Enero 20, 2017
04: 19 de la tarde

  Corina está a lo lejos viendo el espectáculo, aunque las gemelas no la dejan del todo. Mientras estoy en los brazos de Rodri, mantengo mis ojos abiertos y no devuelvo su abrazo. Veo a Andrea, quien me hace una seña preguntándome quien cacahuates es él; pero yo aún no reacciono.

Rodrigo se separa un poco de mí, aún tiene sus manos puestas en mis hombros. Me observa con esa calidez en sus ojos, yo no la devuelvo porque es imposible que mi cerebro pueda obedecer la orden de sonreír, o al menos parpadear. No estoy haciendo nada, simplemente estoy ahí de pie viéndolo fijamente.

Después de lo que parece un siglo con diez años y ocho meses, le digo algo.

− ¿Qué haces aquí? – aún estoy con una expresión seria. La emoción por dentro es mucha, pero creo que no puedo con esto. Tenerlo frente a mí es irreal, como si estuviera soñando. Me dan ganas de besarlo para saber si es un sueño, pero ¿y si no lo es? Quedare como una tonta. Así que me contengo.

Rodrigo sonríe aún más – Haciendo unas cosas. Iba ir a verte mañana por la tarde.

− ¿estás aquí? – si. Lo sé. Pregunta muy tonta.

Rodrigo ríe esta vez. Sé que se está riendo de mi – Si, July. Soy yo. Rodrigo.

Entonces retrocedo dos pasos, sus manos que antes estaban en mis hombros ahora caen. Frunzo en ceño y no sé porque − ¿Qué haces aquí? – vuelvo a preguntar torpemente.

Rodrigo pasa una mano por su rostro y se acerca los dos pasos que me había alejado. Los he contado.

− July, tenemos que hablar, pero a...

− Listo – le dice una mujer acercándose a él. Ella no pasa de los cuarenta, así que debe ser su madre. Claro que debe ser su madre.

Rodrigo voltea y le sonríe, luego me ve. Su expresión ha cambiado.

− Mira mamá. Mira. Esto, ella es una amiga, su nombre es July. July, ella es mi mamá – la señora sonríe y me extiende la mano, tardo dos segundos en devolver el saludo.

− Hola, mucho gusto. Mi nombre es Salome.

Observo por un momento a Rodrigo y luego veo a su mamá – Hola, mucho gusto, señora – le respondo sonriendo hasta ahora.

¡Rayos! Le he sonreído primero a su madre.

− Rodrigo, te espero abajo. Apresúrate que ya nos vamos – ella voltea y me ve, luego sonríe – Un placer, niña − ¿niña? ¿Acaso no ve que tengo dieciocho años? Señora odiosa. Ay, perdón suegrita.

− July, tengo que irme, pero mañana llegare a tu casa y hablaremos – sonríe, se acerca y me abraza; esta vez más fuerte, luego se separa y me ve –... si es que quieres que llegue, claro – después de cinco segundos, asiento − ¿estás bien?

− ¿Cómo crees que estoy? – le digo. No sé porque razón, pero estoy enfadada.

El mira cada parte de mi rostro y luego se acerca y besa mi mejilla, un beso que se siente perfecto – Ya debo irme, pero mañana te veré – se separa y camina, se está alejando de mí una vez más, luego voltea y me ve, me dedica una última sonrisa y lo veo alejarse mientras baja por las escaleras eléctricas.

De inmediato Corina se acerca casi arrastrando a sus hermanitas − ¿Quién era él?

La observo y no respondo, no sé qué decir, estoy nerviosa, enfadada, encantada; es como si mi lengua se negara a hablar cada palabra que ha dicho a lo largo de mi existencia.

− El rostro te ha cambiado, July – escucho que habla Kim – Jamás viste de esa forma a Tony, eso me alegra. Sabía que lo suyo no iba en serio.

¡Dios! Esas palabras me han reconfortado.

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De verdad me duele, esto está pronto a acabarse. :(