Promesas XXI
Promesas
Naruto se cambió después de ducharse en el gimnasio donde entrenaba. Había llegado con la ropa que siempre usaba, y si bien, siempre se bañaba antes de irse, cuando salía tenía una ropa parecida. Está vez, llevaba puesto unos vaqueros algo ajustados y una remera que marcaba sus brazos.
Si bien se acercaba el cambio de estación, aún estaba templado por las noches y después de todo, andaría en el auto y luego adentro de la casa de Hinata. Sacó de su pequeño bolso la pasta de dientes con el cepillo y se los lavo rápidamente, para después peinarse y ponerse colonia. Quería tener el mejor aspecto para ver a su hijo y a Hinata.
Salió de las duchas colgando el bolso dónde llevaba su ropa sucia y sus cosas, y saludando a la muchachos que lo veían algo asombrados. Se detuvo de golpe cuando caso choca con un hombre. Él parpadeó al ver a Gaara.
—¿Qué haces aquí?— preguntó, ya que era raro verlo por allí.
Gaara era un muchacho atlético, pero para nada disciplinado. Era alto, con algunas actitudes que podrían llamarse afeminadas. Naruto y los chicos ya estaban acostumbrados a ello, y no lo juzgaban, ni siquiera preguntando su vida sexual.
Su amigo sonrió al verlo.
—Wow, estás guapo. ¿A dónde vas?— preguntó en cambio.
Naruto afiló su mirada.
—No quieras distraerme. Pregunté primero. ¿Que haces aquí?
Gaara alzó una ceja roja y sonrió de lado. Le mostró con un encogimiento de hombros el bolso que llevaba en el hombro.
—Vine a entrenar.
Naruto frunció el ceño, algo sorprendido por ello.
—¿Entrenar? ¿Por qué?
Él no quería ser un idiota, pero Gaara siempre había dicho que el entrenar era para los que le gustaba los cuerpos definidos. Él se jactaban de ser hermoso al natural.
— Tienes que responder primero a la mía—, se quejó señalándolo con el dedo.
Naruto suspiró.
—De acuerdo. Voy a ver a Hinata y a mí hijo. Ahora dime—, pidió.
Gaara sonrió, sus dientes blancos al descubierto, una muy pequeña ventana entre sus dientes frontales.
—Ya quiero conocer a ese chico. Tenten dijo que es muy inteligente—. Naruto sonrió, sintiéndose orgulloso por su pequeño—. Vine a entrenar porque quiero tonificar esto—, Gaara levantó su remera amarillo patito, mostrando un estómago blanco y delgado, pero totalmente sin músculos.
Naruto ladeó el rostro con la sonrisa aún en sus labios.
—¿Desde cuándo te interesa tonificar? ¿No que eras natural?
Gaara rió y le dió un empujón en el hombro. Su golpe fue tan suave que Naruto casi ni siquiera lo sintió.
—Soy hermoso al natural, pero un poco de músculos no viene mal. ¿Sabes? Estoy por entrar a una audición para un trabajo, y necesito ser más marcado.
Naruto frunció el ceño.
—¿Qué tipo de trabajo?— preguntó algo confundido.
Garra, con una sonrisa más grande, levantó ambas manos y movió su cadera hacia adelante y hacía atrás, como si estuviera bailando o penetrando a una mujer.
—De striper, hombre.
Naruto rió a carcajadas y negó con la cabeza, mientras Gaara también reía.
—¿Para cuando es la audición?
—Para dentro de unas cuantas semanas. Tengo mes y medio para conseguir que mí cuerpecito natural se vuelva algo más parecido al tuyo.
Naruto sonrió, sintiéndose contento con todo en general.
—Espero que lo consigas.
—Y yo—, dijo Gaara más serio ahora—. Por lo menos no me harán leer si bailo.
La sonrisa de Naruto murió, él sabía que era algo que a Gaara no le avergonzaba, pero la gente a veces se burlaban de él, aún. Y aunque su amigo reía por ello, sabía que le dolía profundamente.
—Ya vete, te estoy entreteniendo y tienes que ir a ver a tu hijo. Espero que un día lo lleves a la casa—, dijo mientras lo rodeaba y lo saludaba con la mano.
Naruto le devolvió el saludo mientras asentía y lo veía entrar. La sonrisa había vuelto a su amigo y ya estaba bromeando con Utakata, que al parecer lo ayudaría a empezar. Él suspiró mientras se movía a su auto rápidamente, le había gustado ayudar a su amigo más, pero ahora él tenía otras prioridades: Hinata y su hijo.
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Naruto tragó grueso mientras conducía.
El silencio del interior del auto le estaba poniendo los pelos de punta. Hinata estaba a su lado, pero ella estaba más concentrada en la pantalla de su celular que en otra cosa. A Naruto no le importaba, de eso modo no se daba cuenta que él, cada dos por tres, miraba sus piernas. Ella llevaba otro vestido, sólo que esté llegaba hasta la mitad de sus muslos y era ajustado de color negro. Ella también llevaba medias del mismo color oscuro.
Naruto miró sus piernas de nuevo cuando ella las cruzó, se mojó los labios secos y volvió la mirada a la calle.
Habían parado en una casa de comidas, comprando papas y pollo frito. Naruto también había comprado unas sodas, y una botella de vino, aunque la última a escondidas de Hinata. Ella había insistido en pagar la mitad, Naruto no había podido convencerla, así que la dejó pagar. Luego ambos habían subido al auto y ella había sacado su celular y ya no habían hablado.
Naruto golpeó sus dedos índices en el volante, sintiéndose algo dejado de lado. Intentó empezar una conversación.
—¿Cómo te fue hoy?— preguntó.
—Bien—, respondió escuetamente, Hinata no levantó la mirada de la pantalla.
Naruto apretó los dientes. Había esperado que ella le preguntará a él, por lo menos por educación. Pero negó con la cabeza cuando ella se quedó callada.
—A mí también—, respondió como si ella hubiera hecho la pregunta—. Temprano tuve clases en la universidad. Economía mundial. El nombre de mí profesor es Orochimaru y es un maldito estirado que parece tener un palo Enel culo todo el tiempo—. Naruto dobló en la esquina hacía la derecha—. Luego salí a correr mí hora de ejercicio. Llegué a casa y preparé mí almuerzo, y el de Sasori, un amigo sordo que vive en la casa que comparto con amigos de la infancia. Sólo conoces a Tenten, pero somos seis con ella incluida. Ellos están ansiosos por conocerte. Y a Boruto, obviamente—, agregó rápidamente.
»—Sasori,como te dije, es sordo. Pero lee los labios mejor que nadie que conozca—, siguió hablando porque sabía que ella no le contestaría y quería llenar el silencio, para no pensar en sus piernas—. También está Gaara, que es el primo de Sasori. Él no es sordo, está algo loco, pero es buena gente. En realidad todos lo son. Suigetsu es médico, aunque tiene una apariencia que engaña. Si lo cruzas por la calle parece más un pandillero que un prodigio de médico. Además que es muy mal hablado, pero es un fiel amigo, capaz de todo por los que ama. Y Jūgo—, una risita salió de él. Su mirada nunca dejó la calle—, es enorme. Le digo la mole, como esa película, pero tiene un corazón tierno, especialmente con las mujeres. Él las cuida y trata como si fueran un valioso cristal. Es enorme e intimidante, pero en realidad es un chocolate fundido por dentro—. El rió de nuevo—. También tiene una clase de obsesión por el chocolate, por suerte no tiene problemas con los dientes.
Él detuvo su vómito verbal y dió una mirada a las piernas de Hinata de nuevo, para subir al segundo y ver que ella lo observaba fijamente. Él se quedó con la mirada hacia ella, más tiempo del necesario, hasta que sintió que el auto se movía de su carril y volvía a mirar al frente al acomodarlo. Sintió sus mejillas rojas, y volvió a tragar mientras Hinata no había hecho más que jadear cuando él acomodó la dirección del auto.
—Parecen..—, murmuró ella—, buena gente por lo que dices.
Naruto sonrió, contento de que ella apagara la pantalla de su celular.
—Oh, lo son—, le aseguró.
El silencio volvió y todavía faltaba para llegar a la casa de Hinata. Él suspiró, sin saber qué más decir.
—Y.. ¿cómo te fue esta semana en la oficina?— preguntó ella sorprendiéndolo.
Naruto le dió una rápida mirada, notando que se había movido un poco hacía él y le observaba el perfil. Volvió su vista al frente y no pudo evitar sonreír antes de empezar a hablar de nuevo. Más relajado ahora.
Continuará...
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