Capítulo Cinco |Editado
Celeste
Apenas abrí los ojos intenté moverme, pero una extraña sensación me lo impidió.
Me encontraba en una habitación blanca y muchas agujas pasaban por mis manos y brazos. No entendía un carajo.
Lo que más me incomodó en ese instante era la cosa que tenía dentro de mis agujeros nasales, tanto así que me hizo desesperar.
No entendí lo que pasaba, me costó reordenar mi mente hasta que recordé.
Ese sujeto.
El golpe.
Daniel.
Daniel me ayudó.
-¡Daniel! -comencé a gritar entrando en desesperación. Sin saber por qué -¡Daniel! -Intenté moverme otra vez para quitar las agujas que tenía sobre mi cuerpo.
-¡señorita! Por favor calmese. Está sufriendo una crisis de pánico -dijo entrando una señora vestida completamente de blanco.
Al llegar a mi lado sujetó mi cara con ambas manos.
-¡no! –ni siquiera la miré. —¡Daniel! ¡Él me salvó! Daniel, ¿dónde está? -dije esquivando sus manos de mi rostro en un intento desesperado por moverme.
No estoy loca, Daniel me ayudó, lo recuerdo. Sentí un dolor muy fuerte en mi pecho.
La enfermera salió del cuarto disparada y pude oír su grito.
-¡Doctor, la paciente de la habitación número 103 ha despertado!
No sé que pasó después, sólo vi cuando llegó un señor de aproximadamente cincuenta años junto a otra mujer, ambos vestidos de blanco.
Antes de poder decir alguna palabra me tomaron fuertemente mientras una de ellas ponía una inyección en mi brazo.
Solo eso bastó para dormir otra vez. Esta vez no soñé.
***
Abrí mis ojos.
Me sobresalté al ver al mismo señor de hace un rato de pie a mi lado.
-Celeste black. -dijo revisando un archivador que tenía en las manos. -por favor mantén la calma. Te explicare todas las dudas que tengas, pero en primer lugar debo decirte que has tenido un accidente. Dime, ¿Qué recuerdas de ese día?
Recordaba muy bien como había sido ese accidente, donde había sido y la cara del hombre que me golpeó. Yo lo había atropellado, pero eso no justifica que haya intentado matarme.
Una persona normal no anda con un arma a plena luz del día.
Ese hombre no quería matarme a mí, sino a Daniel.
Éste sujeto no estaba metido en nada bueno.
¿Y por qué aún así sentía que quería estar cerca de él?
Carraspee la garganta antes de hablar.
-un hombre quiso robar mi auto -mentí, en parte -me golpeó haciéndome caer al suelo y luego de eso lo único que recuerdo fue que solo quería dormir. -dije finalmente apretando la mandíbula.
Podría haber nombrado a Daniel, pero no quería exponerlo.
Sentía que debía protegerlo de alguna manera.
El doctor asintió.
-Lamento mucho lo sucedido Celeste, llegaste aquí con un golpe muy fuerte en la cabeza. Un golpe que no hubiera podido esperar más, afortunadamente llegaste a tiempo.
Analicé sus palabras. Después de todo Daniel me salvó la vida.
Rápidamente siguió hablando.
-Celeste -suspiró -has estado en coma durante un mes.
Joder.
Abrí mis ojos sorprendida. No puede ser.
El doctor se quedó asimilando mi reacción pero simplemente no tenía palabras.
-tu madre se encuentra aquí, apenas la contactamos llegó y no se ha ido ni un día de tu lado. Sin embargo el chico que te trajo al hospital ha demostrado mucha preocupación e interés por quedándose todas las noches contigo esperando a que despertaras.
-¿Daniel? -mis ojos brillaron.
-eh... Si, creo -frunció el entrecejo un poco confundido.
-¿dónde está él? -pregunté esperanzada, mas la respuesta que me dio no fue la que esperaba.
-venía cada noche hasta hace una semana, cuando tu madre decidió pasar tiempo completo a tu lado, se veía muy angustiada.
Asentí y baje la mirada.
-lo siento mucho, pero no se nada de él. -finalizó y luego sonrió cerrando los ojos un momento.
-esta bien, gracias... Por favor déjeme ver a mi madre.
¿Yo pidiendo por favor? Sí. La situación me dejó muy sensible.
Puaj.
Sonrió y antes de abrir la puerta miró hacia mí.
-Todos estamos muy felices de que te hayas despertado. Has tomado mucha popularidad en este hospital, un mes es mucho tiempo.
Asentí.
—disculpe por el escándalo de hace un rato -comenté nerviosa.
-tranquila, es normal debido a la situación traumatica que viviste. Descansa. -completó y sin más salió de la habitación mientras que unos segundos después una mujer rubia y de ojos verdes entraba. Mi madre.
Apenas nuestras miradas de cruzaron se puso a llorar y me abrazó como si hubiese muerto y hubiese vuelto a la vida, aunque considerando que estuve un mes inconsciente, digamos que eso pasó.
-pensé que nunca más vería tus hermosos ojos Abiertos -lloró.
Sentí ganas de rodar los ojos, pero la situación no lo ameritaba.
—te extrañé mucho hijita, eres muy importante para mí. ¿Lo sabes?
Una lágrima cayó por mi ojo derecho y la quité rápidamente.
Si era tan importante para ella, ¿por qué no venía a vivir conmigo?
Comenzó a acariciarme el cabello y a decirme mil palabras empalagosas típicas de las madres.
Ahora si no pude evitar sentir un poco de asco por tanta dulzura. Así que para no hacer una arcada, rodé los ojos.
Me sentía mejor debido a que mis brazos ya casi estaban libres de cables y el respirador artificial había sido eliminado de mi cuerpo.
Debieron haberlo sacado cuando me pusieron un calmante y me dormí.
-aunque estuve inconsciente un mes, de todas formas te extrañaba. -dije sinceramente. -¿te imaginas si no hubiera despertado? -dije riendo como si eso hubiera sido algo increíble.
levanté mi rostro hacia el preocupado semblante de mi madre. Dejé de reír.
Teníamos una buena relación. Le tenía la confianza suficiente, sin embargo y como he mencionado otras veces mi madre esta todo el tiempo preocupada por mi bienestar.
Eso era tremendamente jodido, pero en parte la entiendo.
Luego de haber pasado tantas cosas horribles, lo último que ella quiere es que yo sufra, pero hay algo de lo que estoy muy segura.
yo odio la lástima.
Y sabía muy bien que en parte mi madre eso sentía por mí.
-ni pienses en eso Celeste, si te pasa algo yo me muero. -gimió de dolor. —Eres mi única hija, eres lo único que tengo luego de perder a tu padre, no soportaría una pérdida tan grande otra vez.
Alcancé a atajar esa lágrima que rodó por su mejilla con mi dedo pulgar. Debía ser la fuerte cuando se trataba de mi padre.
Y era cierto, la pérdida de mi padre ha sido uno de los tantos momentos difíciles que hemos tenido que pasar.
-mamá, ven a vivir conmigo. -dije insistiendo una vez más.
Se cuanto ama su ciudad, pero pensar que es lo único que tengo y que está muy lejos de mí termina de romperme.
Ambas queremos estar cerca, pero ella insiste en vivir en esa maldita casa atormentandose de recuerdos.
Yo insisto en huir de ellos.
Es por eso que me cambié de ciudad.
-Hija, sabes que no puedo hacerle eso a tu padre. -se tapó la boca con ambas manos mientras las lágrimas caían por sus mejillas. -A él le hubi...
Qué débil, joder. La interrumpí antes de que siga hablando.
-¡No mamá! -alcé un poco la voz. -A él le hubiera gustado que fueras feliz... Eres joven, eres bella, tienes una vida por delante aún, no puedes vivir de recuerdos. -la miré intentando converncerla.
Estaba tan malditamente cansada, siempre la misma discusión.
Miré su rostro y al parecer mis palabras la habían dañado.
Decidí cerrar los ojos y calmarme un poco. Inhale y exalé como dijo el terapeuta. Luego hablé.
-perdón, ¿si? Es solo que estoy cansada de la misma discusión siempre.
-esta bien hija, no te preocupes... Solo vendré a visitarte más seguido. -agachó el rostro.
Que sensible esta mujer, se nota que es mi madre.
La diferencia es que yo se ocultarlo muy bien. Así la vida es más fácil.
De todas formas me sentí mal.
Sentí que le hice daño con mis palabras. A veces sin darme cuenta era una persona muy dura.
-iré a vivir contigo por un mes. -dije sin pensarlo demasiado, queriendole hacer sentir mejor.
Sus ojos brillaron, y por primera vez desde que la vi, sonrió con sinceridad.
Eso de alguna forma llenó mi corazón. La amaba, finalmente era mi madre.
Por ella haría todo lo que esté a mi alcance.
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