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Capitulo trece

Le ha costado pegar el ojo. No es novedad. Pero cuando por fin lo consiguió, miro por última vez el mensaje de París y se fue a dormir con una boba sonrisa. ¿Por qué de repente lo ha hecho?

Ya para cuando despertó, se sintió renovado y con un gran ánimo. Hasta se logró hacer un desayuno diferente a los de los demás días. ¿Pero qué mosco le ha picado? El instituto espera, y al parecer también París. Cuando llega al instituto, mira en todas las direcciones para poder encontrarla. Pero no da con ella. Tal vez llegara mas tarde, o se le pego las sabanas a la cama; y será mejor que se detenga antes de que empiece a alucinar. Aparte, ve a Manu al otro lado de la calle y viene hacia a él.

– Hola tío. – Saluda chocando las cinco.

– Hola.

– ¿Hoy te toca química?

– ¿No me digas que quieres que te pase los deberes?

– Solo es un simple favor. – Dice encogiéndose de hombros. Víctor esta por responder, cuando siente dos toquecitos en su espalda y provocan que se pare en seco. Solo una persona hace eso, y no tiene ninguna duda de cuando se dé la vuelta la vea parada detrás de él y pasándose un mechón detrás de su oreja.

Manu lo ve y Víctor se voltea antes que él a ver a la persona que tenían detrás de ellos.

– Hola. – Dice tímidamente y haciendo justo lo que Víctor pensaba.

– Hola. – Dice él también con una sonrisa igual de tímida. Y cuando se miran a los ojos, sienten que solo existen ellos dos. Pero es la misma París quien rompe el contacto cuando siente la mirada de otra persona sobre ella, es Manu.

– Oh, hola Manuel. – Dice saludando con la mano.

– Hola París. – Saluda – ¿Sabes que Víctor habla mucho sobre ti? – Pregunta divertidamente provocando que ambos mencionados se queden en blanco. Víctor tiene que bajar su rostro para no tener que ver a París y aprieta los puños con fuerza. Pero antes de que Víctor vaya por la decisión de salir corriendo, Manu estalla en una carcajada – Si. Hablamos sobre ir a estudiar a París.

– Eso suena genial. – Dice amablemente. A lo cual Víctor solo puede soltar un suspiro que intenta disimular.

– ¿Ah que sí? – Dice, para luego mirar a Víctor y darle una palmada en la espalda – Sera mejor que termine la tarea de química antes de que el profe llegue. Los veo luego. – Dice Manu y despidiéndose con la mano entra al instituto, dejando a París y a Víctor solos.

Los alumnos que recién van llegando los miran con extrañeza. ¿Qué hacen dos polos opuestos uno frente al otro? Se formulan en su cabeza, para luego seguir su camino.

– Disculpa a Manu. Suele contar chistes horribles. – Dice rascándose su nuca.

– No te preocupes, ya lo sabía. Hice un pequeño trabajo con él, y me tomo por sorpresa. Como hoy. – Comenta pasándose un mechón detrás de su oreja.

Sorpresa... En eso piensa en lo que le dijo ayer París.

– Ayer tú me dijiste que tenías una sorpresa. ¿Ya...me puedes contar sobre ella? – Pregunta.

– Cierto. – Dice seguido del estrepitoso sonido de la campana. ¿Por qué esa cosa suena en los momentos menos oportunos? – Te contare antes de la primera hora. Atento a tu teléfono.

– Vale. – Alcanza a decir cuando París entra con prisa al instituto y se despide con la mano, y Víctor pierde la oportunidad de tomarla. Quedándose parado en plena entrada.

El segundo sonido de la campana lo hace volverse y emprende camino hacia su salón de clase. Mientras que espera que llegue el profesor, tantea con su teléfono y aparece ante él un mensaje de París.


Nos vemos en la biblioteca en el descanso. ¿Te parece?


¿En la biblioteca?, ¿Qué se trae en manos?


Vale. Nos vemos ahí entonces. Espero encontrarte en ese laberinto de estantes y libros.


Escribe y lo manda. Bajo la foto de París aparece que está escribiendo y su respuesta no se hace esperar


Jajaja espero que lo hagas. Pero creo que, si jugamos al escondite, yo gano en encontrarte.


El profesor hace acto de presencia y Víctor lo recibe con una sonrisa que, aunque no lo sabe, es de un ilusionado.


Otra vez el sonar de la campana significa un alivio para todos. Esos treinta minutos de tranquilidad y libertad son los mas significativos para cualquier estudiante. Y Víctor ha sido uno de los muchos que salieron presurosos a los pasillos del instituto. Cuando esta por ir a la biblioteca, recibe otro mensaje de París donde le dice que lleve sus apuntes de los cursos de hoy. Otra vez arquea una ceja y termina regresando por su mochila y vuelve a retomar su camino hacia la biblioteca. Ahora a buscar a París. Hasta que da con ella, en una de las mesas de estudio lejos de las demás. Está usando sus gafas de lectura mientras revisa un blog de notas, entonces pestañea y, como si supiera que estaba mirándola, alza su mirada en su dirección y lo saluda con la mano.

– Me encontraste. – Dice cuando Víctor se acerca.

– Y lo hice. – Dice tomando la silla que hay frente a París y se sienta en ella – ¿Pero que es todo esto? – Pregunta viendo las pilas de libro y el bote de lapiceros en la mesa.

– Resulta que falta una semana para los exámenes de diciembre. Y ayer me dijiste que no te había ido muy bien en tus últimos exámenes.

– ¿Lo recuerdas?

– Claro. – Dice ajustándose las gafas – Así que pensé si tal vez te gustaría tener una compañera de estudio.

– ¿Compañera... de estudio?

– Si. Quedar en los descansos a revisar los temas y practicar. He escuchado que cuando uno estudia en compañía, y entre ambos se ayudan, es mejor el resultado. – Explica y sus gafas se vuelven a bajar – Así que, ¿quedamos ayudarnos para los exámenes? – Dice estrechando su mano. A la cual Víctor la toma.

– Me parece bien la idea. – Dice, y se inclina para con su otra mano le ajusta las gafas a París. Provocando que se sonroje y Víctor, que se percata de lo que ha hecho, desvía su mirada de ella y toma su mochila – Y dime, ¿Qué temas tienes en mente? – Le pregunta en lo que busca sacar un blog y un bolígrafo de su mochila.

– Pues. ¿Qué temas se te dan fatal? – Pregunta. Víctor le comenta que ciencias, matemáticas y geografía no se le dan bastante bien. Al igual que París; que le cuenta que no es tampoco una fanática de las ciencias, pero sí de las matemáticas. Y que filosofía y lenguaje, le son pesadas, pero da su mejor esfuerzo; algo que coincide a la par con Víctor.

Empezando su primera sección con matemáticas. Mientras resolvían problemas de geometría, París descubrió algo: que Víctor si era bueno. Pero veía que se le escapaba un dato y que le costaba ver de otra perspectiva el problema. A lo cual, ella siempre le ayudaba. Ya cansados de ver figuras geométricas y por poco sacar el área del estante de los libros de historia, decidieron revisar química antes de que terminara el descanso. Y París no mentía al decir que no era fanática, Y Víctor veía como se rompía la cabeza intentando resolver un ejercicio.

– Pausa. – Dijo sacándose sus gafas y frotándose las cien – ¿Qué es lo que pasa con este ejercicio? – Dijo volviendo a ver el ejercicio.

– El otro día, Manu me conto que parece que el profesor quiere ver varios ceros en el próximo examen. Porque está haciendo los temas mas complicados.

– Creo que sí. – Dice volviéndose a poner sus gafas para seguir intentando con el ejercicio diabólico.

– ¿Puedo intentarlo? – Dice extendiendo su mano. París vuelve su mirada del ejercicio a Víctor, y le entrega el blog. Y mientras él intenta resolver el ejercicio, París apoya su rostro en ambas manos para observa a Víctor. Y, aunque le es inevitable, que ver a Víctor estudiando le es lindo. ¿Cómo se verá cuando este leyendo? Capaz se le quede viendo embobada. ¿Por qué?

Entonces Víctor alza su mirada y se encuentra con sus ojos jade que lo observan con determinación. A lo cual ella pestañea y se ajusta las gafas para disimularlo. La ha descubierto.

– Mira. – Le dice poniendo el blog sobre la mesa y con un bolígrafo sobre el problema – Si te das cuenta, aquí estas obviando una teoría y un elemento. – Explica señalando los datos y le muestra el procedimiento del problema.

– Ya veo... Gracias. – Dice con una sonrisa. Le ha entendido bien, como a un profesor.

– De nada. Me siento bien al haberte ayudado. – Dice entregándolo su blog, a la vez que suena la campana. El receso ha terminado. Ambos guardan sus cosas y salen de su rincón. El nuevo lugar de estudio de los dos. Ambos caminan al lado del otro, casi no hay alumnos por los pasillos e,

Inexplicablemente, sienten una gran tranquilidad. ¿Sera por qué pueden andar uno al lado del otro por el instituto? Una cosa es caminar en la calle. Pero es muy distinto en el instituto; Víctor, aparte de su gran tamaño, carga consigo una fama de peleas y suspensiones. Y París...es solo una chica tranquila que pretende llevar un perfil bajo.

– Víctor. – Le llama París – Puedo... ¿Preguntarte algo?

– Claro, dime. – Dice.

– Veras... ¿Por qué dijiste que se te daba fatal química? – Pregunta – Si has resolvió uno de los problemas más difíciles del temario.

– Oh, eso. – Dice. Lo ha tomado por sorpresa – Bueno... resulta que una noche de insomnio me puse a ver un libro de química y vi cómo resolver ese ejercicio. – Cuenta. París lo mira arqueando una ceja. Sus gafas, que ya no lleva puesta, le hacen sentir como si estuviera intentando descubrir un detalle en lo que ha dicho. Algo que se le escapa de su alcance.

– Vale. – Dice caminando, para luego dar paso a otra pregunta – Ayer, ¿has podido descansar bien?

– ¿He? – Dice nervioso – Ah, sí. Pude descansar bien. Hasta me levante de buen humor. – Comenta y esa respuesta hace que París sonría.

– ¿Y qué soñaste? – Pregunta, y la sonrisa de Víctor desaparece.

¿Qué que soñó?

Lo recuerda bien... aquel sueño que no quiere irse de su mente y que siempre lo persigue. ¿No que los sueños cambian? ¿Por qué con él no es así? Y, aunque se fue a dormir viendo la foto de París y leyendo su mensaje por última vez, no ha podido soñar completamente con ella. Porque la imagen de aquella noche vuelve a su cabeza, y no hay forma de deshacerse de ella.

– No lo recuerdo bien. – Dice sonando cortante antes de llegar a su salón de clases – Me tengo que ir. – Dice entrando al salón y mirando por última vez a París. Despidiéndose con la mano.

París también hace lo mismo. Solo que todavía no entra a su salón de clases. Mas bien, su cabeza se va llenando de preguntas sin respuesta y, sobre todo, está preocupada por Víctor. Desde ayer ha visto que algo le atormenta. Quiere ayudarlo, pero parece que es complicado. Porque él se cierra cuando ella le pregunta sobre ello. Por hoy, no ha logrado mucho.

Suspira...Tampoco ha logrado decirle que ella si soñó con él.

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