Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo veinticinco |Editado

Celeste

¡se fue,

con esa perra,

EN MI CARA!

Me moví de un lado al otro en la habitación, en todos los sentidos posibles.

Cuando sentí la puerta cerrarse y el auto partir exploté de frustración.

De todas las personas del mundo, ¿tenía que ser ella?

¿por qué conocía a mi novio?

La rabia no se iba. Bajé las escaleras desesperada y fui a la cocina en busca de algo que pudiera aliviar mi dolor.

Tomé dos pastillas y cuando pasaron cinco minutos vi que no producían nada en mí. El dolor seguía, y yo perfectamente sabía que con simples pastillas no iba a pasar si era un dolor interior.

Pero no podía entenderlo. Aunque quisiera, no podía.

Las lágrimas no tardaron en salir. Me encontraba en absoluta soledad, tal y como estaba hace un tiempo.

Lo peor, era por culpa de la misma persona: Melissa Hurts.

Una sensación de ahogo me invadió y en medio de la poca conciencia que tenía, sentí susto de lo que pudiera llegar a hacer.

Cuando solían darme crisis existenciales combinadas con mis trastornos de personalidad no podía detenerme.

Que ilusa fui creyendo que ya había sanado, ahora me daba cuenta de que no.

Seguí revisando los muebles desesperadamente y de pronto me topé con algo que no había considerado.

Entre los víveres encontré una botella de whisky sellada.

Sin siquiera pensar la abrí y tomé deliberadamente sin la necesidad de recurrir a un vaso.

Caminé hasta el living de la casa y me senté en la alfombra. A medida que el reloj digital avanzaba el contenido de la botella disminuía.

Nunca fui muy fanática del alcohol pero a veces nuestra tristeza es tan grande que hacemos todo con tal de intentar disiparla.

Si Alejandro estuviera aquí...

Bebí otro trago, poco a poco sentí como el alcohol se iba apoderando de mi sistema y me costaba distinguir todo con claridad.

Si Alejandro estuviera aquí... Estaría cuidándome.

No se habría ido con esa perra, no sería capaz.

O quizás si.

-¡Celeste! -miré con los ojos entrecerrados a donde provenía esa voz.

Intenté ponerme de pie pero caí al piso y sentí ganas de reír por ser tan estúpida.

-¡Una fracasada! -grité a penas desde el piso -eso es lo que soy.

Miré la botella y vi que lo que quedaba se había derramado.

-maldita sea -susurré tomando la botella con mi mano.

Me encontraba extendida en la alfombra cuando escuché otra vez esa voz.

-Por favor, Celeste, ve a dormir. Ven, te ayudo.

Sentí unas manos tirando de mis brazos.

-¡No! -grité molesta -¡No quiero dormir! Quiero que me diga a la cara si ella es mejor que yo -dije.

La figura que me estaba hablando apoyó una rodilla al piso y pude verlo más de cerca.

-¿Sebastián? ¿A ti también te rompieron el corazón? -le pregunté mirándolo desde el piso.

-Nadie te rompió el corazón, Celeste. -me respondió. -Daniel te quiere.

Me sonrió e hice un puchero. Iba a llorar.

-No llores -dijo ayudando a ponerme de pie -Vamos, te ayudo a ponerte de pie.

Tomé su brazo extendido y me puse de pie a duras penas. Luego me senté en el sillón.

La botella estaba en el piso derramada y yo sentí ganas de llorar por ello.

-Vete... -susurré secando mis lágrimas -Estaré bien.

Luego de echar a Sebastián unas cinco veces, al fin se fue.

-Está bien, me voy a dormir. Cualquier cosa me avisas -dijo apartándose.

Cuando se alejó alcancé a escuchar por su auricular que decía "voy a dormir. Refuercen la seguridad."

No entendía por qué pero luego de perder de vista a Sebastián me invadió una extraña felicidad.

Comencé a reír sola y a recordar Buenos momentos, sin embargo las lágrimas seguían cayendo a ratos cuando recordaba lo inútil que era.

No tenía trabajo, no me hacía cargo de la empresa de mi padre. No había hablado con mi madre, era una deshonra de hija.

Tampoco tenía familia, no tenía amigos, no tenía nada.

Absolutamente nada.

Una gran casa y una fortuna en la chequera no son nada si no tienes amor.

Pensar en mi fortuna hizo que de pronto me viera invadida por un gran entusiasmo.

Me sequé las lágrimas y recogí como pude la botella del piso.

Aún quedaba un poco de licor y le di otro trago a la botella.

Subí la escalera casi gateando. Me dirigí a mi habitación a tientas y me quité la ropa.

Si prefería irse con ella, iba a hacer que se arrepintiera.

Busqué entre mí closet la ropa más sexy que tuviera. Me la puse y me dispuse a esperar a Daniel.

Cuando me miré al espejo sonreí satisfecha, me gustaba lo que veía.

Siempre fui de contextura delgada y la mayoría del tiempo me pesaba, pero ahora no.

Levanté mi blusa para ver mi vientre plano y me puse de lado. Comencé a pensar como me vería embarazada, recordé una vez cuando casi lo estuve.

Tenía veinte años y llevaba un mes casada. Tenía miedo.

Me hice tantas ilusiones hasta que las pruebas de sangre dieron negativo.

Entonces lo intentamos, con Alejandro juro que lo hicimos, pero jamás lo logramos.

Las esperanzas finalmente se perdieron cuando el doctor me diagnosticó como estéril.

Reí ante mi estupidez de pensar que algún día podía ser madre y luego las ganas de llorar otra vez me invadieron.

Y así lo hice. Lloré con fuerza.

De pronto sentí un sonido proveniente del pasillo y bajé mi blusa rápidamente.

Un sonido significaba que Daniel ya había llegado.

Me senté en la cama esperando que abriera la puerta y me encontrara allí. Sequé mis lágrimas y practiqué la mejor de mis sonrisas.

Sentí sus pasos cada vez más cerca y suspiré ansiosa.

Pero no, nada sucedió.

Daniel no tocó, y lo único que oí fue un portazo a lo lejos.

Me puse de pie extrañada, la sensación de mareo otra vez me invadió.

La ignoré y tambaleante me dirigí a su habitación.

No golpeé antes de abrir porque quería darle una sorpresa.

Intenté ser lo más sigilosa posible pero se me hacía muy difícil estando tan borracha.

Giré la manilla entre la oscuridad y al entrar pude verlo de espaldas hacía mí. No me había escuchado.

Justo cuando cerré la puerta tras de mí se quitó la camisa quedando completamente desnudo de la cintura hacia arriba.

Me acerqué con sigilo y una vez tras él, puse mis manos en sus ojos.

Su cuerpo no se tensó, porque por más silenciosa que haya sido, él sabía que yo había entrado a su cuarto.

No sabía cómo lo supo, pero me parecía fascinante.

Debido al alcohol en mi cuerpo no tenía todos mis sentidos activos, sin embargo comencé a besar su cálida espalda desnuda y estaba muy consciente dentro de la inconsciencia de ello.

Comencé a dejar besos húmedos por su cuello y seguí bajando por los hombros. Deslicé mis manos hacia sus marcados abdominales y lo abracé por la espalda.

Pero de pronto Daniel me detuvo.

-Celeste, ¿qué haces? -preguntó aún sin voltear. Su voz era dura.

Me reí instintivamente y tapé mi boca con mis ambas manos, Daniel se giró extrañado y tenía el ceño fruncido.

-¿por qué vistes así? -preguntó extrañado mirándome.

Me sentí ofendida. ¿Se hacía de rogar?

Se acercó a mí y pasó su nariz por mi cuello. Cerré los ojos esperando su contacto.

-¿estuviste bebiendo? -preguntó olfateando cerca de mí cuello.

No pude responder con sus hermosos labios tentándome.

Mi cuerpo quería el suyo, lo anhelaba, mis hormonas estaban revolucionadas como nunca.

No aguanté más la tensión y lo atraje a mí para estampar mis labios con los suyos en un gran beso.

Lo besé con desesperación, con anhelo, con posesión. Éste chico era mío y nadie me lo quitaría.

Solté un leve gemido cuando Daniel me respondía el beso.

Aún sin separarnos busqué sus manos y las posicioné en mi cintura.

Daniel inmediatamente las quitó.

Volví a posicionarlas allí e incrementé la pasión del beso cuando vi que dejó de responderme.

No quería aceptarlo, así que comencé a empujar su cuerpo contra la cama mientras lo besaba.

-Celeste, para -dijo alejándose. -no quieres hacer esto y yo tampoco.

Su expresión era dura como una roca, pero mis ganas no se podían controlar. Lo besé otra vez ignorando lo que me dijo.

-Celeste, estás borracha. -insistió otra vez en medio del beso.

-Cállate -dije acercando mis manos a su abdomen bajo.

-Celeste, ¡basta! -alzó la voz mientras alejaba mis manos de su cuerpo.

Su rechazo me dolió.

Sentí tantas ganas de llorar en mi interior, pero al contrario de eso comencé a reír histérica.

Daniel me miró con el ceño fruncido, me miraba como si no me reconociese.

Ignoré todo. Solo quería olvidar el dolor.

Una vez más puse mis brazos sobre sus hombros y me acerqué a él hasta sentir su miembro. Mordí mi labio inferior.

-Vamos amor, yo sé que tu quieres... -insistí mirándolo a los ojos. Le di un corto beso y proseguí. -Eres mío y yo soy tuya, ¿qué estamos esperando?

-Por favor, Arco Iris -respondió en un suspiro- no lo hagas más difícil, ¿si? Te vas a arrepentir. -finalizó.

-¡pero Alejandro! -exclamé haciendo un puchero.

Inmediatamente sentí como mi respiración se cortó por unos segundos que parecieron eternos.

Abrí los ojos de par y tapé mi boca con ambas manos mientras sentía el corazón latir muy rápido.

Estaba borracha pero sabía muy bien que había cometido una gran estupidez.

Daniel parecía estar en un estado de shock, ni siquiera pestañaba.

Si alguna vez halagué la increíble habilidad de Daniel de poder expresar lo que sentía a través de una mirada, ahora la condenaba. Me condenaba.

Me miraba desilusionado. Triste, roto.

Abrió la boca para soltar un gran suspiro y luego bajó la mirada.

Alejandro es mi ex esposo. Él lo sabía, yo lo sabía.

Sentí las lágrimas brotar de mis ojos.

-Lo siento -susurré débilmente antes de salir corriendo de la habitación.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro