
El odio también es un impulso para seguir
|20|
ALLEN
Las nubes cargadas de nieve no daban paso a los rayos del sol.
El día era más frío que los anteriores llevándome a los momentos en que toda mi pesadilla comenzó, me martirizaba recordando como la nieve caía con más fuerza y la noche había pasado de ser blanca a rojiza.
—Parece como si una tormenta fuera a desatarse —habló mamá apretando con fuerza la tela blanca de la cortina que cubría la ventana, los vidrios se encontraban empañados.
El interior era cálido, pero estaba seguro que una vez que saliera muy posiblemente me congelaría.
Había dejado el auto de Evan para poder recoger mi motocicleta la noche anterior, dándole vueltas al asunto de la nota atorada en el limpiaparabrisas. Porque por mucho que pensara solo podía creer que alguien había hecho algo así.
Por todos los comentarios de falsa hermandad, y aquella declaración final.
No podía dejar de recordar la expresión de Rider de odio total, sus palabras llenas de rencor.
¿Qué había pasado con él?
Cuándo salí de la cárcel me había convencido firmemente que lo mejor para mí era olvidar todo, había escuchado por parte de Evan y los chicos que jamás supieron que había pasado con él, que muy probablemente se encontraba muerto por todos los problemas que cargaba y hasta cierto punto quería creer eso. Pero nadie más se me venía a la cabeza, no sabía quién más podía odiarme tanto como él.
—¿Hay alerta de tormenta? —preguntó Aaron terminando de abotonar su saco, mi madre negó.
La noche anterior las nubes no estaban tan oscuras, en cuestión de horas el color había cambiado de manera radical, mostrando que quizá una tormenta llegaría esa noche.
—Es un mal presagio.
—Tal vez no sea nada. —Mi hermano tomó su portafolio y se acercó a mamá para besar su mejilla, ella cerró los ojos ante la acción de mi hermano. Aaron dio un par de pasos hacia mí, me encontraba anudando las agujetas de mis botas, listo para salir —. Te ves… diferente.
Elevé la cabeza para observarlo y me erguí, ¿era tan notorio que me encontraba sumamente feliz?
—¿Ha sucedido algo bueno? —preguntó ladeando el rostro levemente, tomando su barbilla. Una de sus cejas se encontraba enarcada como si estuviera analizandome.
No quería hablar al respecto, porque aún no estaba seguro de que era lo que pasaba. Sabía que tenía mucho trabajo por hacer, muchas heridas que sanar y aunque me costara la vida me esforzaba por ello, por regresarle la sonrisa a Edén.
Fue inevitable que sonriera a causa de ello.
—Lo sabía. —Volvió a hablar mi hermano sacándome de mi ensoñación —. ¿Has arreglado las cosas con Edén?
Di un par de pasos en dirección a mamá para darle un beso en la mejilla en forma de despedida.
—Tal vez. —Ella sonrió mientras mi hermano lanzaba una risa suave, no burlesca, si no llena de satisfacción.
—Espero que así sea —habló alto intentando llamar mi atención, pero yo ya me encontraba en la puerta dándole la espalda, ocultando mi sonrisa. No quería ser la burla de Aaron y lo conocía perfectamente como para saber que una vez me viera de nuevo con Edén él y Evan se encargarían de molestarme todo el día.
Y bajo sus miradas salí de nuestro hogar, dispuesto a buscar a Edén ese día, aunque la temperatura era baja la nieve aún no comenzaba a descender.
Llegué al garaje y me monté en mi motocicleta, entendía que si quería pasar por Edén lo más sensato era conseguir un auto para no exponerla. Después pensaría en eso. Pero sin lugar a dudas ese día me sentía más feliz de lo normal.
El trayecto al campus me resultó más corto, no era tan temprano así que la mayoría de los estudiantes comenzaban a llegar dispuestos a tomar sus clases como si se tratara de otro día normal.
Me bajé y me recargué en la motocicleta, esperando a que Edén llegara, estaba seguro de que ella llegaría siendo acompañada por Skyler, y aunque el chico no terminaba por agradarme por lo menos sabía que estaba segura con él.
Pero los minutos transcurrieron y ninguno de los dos apareció.
—Buen día Allen —escuché a mis espaldas, caminaba abstraído. Con el único objetivo de encontrar a Edén, realmente no estaba poniendo atención a mi alrededor.
Mis pasos no se detuvieron pero sí bajaron su cadencia y dejé que Ámbar me diera alcance, su larga cabellera rojiza revoloteaba de un lado a otro.
—Buen día —saludé. Había aprendido a lidiar con ella, y ese era un gran paso, el perdonar a quienes nos habían lastimado en el pasado y que realmente lo merecían.
Aunque ella sabía bien que no iba a darle una sonrisa, me conocía a la perfección como para saber que mi forma de ser era seca, poco demostrativa. Con cualquiera que no fuera Edén no me interesaba dar muestras de afecto.
—¿Todo bien? Te ves preocupado —cuestionó y era verdad, no había visto a Edén por el edificio. Eso lograba que mi expresión resultará más apática de lo normal.
Fue cuando recordé que ellas pertenecían a la misma facultad, ya que medicina y enfermería se encontraban en el mismo lugar del campus.
—¿Has visto a Edén?
Sus ojos parecieron brillar y su boca quedó abierta un par de milímetros.
—Vaya, por fin han arreglado las cosas —dijo. Una sonrisa pícara se había dibujado en su rostro, mientras mi expresión era la misma, sin siquiera alterarme.
—Algo así.
—¡Eso es genial! —exclamó de manera repentina. Algunos de los alumnos había volteado al escucharla —. No tienes idea de lo bien que me cae la noticia.
Si me hubieran dicho años atrás de Ámbar sería nuestra principal fan no lo hubiera creído, pero la manera en que hablaba parecía sincera.
—Aún no es un hecho, pero eso es lo que deseo. Enmendar mis errores.
Las personas seguían pasando, el viento helado soplaba con fuerza.
—Te ves feliz —dijo llamando mi atención.
—Entonces, ¿sabrás en donde se encuentra? —Cambié el tema, tampoco me iba a soltar hablando con ella sobre todo la emoción que sentía en ese momento, mucho menos de lo que había ocurrido la noche anterior.
Aún pensaba que todo era irreal, pero quería olvidar mi máscara de serenidad para poder gritar lo bien que me sentía y eso aumentaba mi inquietud de no tenerla cerca.
—Hoy no ha venido, o por lo menos no la he visto, tampoco a Sky. —Detuvo sus pasos y se quedó en medio del camino yo hice lo mismo. Los alumnos iban y venían ajenos a nuestra charla, sumidos en sus propios problemas de universitarios. Por un momento su expresión cambió. —. Sabes, tenía días comportándose de una manera extraña, su mirada no era la misma. Ojalá realmente hayan arreglado las cosas.
Eso esperaba también.
Necesitaba encontrarla. Alejarme de ella era lo menos indicado, ella necesitaba saber que era lo más importante para mí.
Después de haberme dado cuenta de que solamente la lastimaba más con la distancia, y que en lugar de que me odiara había terminado lastimándose ella misma no podía seguir creyendo que ella estaría bien con aquella decisión estúpida.
La necesitaba más de lo que ella me necesitaba a mí, no podía alejarme de ella, simplemente ya no era una opción.
—Quizá se haya sentido mal y por eso no vino —comentó Ámbar —. ¿Intentaste contactarla por teléfono?
Conocía a Edén desde hace tanto tiempo, había sido mi novia antes de que me alejaran de ella, pero, en todo ese tiempo eran contadas las ocasiones en que la había visto utilizando su teléfono móvil y por esa misma no contaba con su número.
—No tengo su numero —dije igual de calmado.
Ámbar realizó una expresión extraña, como si estuviera viendo una extraña clase de alien que estuviera a punto de arrancarle la cabeza.
—¡Increíble! —exclamó —. Dejame entender: Edén en la chica de la que has vivido enamorado durante años, ¿y no tienes su número telefónico?
Me encogí de hombros. No había pensado en eso realmente, cuando intentaba alejarme de ella eso hubiera sido un impedimento.
Seguramente estaría haciéndole llamadas solamente para escuchar su voz y de alguna manera hubiera caído.
Si de igual forma de manera inconsciente buscaba siempre la forma de verla, eso no hubiera ayudado para nada con la distancia que quería mantener.
—Increíble —repitió con ironía —. Tienes suerte de que esta chica tenga su contacto.
Ámbar sacó su celular y comenzó a buscar entre sus contactos deslizando la pantalla hacia arriba, sus ojos estaban puestos en la pantalla, no reparaba en mí.
Colocó la bocina en su oído y esperó.
Su expresión segura pasó a una ausente cuando pasaron un par de segundos y fijando sus ojos en mí dijo:
—No contesta.
Iba a pedirle que me dejara intentarlo. Pensando que quizá estaría ocupada, pero antes de siquiera poder abrir la boca me quedé solamente con la intención.
—¿¡En dónde está!? —El grito de alguien detuvo los pasos de los estudiantes y llamó nuestra atención, la mirada de sorpresa de Ámbar se fijó en el otro lado del camino de asfalto haciéndome girar para ver qué era lo que sucedía. Logré darme cuenta que Skyler avanzaba hacia mí con los puños contraídos y una expresión fúrica. Con intensidad llegó plantandose frente a nosotros de inmediato y sin dudar sus dos manos me tomaron por el cuello de la chaqueta —. ¿¡En dónde está!? —repitió.
El silencio sepulcral de los alumnos quienes nos observaban, todos indagando qué era lo que sucedía, de por qué aquel chico se había presentado de esa manera.
Su rostro irradiaba un enojo tan fiero que jamás había visto en él. Realmente pensaba que ese chico no era capaz de alterarse.
Conservé la calma ante todo.
Mis manos aprisionaron sus muñecas para evitar la cercanía y con fuerza lo arranqué de mis chaqueta.
—Quieres tranquilizarte —dije con todo el autocontrol que pude. No entendía la causa de su furia —. ¿De qué demonios estás hablando?
—¿¡En dónde está Edén, maldita sea!? —exigió una vez más.
Un dolor punzante atravesó mi pecho, me había quedado con la guardia baja ante su acusación porque estaba seguro de que ellos dos estarían juntos. Sin poder reaccionar él aprovechó para estampar su puño en mi rostro haciéndome trastabillar.
Pero era tan grande la impresión de que me preguntara por ella que ni siquiera había hecho por defenderme.
—¡Allen! —gritó Ámbar asustada.
¿En dónde estaba?
La había dejado ayer en su habitación dormida.
¿Ella ya no estaba?
—La llevé por la tarde a su apartamento, casi colisiona en el pasillo y tuve que llevarla a la enfermería —expliqué posando mi mano sobre mi mejilla, aunque no le debía ninguna explicación a nadie —. Explícate.
El chico frente a mí no relajó su expresión, sin embargo pasó los dedos por su cabello con exasperación.
Me coloque frente a él sin sentirme intimidado por lo que acaba de hacer, al contrario, la próxima vez no lo lograría. Y aunque no quería hacer una escena y que me expulsaran las cosas no se iban a quedar así.
—Necesitamos hablar —sentenció con voz firme, con la molestia abriéndose paso a través de sus palabras.
Dio la media vuelta y avanzó por donde venía, intercambié miradas con Ámbar por un par de segundos, después ambos lo seguimos.
La sensación del pasto seco bajo mis pies fue un cambio evidente cuando nos dirigimos a un lugar retirado, lejos del tránsito de los alumnos, en donde el inicio de una gran arboleda seca comenzaba.
Skyler detuvo sus pasos una vez se dio cuenta de que nadie estaba alrededor.
—Necesito que seas honesto —habló ya más tranquilo —. ¿Qué fue lo que sucedió ayer entre tú y Edén?
Su pregunta me trajo a la mente ese momento en el que había estado con ella, ¿Cómo podría saberlo? Él no nos había visto llegar al lugar y no era algo que quisiera hablar con él y Ámbar estando de oyentes.
—No es algo que te incumbe —espeté, era algo íntimo que no tenía por qué revelarlo a él.
—Estuviste con ella —aseguró dando un paso hacia mí. Si era así a él no tenía por qué importarle, nuestra historia iba más allá de cuando él apareció.
—Si es así no es algo que debe importarte, he decidido que voy a regresar la sonrisa a su rostro.
Una risa simple salió del chico frente a mí, mientras Ámbar seguía en silencio, observando la situación.
—Necesito que seas claro, ¿qué pasó con Edén? —pregunté antes de que las cosas se volvieran a salir de control, yo por mi parte seguía con la cabeza fría intentando no alterarme.
—Edén no está. Desapareció en algún momento de la madrugada
—¿Estás seguro? —cuestioné intentando ser sensato.
Podría haber salido más temprano de su casa.
Quería buscar una excusa antes de comenzar con una búsqueda que no quería creer necesaria.
Skyler negó e introdujo la mano en el bolsillo de su pantalón.
—Esta mañana fui por ella, llegué a la hora de siempre. Todo estaba demasiado normal.
Eso esperaba, me había encargado de recoger la ropa de Edén y dejarla en la lavandería antes de salir. Aseguré bien la puerta, todo eso una vez me di cuenta de que ella se había quedado dormida, después de haberle prometido que no sería cosa de una noche y que la buscaría a la mañana siguiente.
—Pero ella no estaba —prosiguió. Una ventisca helada removió mi cabello, extendió el puño y lo abrió revelando lo acababa de sacar. Mis ojos se abrieron por completo en una mueca de horror al observar. Un paquete que conocía muy bien se encontraba en su mano.
—¿De dónde lo sacaste? —pregunté arrebatando el paquete, observando mejor. Era igual a aquellos que yo distribuía. La parte superior se encontraba rasgada, el paquete había sido abierto.
—Estaba en la habitación de Edén, tirado en el piso.
Mi pulso se descontrolo al entender la razón de la furia de Skyler, no era posible.
Simplemente no podía creer que ella hubiera ingerido algo así.
«—Se necesita estar demasiado hundido como para meterse esa mierda».
Recordaba mis propios pensamientos cuando tuve la oportunidad de probar y no lo hice, ni aún con todo lo que vivía en ese momento, siempre me abstuve de caer tan bajo.
Y ella lo había hecho.
Había hecho algo de lo que yo quería protegerla.
No lo podía creer, simplemente me resultaba imposible creer que ella hubiera tenido acceso a algo así.
¿Pero, en qué momento?
—La recepcionista asegura que un chico con tu descripción ingresó al edificio con ella durante su turno. —Mis ojos no dejaban de ver el paquete en mi manos, estaba comenzando a desesperarme por la situación —. Esta mañana llegué por ella. Hace unos días pasó algo de lo cual no te he hablado.
—Mi atención pasó al chico frente a mí. Giró su rostro un poco desviando la mirada, fue hasta que me fije que su mandíbula tenía una marca extraña —. Ella llegó muy alcoholizada a su hogar en compañía de un chico, si no hubiera llegado quizá él se habría aprovechado de Edén. Realmente estaba mal, tanto que cuando la llevé a su habitación a dormir ella hizo algo que nunca había hecho.
Estaba en silencio, dejando que relatara la situación. Intentando descubrir qué era lo que estaba sucediendo.
—Edén estaba dispuesta a que yo me acostara con ella. —No quería creerlo, no quería imaginarlo. Pensar que alguien más pudiera estar con ella. Aunque recordaba que ella seguía virgen cuando aquello pasó entre nosotros —. Sabía que no era lo que ella quería, que sólo buscaba un escape.
Negó dejando ver que estaba tan perturbado como yo.
Si tan solo lo hubiera sabido yo también, si en lugar de dejarme llevar por mis emociones hubiera pensado en cómo se encontraba ella.
Estaba rota.
Hundida.
No había pensado en su bienestar emocional porque era más la desesperación que tenía de estar con ella que pasé por alto todo su dolor.
Había resultado un estúpido egoísta una vez más.
—Se que estuviste con ella. Había sangre en sus sábanas. —Algo que había olvidado por completo —. Pero también te digo que ella había llegado a un punto en el que no le importaba de quien se tratara. Solo quería sentirse amada.
Eso me había dolido bastante, no lo había hecho por amor, solo se dejó llevar por el momento y ni siquiera me había preocupado por entender, por arreglar las cosas.
Todo estaba mal.
Mi plan de protegerla había resultado todo lo contrario, la había lastimado más de lo que podía imaginar.
Y ella no estaba.
Avancé pasando de ellos, cada segundo era crucial para encontrarla y la iba a buscar hasta en el lugar más apartado de la tierra.
—Allen —escuché a Ámbar hablar.
—¿A dónde crees que vas? —preguntó el chico tomando mi brazo, deteniendo mi andar.
—A buscarla, ¿a donde más? Tenemos que llamar a la policía para que hagan una investigación —dije.
¿Era estúpido? No teníamos tiempo.
Y mi paciencia no iba a durar mucho más, estaba comenzado a perder la razón.
Edén.
Edén.
Era lo único que me importaba.
El recordar la textura de su piel, el cómo yo estaba dando todo de mí para amarla, para decirle con mis acciones que ella era todo lo que necesitaba.
Y no había sido lo suficientemente listo para sentir su dolor, quería creer que aún había esperanza.
—¿No lo entiendes verdad? —cuestionó. No había nada que entender. Edén estaba desaparecida, había ingerido cocaína y yo ya no estaba con la tranquilidad que había querido mantener todo ese tiempo —. Pedí acceso a las cámaras de seguridad del edificio —prosiguió —. Eres el único que entró al edificio con Edén. Ella no salió de su apartamento por la puerta principal y si se llega a hacer una investigación tú serás el único sospechoso. Con tus antecedentes es probable que te vuelvan a encerrar.
Apreté los puños a mi costado, era verdad. Todo me señalaba a mi como culpable, mi palabra no tenía valor después de que ya había estado en prisión una vez.
Pero entre regresar a ese lugar y encontrar a Edén ella era lo más importante para mí, incluso más que mi libertad.
—¿Qué sugieres? ¿Que nos quedemos aquí sin hacer nada? —cuestioné, era realmente absurdo.
—¿Tienes idea de qué pudo haber pasado? Simplemente no puedo creer que ella se haya marchado nada más así.
Pasé la mano por mi cabello.
Tampoco quería creerlo.
—¿Quién tendría tanto odio como para hacerle algo? —preguntó Ámbar.
La nota de la noche anterior regresó a mi cabeza «Estás hundido hasta el cuello amigo».
Recordaba la frase amenazadora, aunque no le había dado la importancia que se merecía las palabras seguían dando vueltas en mi cabeza. También esa forma tan falsa de dar mostrar una hermandad que jamás existió.
El único que tendría razones para hacer algo así era Rider, aunque no sabía nada de él desde hace años. Y tampoco había entendido el por qué me odiaba tanto al grado de querer terminar con mi vida.
Giré y enfoque a Ámbar, ella debía de tener algún tipo de información.
—¿Qué pasó con ese pedazo de escoria? —pregunté de manera cortante.
Había luchado por enterrar mi pasado y a él junto a todo eso, simplemente quería dejar todo a un lado.
—¿Te refieres a Rider? —asentí rogando por no perder el control —. No lo sé, desapareció esa noche. Se dice que abandonó la ciudad.
Sabía que jamás lo habían encontrado.
Rumores rondaban sobre que había tenido una sobredosis y había muerto, pero ahora era en el único que podía pensar. Que pese a todos los años solo él era capaz de odiarme tanto como para hacerle algo a Edén.
El odio también es un impulso para seguir.
—No lo sé, simplemente desapareció —habló Ámbar con la voz estrangulada, comenzando a sentir la misma desesperación del ambiente.
—Quizá haya algo que pasamos por alto.
—¿Qué hay del chico del bar? —preguntó Skyler.
De todas las veces que había tenido un encuentro con ese sujeto ninguna había sido de frente, en dos ocasiones él utilizaba su casco y la primera no estábamos a una distancia en donde pudiera observar algo más de lo superficial.
—Quizá haya alguien que pueda darme información —avancé pasando de ellos.
Tenía una vaga idea de quien pudiera ayudarme, pero para esto tendría que desenterrar los fantasmas de mi pasado.
Si era la única manera de encontrar una solución no me importaría suplicar por ayuda, tener que rebajarme hasta que mi orgullo quedara por los suelos.
Notas del autor
Hola mis queridos y queridas lectores y lectoras.
No se cuantos ya habían llegado a esa deducción.
Al parecer Allen es el único sospechoso.
Y sus antecedentes tampoco ayudan, fue al último que se le vio entrar y el único que salió.
Está en problemas.
Esperemos para ver como se resuelve este problema y otra cosa.
¿A quién irá a visitar Allen?
Ojalá y hayan disfrutado el capitulo.
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