—¿¡Dónde estabas?! ¿¡Cómo es que no se te ocurrió responder en ningún momento el celular?!—grito a todo pulmón mi abuelo

Apenas había cruzado el umbral de la entrada de la casa de mis abuelos, cuando escuchaba medio sermón de ellos. Mi abuelo, Park Sohan y mi abuela Ji Hona; actualmente y por tradición lleva el apellido de mi abuelo.

—¿¡Me estás escuchando?!—añadió mi abuelo

Me sorprendía que tuviera un apice de voz, en su juventud fumo lo suficiente como para que ahora sonase el timbre de su voz tan ronca que era difícil diferenciar cuando estaba enfermo y cuando no.

—¡________! Estuvimos a punto de llamar a Italia.—advirtió mi abuela

—. Perdonenme... —comence mi discurso entonces alcé la bolsa de plástico de una tiena—. Traje helado, estaba en descuento y pensé que estaría bien tener una conversación tranquila y...

No paso ni medio segundo y los dos me estaban abrazando, ambos con los ojos cristalinos; «Como la primera vez» pensé. Pero entonces, algo se quebró dentro de mí, la primer grieta. ¿"Primera vez"?

—¿________?—me hablo Hona—. Cariño, estás palida, anda vamos adentro, hice tu sopa favorita.

Sonreí, pero un sabor amargo me lleno la boca, «Debio ser algún Deja vu»

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—¡Cielo! ¿Cómo has estado? ¿Que tal Corea del Sur?—me dijo mi madre Yuna

—. Bien, me estoy acostumbrando.—respondí—. Jungyeon va en mi clase.—añadí

Arreglaba mi habitación y en cierta forma también mis cosas para mañana.

—¡Me alegro!—contestó Yuna—¿Cómo se encuentra? ¡Eran muy unidas en el pasado!—comento, lo segundo fue en japonés, su lengua madre

—. Lo seguimos siendo, es agradable verla, después de tanto tiempo.—hubo un silencio extraño—¿Mamá?

Siempre que hablábamos con respecto al tiempo, mi madre se pone en ese estado, que tanto me desconcierta; por un lado se que es algo habitual, pero por el otro, es extraño, hace 3 años atrás que se le dió esa costumbre.

—. Oh... Aquí estoy cielo, estaba por comunicarte con tu padre, pero justo ahora el está preparando la cena, te extrañamos mucho, linda.—hablo, demasiado rápido

—. Buonanotte mia preziosa figlia!—gritó de fondo mi padre

*Buenas noches mi preciosa hija.

Sonreí, había tanto que me extrañaba últimamente, pero trate de restarle importancia; hablé unos minutos más con mis padres, Yuna como siempre siendo prudente en algunas cosas y mi padre complementaba. A mis ojos eran una pareja perfecta, a pesar de su choque cultural.

Mi padre con costumbres italianas y mi madre con las costumbres japonesas, mientras los escuchaba me imaginaba la escena de los mismos, mi madre poniendo la mesa y mi padre haciendo esos famosos tallarines a la boloñesa.

—. Mamá... Papá...—dije en un bostezo—. Los quiero, se que allá debe ser de día o están levantándose, no se a decir verdad—me reí—. Pero mañana tengo  que ir a un lugar.

Pasaron otros 5 minutos en lo que se despedían mis padres y colgué.

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Alguien corría, escuchaba risas y como si pisaran millones de charcos al mismo tiempo.

—¡Espera!—gritó un chico

La risa de una joven respondió, entonces, mi mundo estaba en blanco, como si me encontrará en una habitación de paredes blancas y ni una sola ventana.

—¿Que...?—susurre pero sonó más como si lo hubiera pensado

Entonces, todo comenzó a tener forma, desde el suelo, hasta el cielo en un atardecer precioso, veía como todo se iba acoplando, como si fuera algún recuerdo.

—¡******! ¡Ven, te estoy esperando!—nuevamente esa voz femenina

Gire sobre mis talones, era... Era yo... Con un uniforme ..... Y de repente, una sensación de peligro me rodeo, veía como mi otro yo de repente corría hacia algo.

—¡No! ¡No vayas!—grite—¡Alejate!

Corrí detrás de mi otro yo, pero cuando se detuvo, un fuerte estruendo sonó y me ví a mi misma entre un millon de llamas.

Solté un alarido levantándome de golpe, tenía sudor en todo el cuerpo y mi respiración se encontraba agitada.

—¡Cariño!—grito mi abuela entrando a mi habitación—¿________, estás bien?

Me talle los ojos, por alguna razón, las lágrimas salían sin parar, ¿Por qué...?

—. Tuve una pesadilla.—justifique—.
Lo siento...

—. Pequeña, ¿Que ha pasado?—llego mi abuelo, se acercó al lado de mi abuela—¿Has tomado tu medicina?

—. Si...—respondí, pero el hizo una mueca

—. Fue una pesadilla Sohan, está bien, ¿Verdad?—me miro Hona

Asentí, mi abuelo posó una mano en mi espalda, era su forma de consuelo, lo sabía.

El corazón me palpitaba tan rápido que parecía que acababa de estar en un maratón extremo, mire el techo de mi cuarto mientras volvía a reincorporarme, no era una niña pequeña para que mis abuelos se preocuparan a tal punto, pero supongo que esa actitud sobreprotectora es normal, ¿Verdad?

Vivimos en una casa cercana al río Han, a mis abuelos les costó mucho trabajo el dejar la otra casa que estaba en los lugares de poca industria de Seul, para ser más exactos, el lugar donde antes Vivian, era similar a un templo, pero al ser una construcción de mi abuelo, supongo que ese templo sigue ahí. Solo lo visite una vez.

Y eso había sigo hace tiempo atrás, ya que viví en Corea solo un año, el mismo cuando conocí a Jungyeon y nos hicimos amigas. Pero...

"Cómo la primera vez..."
"¡Otra vez!"
"Igual que antes"

En ese entonces yo no conocía a Suho y tampoco a Seojun.

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Miraba el suelo, me encontraba caminando hacia un restaurante de Subway, dónde vería a Suho, para estudiar.

Apenas di vuelta en la esquina cuando un grupo de personas ya estaba reuniendo se poco a poco.

—¿Pero que está pasando?—escuche que dijo un joven a su amigo a mi lado

Me acerque lentamente y el alma se me cayó.

—¡Maldito...!—bramoo Seojun entre dientes sujetando de la playera a Suho, mientras tenía su otra mano hecha un puño