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26. Arrepentimientos

Sarah se recogió el cabello en una coleta descuidada, metió la ropa de montar sucia en su bolsa y se apuró a salir de los vestidores. Tan pronto como terminó de entrenar, le dijo a Uma que iba a llegar tarde a su cita con el dentista si no se daba prisa. Otra mentira. Se preguntó cuántas más de esas tendría que inventar en el futuro.

Había estado considerando seriamente el contarles a Abby y Erin acerca de Hamdan, pero decirle a Uma estaba fuera de las posibilidades. No quería poner a su amiga jinete en una situación incómoda. Se trataba de protegerla, no de que Sarah no confiara en ella.

La verdad es que era el día de San Valentín y todavía tenía muchas cosas por hacer. Tom la ayudó a planear el menú perfecto antes de irse, estaba muy emocionada por cocinarle una cena de verdad a Hamdan, no solo macarrones con queso. Tom también la ayudó a escoger su ropa, pero eso iba a tener que ser modificado debido al moretón que estaba empezando a tonarse color verde. No era agradable y no quería que Hamdan lo estuviera mirando fijamente la noche entera. Además de tener que ir al supermercado y todo lo demás, iba a tener que buscar qué ponerse que tuviera mangas que le cubrieran los brazos.

Saeed Hilal era el cómplice número dos. La primera vez que Sarah fue a casa de Hamdan, Saeed fue lo suficientemente amable como para darle su tarjeta en caso de que necesitara algo, así que pudo ponerse en contacto con él sin que Hamdan se diera cuenta. Acordaron seguir la misma rutina de siempre, solo que en esa ocasión sería más temprano y Hamdan no estaría allí. Saeed se encargaría de enviar a casa a todo el personal y además iba a ayudarla a acomodar todo para la romántica cena en la terraza.

En su mente, iba repasando todo lo que tenía que hacer mientras caminaba a su auto; ir al supermercado, ir al apartamento y resolver el tema de la ropa, empacar, llegar a casa de Hamdan, instalar todo en la terraza con Saeed, empezar a preparar la cena, darse un baño, cabello, maquillaje, poner los últimos toques a la comida y esperar.

Pensó en dejarle una nota con una vela en la mesa del vestíbulo, con alguna clase de pista para que subiera a la terraza donde ella estaría esperándolo. Hamdan había estado tratando de sacarle algo de información, pero Sarah no cedió. Él no tenía ni idea de lo que iban a hacer.

¡No puedo esperar para verle la cara!

Sarah abrió la puerta de su auto y puso el bolso dentro pero antes de que ella pudiera subirse, alguien la llamó por su nombre. Miró hacia atrás y era Hassan, quien parecía también ir de salida, con una mochila al hombro y llaves de auto en la mano.

"Salem quiere verte." Hassan le informó.

"¡No! ¿Por qué?" Se quejó Sarah. "¿Qué hice?"

"Creo que estás en problemas..." Advirtió Hassan, bajando la voz.

Los ojos de Sarah se abrieron. "¿Qué?"

Hassan sonrió. "¡Es broma! Se veía muy serio, pero si lo piensas bien, así es como se ve siempre, así que... creo que no tienes problemas." Le guiñó un ojo a Sarah.

Ella rió y le dio las gracias a Hassan mientras empezaba a dirigirse hacia la oficina de Salem resignadamente. Salem caminaba de un lado a otro, sosteniendo el teléfono en su oreja y un papel en la otra mano. Sarah lo saludó a través de la puerta de vidrio y él le hizo señas para que entrara. Silenciosamente, ella entró y se sentó a esperar, moviendo la pierna ansiosamente.

Por favor, que sea rápido.

Ya fuera que Salem estaba escuchando a alguien al otro lado de la línea o nadie estaba contestando su llamada, porque seguía sosteniendo el teléfono pero no estaba hablando. Finalmente, suspiró derrotado y tiró el teléfono sobre el escritorio para después recargarse en él con ambas manos y dejar caer la cabeza entre los hombros. Los ojos de Sarah recorrieron la habitación, no sabiendo qué hacer.

"¿Está... todo bien?" Sarah preguntó con cautela.

Salem levantó la mirada. "¿Qué hiciste, Sarah?"

Un escalofrío le bajó por la espalda. Sarah se quedó inmóvil, sintiendo como si le hubieran vaciado un cubo de agua helada sobre la cabeza, cortándole la respiración.

"¿Qu--" La palabra no le salió. "¿De qué hablas?"

"Esto me mata, pero tengo que despedirte."

No, no se trataba de una broma, ella podía ver que Salem estaba hablando en serio, eso sin mencionar que él no era del tipo bromista. Frenéticamente, empezó a buscar alguna razón en su cabeza. ¿Tenía algo que ver con Hamdan? No era posible.

"¿Por qué?" Sarah exhaló.

Salem desdobló el papel que aún sostenía en la mano y se lo puso enfrente. Sarah quedó impactada cuando vio el grabado dorado con el halcón del logo gubernamental en la parte superior de la hoja. Sus ojos recorrieron el papel rezando porque no se tratara de lo que estaba pensando. Todo se vino abajo cuando encontró la firma del Jeque Mohammed al final de la página. Las palabras se le fueron y lo único que pudo hacer fue cubrirse la cara con ambas manos debido a la angustia y la vergüenza por la que estaba atravesando.

"Sarah, no creo que Hamdan esté enterado de esto. Estuve intentando llamarlo antes de hablar contigo, pero no logré localizarlo." La voz de Salem sonaba distante pero cuando las manos de Sarah se deslizaron hacia abajo, se dio cuenta de que él seguía en el mismo lugar. "Espero que entiendas que no tengo opción alguna, tengo que seguir esta orden." Añadió.

La cabeza de Sarah palpitaba mientras intentaba entender la situación. Si, tal vez Hamdan no sabía acerca de eso, pero no solo estaba el Jeque Mohammed enterado de lo que pasaba entre ella y Hamdan, él estaba asegurándose de que ella supiera lo mucho que la despreciaba. Ser tratada con tanto desdén por un hombre al que no solo admiraba, pero que además era el padre del hombre que amaba, era mucho más de lo que podía manejar. Necesitaba salir de allí antes de que las lágrimas empezaran a rodar.

"Perdón, Salem. Me iré." Apenas logró pronunciar.

"Escucha..." Salem la detuvo antes de que pudiera darse la vuelta hacia la puerta. "Me caes bien, eres una buena chica, excelente jinete..."

Salem no estaba ayudándola a contener las lágrimas.

"Te digo esto como amigo, por favor no seas imprudente. No arruines tu carrera."

Ella asintió sin poder mirarlo a los ojos. Cuando giró la manija de la puerta, Sarah se frenó y tragó para deshacer el nudo en su garganta. "Gracias, Salem. Por todo."

---

"¿Todavía nada?" Preguntó Ahmed.

"Directo al buzón de voz." Hamdan contestó, apretando el teléfono con su mano.

Supo que algo andaba mal cuando vio todas las llamada perdidas de Salem, pero jamás imaginó la gravedad de lo que pasaba. Después de hablar con Salem, Hamdan optó por saltarse el almuerzo e inmediatamente llamó a Sarah, pero el teléfono de ella estaba apagado. Fue entonces cuando el enojo alcanzó su punto máximo y decidió enfrentar al Jeque Mohammed.

Ahmed insistió en regresar a casa con él al ver lo molesto que estaba después de la discusión con el padre de ambos. Los hermanos habían pasado juntos los últimos tres días en la Cumbre Gubernamentel, que por suerte terminaba ese día.

Hamdan se frotó la cara con las manos y caminó de un lado a otro en la terraza. Ahmed estaba sentado en uno de los sillones de mimbre con los codos sobre las rodillas.

"¿Por qué no te sientas?" Ahmed sugirió.

"¡No puedo! Salem dijo que ella se fue alrededor de las 9, ya pasan de las 5... ¡y no sé dónde está! No está en su apartamento..."

"¿Cómo sabes?" Preguntó Ahmed.

"Mandé a Seed y a unos hombres para allá." Hamdan pronunció casualmente, mientras enviaba otro mensaje sin recibir, rogándole a Sarah que le dijera donde se encontraba.

"Pero, o sea... no está despedida realmente." Ahmed trató de consolarlo, recargándose en el respaldo del sillón.

"No, pero ella no lo sabe. Deben andar por ahí pensando... ¡No sé lo que pueda estar pensando! Pero obviamente que no es nada bueno porque no quiere hablar conmigo." Hamdan le echó un vistazo al teléfono, menos de 3 minutos habían pasado desde la última llamada, pero lo intentó de nuevo de todas formas. "¡Y hoy es San Valentín!" Añadió con un resoplo.

"¿Tenían planes?"

"Si... bueno, ella los hizo... Saeed me contó antes de irse. Sarah planeó toda una cena, él iba a ayudarla... enviar el auto... preparar todo..." Tiró de la kufiyya en su cabeza y la lanzó al sillón, gruñendo con frustración.

Ahmed aclaró la garganta. "Sabes que estoy de tu lado, ¿cierto? ¿Pero qué esperabas que pasara? Él te lo advirtió y tu lo ignoraste."

"Me-- Me paralicé. No supe qué hacer."

"¿Y qué te dijo hoy?"

"Que se vio forzado a tomar medidas debido a mi falta de responsabilidad... ¿Qué hay de todas las cosas que hago bien, eh?" Preguntó Hamdan, sacudiendo la cabeza. "Es ridículo, ¿sabes? Actúa como si el país entero fuera a colapsar si no sigo la tradición." Sus brazos volando por todas partes.

"¿Y qué le dijiste tú?"

"¿Te gustaría ser el príncipe heredero?" Hamdan insinuó.

Ahmed se enderezó en su asiento. "¡De ninguna forma, Hamdan! No, no quiero."

"Maktoum fue mi primera sugerencia de todos modos..."

"¿Realmente hiciste eso? ¿Decirle que renunciarías?"

Hamdan dejó de caminar y agachó la cabeza. "No quiería jugar esa carta, pero no tuve opción."

"¿Y?" Cuestionó Ahmed.

Hamdan exhaló y se sentó junto a su hermano. "Me sentí terrible... dijo que no podía pasar por eso de nuevo, coronar a otro príncipe." Cerró los ojos ante el recuerdo. "Deberías haberlo visto..."

Hamdan pasó del punto más alto, al más bajo. En cuestión de horas, se las ingenió para lastimar a dos de las personas que más amaba. Decirle a su padre que renunciaría a ser el príncipe heredero no fue fácil, pero tampoco fue una mentira. No quería tener que elegir, pero si lo forzaban a hacerlo, tenía certeza absoluta sobre cuál sería su decisión.

"Pero espera, ¿entonces sigues siendo el príncipe heredero? ¿Verdad?"

"Si, siempre y cuando dejen a Sarah en paz."

"No puedo creer que hayas hecho eso, ¿cómo pudiste desafiarlo así, Hamdan?"

"No estoy orgulloso de haberlo hecho pero también intenté que las cosas se vieran un poco diferentes, como si lo que más me molestara hubiera sido la intromisión, como si ella no fuera tan importante para mi. No le dije que la amaba ni nada de eso, para protegerla. Y dijo que estaba bien, pero que nunca aprobaría que algo más sucediera entre nosotros."

"Suena como un buen trato, por ahora..."

"¿Pero de qué me sirve que si ella ni siquiera quiere recibir mis llamadas?" Intentó llamarla otra vez. Directo al buzón de voz, otra vez.

"¡Anímate!" Ahmed le hizo una llave de cabeza y le sacudió el cabello. "Hablarás con ella tarde que temprano y estoy seguro de que entenderá."

"¡Quítate!" Hamdan respondió, riendo ligeramente al intento de su hermano por hacerlo sentir mejor.

"¡Oye! ¿Y cómo es eso de que Maktoum es tu primera opción para ser el heredero, eh?" Ahmed preguntó con un codazo.

Hamdan frunció el ceño. "Pensé que no querías ser--"

"No, no quiero. Pero eso no significa que no vaya a sentirme herido por no preferirme a mi." Dijo Ahmed cruzándose de brazos.

"Cállate." Contestó Hamdan, tirando un cojín a la cara de su hermano.

Se sentaron en silencio, mirando el atardecer después de que sus risas se desvanecieran. Hamdan recordó la vez en que llevó a Sarah a la terraza, cómo tuvieron ahí su primer beso, el primer beso de verdad. Lo hermosa que se veía bajo la luz de la luna.

Voy a protegerte, fue su promesa esa noche.

Sarah estaba sufriendo mucho en ese momento, eso era seguro y todo era por su culpa. No solo había roto su promesa, no había podido protegerla de él mismo.

Hamdan siempre se había enorgullecido de considerarse un hombre sin arrepentimientos, que parecen ser una gran pérdida de tiempo, pero había una cosa de la que se arrepentía y eso era no haberle dicho a Sarah que la amaba cuando tuvo la oportunidad.

***

Dónde estará nuestra Sarah?

Gracias por apoyar a PE. Ha estado recibiendo muchas lecturas nuevas, pero por fa no se olviden de comentar y votar, si es que están disfrutando de mi historia.

XOXO,

Sophie.

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