Capítulo Cuarenta Y cinco | Editado
-¡ya casi estoy! -grité a Noah del otro lado de la puerta mientras Laura terminaba mi peinado.
Mi cabello rubio había crecido bastante las últimas semanas. Como diariamente estaba liso, esta vez decidimos ondearlo.
-¡Te ves hermosa! -chilló Laura. Estábamos en mi habitación.
La abracé sinceramente y comencé a llorar. El embarazo me ponía aún más sensible de lo que ya era.
-Ay no... -escuché a Laura -¡no llores! Arruinarás el vestido. -dijo un poco frustrada.
La entendía. Ella y Rosa habían estado lidiando con mi estado de ánimo todos estos benditos cinco meses de embarazo que se notaban a través de mi vestido color rojo carmesí.
-Perdón es que... Gracias -dije sinceramente. -gracias por todo, por ayudarnos en la fundación, por amar a mi bebé, por ayudarme a mí. -dije con los ojos brillosos. -Sin mi madre todo ha sido más difícil pero has estado conmigo siempre.
Sus ojos se cristalizaron. El tema de las madres era demasiado delicado para ella, y creo que lo es para todos los que hemos perdido a la nuestra.
-Te quiero muchísimo. Me veo reflejada en tí, Celeste. Y me gustaría ser tan fuerte como tú. -dijo limpiándose una lágrima.
Nos dimos un último abrazo, para no llorar más. Sino llegaríamos tarde a la inauguración de la fundación "Adela Sophia" que tras largos trámites, inversiones y permisos habíamos logrado levantar. Si, no sólo yo. Todas las personas que estamos en esta gran casa a las afueras de la ciudad.
Para cuando llegamos abajo, todos estábamos muy guapos. Rosa llevaba un vestido negro formal y Sebastián llevaba un terno del mismo color. Noah también llevaba un traje negro pero llevaba una humita a juego con mi vestido. Laura iba de vestido beige, que a juego con su cabello pelirrojo le quedaba perfecto.
Nos subimos a los autos respectivos: Laura en el suyo, Noah y yo en el mío, Sebastián y Rosa en el de Sebastián.
-Te ves realmente hermosa -dijo Noah besando mi pálida mano.
-No te quedas atrás -sonreí. El azul de sus ojos se notaba muchísimo más que antes a mí parecer.
-No puedo creer que al fin es el día de la inauguración. El tiempo pasa demasiado rápido. -sonó melancólico. Reí por lo bajo.
-Y habrán muchos inversionistas importantes. -añadí.
-¿y? -preguntó, extrañado.
-¿y? -repetí. -Contactos -dije obvia -Estas a punto de terminar tu tesis, conseguir unos buenos contactos a los cuales defender estaría bien desde ya.
Asintió sereno.
-Yo no lo había pensado así, esa mente tan calculadora que traes a veces me asusta -habló serio.
Pero yo no reí. De cierta forma no me agradaba ser tachada de esa forma. Cuando nos enteramos que ambos estudiamos la misma carrera en la universidad no podíamos creerlo, era demasiada coincidencia para ser cierto. Pero era cierto, y yo no dudaba en prestarle mis contactos a mi novio.
-Solo decía -finalicé.
Pasados al rededor de veinte minutos, llegamos al lugar. Era enorme.
Las rejas eran coloridas pero a la vez elegantes. Un guardia de seguridad nos recibió muy amablemente y nos permitió pasar. Adentro parecía un laberinto dentro de un bosque nativo, pero el camino estaba pavimentado y habían señaleticas por todas partes.
Finalmente llegamos a un área donde podríamos estacionarnos y desde allí podíamos ver la celebración en el Gran ante jardín. El edificio era completamente hermoso. Muy grande pero acogedor. Ya habíamos venido muchas veces mientras avanzaba la construcción y mientras se agregaba el inmueble. La casa contaba con 50 habitaciones en las cuales había una cama y una cuna. Una gran sala de estar, cocina, comedor, muchísimos baños, piscina y gran patio. Todo el recinto estaba cercado y asegurado.
Noah me abrió la puerta del auto y bajé con cuidado mientras con una mano sostenía la suya y con la otra mi barriga. Comenzamos a caminar hacia los invitados y cuando llegamos allí todos comenzaron a aplaudir hacia nosotros.
-Señoras y Señores, con ustedes nuestra fundadora: ¡Celeste Black!
Miré al animador quien sostenía el micrófono en su mano y los aplausos aumentaron. Me dirigí hacia él y me extendió el micrófono. Lo tomé un poco insegura. Miré a Noah quien me guiñó un ojo a la distancia.
-La verdad es que... -silencio -todos nosotros somos parte de esto. Doy gracias al apoyo, a los inversionistas, a los abogados, a las firmas que recaudamos. Doy gracias a las autoridades presentes, y a mi familia -miré a Laura, Rosa, Sebastián y Noah. Todos estaban llorando -los cuales han sido parte fundamental de esto. Pero en especial quiero agradecer a mi madre, Sophia. Que desde allá arriba me dio las fuerzas y me da las fuerzas para seguir cada día. -una lagrima cayó sobre mi mejilla. -Siempre podemos ser mejores, siempre podemos ayudar un poco más, siempre podemos regalar sonrisas y oportunidades a quienes creían no tenerlas, a quienes creían que su vida no tenía sentido y que sus esperanzas estaban muertas...
Todos comenzaron a aplaudir eufórica mente, algunos silbidos se hicieron presentes.
-y por sobre todas las cosas -Proseguí. -Quiero agradecer a Daniel. -todo el mundo guardó silencio, algunos parecían no entender, otros miraban a Noah. -Gracias a él pude comprender muchas cosas que antes no. Él me ayudó a ser mejor persona. -sonreí y toqué mi estómago -Daniel, mi pequeño bebé que viene en camino. -un gemido de ternura se hizo audible. Miré a Noah, quien mantenía un semblante serio. -Que disfruten esta celebración, ¡gracias! -finalicé.
Para cuando terminé de hablar Laura vino corriendo hacia mí y me abrazo muy fuerte. Otras personas también se acercaron a felicitarme, pero yo solo quería llegar hasta uno.
-¿Estás bien? -pregunté una vez a su lado.
-Claro, ¿por qué no habría de estarlo?
Sonreí brevemente y luego lo besé. Noah no solía cuestionar mis decisiones y no lo hizo cuando decidí el nombre de mi pequeño, pero sabía que le dolía en cierto punto.
-Te quiero. -susurré con mi frente pegada a la suya.
-Yo también lo hago, Celeste. No te imaginas cuanto -me miró.
-Ven, te presentaré a alguien. -lo tiré.
Cruzamos un par de personas hasta que llegamos a Henry, mi socio y amigo de la familia.
-¡mi chiquita! -dijo cuando me vio a su lado. Tenía una copa de champagne en su mano. -No sabes lo orgulloso que estaría tu padre de ti. Te felicito mucho por lo que has logrado. ¡Mira! -dijo abriendo sus brazos -Es increíble.
Le correspondí el abrazo y le presenté a Noah.
-Él es mi novio, Noah.
-Un gusto -dijo este extendiendo su mano.
-El gusto es mío -dijo tirando de él y envolviéndolo en un abrazo.
-Verás, Henry. Lamento hablarte aquí pero he estado tan ocupada, ya sabes -asintió. -He visto unas irregularidades en los documentos que hemos estado manejando en la empresa a nivel internacional.
Henry abrió los ojos con sorpresa, creo que no se lo esperaba.
-No puedo creer esto, Mario es el abogado oficial, tantos años con él... Nunca pensé que pasaría esto. ¿Qué me estas queriendo decir? -preguntó.
-Lo que sucede es que ha estado viéndonos la cara todo el tiempo mientras se queda unos cuantos miles de dólares. -suspiré.
-Lo despediré hoy mismo -dijo furioso.
-Esta más que claro, la cuestión es que ya conseguí otro abogado -chasquee la lengua y apunté con mi cabeza a Noah a mi lado.
Este abrió los ojos de par en par. Ya sabía de la importancia de mi empresa, sabía el prestigio que tenía y sabía que hacerse cargo de la legalidad era una perfecta experiencia en su currículo. No era tonto.
-Me parece perfecto entonces -Henry sonrió. -¿mañana puedes pasar por mi oficina? -preguntó.
Quisiera seguir aportando, la cara de Noah parecía un poema. No podía creerlo, pero fui tirada por un brazo que me apartó mientras ellos seguían conversando.
-Tengo algo que decirte -dijo Laura, exaltada.
-Tranquila mujer, ¿es algo malo? -pregunté extrañada.
-No, al contrario. ¡Es algo muy bueno! -chilló. -Mañana te necesito en el trabajo muy puntual. Me ha llamado el jefe superior -Abrí los ojos y escupí un poco de mi jugo. El jefe superior es un abogado muy prestigioso que trabaja para la fiscalia. Era el dueño de la empresa en la que trabajamos.
-¿Qué pasó? -pregunté asustada.
-Hay un hombre. Ethan Evans, necesita defensa.
La miré con cara de pocos amigos.
-¿Es broma? -pregunté. -Todos los que solicitan la empresa necesitan defensa, torpe. -le dije.
-¡escucha! No es cualquier hombre. No sé qué tiene, pero mañana te vas a reunir con él para que te pongas en corriente con el caso. Los documentos los tendrás en tu oficina cuando llegues.
-¡¿yo?! -dije incrédula.
-si, tú. Eres muy capaz. Además el jefe te asignó especialmente por tus grandes capacidades. Contigo es victoria asegurada, Celeste.
-Pero mañana es la llegada de las niñas -Hice un puchero. -¿no podré estar?
-Sabes que soy tu jefa pero esta vez no son ordenes mías cariño... Lo siento -dijo lamentándose.
-Tranquila, pero créeme que tendré un gran rencor contra ese hombre tan importante, "Ethan Evans" -dije haciendo comillas con mis dedos.
Ambas reímos y luego de eso seguimos disfrutando el delicioso bufete.
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