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Promesas XXIV

Promesas

Naruto tenía la sonrisa clavada en su rostro mientras se acostaba en la cama de su cuarto. Aún recordando todo lo que había pasado con Hinata.

No sólo le dijo que lo extrañaba, cuando se despidieron, ella le dió un beso en los labios. Él había estado muy tentando a pedirle quedarse a dormir, pero sabía que Hinata diría que no. Le había avisado que el sábado estaría allí después del medio día, ya que tenía que salir a correr y luego a entrenar. Generalmente él lo hacía a la tarde, pero le había prometido a Boruto que iría con helado.

También le habría gustado hablar de la relación de ambos, pero había notado las ojeras bajo los ojos de Hinata y como se movía con lentitud. Ella estaba agotada. Entonces, la terminó abrazando y dándole un beso en la frente y luego en la labios, antes de marcharse.

No quería apurar las cosas. "Paciencia", se recordó una vez más. Ella ya había admitido que lo había extrañado, lo había besado, lo había tocado.

Podía esperar un poco más.

Naruto entró en la tienda y sonrió al ver a Jūgo trabajando en la registradora. Pasó por al lado de él, extendió la mano y chocaron puños sin decir una palabra. Él tomó una canasta y comenzó a caminar, para ver qué podía llevar hoy aparte del helado que le había prometido a Boruto.

Se detuvo al ver unas tarjetas, pero las descartó. Moviéndose por los pasillos, él observó todo y no sabía muy bien qué hacer.

¿Flores? Na, era mucho. Tal vez Hinata se asustaría y Boruto notaría que le daba flores a su madre y se pondría a la defensiva.

¿Tal vez una cena? O...

Rollos de canela.

Él se detuvo cuando los vio, recordó que eran los favoritos de Hinata cuando era su novia. Ella había comido siempre, él había gastado parte de su poco dinero en eso para ella.

Tomó una bandeja y sonrió. Recordó que al final no habían tomado el vino que él había comprado, tenía la esperanza de tomarlo esa noche, hablando de su relación y adónde iban a ir. Cuando llegó a la sección de helados, se detuvo. Hizo una mueca al recordar que su hijo no le había dicho su sabor preferido, y Hinata y él tenía gustos muy diferentes de sabor. A ella siempre le había gustado la frutilla o cualquiera que trajera fruta adentro, mientras que él era más del chocolate y los caramelos.

-Buenas tardes, ¿En qué puedo ayudarte lindo?- preguntó la muchacha que atendía la heladería.

Naruto pensó mientras miraba los sabores y terminó sonriendo.

-Quiero llevar dos kilos ¿Puede ser?

-Lo que quieras, guapo.

Naruto ya estaba acostumbrado a que la mujer le coqueteara, pero aún así no dejaba de ser molesto.

-Bien. A un kilo, ponle frutilla a la crema, cereza y banana-, pidió sin darle una mirada.

-Sale-, dijo la chica mientras se movia para preparar el pote.

Naruto sacó su celular y miró la hora y si tenía algún mensaje mientras esperaba. Lo hacía, porque sabía que si sólo estaba allí esperando, la mujer intentaría sacarle información... Otra vez.

-Ya está este, guapo. ¿De qué quieres el segundo?

-Chocolate, Granizado y Flan-, respondió él sin levantar la mirada de su celular.

Estaba observando las próximas fechas para las peleas. Él aún tenía una semana más, su próxima pelea con Omoi. Él hizo una mueca. Él año pasado le había dado un golpe que lo dejó medio tonto por un segundo y ese había sido su fin.

Omoi era grande, su piel oscura y rudo como el infierno. Además que tenía uno de los mejores entrenadores del distrito, Bee, patrocinado por A. Era bueno, tenía dinero, y estaba dispuesto a todo por ganar. Tendría una semana dura, ya que le daban los adversarios una semana antes, para no tener suficiente tiempo para adelantarse o estudiarlos.

-Ya están tus dos kilos amor-, dijo la chica extendiendo la bolsa con los potes.

Naruto guardo el celular y los tomó, pero está vez miró fijamente los ojos marrones de la chica.

-No me digas de ese modo. No soy nada tuyo, deberías respetarme. Soy un cliente y un hombre. Creo que no te gustaría que un hombre que no te atrae te moleste cada vez que vas a comprar. Respetarme como si fueras tú en mí situación.

La chica parpadeó mientras él tomaba la bolsa.

-Y-yoo-, murmuró.

-Igualdad. Ten buena tarde-, dijo mientras se movía por el pasillo.

Naruto se movió como si no hubiera pasado nada hacía la caja, no quería meter en problemas a la chica, pero estaba cansado que pensaran que porque era hombre se metería en cualquier coño que se le ofreciera.

Había una fila de dos personas en la caja de Jugo, así que fue allí. Él primero era un anciano que pasó muy pocas cosas. La segunda era una chica de su edad, era pequeña y llevaba un enorme suéter que cubría sus manos y una gorra de béisbol. Tenía el pelo largo, como lo había tenido Hinata cuando era su novia. Ella tenía la canasta con más productos que el anciano.

-¡Hola Jūgo!- saludo la chica.

-Hola-, gruñó él sin levantar la mirada de los productos.

Eso hizo que Naruto frunciera el ceño y mirará a la chica con más curiosidad. La sonrisa era enorme mientras sacaba los productos de su canasta y los ponía en la cinta. Naruto pudo ver que llevaba enormes gafas de montura.

-¿Cómo va el trabajo hoy?- preguntó ella con la voz cantarina.

-Bien-, gruñó su amigo mientras golpeaba las teclas para pasar un código que no tomó la máquina.

Naruto notó como la sonrisa de la chica vaciló un poco, pero ella sonrió de nuevo.

-¿Trabajas hasta tarde hoy?-, preguntó mientras jugaba con una de las mechas de su largo cabello.

Jūgo apenas le dió una mirada, y volvió a los productos.

-No. Pero tengo que estudiar.

-Ah...- la chica se quedó callada mientras sacaba su billetera. Su boca haciendo una mueca. Jūgo le dijo el precio de su compra sin levantar la mirada y ella le pagó mientras guardaba las cosas en una mochila-. ¿Cómo va el estudio?- preguntó con otra sonrisa, intentando ser animada con la mole de su amigo.

-Bien-, volvió a gruñir mientras le daba su vuelto.

Naruto notó como ella miraba fijamente a Jūgo, esperando que él le devolviera la mirada, pero él nunca lo hizo.

-Gr-gracias-, murmuró con expresión derrotada mientras tomaba su mochila y se la ponía-. Nos vemos la semana de que viene, Jūgo.

-Nos vemos-, dijo él pasando los rollos de canela de Naruto.

Naruto hizo una mueca mientras la chica se marchaba. Volvió en sí cuando su amigo le dijo el precio de su compra.

-Todo un galán ¿eh?- se burló un poco mientras le daba el dinero.

-Vete a la mierda-, dijo mientras le daba el vuelto.

Naruto rió un poco y se volvió para salir, pero se detuvo y se volvió, aprovechando que no había gente en la caja de su amigo.

-Sabes que le gustas ¿no?-le murmuró cuando Jūgo lo miró

Su amigo lo miró fijamente, pero no dijo nada. Naruto sonrió y levantó las manos, aclarando que no quería pelear y dió pasos hacía atrás. Salió de la tiendo y caminó a su auto, pero no se había perdido el brillo de escepticismo en los ojos negros de su amigo.

Naruto frunció el ceño cuando vió el auto estacionado en la parte del frente de la casa de Hinata. Se bajó del suyo, con una bolsa con helado y los rollos de canela, y se acercó a la casa.

Él paso la verja y se acercó a la puerta, tocando con cuidado y esperando ansiosamente que Hinata le abriera. Él parpadeó un poco cuando Kurenai le abrió, pero terminó sonriendo.

-Buenas tardes, Kurenai. ¿Está Hinata?

Kurenai le frunció un poco el ceño, él sabía que no le caía del todo bien a la señora mayor.

-Si, ¿necesitabas algo?- preguntó sin abrir más la puerta para dejarlo pasar.

Eso hizo que sus cejas casi se juntaran.

-Le avise ayer que vendría. Traje helado-, dijo alzando la bolsa.

Kurenai alzó una ceja, pero terminó abriendo la puerta y moviendo el cuerpo hacía un lado para darle lugar al suyo.

-No sabía que el helado sanaba cinco años ausencia-, murmuró Kurenai cuando él pasó.

Naruto se detuvo, mirándola fijamente. Ese comentario le dolió, esa mujer no sabía lo que él había pasado, no podía juzgarlo si no conocía su historia. Él dió un paso más cerca de la nana de su hijo, no queriendo intimidar, solamente le dejaría algo en claro.

-No me conoce, Kurenai. No tiene ni idea lo que pase esperando a Hinata. Si yo hubiera tenido una señal, una maldita señal de que ella me necesitaba, abría dejado todo por ella y más si me enteraba que teníamos un hijo-, murmuró-. Así que le pido, amablemente, que no diga comentarios de los que no tiene ni la más puta idea.

La mujer lo quedó mirando con ojos grandes, pegada a la pared que estaba al lado de la puerta. Naruto asintió, dando a entender que sólo eso quería decirle y volvió a caminar hacia la sala. Apenas entró, se detuvo de golpe.

-¡Naruto!- gritó Boruto, levantándose del sofá y corriendo a él.

Naruto se agachó y tomó a su niño con un brazo, alzando su pequeño cuerpo y pegándolo a su costado. Boruto lo abrazó, pero la mirada de él estaba clavada en otra.

-Hola Naruto-, saludo Itachi.

Continuará...

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