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8. ¿Lista?

Marhaba, habibti!" Tom saludó mirando sobre sus gafas oscuras cuando Sarah abrió la puerta.

Ella dio un agudo chillido y saltó a sus brazos. "¡Estoy tan feliz de que estés aquí!"

"Tengo ese efecto en la gente." Él contestó, entrando al departamento de Sarah. Rooster llegó y le saltó encima. "Y aparentemente, en los perros también."

Sarah cerró la puerta. "¡Bienvenido!"

Tom se dejó caer en uno de los sillones. "¿Es en serio este calor? ¿Por qué la gente se queda aquí durante el verano?"

"Porque algunos de nosotros tenemos que trabajar." Sarah se dirigió a la cocina y abrió el refrigerador. "La cena estará lista pronto. ¿Quieres algo de tomar?"

"Agua con hielo, por favor."

Sarah regresó con un vaso para cada uno y se sentó en el mismo sillón que Tom.

Él tomó un gran trago de su vaso y lo puso sobre la mesa de centro. "¿Y? ¿Cómo va el entrenamiento? ¿Ya conociste al Príncipe Perfecto?"

Sarah volteó los ojos. "Mi entrenamiento bien y no, no lo he conocido todavía, debe estar en Londres o que sé yo."

Tom hizo un puchero y se quitó las gafas. "¿Quién va a estar mañana en tu cena de cumpleaños?"

"Los de siempre." Contestó casualmente desde el otro extremo del sillón. "Nosotros, Erin, Abby y Josh, y Nate llega de Kuwait mañana en la mañana."

"¿Sabes qué deberíamos hacer después de cenar?"

"¿Qué?"

"¡Karaoke!"

Sarah apuntó hacia Tom. "¡Oh, por dios! ¡Sí! ¡Pido cantar Living on a Prayer!

"¡Argh!" Él arrugó la cara. "¡Solo porque es tu cumpleaños!"

"¡Haremos un dueto!" Sarah sugirió.

"¡Perfecto!" Tom le guiñó el ojo y le tiró un beso.

Después de terminar su cena, Sarah y Tom se sentaron en la alfombra de la sala para ver La Boda de mi Mejor Amigo por enésima vez.

"¿Sabes algo? He estado pensando acerca del matrimonio últimamente..." Tom confesó cuando la película casi terminaba.

Sarah lo miró con los ojos bien abiertos. "¿Qué? ¿Quién eres tú y que le hiciste a mi amigo?"

Él le pegó en el brazo. "¡En serio!"

"¿Y?" Ella cuestionó levantando las cejas.

"Tú sabes que la gente siempre tiene sus razones del por qué no creen en el matrimonio, o por qué no quieren casarse; porque no quieren el compromiso o la presión, porque no están listos, porque vienen de un hogar roto y no quieren volver a pasar por lo mismo, porque no quieren perder su libertad... En fin, la lista continúa." Hizo una pausa y respiró hondo. "Pero ahora pienso que si la persona correcta aparece, entonces nada más va a importar y hasta el más escéptico tiraría todas las excusas por la ventana y diría acepto."

El asombro de Sarah lentamente se transformó en una gran sonrisa. "No puedo creer que mi cínica alma gemela me esté diciendo esto."

"Entonces, ahora cuando alguien me pregunta si pienso casarme algún día, mi respuesta es: si y cuando la persona correcta llegue." Tom finalizó orgulloso.

"¿Puedo ser tu dama de honor?"

Él volteó los ojos. "¡Obvio!"

Sarah se acercó, lo besó en la mejilla y se volvió a ver la televisión. Era la escena donde el personaje de Julia Roberts daba el discurso en la boda. "Aquí viene..." Suspiró.

"Tengo una pregunta..." Dijo Tom.

Los ojos de Sarah seguían pegados a la pantalla. "Pregunta."

"¿Qué harías si Nate te pide matrimonio mañana?"

Ella se dio la vuelta en su lugar. "¿Qué? ¿Por qué? ¿Sabes algo?" Le preguntó jadeante.

"Es una pregunta hipotética." Tom aseguró, levantando su manos a la defensiva.

"¡Ah!" Sarah respiró aliviada. "Este, yo... No sé, no creo estar--"

"¿Lista?"

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Después de la ceremonia inaugural de la Fórmula 1, el Jeque Mohammed y todos sus acompañantes subieron a la suite VIP en el Circuito Yas Marina. Todos estaban de pie, admirando desde arriba a los autos en la pista antes de empezar la carrera.

Hamdan, parado junto a su padre, le susurró en el oído. "Me voy a ir."

El Emir se volvió hacia su hijo viéndose perplejo. "¿Qué? ¿Por qué?"

"¿Qué pasa?" Interrumpió el hermano de Hamdan, Mansoor, que estaba al otro lado de su padre.

"Tú hermano se va." Contestó el Jeque Mohammed sin quitarle los ojos a Hamdan.

"¿Quién se va?" Preguntó el tío Saeed, asomando la cabeza al lado de Hamdan.

"Hamdan se va." Dijo Mansoor.

"Alá, ten misericordia." Murmuró Hamdan, pellizcándose el puente de la nariz. "Si. Yo. Me voy a ir, okey?"

"¡Te vas a perder la mejor parte!" Exclamó Mansoor, mientras tomaba fotos con su teléfono.

"No me importa, realmente. Estoy cansado."

"Vamos, hijo." Rogó el Jeque Mohammed.

"Padre, por favor. Llegué aquí a tiempo, saludé a todos los que tenía que saludar, posé para las fotos. Nadie va a notar que me fui."

"¿Está todo bien?" Cuestionó el tío Saeed.

"Si, solo estoy cansado. Ha sido un largo día y me quiero ir a casa. No tienes que venir, tío."

"De acuerdo, me quedo."

"Está bien." Se rindió el Jeque Mohammed. "¿Te vas en el helicóptero?"

"Si. Saeed sí viene conmigo."

Tan pronto como subieron al helicóptero, Hamdan se quitó la kufiyya y el gorro de oración para pasar los dedos entre su cabello, trayendo los rizos oscuros de vuelta a la vida.

A la mitad del vuelo de vuelta a Dubái no había dicho ni una sola palabra, solo miraba por la ventana. Estaba agradecido de que una vez más, Saeed sabía qué hacer y estaba entretenido leyendo el periódico.

Entonces, recordó algo: la cara de Nathan. La había visto antes. Sacó su teléfono, entró a la cuenta de Instagram de Sarah y si, ahí estaba él, junto a ella en la foto de su cumpleaños. Y su acento, por supuesto, era australiano, de ahí la foto con el bebé canguro. Justo después de esa foto, Sarah había publicado una de un grupo grande de personas. Parecía una foto familiar y Nathan también estaba en esa. La familia de él. Sarah fue a Australia a conocer a su familia.

Van en serio y ya llevan un rato juntos.

Cuando aterrizaron en la casa de Hamdan, éste le dijo a Saeed que podía irse y subió a su recámara. Dio un portazo tras de él y entró marchando al vestidor. El espacioso lugar tenía puertas y estantes en madera oscura que iban del piso al techo y una pared del espejo al fondo.

Se quitó la kandura blanca y la camiseta interior, tiró su ropa sucia sobre el diván de piel en medio del vestidor, se puso un par de pantalones deportivos grises y recorrió el corto corredor que conectaba al baño. Abrió el grifo del agua bruscamente y se echó agua en la cara. Inhaló profundamente y extendió los brazos sobre el lavabo de mármol blanco. Los músculos de su espalda sobresaltados con la tensión.

Se enderezó y tomó una toalla de manos para secarse la cara. Caminando en círculos por todo el baño blanco se sintió increíblemente estúpido e ingenuo.

¿En qué universo una chica como esa sería soltera?

No podía sacarse la imagen de la cabeza de Sarah y Nathan riendo en algún restaurante, celebrando la victoria del día. Sus nudillos se tornaron blancos conforme apretaba la toalla en su manos.

Tal vez, darían una caminata después de cenar, tomados de las manos. Tal vez, pasarían la noche juntos en la casa de él o la de ella. O tal vez, ya vivían juntos.

Hamdan los imaginó haciendo todas esas cosas que él nunca podría hacer con Sarah y con todas sus fuerzas, tiró la toalla contra la pared y gruñó.

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Bajo un cielo casi anochecido, Sarah y Nate se subieron al Jeep rojo de ella para conducir de vuelta a Dubái.

"¿Vas a vender este cacharro?" Preguntó Nate, encendiendo el motor.

El premio para los primeros cinco jinetes en la Copa de la Jequeza Fatima era una SUV del año.

"¿Qué? No. Me encanta mi auto." Le contestó Sarah, dándose la vuelta para poner el ramo de flores que le dieron en la ceremonia de premiación en el asiento de atrás. "Voy a vender el nuevo para pagar unas deudas y donaré el resto a Riding for the Disabled, unas nuevas sillas de montar nos vendrían muy bien."

"¿En serio?"

"Si, ya lo decidí."

Nate era consultor ISO y pasaba la mayoría del tiempo visitando compañías en toda el Golfo Pérsico. Había estado viajando las últimas tres semanas. Nate y el prometido de Abby, Josh, era amigos y él le presentó a Sarah en una fiesta de cumpleaños de Abby. Se entendieron inmediatamente y había estado saliendo por poco más de dos años.

Sarah siempre había tenido la remota sensación que él la amaba más de lo que ella lo amaba a él, pero pensaba que era normal en algunas relaciones. Además, no había nada malo que Sarah pudiera decir de Nate; era divertido, amable y casi nunca peleaban. Estar con él era simplemente muy fácil.

Cuando tomaron la autopista, ella reclinó su asiento y trató de acomodarse. "Estoy muy cansada."

"Deberías tratar de dormir, pronto estaremos en casa."

Ella cerró los ojos y se volvió hacia la ventana pero no durmió. Puso una buena cara en la ceremonia de premiación y se veía muy feliz. Nadie podría haber imagino como se sentía por dentro. Fue profundamente decepcionante que Hamdan no se quedara.

¿De verdad tenía que irse?

Su estómago se hizo nudo cuando los presentó. Todo esto tiempo había estado tratando de ignorar lo que fuera que estaba pasando entre Hamdan y ella, pero con Nate allí todo fue muy evidente; Hamdan la estaba haciendo sentir cosas que no había sentido antes.

Su mente mente corría en un millón de direcciones. Ahí estaba ella, con quien muchos considerarían el hombre perfecto, pero en lo único que podía pensar era en Hamdan, un hombre completamente fuera de su alcance.

Sarah notó el cambio en la cara de Hamdan cuando escuchó la palabra novio. Por supuesto, él trató de sonreír y fue amable como siempre, pero para ella, la incomodidad fue obvia.

Tal vez le gusto, ¿pero por qué? Nada puede pasar y nada va a pasar. Él nunca podría estar con alguien como yo. Y yo tengo a Nate. Nate es bueno, no merece esto.

Finalmente, llegaron al apartamento de Sarah, Nate sostenía las bolsas con la cena que pidieron para llevar de camino a casa. Ella declinó la oferta de su novio de salir a cenar a un restaurante.

Sarah trató de comer mientras Nate hablaba y hablaba sobre su más reciente viaje. Al final, no pudo aguantar más y le dijo que quería irse a dormir. Así que él decidió dejarla para que descansara.

"¿Estás bien?" Preguntó Nate al salir del apartamento.

"Si. Es solo que... Ha sido un largo día."

"Okey. Te llamo mañana después del trabajo."

"Seguro." Ella asintió.

Intercambiaron un rápido beso y Sarah cerró la puerta. Se recargó en ella y cerró los ojos por un momento. La culpa la estaba comiendo por dentro. Respiró profundo y se dirigió al baño para lavarse los dientes.

¿Qué estará haciendo? Tal vez sigue en Abu Dabi.

Se fue a la cama y empezó a revisar la cuenta de Instagram de Hamdan.

Lo odio. Con su encanto y sus ojos soñadores y su lindo mejor amigo de cinco años. ¡Argh! ¡Suficiente!

Dejó el teléfono en su mesa de noche y se acurrucó con su cobija.

No te puede gustar, Sarah. Es el dueño de los establos donde trabajas, un hombre musulmán tradicional y el Príncipe Heredero. Y tú estás con Nathan. Así que lo mejor es olvidarte de este crush.

Después de dos horas de dar vueltas, finalmente se quedó dormida.

El intercomunicador la despertó a la mañana siguiente. Rodó fuera de la cama e inmediatamente sintió las piernas adoloridas. Recordó que no estiró después de la carrera.

¡Maldita sea!

Cojeó hasta la cocina para contestar. "¿Si?"

"Señorita Anderson, buenos días."

"Hola, Ali." Dijo con un bostezo.

"Hay una entrega aquí para usted. Aparentemente, necesitan que firme unos papeles."

"¿Y por qué no subió el repartidor?"

"Bueno, es que es un auto."

Se le había olvidado por completo. "¡Ya bajo!"

Cojeó de vuelta al baño. Todo le dolía.

Auch, auch, auch.

Después de lavarse los dientes y la cara, logró ponerse un vestido corto con flores, se recogió el cabello con una liga y caminó hacia la puerta principal.

"¡Vamos Rooster!"

Después de que se fueron los hombres de las entregas, se paró en la acera contemplando su nueva SUV gris con Rooster a su lado y las llaves en su mano. Sus músculos estaban comenzando a relajarse.

Sarah era la persona menos emocionada del mundo por ganar un auto nuevo. Lo único en lo que podía pensar era en todo lo que había pasado el día anterior en la carrera. Quizás un pequeño paseo le ayudaría a aclarar su mente.

Abrió la puerta del pasajero para Rooster. "¡Sube!"

Encendió el motor, bajó las ventanas y empezó a buscar una canción en el radio. Closer de The Chainsmokers empezó a sonar.

Por un rato, se olvidó de todo y se concentró solo en la música, el viento en su cara y el olor a auto nuevo, hasta que notó que Rooster la veía fijamente.

Lo miró de reojo. "Deja de mirarme así."

Rooster no se movió.

"No he hecho nada malo, ¿okey?"

Aún así, Rooster siguió quieto.

"¡Basta, Rooster!"

Rooster ladró.

"¡Argh!"

Se detuvieron en un semáforo en rojo.

"¿A quién engaño?" Sarah lloriqueó poniendo la frente en el volante. "Soy la peor persona en la faz de la tierra."

Rooster ladró de nuevo.

"Gracias por el apoyo." Agregó sarcástica.

¿Por qué? ¿Por qué él? De todos los hombres en este país, ¿por qué Hamdan? Tengo a este maravilloso novio conmigo, ¿por qué no puedo estar locamente enamorada de Nate y no prestarle atención a nadie más?

El claxon del auto de atrás la hizo levantar la cara y continuar conduciendo.

¿Qué voy a hacer? Nate no se merece esto. Él debería estar con alguien que lo ame como él me ama a mi y no con una tipa que se la pasa soñando despierta con un príncipe imposible.

Necesitaba alguien con quien hablar desesperadamente. Pensó en Tom, pero no quería decirle nada a nadie acerca de Hamdan, y Tom probablemente se daría cuenta de que había algo más que no estaba diciéndole. Lo mismo con su papá.

Estaba sola en esto. Era momento de comportarse como adulta y afrontar la realidad. No estaba enamorada de Nathan y no podía permanecer más en esa relación.

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