempo y yo le respondí sin darme cuenta... Debes creerme Neall.

— ¡Te creo! — le dijo tomando sus manos, al ver que estaba alterada — respira y suelta, eso te hace más daño. — le indicó a su hermano que se alejara y fue el quién se acercó. — no lo vi muy bien, solo la ropa oscura y su cabello rubio.

— No estamos diciendo que mientes, solo que puedes estar confundida — habló Adam en tono conciliador — ¿Algo que digan de él?

— De momento no hay nada, multas, arrestos nada. — respondió Luciano sentándose en un sillón.

— Será mejor si estas un tiempo en casa — le dijo su hermano y le miró de mal humor — hasta que no sepamos algo más de ese hombre. Mi madre estará feliz por tenerte allí y puedes ver a papá. Yo iré la otra semana, el señor Kurn necesita que realice algo allí dos meses.

— Ve a cambiarte Luciana, no pienses mucho en eso. — la voz de Neall era en calma, pero contrastaban con la mirada fría.

******

En casi todo el vuelo no le dirigió la palabra y estuvo ausente. Parecía sumido en sus pensamientos, habían llegado a casa y le mostró su habitación. Pero se negó a vivir con él y le dijo que ella quería vivir con su madre.

— Ese apartamento es pequeño y vas a incomodar. — le decía en esos momentos — aún no le entregan la casa...

— ¿Cuál casa Neall? — dijo exasperada — estaremos bien, no seré una carga para ti.

— No digas tonterías, esta casa es grande y es mejor, así no tendré que dar excusas porque te sales conmigo...

— No voy a vivir en la misma casa en que estuviste con Antonella... — le dijo entre dientes — tú no puedes obligarme.

— Hicimos un Trato Luciana, decidimos que así sería. Solo ve duerme y luego te llevo a casa de tu madre. — dejó la maleta en un costado y caminó hacia la salida.

— Fue tu decisión, no la mía — le recordó. — ese trato no decía que debía vivir contigo.

— El dinero que me entregaste se lo pasé a Antonio, para qué recuperarán la casa de tu madre, ya habíamos decidido como pagarías. — junta sus cejas y tomó su bolsa de mano y recordó los exámenes. — vivirás aquí, no para no incomodar. También facilitará que nuestro acuerdo se dé sin levantar sospechas.

Un golpe bajo, mencionar eso fue algo sucio. Pero si él quería que ella se dejara vencer fácilmente estaba muy equivocado. Quizás él la podría humillar de esa manera, pero al terminar se aseguraría que no ella iba a sufrir al alejarse. Ella podría jugar con las mismas armas.

Y vencer, estaba segura de ello.

— Ya que hablamos de eso. — le puso en el pecho dos sobres que él tomó y abrió con rapidez — mis exámenes, la visita al ginecólogo, allí encontrarás que estoy sana, y que me estoy cuidando. — lo observó mirar la hoja y luego a ella con sus cejas oscuras fruncidas. — y la modificación de las tarifas, vivir contigo las aumenta.

Terminó de leer ambos papeles y luego la observó a ella fijamente, ella le sostenía la mirada de brazos cruzados y sus ojos parecían lanzar fuego. Al paso que iban jamás le terminaría de pagar y fue lo suficientemente astuto para comprometerla dándole a su madre ese dinero. Perder esa casa, fue para ella un dolor inmensurable, tanto que aún después de tantos años no se reponía. Imaginaba la alegría que fue para ella, saber que podía vivir allí de nuevo.

Caminó hacia ella y la lanzó a la cama, giró rápidamente por el costado contrario, pero fue más rápido que ella y tras regresarla al lado suyo se acostó encima de ella. Inmovilizó ambas manos encima de su cabeza, mientras ella retorcía su cuerpo para zafarse.

— Quieta! — le ordenó presionando sus manos y apretando su cuerpo al de ella — estoy harto de tus pataletas y de que quieras hacer lo que se te dé la gana.

— Solo te entrego parte de tus exigencias — le dijo con furia mientras trataba de liberarse. — y hago un cambio a los precios, dijiste que fueran los más altos... Y eso hice.

— ¿Te crees lista? — le dijo sin dejar de sostener sus manos encima de ella. — ¿En serio crees que puedes ganarme en este terreno? — su respuesta fue sonreírle, mientras intentaba liberarse.

Él por su parte presionaba sus manos aún más y su boca bajaba a la altura de sus senos, los mordía por encima de la tela. Una lucha que ella mantenía en ese instante, entre su cerebro y su cuerpo, pues la boca del Neall mordían con delicadeza un seno y luego el otro. Su cerebro intentaba mandar señales que su cuerpo y este se negaba a obedecer.

— Eres mía florecita — le dijo con voz ronca y alzó sus ojos para verla — si pudieses ver lo que yo en este instante dejarían de querer liberarte.

— Mientras te pago Neall Jarper, así que cuanto más rápido empieces más rápido acaba esto. — eso pareció molestarle, pues se lanzó a sus labios con rabia.

Giró su rostro a un lado para evitarlo, pero la hizo girar y recibir no solo el beso, mordió sus labios y su lengua entró con la misma rabia con la que la besaba y la aprisionaba entre la cama y su cuerpo. Intentó mantenerse cuerda y pudo lograrlo hasta que él notó su rigidez y cambió el beso a un poco más lento. Ahogó un gemido al sentir ese beso que añoraba, mucho ante de saber quién era o de recordarlo, ella deseaba ser besada así, porque pueda que su mente no lo recordará, pero su cuerpo sí y este reaccionó al verle.

La soltó al ver que ella no iba a luchar, se despojaron de su ropa mutuamente. Solo se escuchaba el sonido de sus corazones acelerados y la ropa rozarse entre ellos. El paraíso y su infierno era estar bajo el dominio de ese hombre, pensaba de manera vaga al verlo bajar hacia su sexo.

Lo escuchó reír al verla gemir su nombre, pero en ese instante nada importaba y parecía que su dignidad se había ido de paseo junto con su cerebro. Besaba su intimidad por encima de sus bragas, él parecía divertido por verla a ella, alzar sus caderas hacía su boca.

Metió sus manos entre sus cabellos, para animarlo a aumentar más esas caricias. Se sintió victoriosa al verle quitar las bragas, se detuvo unos instantes y la observó. Segundos después se instalaba sobre suyo y entraba en ella de un solo movimiento sin dejar de sonreír, no había delicadeza en ese gesto, ni en su sonrisa y menos amor. Lo supo al verlo a los ojos, era lujuria pura.

El sonido de sus cuerpos moverse al compás del loco corazón de Luciana, que veía ante ella la realidad de lo que deparaba de aquí en adelante. Su cuerpo se sentía en el punto máximo del éxtasis, sin embargo, su corazón contaba una historia distinta.

Una vez el éxtasis les llegó cayó encima de ella, no hubo esos besos que acostumbraba al terminar, cuando tomaba su rostro entre sus manos y daba besos en todos lados, diciéndole lo mucho que le amaba. Se hizo a un lado y ella se levantó antes que la viera llorar, al descubrir lo que él quería lograr con aquello. Que su cuerpo se sometería a su voluntad, porque por más que se negara a aceptarlo ella amaba a ese hombre.

— Eres de mi propiedad, que no se te olvide — no le respondió.

Caminó hacia el baño y una vez allí se encerró y encendió la ducha, ahogando así, los sonidos de su llanto. Como podía llamar a lo sucedido, no era violación cuando su cuerpo respondió y deseó sus besos y caricias de esa manera. Tampoco fue amor, aunque en su corazón se sentía así. Solo fue sexo para él y una manera de decirle que ya no la amaba y que en su corazón ya no existía nada hacia ella, era inevitable no comparar este Neall con él se hace años.

— Si no vas a dormir vístete y visitaremos a tu familia— le escuchó decir algunos minutos después y no pudo evitar responder.


— Uno menos Neall empezaré a llevar las cuentas, que no se te olvide las razones por las que aún estoy a tu lado. — no le respondió, pero a juzgar por cómo azotó la puerta estaba cabreado. 

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