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Septiembre 21, 2016
07: 45 de la mañana.
En cuanto el autobús se detiene salgo corriendo para no llegar tarde. Al menos tengo quince minutos para poder llegar y poder prestar la tarea. En el camino a la sección me encuentro a una de mis compañeras y ahora estoy más aliviada, al menos no entraría sola si por algún motivo el maestro estuviera en la sección antes de tiempo.
Pero gracias a Dios, logro llegar temprano y prestar la tarea que me hizo falta hacer. Todo el día en la escuela recurre tranquilo. Esta vez ninguno de los maestros me ha preguntado algo, y agradezco demasiado a Dios por eso. Prefiero ser invisible antes que ser el punto de ataques de preguntas para todos los maestros.
Estoy en la clase más aburrida que tengo en este semestre. Pero me gusta, porque el maestro nos da la grandiosa oportunidad de usar nuestros celulares, y no porque él quiera; sino porque el también pasa metido en el celular casi toda la clase.
Estoy hablando son mis amigos. Ellos habían pensado en un viaje para el fin de semana próximo. Suena divertido, pero dudo mucho que pueda ir dado que tengo trabajo pendiente en la iglesia a la que voy. Así que solo escucho sus planes.
Mi celular vibra. Un nuevo mensaje.
El: Hola, buenos días mi princesa.
Una sonrisa estúpida aparece en mi rostro. Olvido por completo la interesante conversación que está dando lugar en mis narices. Es que definitivamente esto es más importante para mí que un tonto viaje al cual no iré.
Yo: ¿Cómo estás? J
El: creo que bien. Porque estoy hablando contigo.
Yo: ¿Por qué me estás hablando tan de mañana? Se supone que deberías estar en el trabajo.
El: tuve un tiempo libre. Pero ya al rato me voy J
Yo: así que decidiste hablar conmigo en tu tiempo libre.
El: más o menos
El: ¿hoy en la tarde hablaremos?
Yo: creo que no. Es que me aburre hablar contigo.
El: L
Yo: jajá. Es broma. Claro que sí. Me gusta hablar contigo.
− ¿estás de acuerdo, July? – pregunta Bianca. Corina, Kim y Andrea solo observan.
− ¿Qué? – pregunto asustada y riendo al mismo tiempo.
− ¿es en serio? Podrías dejar ese tonto celular y poner atención. Es el primer viaje de este curso, queremos una bienvenida increíble.
− Ya se – digo tratando de no sonreír – Si, me gusta la idea.
− ¿en serio?
− Si, en serio – respondo. Aunque no tengo ni la más mínima idea de lo que estaban hablando.
El: debo irme. Mi turno empieza dentro de cinco minutos. Adiós.
Leo el mensaje. Lo envió hace dos minutos.
Yo: está bien. Te espero hoy en la tarde. love. J
Estoy en el autobús de regreso a casa. Hoy decidí regresar temprano porque no estaba de humor para quedarme y seguir escuchando los planes de las chicas. Vengo en el autobús leyendo un libro que Corina me había regalado en mi último cumpleaños. Aun no lo termino y estoy tan desesperada por llagar al final. A veces, la curiosidad despierta y me da ganas de leer la última página, pero no lo hago. No quiero leer el final hasta que sea el momento del final.
Mi cabeza comienza a doler. Es porque tengo mucha hambre y el ruido es insoportable. Decido cerrar el libro mientras el dolor pasa. Pero me dejo llevar por el momento y muy pronto estoy recordando cuando estudiaba con Rodrigo.
Febrero 08, 2012
03: 45 de la tarde.
− Muy bien – anunció el maestro de artes – harán grupos de cinco y me presentarán el trabajo en veinte minutos. Más vale que no pierdan tiempo y comiencen a trabajar. ¡Ya! Vamos, vamos – dijo palmeando sus manos para apurarnos.
Aun no le hablaba a nadie, pero por suerte la chica volteo y me dedico una sonrisa. Sé lo que significaba esa sonrisa. Sonreí yo también y ella de inmediato volteo su silla.
− ¿Me puedo hacer con ustedes? – pregunto el chico a mi derecha. Ella respondió con un sí y el de inmediato acomodó su silla.
− Los chicos nos están esperando – le dijo Rodrigo.
− Es mejor quedarnos aquí – respondió el. La chica nueva y yo parecemos estar escuchando una conversación privada, pero era imposible no hacerlo; ellos estaban hablando delante de nosotros.
− ¿Puedo hacerme con ustedes? – pregunto Rodrigo entonces. Yo solo asentí con mi cabeza.
Aun nos hacía falta uno para completar los cinco. Trato de recordar cómo; pero no puedo, solo sé que al minuto siguiente el chico que amaba sonreír estaba en nuestro grupo. Voltee hacia donde mis amigas, ellas me estaban esperando, pero no podía hacer nada, ellos ya habían formado el grupo y tenía que aprovechar y hacerme amiga de los que había quedado cerca de mí. Solo me encogí de hombros y levante mis manos en señal de disculpas.
− Eres nueva, ¿verdad?
− Si – respondió la chica.
− ¿Cuál es tu nombre?
− Jenny.
− Bonito nombre – dijo el chico que parecía ser tímido. Me había equivocado, él no era tímido.
Luego todos nos presentamos. Michael, el chico que mucho reía. Nelson, el chico que parecía tímido. Jenny, mi nueva compañera. Rodrigo, el chico que me llamaba la atención.
− Y tú ¿eres nueva?
− Algo así, estoy aquí desde el año pasado.
− No te recuerdo – me dijo Rodrigo.
− Estaba en la otra sección. Solía estar con ellas – dije señalando a mi grupo de amigas. Una de ellas estaba viendo en dirección a mí.
− Yo estudie con Sara – me dijo Nelson – antes éramos amigos.
− No lo sabía – le dije.
− Ahora te recuerdo – me dijo Rodrigo, como tratando de recordar a exactitud – Tú me golpeaste con un balón el curso pasado. Todos los chicos se burlaron de mí.
− ¿Tú fuiste? – me preguntó Michael.
No sabía que decir. Si decía que sí, era como admitir que aún lo recordaba, y si decía que no significaría que él no tuviera nada en común que hablar conmigo, y eso era lo último que quería el día hoy.
− Creo que te recuerdo – dije – Lo siento – dije sonriendo. El solo me dedicó una sonrisa traviesa.
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Sus votos y comentarios son recibidos
Este va para vos, con cariño:
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