Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Él no me había dejado

|23|

EDÉN 

Veo que estás más feliz que de costumbre, Edén. 

El dolor de la aguja perforando mi piel no había sido como en veces anteriores. 

Sin poder evitarlo mantuve una sonrisa mientras observaba a mi doctora acomodar la bolsa rojiza que contenía una unidad de sangre, su comentario había ensanchado mi sonrisa aún más. 

Conocí a un chico —musité sin dejar de sonreír. Afuera la nieve descendía lentamente. 

La mujer que había conocido hace unos meses sonrió y se sentó junto a mí, observandome con una expresión socarrona. 

Yo era tan transparente y no me apenaba en absoluto el hacerle saber a quienes me conocían sobre mis sentimientos, no entendía que era sentirse avergonzada por algo así. Quizá porque no veía ningún tipo de maldad en dejar que el corazón se inflara con alegría.

Me había besado. 

Allen me había besado minutos antes de que mi padre llegara a la habitación del hospital que se me habían asignado. Había sido mi primer beso, el primer contacto que había tenido con algún chico en toda mi vida, y eso no me lastimó. Al contrario, sus labios sobre los míos eran como una especie de anestesiante que calmaba mis angustias. 

Eso me alegra, saber que estás haciendo amigos. 

Amigos. 

Mi ánimo decayó un poco ante la palabra alejada de lo que mi corazón gritaba. 

Había vivido en un mundo de cristal, mi enfermedad aunque no era discapacitante aún así me hacía dudar de que alguien quisiera estar conmigo, amarme tal vez sería imposible. 

Pero podíamos ser eso. 

Amigos. 

Él era tan lindo conmigo, lleno de cinismo y al mismo tiempo dulce, no podía dejar de pensar que cada vez que él sonreía yo comenzaba a sentir mi rostro arder. Esos ojos oscuros traspasaban mi alma y me llevaban a lugares inexistentes alejados de todo, dejando de lado mi condición, haciéndome ver que mi mundo no eran solo paredes frágiles. 

Que tal vez ese lugar que mamá siempre cantaba existía también aquí en la tierra, al lado de él, porque mi mundo sin matiz se había iluminado de un sin fin de colores cuando Allen se encontraba junto a mí. 






Si te sientes mal puedes llamar, vendré por ti en un segundo. —La voz de papá me parecía tan distante, mis ojos no dejaban de observar por el vidrio del auto el escenario gélido, los vestigios de nieve cubriendo las copas de los pinos y las ramas secas de los árboles. 

El frío del exterior me había dejado los dedos congelados pero no me había quejado sobre no querer ir a la escuela. Era la primera vez que asistiría a un lugar como tal, fuera de profesores privados y limitaciones físicas. 

No te esfuerces demasiado —prosiguió mi padre con un tono de voz preocupado pero estaba demasiado emocionada como para pensar en las posibilidades. 

No te preocupes papá, estaré bien

Mi padre negó con diversión y sonrió. El auto se detuvo fuera del instituto que sería mi nuevo hogar, en donde tendría un nuevo inicio. Ciertamente todavía pensaba en aquel chico que conocí en el hospital, pero internamente quería creer que algún día lo volvería a ver. 

Salí del auto de mi padre y antes de caminar pasando la reja blanca me detuve para tomar aire con fuerza infundiendome valor a mí misma. 

Caminar siendo observada por todos era extraño, tomé las correas de mi mochila y sonreí agachando levemente el rostro intentando pasar desapercibida. Podía con eso, podía sobrevivir a la escuela. Escuchaba las charlas de algunas chicas, era agradable no tener que ver rostros compungidos como los que estaba acostumbrada a observar en el hospital. 

Todos se veían tan llenos de energía, todos mostraban vitalidad. 

Ingresé por la puerta del edificio en búsqueda de mi casillero. Observé el papel entre mis dedos. Me habían asignado un casillero para dejar mis libros, me aseguré que fuera el lugar correcto y con cuidado abrí el espacio pequeño. Saqué los libros que sabía que ese día no iba a usar y traté de meterlos. Estaba demasiado concentrada intentando acomodarlos que no me di cuenta como unos ojos oscuros me observaban con insistencia fue hasta que su voz retumbó en mis oídos e hizo que mi corazón diera un brinco, entonces me percaté de su presencia. 

Estás aquí. 

Un susurro cálido que no solamente chocaba contra la piel de mi cuello, más que eso. Como un anhelo escondido debajo de un par de palabras tan simples, o la presión de su abrazo queriendo fundirse conmigo así como yo ansiaba perderme en él. 

Me sentía soñada, demasiado feliz de volverlo a ver. 





Sería una mentira decir que no me había decepcionado al verlo en la azotea fumando por impulso, cómo su rostro había cambiado de enojo a sorpresa al escuchar mis palabras quizá siendo cruel, pero era un tanto egoísta. No concebía cómo alguien como él, con todas las posibilidades del mundo echara a perder su vida con un vicio tan vano, como yo que no podía ni siquiera andar en bicicleta por el miedo a caerme y producirme una hemorragia. Estaba confinada a la seguridad. 

Aunque así era como tenía que hacerlo, aceptarlo como era, con sus errores y defectos. 

Haciendo oídos sordos a los murmullos de los pasillos. 

—¿Lo hiciste con él? 

Risas que no soportaba. Porque todos aquellos comentarios dolían, lastimaban mi pecho. 

Claro que lo hicimos, es tan caliente. 

Y yo... Guardando silencio. 

Silenciando el amor que poco a poco llenaba mi corazón.

Lo observaba de lejos, la expresión cambiante de esa cara de pocos amigos a una mirada reconfortante y una media sonrisa que no le había visto regalarle a nadie más que a mí. 

Quizá sólo era imaginación mía, no podía ser posible que él se enamorara de alguien como yo. 

Tan simple... 

Inocente... 

Defectuosa... 




—¿Ha sucedido algo? —preguntó la señorita Elizabeth. 

¿Tan evidente era mi expresión? De querer gritar, hacerle saber el mundo que también tenía el derecho de amar. 

Teniendo una charla con mi doctora quien solamente revisaba los hematomas de mis brazos y piernas pregunté aquello que tanto daba vueltas en mi cabeza. 

—¿Cree que algún día pueda encontrar a alguien que me ame? 

Cuestiones que antes no me interesaban pero que ahora abarcaban gran parte de mis pensamientos. 

Ella era una mujer de carácter fuerte, pero aun así me había acunado como una hija pasando esa línea de profesionalismo al regalarme un abrazo. 

Eres una chica bellísima, estoy segura de que quien descubra tu belleza tanto externa como interna va a ser un hombre realmente afortunado. 

Desde ese día... Recibiendo mentiras. 






No podía creer lo que sucedía. 

Sus labios sobre los míos, más que un solo roce inocente, había viajado hasta las estrellas sintiendo mis piernas doblarse, como si fuera a sufrir uno de aquellos desmayos a falta de hierro, pero no era eso. Eran las sensaciones de deleitarme con los movimientos suaves, que me pedían más de lo que creía poder dar. 

Estaba enamorada. 

No. 

Amaba a Allen. 

Y él me correspondía. 

O eso parecía. 

Hasta que  la nieve arrastró mis sueños a un mar profundo. 

No hables. 

Súplicas desgarradoras. 

Por favor quédate conmigo

La tibieza de las lágrimas cayendo en mi rostro, contrarrestando el frío de mis mejillas entumecidas, él lloraba. Mi cuerpo estaba siendo presionado con una desesperación tan latente y yo me perdía a través de luces de colores y un cántico que había mitigado el dolor de mi abdomen. 

—¡Edén, quedate conmigo! 

Y eran sus palabras que nuevamente me obligaban a girarme. A ver el camino que había recorrido, como una daga que atravesaba mi pecho, mi corazón estaba ligado a su existencia, a sus respiraciones. 

¿Por qué se había marchado? 

Después de tanto ruego. 

De qué mi razón para luchar había sido su voz trayendome de regreso, mi fuerza de voluntad para poder seguir a su lado. 

Respirando. 

Viviendo. 


—Allen... 

Mis ojos no obedecían, mi boca aún adormilada y mis brazos lánguidos, era el movimiento lento de mis falanges lo que me ayudaba a saber que estaba despertando de un sueño profundo.

Cerré los puños sobre la superficie dándome cuenta de que me encontraba en una cama, tal vez la mía.

¿Había sido un sueño? 

Mi cabeza quizá jugó conmigo al momento que accedí a aquella droga. 

Poco a poco las imágenes de una habitación que no conocía se presentaron ante mis ojos y una vez más el terror invadió mi cuerpo recorriendo mi periferia como una señal de alerta. 

El impulso me hizo sentarme dejando que mi cabeza oscilara, no pudiendo evitar sostener mi rostro con mi palma para controlar los mareos repentinos. 

—Hasta que por fin despiertas. 

Esa voz. 

Logrando que los destellos de mis ojos vacilran reflejando el miedo que no me dejaba a pesar de los años. 

De pie, frente a mí con una sonrisa cínica se encontraba el chico que había intentado asesinar a Allen. 

Por instinto me alejé de él arrastrándome sobre la cama cosa que ocasionó que soltara una risa a causa de mi reacción. Pero algo me lo impidió. Mis ojos se fijaron en la soga que estaba atada a uno de mis tobillos impidiendo que me alejara demasiado. 

—¿Estás asustada? —cuestionó acercándose más a mí. 

—¿En dónde estamos?

 Como si fuera a responder mi pregunta.

—Tranquila cariño, no hemos salido de casa —dijo. Se sentó a mi lado, en la orilla de la cama, extendió su mano para tomar un poco de mi cabello produciendome escalofríos en cuanto sus dedos tuvieron contacto con mi piel. 

—Eres muy bonita —musitó con una tranquilidad inquietante. 

Estaba segura de que mi expresión era de alguien que se encuentra aterrada. 

Mi pecho subía y bajaba, estaba agitada por la situación, muerta de miedo; tanto que quería fundirme con el respaldo de la cama. 

Observé un poco la habitación, era efectivamente el apartamento de un chico, no había nada trascendente. Las paredes grisáceas y la ornamenta básica para subsistir. 

Su mano soltó mi cabello y poco a poco bajó a mi rostro dándome caricias que no me resultaban para nada gratas. 

—¿A pesar de todo te entregaste a él?  —preguntó llamado mi atención, sacándome de mis pensamientos —. Imaginaba que quizá se lo pondrías más difícil. 

—Qué... ¿Qué es lo que quieres? —Su sonrisa llena de mofa parecía permanente como una línea plasmada en su rostro. 

—¿Has escuchado aquel dicho que dice: «nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde» ? —cuestionó, no produje ninguna respuesta, me limité a observarlo porque sentía que si le daba una respuesta errónea su estabilidad se alteraría —. A mí me parece que está mal. Si me preguntaran optaría por decir que nadie sabe lo que tiene hasta que alguien más se lo arrebata. 

—No entiendo a qué quieres llegar con esto. 

—Mi padre era una buena persona, ¿sabes? Él habían logrado tanto por sus propios medios. Pero era bastante estúpido. —La palabra «estúpido» salió casi siendo escupida por su boca. No interactúe, lo dejé seguir con su monólogo, dentro de mi cabeza estaba ideando alguna manera de salir del lugar —. Papá había sido el rival del padre de Allen, y yo aunque no tenía una relación de amistad con él sabía perfectamente quien era ya que él, al igual que mi madre siempre se encargaban de recalcar lo maravilloso que era y de cuestionar el por qué no era como menor de los Anthore. 

Recordaba haber escuchado algo al respecto aquella noche entre la última nevada de ese invierno, sobre un reclamo que no tenía sentido. 

—Pero no sabían que Anthony Anthore era la misma clase de alimaña que yo. ¿Sabes cual es uno de los más grandes errores de las buenas personas? —cuestionó, pero no me moví ni un solo milímetro. Tenía miedo de respirar, creía firmemente que con cualquier movimiento en falso Rider se pondría violento —. Qué son tan estúpidos como para confiar en aquellos que no tienes escrúpulos. Eso fue precisamente lo que sucedió. Mi padre confío en Anthony creyendo que el maldito Anthore era su amigo y el muy bastardo lo mandó matar. 

—¿Qué? —cuestioné anonadada —. ¿A qué te refieres? 

Rider se puso de pie y abrió uno de los cajones de cajones de un viejo buró que estaba a un lado de la cama. El papel periódico viejo cayó frente a mí. De inmediato fijé la mirada en el encabezado que muy apenas se mantenía legible. 

«Muere en emboscada próximo candidato a puesto de gran importancia junto a su esposa antes de llegar a protestar»

—¿Qué es esto? —pregunté porque no entendía absolutamente nada. 

—Mi padre, Alec Veil era quien iba a ocupar el puesto que Anthony le arrebató —de un segundo a otro el rostro de Rider se ensombreció —. Anthony y él eran amigos pero también eran rivales. Mi padre le había ganado el puesto a Anthony y a causa de eso ideó un plan para acabar con la vida de mis padres. Ese hombre, ¡ese maldito hijo de puta! 

Por un momento Rider se había alterado, pero en un segundo suavizó la expresión volviendo a ser desolada y vacía. 

—El estúpido de Allen tenía la vida perfecta, mientras yo me quedé sin padres él siempre acompañaba a Anthony en las conferencias de prensa. 

—¿Y cómo estás tan seguro de que el padre de Allen fue quien le hizo eso a tus padres? —pregunté porque me parecía increíble que algo así hubiera sucedido. 

Rider soltó una risotada. 

—¿En serio? —Elevó una ceja con sugestión —. En ese entonces no lo planteé de esa manera, preciosa. Estaba demasiado ocupado sintiéndome miserable porque acababa de perderlo todo, fue hasta que entre en aquella asociación con Nicolae, él fue quien me reveló que aquellos quienes mataron a mis padres habían sido contratados, fue uno de los beneficios de meterme en negocios turbios. 

—¿Entonces no era verdad lo que se decía? ¿Qué tus padres viajaban mucho y por eso nunca estaban en casa? —Rider negó. 

—Era solo un montaje, la realidad era que después de la muerte de mis padres busqué una forma de sobrevivir y la única manera era haciéndome un distribuidor ilegal de drogas. 

Pasaron un par de minutos en que guardó silencio, observando con nostalgia. 

—Es por eso que ideaste todo esto. Por venganza —susurré atando cabos. 

—Fue demasiado sencillo, atraer al estúpido de Allen para que se aliara a mí y poder hundir a su padre. Se jactaba de ser lo suficientemente listo pero cayó ante alguien como yo. —Lanzó una carcajada estruendosa —Él, el prodigio y yo alguien sin futuro. Cayó tan bajo el muy estúpido que solo bastó una llamada anónima para que lo ficharan y lo encerraran en prisión por traer consigo un vil paquete de cocaína. 

¿Qué? 

¿Allen había estado en prisión? 

Mi mirada se llenó de asombro, me había quedado con la boca entre abierta y el corazón palpitando fuertemente. 

Entonces. 

Él... 

Él... 

Él nunca se fue. 

Lo habían encerrado por culpa de Rider. 

—Intento probar la libertad de un chico que fue culpado injustamente. 

Las horas en vela. 

Las ojeras de papá. 

Todos aquellos documentos eran por esa razón, papá había ayudado a probar la libertad de Allen. 

—¿No lo sabías?  —preguntó entre asombrado y burlón —. ¡Increíble! —Una vez más se rió del asunto —. No puedo creerlo, que ni siquiera estuvieras enterada de que tú amado duró tres años en prisión. Esa misma noche se lo llevaron a rastras del hospital mientras tú te encontrabas luchando por tu vida. 

Un dolor profundo apareció en mi pecho. 

No podía creer todo el sufrimiento por el que tuvo que haber pasado allí adentro. 

Sentía como mis ojos se llenaban de lágrimas poco a poco, mi mano fue a dar a mi boca para que el llanto no fuera audible. Simplemente me resultaba imposible. 

El nunca me dejó. 

—Nunca creí que mi plan saldría tan bien —comentó haciendo caso omiso a mi dolor —. Pagar para que lo golpearan mientras estaba ahí adentro fue tan sencillo, el muy ingenuo no se defendía por demostrar su buen comportamiento. —Cada palabra que salía de su boca, cada nueva revelación me lástimaba profundamente —. Y después, verlo salir y observar en silencio como se destruían el uno al otro mientras yo no hacía ningún esfuerzo por separarlos. Ustedes solos se hundieron, cariño. Él pensaba que de esa manera te podría mantener a salvo y mira en dónde has caído. 

Su mano acarició mi rostro robando un poco de las lágrimas que seguían descendiendo por mis mejillas, sintiendo todo el dolor.

Llorando por mí. 

Llorando por Allen. 

—Ya ha sido suficiente —articulé con dificultad cerrando los ojos con fuerza —. Has hecho ya bastante daño 

Con la mirada más recia que pude lo observé mostrando todo el odio que estaba almacenado en mi interior y que ahora se proyectaba únicamente hacia él.

Aquel chico frente a mí había sido el culpable de todo, no Allen. 

—¿Eso crees? —Rider encarnó una ceja y se puso de pie abriendo de manera brusca el otro cajón del pequeño mueble que estaba a un lado de la cama. 

Intenté moverme hacia el otro extremo en cuanto vi que había sacado una soga y una cinta, pero mis reflejos motores fueron ineficaces al recordar que mi tobillo se encontraba atado, aún estaba débil, no tenía la fuerza suficiente como para luchar. 

Las manos de Rider me tomaron, sometiendome con fuerza, intenté sacarme de su agarre pero él me dominó por completo inmovilizando mis piernas con sus rodilla. La presión que ejercía era demasiada, con las uñas intente empujarlo, enterrandolas en su rostro; sin embargo, en un segundo ató mis muñecas. Cerré los ojos con fuerza y antes de que pudiera gritar tapó mi boca con su mano. Con los dientes jalo un buen tramo de cinta gris logrando que el sonido me erizara la piel y sin problema de igual manera lo corto pegándolo en mis labios con gran presión. 

Imposibilitandome para hablar. 

—Ellos nunca te encontrarán linda —Una vez más esa sonrisa siniestra. 

Estaba temblando, mis extremidades no respondían y el ardor del amarre fijo se extendía alrededor de mis muñecas. 

Sentía que mi vida estaba por terminar, pero no era el dolor más profundo de mi corazón, lo que más me dolía era haberme enterado de la verdad; de todo por lo que había pasado Allen y que yo no había hecho nada por mantenerme a salvo a mí misma, mientras él guardaba silencio por mi bienestar. 

Cada instante a su lado pasó por mis recuerdos, tan vívidos, como si el ayer regresara. Todo el amor que él me demostraba con cada acción, con cada caricia, y ahora... todo estaba por acabar. 

No podía dejar de lamentarme. 

De llorar. 

Tanto que lo que experimentaba en mi interior era más doloroso que las heridas externas. 

Y como una esperanza, como una pequeña luz al final del túnel un ladrido que podría distinguir en cualquier parte del mundo atravesó hasta la habitación, proveniente quizá de afuera. 

«Niebla» 

Tal vez. 

Era mi última oportunidad. 

Wow, tan rápido llegamos hasta acá. 

Creo que poco a poco las cosas se van revelando. 

Aquella frase, dicha por Rider antes de que intentará dispararle a Allen no era realmente refiriéndose a Allen como una buena persona y él como alguien sin escrúpulos. Realmente Rider se lo decía recordando lo que Anthony le había hecho a sus padres. 

Creo que ahora todo tiene más sentido. 

Muchas estaban confundidas porque no creían que Rider tuviera las suficientes razones para hacer lo que hizo. 

No era simple envidia, las cosas van más allá de lo que pareció en aquel entonces. 

El odio de Rider tiene fundamentos y por culpa de Anthony, Allen y Edén resultaron heridos. 

Tengan un bonito día c:

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro