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❥Sentimiento inconcluso ❥

Notas:

La trama va de que Darwin entra a la misma escuela que Gumball, ambos son de grados distintos, por lo que el nene es de nuevo ingreso. Ahora, es una escuela para hombres.

Advertencias y ships:

-Gumball x Ocho (wtf)

-Gumball x Rob

-Gumball x Hot Dog Guy

-Darwin x Julius

-Darwin x Carrie

◇Lenguaje inapropiado◇

◇Dejo mucho a la imaginación las apariencias de cada personaje◇

◇Lectura algo larga◇

✏✏✏✏✏

-¿Sales con un chico?- preguntó un joven de piel morena.

-Ubícate, Darwin, es muy normal hoy en día- le contestó su hermano.

-Pero, pensé que te gustaban las chicas-

-Yo también pensé eso, pero cosas pasan y ya- alzó los hombros restándole importancia.

-Okey... ¿me lo presentarás?-

-Oh, es Ocho- señaló sin darle mucha importancia a un azabache que se encontraba a unos cuantos metros en su casillero.

-¿¡Qué!?- exclamó llamando la atención de los que pasaban por el pasillo.

-Oye, ¿qué te ocurre?- se sentía incómodo por la atención innecesaria.

-¡Pero! ¡Tú siempre decías que Ocho era un-- se apresuró a tapar la boca de su escandaloso hermano menor.

-¡Shhh! ¿Acaso quieres morir? Si él te escucha se pondrá intenso y no sé que tanto respaldo tengas como mi hermano- frunció el ceño y volteó asegurándose de los movimientos de Ocho. Por suerte parecía tranquilo.

-No puedo creerlo, ¿de qué me perdí?, ¿cómo pasaron del miedo-pánico al amor?- él mostraba cara de ligera perturbación, mezclada con sorpresa.

-Creeme que no es una historia romántica si es lo que te imaginas- habló con desdén.

-¿Entonces?- eso lo había confundido.

-Digamos que Ocho tiene sus beneficios-

-¿Qué quieres decir con eso?- le miró molesto, no le gustó lo que dijo.

-Su tío es dueño de una tienda de videojuegos, tengo ciertos privilegios ¿sabes?- esta vez sonrió triunfal.

Ahora tenía sentido, no eran juegos prestados como creía Darwin.

-Si sabes lo mal que está aprovecharte de los sentimientos de un chico de esa manera, ¿verdad?-

-Soy consciente del problema en el que estoy, por eso mismo voy a terminarlo hoy-

-Espera, ¿qué?- Darwin debía reconocer que su hermano había empeorado desde su separación escolar.

-Valoro mi vida. No puedo seguir saliendo con un chico al que sus padres le tienen miedo- negó con ambos brazos energético.

-¿Estás consciente de qué podría tornarse muy malo para ti?-

-Lo sé, ya lo planee todo, en la escuela solo tengo que escudarme en compañeros o profesores, no podrá hacerme daño aquí, sino, está la enfermería como plan B. Luego, le pediré a mamá que pasé el resto de la escuela por mi a la salida- se irguió orgulloso de su asombroso plan.

-A como me lo platicaste, Ocho parece ser un psicópata-

-Y lo es, solo que ya no puedo seguir con esto-

-¡Pues debiste pararlo desde antes!, ¿hace cuánto que salen?- demandó con molestia el menor.

-Tres meses- respondió después de hacer una cuenta mental.

-¿¡En serio!?-

Aquel par ya había llamado demasiado la atención. Un chico bajo y de ropas oscuras se acercó al escándalo.

-Oye- irrumpió aquel muchacho de ojos afilados y camisa negra, mirando a Gumball con atención y dando una mirada obvia de desprecio al moreno.- Hoy, en la clase de física- fue su conversación, sin más se retiro ignorando al compañero de su pareja.

-¿Qué fue eso?- le cuestionó molesto ante tales modales.

-¿Qué fue qué?-

×

Aún estaba enfadado por como lo trató aquel chico, no, es más, ni siquiera lo trató, solo lo menospreció con la mirada y ni siquiera lo saludó ¿Acaso no sabía que él era el hermano de su novio?, ¡tendría que buscar su aprobación!

Iba refunfuñando por los pasillos, solo. Aún no conocía a nadie para ir al almuerzo, no tuvo ganas de socializar con nadie, tenía una expresión que marcaba su reproche ante el sabor amargo. No sabía ni siquiera por que se lo tomaba tan personal, o tal vez sí.

Estaba abstraído en sus pensamientos y no se fijó que chocaría con alguien en esa dirección. Un grupo, en realidad.

-¡Hey!- una persona más alta le llamó la atención con un tono hostil, una mirada fugaz fue suficiente para desconcertar al mayor.- ¿Qué diablos haces aquí? Esta es una escuela para chicos- le volvió a analizar de pies a cabeza.

-¿De qué estas hablando? ¡Soy un chico!- más que enojado podría decirse que se avergonzó ante ese comentario.

-Oh, cierto- ignoró la exaltación ajena y siguió su camino lado a lado de sus compañeros.

-¡Bien dicho, Julius!, parecía una niñita molesta- se escuchó de un chico de sudadera negra. Los demás hacían bullicio siguiendo atacando y burlándose de las características poco masculinas del menor que dejaban atrás.

Ahora el de rizos se hallaba sumamente furioso. Dio pasos pesados y apretaba los puños, su cara estaba roja por la vergüenza y enojo. No iba a encarar a esos sujetos, eran obviamente mayores y tenían aspecto maleante, entre piercings y tatuajes... ¿Qué no había control en esa escuela?

×

Ya más tarde, seguía pensando en esos comentarios, no podía concentrarse en la clase correspondiente ¿En serio no era ni un poco masculino? Ya no era del todo un niño, había crecido bastante, además, no vestía de forma femenina o algo parecido, ¿qué estaba fallando?

No podía soportar las ansias, salió de clase para dirigirse al baño.

En su camino intranquilo rapidamente fue alertado por una bulla, no muy lejos de dónde él se encontraba. Se paró a buscar de donde podía provenir el sonido, escuchó con atención y de a poco fue localizando el origen, se trataba de un salón.

Al asomarse con cuidado pudo presenciar una pelea y alboroto entre ciertos estudiantes, unos pocos se le hacían conocidos, eran esos delincuentes que se burlaron de su persona a la hora del almuerzo. Se alejó unos pasos de la puerta, parecían unos salvajes primitos. Estaba a punto de retirarse cuando alguien salió por la puerta. Era aquel chico alto de cabellos grisáceos que chocó con él. Le dio una mirada de extrañeza, ninguno esperaba ese encuentro; el mayor fue el que rompió el contacto y echó un rápido vistazo a ambos lados vigilando que no hubiera nadie. Darwin sospechó que estaba huyendo.

-¿Qué estas haciendo?- interrogó con curiosidad.

-Qué te importa, pierdete- contestó todavía en alerta.

-¿Estas huyendo del castigo?- preguntó burlón el menor.

-Que observador- ironizó. Comenzó a caminar en una dirección que fue seguida por el de rizos.

El de corbatin no tardó en darse cuenta de que no andaba solo.

-¿¡Qué mierda quieres!?- procuró no sonar escandaloso.

-¡Tú y tu grupo de amigos maleantes se burlaron de mí en el pasillo!- protestó.

-¿Y eso a mí qué?-

-¡Ustedes dos, vengan aquí de inmediato!- se escuchó una voz que causó sobresalto en los alumnos.

En cuanto aquella figura de autoridad se estaba aproximando desde unos metros ellos inconscientemente corrieron sin rumbo.

-¿Qué haces? ¡Te dije que te perdieras!- habló durante su agitación.

-¡No lo sé, ni siquiera se porqué te estoy siguiendo!- frenó en seco, el otro siguió corriendo.

-¡Oye, tú!, ¡alto ahí!- se vio amenazante aquel adulto, dispuesto a seguramente culparlo de algo. El pánico le invadió y volvió a retomar la huida.

-¡Espera!- gritó al mayor que ahora se hallaba corriendo a cierta distancia.

Corrió y corrió con desespero. Ya no sabía ni donde había dado vuelta, todo por perder a quien le seguía. Con la respiración ardiendo y las piernas temblando, no se fijó de su rumbo y cayó de espaldas al chocar contra alguien.

-Pero qué--

Darwin apenas pudo distinguir a ese tipo de nuevo, su expresión molesta y el modo en que le dio la espalda apenas le hizo reaccionar para tomarle de la muñeca.

-Espera... Por favor- trató de recobrar aire.

-Sueltame- exigió con una mirada fría.

-Puedes... Solo...- parecía que estaba a punto de desmayarse, pero en cambio se levantó, enderezó y tomó al mayor por sorpresa sujetándolo de sus ropas superiores.- ¡Dejar de ser tan grosero por solo un minuto, por favor!- su mirada transmitía enojo, pero su rostro enmarcaba el evidente agotamiento.

Julius estaba sorprendido, ya se había hecho de una fama específica en la escuela, sin embargo, parecía que ese enano no sabía donde y con quien se estaba metiendo.

-Ah... Espera, me mareo- trató de sostenerse de algún lado de la pared. Su mano se apoyó en una puerta que no tardó en abrirse, dejando que su cuerpo cayera tendido al piso.

-Bien hecho, idiota- sonrió divertido el de tonos grices y se adentró en el sitio.

El moreno se levantó y se apresuró a entrar de igual manera detrás del joven de aspecto delictivo.

-Pensé que este lugar siempre permanecía cerrado- comentó Julius.

-Entonces no deberíamos estar aquí- habló el de orbes esmeralda con cierta preocupación.

-Nadie te mandó a seguirme- contestó indiferente.

Darwin hizo un puchero, le desagradaba la actitud de ese sujeto. Dio un vistazo al sitio, al parecer era una especie de teatro, uno pequeño, con espacio limitado para la audiencia. El de corbatin ya se hallaba acomodándose en una de las bancas poniendo sus pies en el respaldo de la otra.

Darwin caminó todas las butacas hacia el escenario, quería curiosear en lugar de regañar a aquel chico. Se distrajo admirando como se vería la vista actuando desde la plataforma; le daría pánico estar frente a esa pequeña multitud. Fue detrás de las cortinas observado un montón de utilería de la cual desconocía el nombre. Siguiendo su trayectoria encontró otra puerta con la típica estrella en el centro, seguramente eran los camerinos. Que curioso.

Darwin no pudo contener las ansias y quiso probar si estaba abierto. La perilla cedió y, como en una pelicula de suspenso, la puerta se abrió con lentitud en un rechinido. Vaya sorpresa poco agradable se topó.

-¿Qué estás haciendo, inútil?- preguntó su acompañante. Al ver al menor estático frente a una puerta decidió acercarse.

×

No podía creer que nuevamente no había tenido el valor de decirle, se cebó frente al cambio de actitud repentino ¿Por qué de un momento a otro parecía lleno de desprecio y después de le miraba diferente? De una forma que no podría describir con exactitud. Nuevamente estaba dejándose llevar por las reacciones físicas que surgían en su cuerpo.

Esas manos frías se aventuraban por su espalda baja dando caricias que ascendían a su espalda, besos suaves que poco a poco subian de intensidad dejando sonidos húmedos. Él solo posaba las manos en el pecho contrario, una parte consciente que perdía voluntad a cada segundo le sugería apartarlo, pero no podía. Dejaba que la cercanía del otro le invadiera apegandolo cada vez más a su cuerpo, un cosquilleo fugaz daba lugar en su vientre y pecho, el calor en su rostro aumentaba mientras sus pensamientos de angustia y dolor se perdían por reacciones físicas. El mismo ritual de siempre.

Hasta que, el chirrido de la puerta le hizo poco a poco salir del momento. Se separó y giró la cabeza en dirección del sonido tortuoso y prolongado de aquella forma rectangular que daba paso a mostrar la figura de un ser conocido.

Sintió como la temperatura se le bajaba de golpe y su respiración se cortaba.

-¿Qué estás haciendo, inútil?- se posicionó por detrás otro sujeto.

Ahora cuatro pares de ojos se miraban atónitos ante la escena.

-¿Qué están mirando, imbéciles? ¡Cierren la maldita puerta!- gritó el azabache sin soltar al de hebras celestes de la posición en la que estaban.

-No queríamos ver semejante escena porno, gracias- habló el de corbatín azotando la estructura.

El menor seguía frio.

-¿Estás bien?- preguntó un poco preocupado al ver que el chico no reaccionaba.- Oye- lo tomó de los hombros y le miró, quizá fue demasiado para alguien como él.

Darwin seguía en un estado ido.

-Mira, sé que para personas inocentes como tú el ver esto por primera vez es sumamente traumante, pero créeme que es más común de lo que esperarías en este lugar- le habló compasivo.

El moreno tardó un poco un reaccionar y cuando lo hizo se soltó del agarre contrario.

-No soy tan inocente como crees, deja de tratarme como un tonto, que yo no sea un caos andante como cada alumno de esta escuela es distinto- dijo firme, incluso desconcertó a Julius, ese enano era diferente de lo que pensó.- Solo me paralice porque nunca esperé encontrarme a mi hermano de ese modo- desvió la vista con un ligero sonrojo.

-Espera, ¿ese es tu hermano?- cuestionó divertido.

-Sí, ¿por qué?-

Su pregunta no fue respondida, en cambio, las carcajadas del otro no se hicieron esperar.

-¿¡Qué es tan gracioso!?- no pudieron iniciar una pelea verbal debido a que claramente escucharon como alguien entró al lugar.

×

-¿Qué?-

-Ocho, dejémoslo por hoy, con lo que pasó realmente no me siento muy cómodo. Mi hermanito vio algo que no debía- el de suéter beige trató de levantarse del regazo del azabache.

-¿Ese idiota es tu hermano?- habló fastidiado el de tez pálida.

-Ten más respeto con mi hermano, es nuevo y está todavía perdido en el mundo- entrecerró la mirada.

-Como sea- suspiró.

-¡Quédense quietos!- sonó una voz demandante afuera. Gumball corrió a avisar al otro.

-Ocho, el director está aquí- el de ropas oscuras se levantó con rápidez de la silla.

-De seguro fue por ese idiota- susurró.

Ambos trataron de pensar en una forma de huir, solo esperaban que nadie de acercara a ese pequeño cuarto.

×

Las cosas no salieron de acuerdo al plan, ahora ambos terminaron separados y corriendo en diferentes direcciones. Gumball ya había adquirido condición física por ciertas circunstancias del destino, no lo atraparian fácilmente, aún así, si podía encontrar un lugar donde ocultarse estaría fantástico.

Desde una esquina pudo observar como Rocky salía del cuarto donde perdía el tiempo. Al ver que éste no cerraba la puerta con llave, en cuanto se alejó unos pasos no dudo en entrar.

-Genial- soltó el menor en la oscuridad.

Se dispuso a sentarse en el piso con su celular hasta que sonará el timbre de salida. Lo que nunca se esperó es que la puerta se abriría de nueva cuenta dejando entrar a alguien.

En un inicio el intruso no se percató de su presencia, pero luego de unos segundos de recuperación en los que parecía también huir de algo, volteó viendo la luz que emitía la pantalla del celular.

-¿Qué...-

-Hola- saludó el celeste sin tomarle mucha importancia.

-¿Hola?- preguntó el otro.

Realmente era una situación extraña. El recién llegado uso la lampara de su celular para ver a la otra persona en la habitación.

-Oye, no me apuntes a los ojos, ¿quieres?, hay un foco por si no lo sabes- se cubrió un poco de la invasiva luz.

-No... Tú- se escuchó un susurro despectivo.

Gumball se levantó para buscar encender el foco en aquel cuarto. Cuando todo el sitio se iluminó pudo ver a la persona que le acompañaba.

-Nos hemos visto antes, ¿verdad?- interrogó pensativo al rubio.

-No, no, en realidad... Yo tengo que irme- rápidamente el de lentes oscuros se apresuró a tratar de abrir la puerta, aunque fue en vano, no abría.

-¿Qué estás haciendo, viejo?- arqueó una ceja.

-No se abre- intentó con movimientos cada vez más desesperados.

-Quítate, así se hace- le apartó el celeste con intenciones de probar.

×

Pasaron varias minutos, la puerta nunca abrió.

-Ya cálmate, no vas a hacer que abra, enviaré un mensaje a alguien- habló el azulado recargado en la pared.

No obstante, el joven de lentes siguió insistiendo.

-¿Cuál es tu problema?, ya te dije que-- le tomó del hombro para intentar llamar su atención, pero rápidamente el rubio apartó su brazo con brusquedad.- ¿¡Qué diablos ocurre contigo!?-

-No debo estar cerca de ti- ese comentario desconcertó al menor de estatura.

-¿Qué?-

-¿Tienes novio, verdad?-

-¿Qué?-

-Por favor, aléjate de mi-

Gumball apenas podía conectar las cosas en esa situación. Ya había visto a ese sujeto, estaba en su clase, pero siempre lo evitaba en trabajos de grupo y en general. Él pensaba que era reservado, pero ahora otra idea cruzaba por su cabeza.

-¿Por qué me evades?, ¿te hice algo?- se acercó un paso más.

-Mantén distancia de mi- presionó levemente el pecho contrario con ambas manos para alejarlo.

-¿Por qué?, ¿por qué te desagrado tanto?- le encaró bastante cerca poniéndose de puntitas. El mayor se puso sumamente nervioso y en un intentó de librarse ambos cayeron al piso, aunque eso no detuvo a Gumball en su cuestionamiento y acercamiento.

-¡Dicen que eres una mala influencia!, ¡además, puede que se me pegue lo!.. Lo...- frunció los labios y miró hacía otro lado.

-¿Lo qué?- él sostenía un gesto indignado, por alguna razón se daba una idea de que el otro estaba por decirle.

-¡Aléjate de mí, yo soy una persona sana!- exclamó mientras seguia evitando verlo a los ojos.

-¡Hey! ¿Qué quieres decir?, ¿insinuas que yo soy anormal?- está vez si estaba muy indignado.

-¡A mi me gustan las chicas!- exclamó frunciendo el ceño, queriendo tener un punto, lastimosamente equívoco.

-¡Y a mi me da igual!, ¿y eso qué?- le tomó de ambas muñecas con la intención de jalarlo un poco más cerca.

-¡Por favor, ya déjame!- suplicó forcejeando.

-Entre más lejos me quieras más cerca me vas a tener- contestó acercando su rostro al suyo, casi como una advertencia.

-¡AHHHH!-

El ruido de pisadas les alertó a ambos, primero apenas audible, después pisotones estruendosos, luego, el movimiento de la manija; al parecer igual estaba atascada del otro lado.

El menor aprovechó el momento para tumbar el torso del rubio contra el suelo y posicionarse sobre él, aún aprisionado ambas muñecas.

-¿¡Qué diablos haces!?- gritó bajito.

-Te lo dije- sonrió con malicia.

Todo hubiera salido a beneficio de Gumball, de no ser por un detalle.

-¿¡Por qué no abre está estupida cosa?!- la voz y esa energía... Era evidente, Ocho buscándole.

Se le heló la sangre, no era la situación.

-¡Levantate, idiota!- también procuró que su voz solo fuera escuchada por su compañero.

-¡Tú fuiste el que me tiró en primer lugar!- trató de molestarse, eso fue bastante audible para el azabache al otro lado de la puerta.

Gumball le tapó rapidamente la boca, el de tez bronceada iba a oponer resistencia, pero cuando el forcejeó de la manija se detuvo se formó un breve silencio en donde todo parecía congelarse.

-¿Quién está adentro?- se oyó desde el otro lado.

Gumball sudó frio y el mayor se sintió nervioso.

-¿¡Quién está allí!?- los golpes en la puerta invadieron con estruendo y la manija nuevamente se movía con insistencia.

El corazón de ambos empezó a bombear de golpe, sentían que en cualquier momento o se caía la manija.. ¡O la misma puerta! No parecía querer ceder aquel chico.

Ya arrinconados en la esquina, el de cabellos celestes arrugó con terror la manga de la prenda roja que portaba el más alto. Cada vez se sentía más cerca de su pareja, los fuertes golpes le estaban poniendo aún más exaltado y ya casi estaba hiperventilando, ¿por qué nadie acudía a aquel sitio a rescatarlos?

-Por favor, Ocho, recuerda que estás en la escuela, recuerda que estás en la escuela, con advertencia- farfulló, como un rezo, esperando que la prudencia llegara al otro.

-¡Alto ahí!- la voz de su salvación.

-Maldita sea- se escuchó luego de un bufido.

Las pisadas se encarreraron lejos del sitio y fueron seguidas por las del Director, era obvio que se trataba de él.

-Oye, ¿ya puedes...- sintió como un dedo picaba su hombro.

Volteó la mirada al rubio, aún tenía una expresión incómoda, luego sus ojos se movieron en dirección de la prenda que aún se encontraba arrugando.

-¡Oh!, lo siento- alejó su mano y se levantó del piso.

-¿Qué diablos fue eso?- se levantó también.

-Ocho siempre es así, muy intenso, por eso me da miedo terminar con él, solo imagina que después de la puerta sigo yo- soltó una risa y su cara de diversión se transformó en una bastante afligida.

El rubio quería abstenerse de preguntar más, pero tenía que decir algo importante.

-¿Cómo saldremos de aquí?-

-No lo sé, pero hay que apresurarnos, me está dando un poco de frio aquí-

El bronceado se acercó a la puerta para intentar abrirla de nueva cuenta.

El de cabello celeste intentó observar con detenimiento algo útil. En su análisis, pudo darse cuenta que en lo alto de una pared se ondeaba lo que parecía ser una bolsa negra muy mal pegada, el viento estaba entrando por allí.

-¡Oye, mira eso!- llamó la atención del otro.

Tuvieron que unir fuerzas para poder salir de aquel hueco teniendo algunas dificultades, como por ejemplo: su incomodidad mutua. Además de que Gumball se atoró a medio camino.

-¡Lo logramos!- festejó el menor. Cuando menos se dio cuenta el otro se alejó con velocidad de él, eso logró disgustarlo, pero no duró mucho cuando observó que a su alrededor había otra persona.

-¿Rob?- preguntó con sorpresa y emoción. El mencionado estaba sentado en el piso con un libro.

-¿Tú nuevo novio?- preguntó con una sonrisa apenas perceptible.

-¿¡Que!? ¡NO!, él es solo mi incómodo conocido- contesto nervioso.

-¿Qué?- el chico castaño cerró su libro y comenzó a levantarse.

-Nonono, es solo un sujeto normal- rio enredando la explicación, si es que eso era una explicación.

-Bien- dijo con simpleza.- Nos vemos-

-¡Rob, espera!- llamó extendiendo una mano en su dirección. El chico delgado volteó con interrogante y esperó.- ¡Por favor ayúdame con Matemáticas-

Fue lo único que se le ocurrió, quería una excusa para verlo. Sabía que en el fondo de su corazón estaba siendo precipitado y descuidado, dejaba emanar sus intenciones sin pensar en las consecuencias. Cuando estaba cerca del de ojos lila no podía evitar dejar fluir sus sentimientos. Le quería, pero no podía tenerlo, eso le dolía en cada encuentro falso con el azabache de carácter explosivo, sabía cual era la verdadera razón de terminar su relación, pero le gustaba mentirle a todo el mundo, incluso a él. Curiosamente con Rob era difícil, las palabras le salían sin esfuerzo y muchas veces revueltas o incomprendidas. Desde aquel día se había convertido en su nuevo interés, no solo porque no fue el primero que no le importó su oscuro pasado y reputación, sino que incluso le creyó.

×

El fin de semana más esperado por el moreno. Ya quería verla.

Llegó al parque dónde solían reunirse, en aquella banca especial.

-Hola- le sonrió tímida la chica.

-Hola- correspondió entre el alivio y el cansancio.

-¿Qué tienes, no te ha ido bien en la escuela?- preguntó con una risita cuando su novio apoyó la cabeza en su hombro.

-Es un sitio demencial, no creerías lo que dejan pasar ahí- habló recordando la poca autoridad.

-¿Tanto así?- ella seguía animada, el simple hecho de ver a su novio le ponía contenta.

-Carrie...-

-¿Qué pasa?- preguntó con ligera preocupación.

-Te he extrañado mucho- acto seguido le abrazó.

Ella rio nerviosa con un rubor en sus pálidas mejillas, el calor y cariño de su novio eran sus alegrías en días oscuros. Por otro lado, Darwin no estaba apreciando el momento como era debido.

Claro que Carrie le gustaba, era su novia después de todo. Era una chica linda, pesé a ser de apariencia fantasmal, le atraía en muchos sentidos. Su apariencia física; piel pálida y vestimenta excéntrica, como una muñequita de estilo gótico. Su sonrisa era lo que más le gustaba, normalmente era muy seria, pero cuando incluso mostraba aquellas perlas relucientes le hacia sentir que veia lo más bonito del mundo.

Entonces, ¿por qué?

¿Por qué aquel chico de orbes azabaches y mirada asesina no salía de sus pensamientos?

✏✏✏

Edit actual:

Hola, perdón por tanta ausencia, no he estado bien, en ánimos y en salud.

Está es una pequeña vaina que en algún momento quise hacer historia, pero al final lo dejé en borradores y lo terminé poco a poco convirtiendo en esto. Era una cosa con alto suspenso y drama como en las telenovelas. Espero que no lo hayan odiado tanto si llegaron al final. Gracias por leer.

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