
Promesas XI
Promesas
Naruto la miró fijamente, seguía sacándole la respiración.
Aunque Hinata llevaba un simple vestido azul oscuro, se ajustaba a las nuevas curvas que la vida le había dado. Sus pechos eran más grandes, su cintura no tan pequeña y sus caderas eran del doble del tamaño. Pero seguía siendo preciosa con su pelo corto y lacio, sus ojos redondos, dos lunas llenas. Él también había cambiado, su cuerpo, pero no así sus sentimientos. Por eso no entendía lo que pasaba.
Agradecía tener ese viejo auto, ya que había llegado a las 18hs, pero Hinata una vez más, se había marchado tarde de la oficina de los Uchiha. Ella tomó un auto, supuso que un Uber, a las 20:30, más o menos.
Naruto los siguió.
Él sabía que se estaba comportando como un maniático, un acosador o un obsesionado. Puede que tuviera una pizca de cada uno, pero él sólo quería saber la verdad. Conocía a Hinata lo suficientemente bien, para saber que ella creía que estaba enojada por una muy buena razón. Si era algo que él de verdad había hecho, aunque lo dudaba, se encargaría de pedirle perdón las suficientes veces, pero la dejaría tranquila, por más que le rompiera por dentro.
Él sabía que no podría amar a otra mujer como lo hacía con ella, nunca.
Su corazón palpitaba como cada vez que estaba a unos segundos de entrar a la jaula de King boxing para una pelea. Sus manos temblaban, así que apretó los dedos en el volante hasta que sus nudillos se volvieron blancos.
El auto entró en una zona que Naruto conocía lo suficientemente bien. Su antiguo barrio.
Pero no fue hacia la que había sido la casa de los Hyūga, sino que Hinata estaba viviendo al rededor de cinco o seis cuadras de la que había sido la casa de su infancia, dónde ambos habían perdido su virginidad juntos. Los recuerdos le asaltaron mientras manejaba por las calles y su corazón comenzó a retumbar más fuerte en su garganta cuando el auto se detuvo en la esquina. Él se detuvo unas casas atrás y apagó todo, salió cuando vió que ella lo hizo.
Su teoría que era un Uber parecía acertada, porque el auto siguió mientras ella cruzaba de calle para dirigirse a la casa del frente.
El sudor hizo que sus cabellos se pegaran a su frente, pero caminó rápido tras ella. Después de que ella cruzara una pequeña reja de madera, e hiciera unos pocos pasos en el patio delantero de una casa humilde, pero bien cuidada, él la llamó:-¡Hinata!
Ella se detuvo y se volvió con rapidez hacía atrás justo cuando Naruto se detenía del lado de la vereda. Él no quería que ella sintiera miedo, pero de todos modos sus ojos se agrandaron con horror.
-¿Que haces aquí?- casi gritó, dando una mirada sobre su hombro a la casa que mantenía las luces prendidas-. Vete ahora mismo, Naruto-, casi gruñó caminado rápido a la verja.
-No me iré, Hinata. No me iré hasta que me digas qué estás mal.-, prometió.
-Vete, Naruto. No tenemos nada de que hablar-, susurró ella con el rostro lleno de enojo.
Naruto también se enojo.
-¿Desdes cuándo te volviste mentirosa, Hinata?- Ella resopló-. Sabes que tenemos que hablar.
-¿Yo soy la mentirosa?-, preguntó con falso asombro.
-No me digas estupideces, dime las cosas Hinata. Yo nunca te mentí.
Ella se cruzó de brazos y miró a un costado, su ceño ferozmente fruncido. Naruto dió un paso más cerca de la verja, notando como ella se tensaba más. Su rostro arrugado de disgusto siempre había sido su debilidad, no podía verla enojada.
-Dime, amor-, dijo con la voz más suave-. ¿Qué está mal? ¿En qué crees que te engañé?- Hinata lo fulminó con la mirada, pero él pudo ver las lágrimas nadando en sus redondos ojos-. Dime-, pidió estirando su mano lentamente, intentando tocar aunque sea su brazo, pero ella se apartó-. Por favor, amor. Me estás matando-, él ya no estaba por arriba de suplicar, sus propios ojos llenándose de líquido.
Hinata miró hacia el costado del patio y sorteo por la nariz, pero no le contesto. Naruto aprovechó que tenía la mirada en otro lado para dar el paso que le quedaba para quedar pegado a la verja.
-¿Quieres que me arrodille? ¿Quieres que me ponga en medio de la calle? Sólo quiero una explicación, amor. Te prometo que te dejaré tranquila si es lo que de verdad quieres. S-sólo..-, él se detuvo cuando su voz fallo y se limpió con furia por la impotencia la lágrima errante.
Pudo notar apesar de la oscuridad que el pecho de Hinata estaba agitado, como si le costará respirar. A él le pasaba lo mismo. Alguien le estaba apretando los pulmones, tal vez su corazón, que se sentía enorme y pesado, como una roca gigante.
Cuando iba a hacer el intento de hablar otra vez, Hinata por fin lo miró. Se le cortó la respiración al ver su rostro bañado en lágrimas, sus ojos llenos de odio.
-¿Quieres saber que está mal?- Ella no espero que respondiera-. Yo volví, Naruto. Te busque ¿y sabes que encontré? ¡Nada! No encontré nada. Tu padre me dijo que estabas en una nueva relación y me hecho de su casa. Me dijo que nunca sentiste nada por mí, que sólo estabas jugando con la niña rica. Pero una vez que me fui, tu vida fue mejor, menos problemas, por la problemática relación que teníamos. Que te la habías pasado quejándote de mi y mí padre. ¿Y sabes que pasó después?
Naruto estaba con la boca abierta, sin poder responder, viendo las lágrimas caer de sus ojos. Pero de todos modos ella no lo espero de nuevo.
-¡Me quede en la calle! Mí papá me echo de la casa, porque yo te había elegido. Que estúpida ¿no? Pero esa estúpida ya no existe, se murió. Igual de lo que sentía por ti...
-No era verdad-, al fin pudo responder-. No sé por qué mí padre te habría dicho eso, pero yo te amo amor. Siempre te amé, y lo haré. Sé que tú también. Sé que..
-No, Naruto-, le cortó con voz plana-. Ya no te amo. Y nunca te volveré a amar. Me enseñaste bien la lección, demasiado bien. No me molestes más-, pidió con la voz quebrada y se volvió y corrió a la casa.
Naruto se quedó allí. El viento se alzó, haciéndole consciente de las lágrimas derramadas, pero también de lo vacío que se sentía.
Continuará...
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