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❥Gato cariñoso (parte 1)❥

Notas:

Pareja: Gumball x muchos (?)

Un día, un día de estos lo voy a dejar de sobreexplotar.

✏✏✏✏✏

-Hay un olor extraño en la habitación, ¿seguro que no hueles nada?- preguntó la linda coneja a uno de sus hermanos. El gato aún estaba en cama. 

-¿De verdad?- el moreno olfateó nuevamente el aire.- No huelo nada ¿Será que ya me acostumbre a los calcetines sucios de Gumball?- 

-Esto no huele como calcetines sucios- se aproximó al colchón de abajo. El peli celeste estaba hecho un bulto con las sabanas, no se le podía ver enterrado sobre cobijas. 

-¿Gumball?- la peli rosada palpó por encima del cobertor, lo único que recibió de respuesta fue un extraño sonido.

-No creo que esto sea normal- con una ceja levantada trató de procesar esa reacción. 

-¿Estará enfermo?, hay que avisar a la señora mamá- dicho aquello, ambos asintieron y bajaron en busca de su figura materna. 

-Creo que Gumball se encuentra indispuesto- avisó la más baja al ver como su madre colocaba tres tazones sobre la mesa. 

-¿A qué te refieres con "indispuesto"?- la mujer de cabellera azulada preguntó con algo de desinterés. 

-Creo que está enfermo, no ha querido salir de las cobijas- Darwin por otra parte se veía preocupado. 

-Sí, seguramente esta padeciendo una enfermedad muy grave llamada flojera- Nicole se encaminó escaleras arriba. Tendría que sacar a su perezoso hijo de la cama para ir a la escuela.- Gumball, levántate, no te hagas el enfermo para evitar tus responsabilidades- estaba parada al frente de la litera con los brazos cruzados. 

Al ver que no hubo respuesta, trataría nuevamente de llamar su atención con severa entonación, aunque, al percibir un olor "familiar" en el cuarto su ceño fruncido desapareció. 

Una vez abajo, sus hermanos se mostraron claramente confundidos al no verlo a la par de su madre. 

-¿Sí está enfermo?- cuestionó el pecesito. Que su madre no lo sacara del colchón solo quería indicar que era algo grave. 

-No, pero no puede ir a la escuela hoy-

-¿Qué?, ¿por qué?- protestó Anaís en vista de la situación. 

-Su hermano está en un estado, ¿cómo decirlo?- indagó en su mente, no sabía como explicarse- No puede ir a la escuela y punto- pensaba que sus otros hijos no entenderían. 

-¿¡Qué!?- volvió a alzarse la peli rosa en disgusto. 

-¿¡Se va a morir!?- el de ojos verdes estaba inquieto de no saber. 

-No, cariño, su padre se quedará a cuidarlo- trató de tranquilizar al de tez morena acariciando su cabello.- ¡Richard!- 

El gran conejo cayó del sofá. Se había desvelado viendo un estúpida serie sobre caballeros y dragones, tanto era el desgaste que ni siquiera se levantó a desayunar como de costumbre, siendo el primero en atacar al refrigerador. 

-¡Sí, señora!- como si fuese un militar puso un mano en su frente y se irguió en su posición. 

Nicole suspiró con pesadumbre, realmente le hacia falta un descanso del trabajo, o tal vez de su marido. 

Todos partieron de la casa; los niños a la escuela y Nicole a su respectivo empleo. 

-Debes mantenerte despierto y revisar a Gumball por ratos, sí, eso dijo- apretaba los parpados con fuerza mientras parecía querer perforarse las sienes con los dedos. Necesitaba ser fiel a las palabras de su esposa, desgraciadamente, era una tarea complicada por el sueño. Aligeró el apretar en sus párpados y perdió la consciencia, en menos de 30 segundos ya estaba roncando. 

Nuestro lindo gato azul estaba desesperado, tenía calor, pero se negaba a salir de su resguardo. Se sentía extraño, MUY extraño, no sabía como describirse en ese momento. 

-Quiero agua- se levantó por fin. 

Su rostro estaba totalmente acalorado, seguramente tenía fiebre. Bajo a la sala y encontró a su padre desmayado en el sofá. Bueno, no era cosa del otro mundo. 

-Qué rayos...- el agua de la llave no salía, seguramente no habían pagado la cuenta. Decidió revisar el refrigerador.- ¡Pero qué!- alguien se había acabado el cartón de jugo, y lo que más le molestó, quién lo hizo no se tomó la molestia de desechar la basura. 

-¡Papá!- el mencionado parecía no escuchar absolutamente nada, seguía babeando sin dar señales de reaccionar.

Varios intentos, se dio por vencido, no había nada que beber ni comer. 

-¿Me dejaron aquí para morir de hambre?, que desconsideración- se quitó la pijama y buscó su ropa del diario. 

No le agradaba la idea de ir a la escuela, pero, si al menos conseguía hacerse de la mitad justa del almuerzo de su hermano, podría sobrevivir hasta la tarde que ambos regresaran a casa, así sufrirían por igual.

En su trayecto maldijo llevar puesto aquel suéter, el calor nuevamente le estaba asfixiando. Odiaba el hecho de verse solo en el momento, quería que Darwin estuviese allí. Raramente quería el amor de su hermano con mucha ilusión. 

Por fin llegó a la escuela, un alivió porque era receso, momento ideal para buscar al moreno. 

-¿Qué haces aquí?, ¿no deberías estar en cama?- el de short verde le veía con suma sorpresa, aunque muy en el fondo se sentía contento de verlo. 

-Agua, comida- se aferró de su sudadera con desesperación. 

Fueron a la cafetería y pidieron un almuerzo, sí, solo uno, Darwin tenía el justo para su comida. En su desdicha y pobreza, el azulado acabó con todo lo que había en la charola. 

-Bueno, supongo que ya te sientes mejor, ¿no?- le miraba con enojo por la poca empatía de su voraz pariente. 

-Gracias, hermano- el de suéter beige le abrazó con fuerza y empezó a acariciarse contra su mejilla.

-Ah, esta bien, de todas formas no tenía tantas ganas de almorzar- correspondió a la muestra de afecto. 

-Gracias- repitió nuevamente el otro.

Para el pecesito, el que su hermano le demostrara afectó era un gocé absoluto, aunque, empezó a preocuparse por la excesiva adhesión del mismo, no era que le molestara, simplemente algo andaba mal.

-Momento, ¿qué hiciste?- el aura cariñosa se rompió de golpe. 

-¿Qué hice de qué?- su voz era débil. 

-Nunca eres así de cariñoso, algo quieres- le dijo con desconfianza. 

-Solo quiero tu presencia, nada más- apretó su agarre sobre el menor. 

-Oye, no, quítate- trató de sacárselo de encima. 

Hubo un forcejeo que llamó la atención de todos los presentes. 

-Gumball, ¿estas bien?- una chica conocida para el par hizo su aparición ante el escándalo. 

-¿Penny?- la emoción asaltó al azulado, pasó de estar asfixiando al moreno para pegarse como chicle a su novia. 

-¿Qué esta pasando?- se sentía confundida. 

-No se qué le ocurre- el moreno miraba con algo recelo el comportamiento reciente. 

-Penny, Penny, Penny- el de cabellera celeste se apegaba con desesperación a la más alta. 

-Gumball, ¿qué te sucede?- tomó su rostro con ambas manos, le estaba poniendo de nervios su actividad. 

-Beso- suplicó el bajito. La chica se ruborizó por el pedido de su novio, no era muy habitual que de la nada le solicitase eso. 

-Gumball- habló su nombre con dulzura, pero no, definitivamente había algo extraño en él.- ¿No sabes si esta enfermo?, parece tener fiebre- tenía una mano en la frente del chico, primeramente para negar ante la propuesta anterior. 

-No lo sé, la señora mamá no quería dejarlo salir- 

-¿Por qué?- 

-No nos dijo, simplemente mencionó que no podía venir a la escuela- 

-¿Y qué hace aquí entonces?- 

-No tengo idea- 

-Bien, hay que ir con el director para que llamé a su madre y... ¿Dónde está?- miró a sus alrededores, el chico había desaparecido. 

Corrieron por los pasillos, no tenían claro el impredecible comportamiento del gato.

-¡Allí está!- señaló el de ojos verdes a su amiga.

Se acercaron a la escena. El joven Watterson estaba acostando en las piernas de una chica, mientras, esta acariciaba su cabello.

-¡Gumball!- exclamó la respectiva pareja.

-Lo siento, Sara- habló el menor con algo de incomodidad.- ¿Podrías devolvérnoslo?- sonrió extensamente.

-Claro, no te preocupes, de todas formas no me molesta- hizo clara su alusión de sentirse plena con el modo bastante cariñoso del felino. 

Su novia no se veía muy contenta de lo acontecido, es decir, podía permitir que Gumball se viera en situaciones raras con ciertos sujetos, sin embargo, conocía la clara obsesión de la rubia por su pareja.

-Gumball, ¿quieres un poco de cariño?- abrió los brazos en señal de aceptación total. 

El gato no tardó en alzar sus orejas, correspondió colgándose de ella de forma que no tocaba el piso. Extraordinariamente Penny mantuvo el equilibrio, lo abrazó por la cintura y se lo llevó de allí al lado del más joven.

-Bien, ¿qué hacemos con él?- habló Penny en la continúa caminata.

-¿No lo íbamos a llevar con el director?-

-Cierto- soltó una risita. Su novio estaba ronroneando al tiempo que se acurrucaba más en ella, se le hacia tierno.

Tan pronto estuvieron cerca de su destino, tuvo que pedirle a Gumball que se soltase, este se negó en un principio aunque terminó por ceder, y ahora le tomaba de la mano. 

-¿Director Brown?- el moreno empujó la puerta de la oficina con lentitud. No había nadie dentro. 

Los tres se introdujeron en aquel espacio y buscaron con detenimiento alguna señal. 

-Tal vez tengamos que esperar aquí hasta que vuelva- sugirió la de coletas. 

-Cierto, mientras no-- por segunda vez, el azulado les había abandonado.- ¿¡Es en serio!?- 

Se separaron para cubrir más terreno, piernas se movían rápido en busca de quién ya se estaba volviendo un dolor de... 

-¡Oye!- el pecesito encontró al gato atosigando a Lesli con su "falta de amor". 

-Darwin, ¿qué rayos?- con débiles fuerzas buscaba alejar a su amigo.- ¡Esta arrugando mi ropa!- 

Aunque logró quitarlo de encima de su victima, el minino se dio a la fuga instantáneamente, su siguiente objetivo era el chico de cabello colorido. 

-Hola viejo, ¿qué-- debido a su reciente carreta y desesperación, el gato ya le había tumbado sobre el piso-

-¡Oh, por amor de!- el menor fue en socorro de Tobías. 

-¡Quita, quita!- el de suéter beige se estaba repegando a la gente de maneras cada vez más... Inadecuadas. 

-Lo siento, Tobías- se disculpó sin dar tiempo a la respuesta contraria. Tenía que impedir que su hermano siguiera acosando personas. 

Casi no había gente en el pasillo, el gatito estaba exasperado, necesitaba caricias y las necesitaba ya. Corrió y corrió, para su suerte alguien encontró. 

-Oh, tú no- gruñó pasando de largo por encontrarse con Alan. Estaba necesitado, sí, pero no, ni en broma se acercaría a ese sujeto. 

-¿¡Quieres detenerte!?- su hermano se hallaba exhausto por la exigencia física. Agradecía que no hubiera nadie más por el corredor. 

Maldita presión, requería de un individuo para frotarse, sabía que su compañero de juegos no accedería, necesitaba contacto, algo... ¡Lo que sea!

Una puerta se abrió dejando ver a un individuo, estaba saliendo de detención, ya le parecía familiar, dentro de sí sabía que era una estúpida idea y debería frenar. Por fortuna, antes de impactar su hermano se abalanzó sobre él. 

-Que mier-- no pudo terminar su oración, la autoridad de la escuela ya se aproximaba a ellos con un llamado de atención. Él fue el primero en salir corriendo sin tomar en consideración al par que se levantaba del suelo con torpeza. 

*

Se terminaron por esconder en los baños. 

-¡Pareces burro sin mecate!- le sujetó fuertemente de los hombros, no estaba dispuesto a seguirle de nuevo.- ¿Te das cuenta que has estado acosando a todo el mundo?- 

En su estado natural reprocharía con un "ni siquiera llevo la mitad", o algo de su estilo. El caso es, no quería plática, no quería pensar, solo... se sentía raro. 

-Por favor, Darwin, si no sabes en lo que te estás metiendo, suéltame- estaba llegando a su límite. Imploró que el otro le obedeciera, más sin en cambio, negó con la cabeza. 

-Bien, te lo advertí- 

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