Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo Cuarenta Y Siete |Editado

-Señor Evans. -sonreí falsamente. No estaba feliz para nada.

Sentí ganas de vómitar, otra vez. Pero las retuve.

No era Daniel.

-Asiento, por favor. -intenté ser amable y no pensar que estaba frente a un asesino.

De alguna forma solté todo el aire que había estado acumulando y me relajé un poco. Se veía joven pero se notaba que su vida le había echado unos años más encima.

-Espero que usted no sea prejuiciosa -soltó con naturalidad.

Tanta naturalidad que me dio calosfrios.

-He tratado con más asesinos. No se preocupe -solté sin escrúpulos.

-Directa. Me gusta. -se sentó cómodamente.

Le estreché la mano y sonreí. Esta vez fue una sonrisa sincera.

Pienso que juzgar a una persona es algo sin sentido. No eres quien para hacerlo. Además, todos en el fondo tenemos algo de maldad. Pero por sobre todas las cosas, todos merecemos una segunda oportunidad para volver a comenzar si nos arrepentimos de verdad.

-Merecemos a alguien que crea en nosotros. -Dije acariciando el rostro de Sofía.

Sofía era una de las primeras niñas de las que solicité su traslado. Antes estaba en un hogar de menores, pero ahí no tenían las herramientas necesarias para mantener a su bebita. La cual ahora estaba durmiendo en mis brazos.

-Gracias por pensar en nosotras, es muy hermoso este lugar. -dijo mientras se quebraba en llanto.

-Oh cariño -dije mientras me quebraba yo también. -Por personas como tú vale la pena hacer esto.

Sofía era especial, era una niña llena de un aura angelical que no puedes encontrar en cualquier persona. Tenía 15 años, por Dios.

Quince años y una hija.

Yo tenía veintiséis, un hijo en camino y sentía a veces que no podía seguir.

Admiraba a cada una de las niñas.

-Mañana también vamos a venir -Dijo Erick a otra niña que estaba a nuestro lado. Estábamos en el comedor. -Vamos a venir siempre que podamos a almorzar con ustedes o a cenar.

La mesa estaba puesta, habíamos contratado a personal muy profesional, especialistas y hasta matronas para las que estaban embarazadas.

Nos sentamos todos a lo largo de la mesa. Algunas chicas tenían a sus bebés en sus brazos o en una sala especial donde los cuidaba Marcela, la encargada para eso.

Una vez que nos sirvieron la comida, comenzamos a conocernos y fue un almuerzo muy agradable. Cada chica contó parte de su historia y de su bebé. Así mismo yo conté parte de nuestra historia con Noah. La parte feliz, claro.

-Bueno chicas y personal presente. -dijo Noah poniéndose de pie. -Tengo una noticia que anunciar.

Aplaudí cómo niña pequeña entusiasmada. Sabía la noticia.

Hace unas semanas, con Noah nos fuimos de compras dispuestos a traer una muda de ropa para cada bebé y fue lo más hermoso del mundo. Hoy habíamos traído los obsequios.

-Bueno, como ustedes saben aquí la señorita presente y yo, Ya hemos pasado por ciertas cosas muy fuertes en nuestro tiempo de relación. Tan fuertes para decir que nos amamos muchísimo. -todas las chicas estaban enternecidas, pero yo no entendía. -Cuando dos personas se aman muchísimo, se nota de lejos. Vives para esa persona, quieres lo mejor para ella sin importar nada. -vi que Rosa y Sebastián entraron al comedor tomados de la mano. Lo dejé pasar, porque a continuación me quedé sin palabras. -Celeste, mi amor. Yo siento que te amo. Quiero lo mejor para tí y quiero que estés conmigo el resto de nuestras vidas... ¿Quieres casarte conmigo?

Se arrodilló y extendió un hermoso anillo hacia mí. Tomé mi rostro con ambas manos sorprendida. No podía creerlo.

Todos se quedaron en silencio asombrados, solo se escuchaban algunos quejidos de bebés, otros murmullos. Yo no tenía palabras para nada. Algunas chicas tenían los ojos aguados.

-Yo... -miré a Rosa y Sebastián, quienes sonreían.

Miré a las chicas.

Miré a sus bebés.

Miré el personal.

Miré la mesa, el comedor, la comida, la sala, el jardín, la estructura.

Miré lo que me había destruído y lo que habíamos construido.

Juntos.

Miré a Noah.

¿Lo amaba?

-Yo... Acepto. -dije emocionada.

La sala se volvió un bullicio enorme. Aplausos, gritos, chillidos. De todo tipo de celebraciones posibles. Noah calzó el anillo en mi dedo y me quedaba un poco suelto, pero nada que no se pudiera solucionar. Era hermoso de todas formas.

Se puso de pie y pensé que me besaría, pero no lo hizo. Besó mi estómago. Y eso me demostró que hice lo correcto.

-Todos merecemos una segunda oportunidad, gracias a tí por dármela -susurró y finalmente me besó.

Luego de eso terminamos de comer y las chicas se acercaron a felicitarnos una a una mientras nos dirigíamos a la sala de estar.

Habían muchísimos sillones cómodos, el piso era alfombrado. Todo era colorido. Había una gran televisión que estaba apagada y había un sitio especial para los bebés más grandes, donde estaban cercados y tenían muchísimos juguetes a su alrededor. El piso colorido de esa área era especial para aquello.

-Ahora vamos a entregarles un pequeño regalo a cada una, esperamos les guste. -dijo Sebastián.

Él y Rosa habían traído las cosas. Eran muchísimas bolsas. La felicidad de las niñas era increíble. Eso nos hacía felices y estaba tan agradecida de mi familia por lo que habíamos logrado.

A veces queremos tener y tener bienes materiales, pero nunca pensamos en recolectar momentos, experiencias, sonrisas. Y eso es lo más valioso.

-¿A dónde vamos? -le pregunté a Noah al ver que no íbamos a casa.

-Hice una reserva en un restaurante cerca de aquí, ya sabes. Para celebrar que tu futuro esposo ya es el licenciado Noah O'brien. -guiñó un ojo.

-Está bien, te esforzaste muchísimo en tu tesis. -dije quitándome los tacones. Mis pies ya se hinchaban un poco.

-Sin tu ayuda no hubiera podido, además, ya tengo trabajo gracias a tí.

-¡Oye! -protesté. -Eres bueno. Por eso te contraté.

-Mi esposa es mi jefa. Eso sería un ideal título para un libro, ¿cierto?

-Sí... Lo escribiré algún día. -dije riendo.

-También irá mi abuela con su novio. -soltó.

-¿Qué? -abrí los ojos. ¿era lo que yo estaba pensando?

Noah se encogió de hombros.

Tal como yo lo pensaba, Rosa llegó con Sebastián de la mano. Mire a Noah con los ojos entrecerrados.

-¿por qué no me dijiste que estaban saliendo? -pregunté en un susurro.

-¡pensé que ya lo sabias! -sé hizo el inocente.

Sebastián fue el primero en hablar.

-También nos vamos a casar. -comentó.

¡Dios mío sentir tantas emociones en un día debería ser ilegal!

-Les deseo lo mejor sinceramente. Salud por la vida de a dos -dije elevando mi batido.

Todos brindamos.

En ese momento, era feliz. O al menos creía serlo.

No pensé que mi vida cambiaría tanto un mes después.







Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro