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Capítulo 13: Alguien que negar

Itachi Uchiha Pov

Un poco fastidiado entre a mí oficina, había sido una junta bastante larga y tediosa como era costumbre, siendo sincero no tenía ganas de nada, por lo que me deje caer en la silla mirando el techo como si fuera lo más interesante del mundo. Estaba harto de todo y lo único que me apetecía era ver a Gaara, pero en vista de que no podía irme de la oficina decidí mandarle un mensaje.

Al menos todo en la empresa iba de maravilla.

—Itachi —escuche la voz de mi madre, quien a pesar de los años no se le puede quitar esa manía de entrar a mi oficina sin tocar—. Qué bueno que te encuentro.

—¿Qué pasa?

—¡No me lo vas a creer! —Chilla emocionada comenzando a dar saltitos—. Sasu y yo ya tenemos preparada la lista de invitados, solo falta ponernos de acuerdo con Gaara para saber a quién desea invitar y mañana vamos a ver lo de la recepción. Oh, también hay que ver los arreglos, las invitaciones y no hay que olvidar el banquete…

La mire arqueando una ceja mientras ella seguía hablando de todo lo que tenía que preparar para la boda, ciertamente eran muchas cosas, pero no le veía caso apresurarse, después de todo Gaara y yo aún no poníamos una fecha, de hecho hablamos y preferimos decidir eso cuando nazca el bebé. Lo más sorprendente de todo es que ya haya planeado todo eso cuando ayer en la noche fue que le dije.

—Creo que es un poco precipitado todo esto… —comente tras un suspiro—, ni siquiera hemos decidido la fecha.

—Julio —dijo de golpe—. Julio es un excelente mes para casarse.

—Faltan cuatro meses —alegue—, es muy pronto.

—Tonterías Itachi, de hecho tenemos el tiempo justo para eso.

Ciertamente era un mes perfecto para casarse, pero por el momento mi mente solo se enfocaba en que era una fecha muy cercana, sin embargo costaría una eternidad tratar de convencerla, por lo que pensaba hablar con Gaara, para ver que ha pensado.

—¿Y Sasuke? —Cuestione con el afán de distraerla.

—Con el novio —respondió con simpleza—, en cuanto le dije que venía no dudo en acompañarme, de hecho cuando entramos corrió al elevador para ir a verlo —soltó una risilla mientras sentía mi ceja titilar de coraje—. Así como están las cosas creo que pronto habrá otra boda.

—Ni hablar —espete molesto—. Sasuke no se casara hasta dentro de diez años.

—No seas idiota Itachi —farfulló mi torpe hermanito entrando a mi oficina, sin embargo que lo hiciera del brazo de ese sujeto seguía molestándome.

—Tsk, no seas problemático —le murmuró con su clásica expresión aburrida mientras besaba su mejilla.

—Shikamaru —nombre en modo de advertencia, aun así no hizo nada por separarse de Sasuke.

Sigo preguntándome cómo es que se pueden llevar tan bien, si ambos tienen un carácter bastante especial. Sasuke suele ser demasiado malhumorado la mayor parte del tiempo, mientras que Shikamaru siempre muestra esa expresión tranquila, incluso diría que con aburrición. Por lo que un tanto resignado tuve que soportarlos en mi oficina, al menos hasta la hora de la comida, ya que el Nara tenía una reunión con un socio.

Recuerdo que ambos se conocieron hace dos años, justamente en la fiesta de navidad de la empresa. Shikamaru es el hijo del único socio que tenía mi padre; un genio en los negocios aunque normalmente es bastante vago. Meses más tarde me entere que comenzaron a salir un par de semanas después de conocerse.

Evidentemente le prohibí a Sasuke aquella absurda relación, más que nada porque tenía dieciséis en aquel entonces, mientras que Shikamaru estaba por cumplir los veintitrés años. Para mi desgracia, este torpe hermanito es tan necio, terco y orgulloso que incluso amenazo con irse de casa, por lo que termine de mala gana aceptando su relación.

💕💋💕

Para mi mala suerte estuve ocupado la mayor parte del día, tanto que ni siquiera pude hablarle a Gaara, así que iría visitarlo en cuanto saliera de aquí, así que a las seis en punto ya me encontraba en el estacionamiento. Planeaba llevarlo a cenar, pero el insistente tono de llamada del teléfono me saco de mis pensamientos, observando con molestia  que se trataba de Hidan.

—¿Qué quieres? —espete en cuanto le he contestado.

Es Gaara, está aquí en el hospital —soltó como si fuera lo más normal del mundo, será cabrón, pero antes de que pudiera preguntarle algo, continuo—: al parecer se adelantó el parto.

—¿Cómo que se adelantó?

No soy pediatra, ¿lo recuerdas?

—Idiota —brame colgándole.

Me sentía demasiado nervioso, incluso mis manos temblaban mientras apretaba el volante para tratar de relajarme, cosa que era prácticamente imposible, lo peor es que me costaba trabajo mantenerme concentrado en la carretera. Mis dedos tamborileaban cada que me detenía en el semáforo y había momentos que quería acelerar para llegar más rápido. Sería peligroso hacerlo, y de mala gana me obligue a concentrarme en el camino que se me hacía malditamente largo.

Frustrado, desesperado, ansioso y feliz; era todo un manojo de nervios cuando entre al hospital y corrí directo con la recepcionista para preguntar por Gaara. Observe como la mujer tecleaba rápidamente su nombre cuando él apareció.

—Itachi —escuche la molesta voz de Hidan, quien me veía con mofa—, tranquilo hombre, todo estará bien.

Camine atrás de él, hacia la sala de espera echando maldiciones hacia su persona cada dos por tres, ante el poco tacto que tiene para decir las cosas. Podría ser un muy buen médico si no tuviera esa expresión de indiferencia y molestia en su rostro cada que notificaba a un familiar sobre el estado del paciente.

Cuando llegamos señalo los asientos, logrando que lo fulminara con la mirada. Me sentía como león enjaulado, lo peor de todo es que tampoco podía estar con Gaara, ya que según mi idiota amigo se había complicado el parto, por lo que le harían una cesárea de emergencia, y antes de que pudiera pedirle un pase para poder estar con mi doncel, el maldito bastardo se me adelanto diciendo que en mi estado solo incomodaría más a mi pelirrojo si entraba a verlo.

Caminaba de un lado a otro, sintiéndome un tanto inútil por tener que esperar aquí, sin embargo no había nada que pudiera hacer más que tener paciencia. El tiempo pasaba demasiado lento, pero tras varias horas finalmente salió una doctora pelirroja, que si mal no recordaba se llama Karin, me dio una leve sonrisa y me dijo que podía pasar a ver a mi esposo.

En cuanto me ha dicho el número de su habitación, prácticamente corrí hasta ahí, creyendo que resbalaría en cualquier momento por la apresurada carrera. Al estar frente a la puerta trague saliva nervioso e indeciso coloque mi mano sobre el pomo para entrar. Mi mirada recorrió en cuestión de segundos la habitación, centrándose en su frágil figura que reposaba tranquilamente en la cama, con un suero conectado a su brazo.

—Todavía está bajo los efectos de la anestesia —me dijo Karin con una sonrisa—, pronto despertara.

—Gracias —murmure mientras se marchaba de ahí.

Con sigilo me acerque hasta su cama, temía despertarlo, sin embargo no evite contemplarlo por varios minutos haciendo mimos en su cabello. Estaba más pálido de lo que recordaba y su expresión lucia bastante cansada, aun así lo seguía viendo hermoso.

—Itachi —murmuró somnoliento, mientras intentaba adaptarse a la luz.

—Lo has hecho muy bien —susurre besando su mejilla.

Creo que no había visto sonrisa más hermosa que la que me mostro en ese momento, simplemente era perfecto. Tan solo me permite sonreír a su lado contemplándole, sumergido en nuestro mar de pensamientos, donde solo existíamos él y yo. La inmensa tranquilidad del lugar me dejaba escuchar mis propios latidos, notando que estaba un poco alterado por todo.

No tenía ninguna duda de que amaba a Gaara, sin embargo era precisamente en estos momentos que la realidad me abofeteaba con el hecho de que era padre. Pese a mi semblante tranquilo me sentía nervioso, molesto y por primera vez quería encerrarme en mi habitación y no salir en un largo tiempo.

Realmente patético.

La verdad es que no me consideraba apto para asumir aun esta clase de responsabilidad. Seis meses atrás le vi por primera vez, sin embargo ahorita estaba con Gaara en una molesta y blanca habitación de hospital mientras esperábamos que trajeran a nuestro bebé. Sí, nuestro, porque ahora era tanto mío como suyo, pese a que no compartíamos un lazo de sangre.

Probablemente eran los nervios, mismos que decidieron aparecer en el momento menos oportuno, y es que se supone que a estas alturas no tendría que tener ninguna duda, sin embargo tenía varias e iban en aumento conforme pasaban los minutos. Debería estar claro para mis emociones que yo me enamore de Gaara, le pedí matrimonio, sobre todo que acepte gustoso tomar el rol de padre de una criatura que no me pertenece, la cual no tiene la culpa de absolutamente nada, pero ahora me pregunto si realmente estoy listo para esto.

Es irónico como a lo largo de mi vida me han llamado genio, un genio que es capaz de encontrar la solución más factible en el menor tiempo posible, dando los máximos resultados. Por lo que en estos momentos debería pensar todo de manera objetiva y fríamente, porque al estar con él, significaba aceptar a su bebé, lo sabía, sin embargo ahora no estaba tan seguro.

—Itachi —susurró con desespero, preocupado le mire a los ojos, notando como se cristalizaban—. Tengo miedo… yo no sé si seré buen padre… yo no…

Le abrace, le abrace como nunca antes lo había hecho, dándome cuenta de lo egoísta de mis pensamientos y de lo idiota que estaba siendo en un momento como este. Tan solo sonreí al notar que me estaba ahogando en un vaso de agua, porque no era yo quien necesitaba confianza en estos momentos, no era precisamente yo quien tenía dudas.

Tan solo amaba a Gaara y a su bebé, aquella inocente criatura que decidí cuidar y proteger tal y como lo haría con el doncel que tenía enfrente, recordando las palabras que tan firmemente le dije a mi madre: ese bebé será tanto mío como de Gaara, sin importar los lazos sanguíneos. Eso era todo lo que tenía que saber en estos momentos.

—Lo harás bien… —negué con la cabeza antes de rectificar—. Lo aremos bien.

Recuerdo que conforme lo iba conociendo, la imagen de un doncel fuerte se formó en mi cabeza. Porque a pesar de estar prácticamente solo nunca se rindió, siempre mostro esa expresión de confianza, siempre tan decidido en sus acciones, aparentando frialdad cuando realmente es alguien dulce. La realidad es que solo se trataba de una dura coraza que se formó para protegerse, preguntándome ¿cuándo fue que traspase sus defensas?

—Perdonen que los interrumpa —escuche la suave voz de Karin y cuando he volteado observe que traía en brazos un bebito, cubierto por una manta azul.

Cuando se paró frente a mí con él, pude observarlo, simplemente era perfecto y tan frágil a la vez. Su cabello completamente negro y de piel blanca como Gaara, con las mejillas regordetas teñidas de un ligero tono rosita. Me daba curiosidad saber de qué color serían sus ojitos, pero tendría que esperar un poco más para eso, por lo que recordaba pasarían un par de semanas antes de que los abriera.

Pero toda esa fascinación fue remplazada por un gran nerviosismo cuando vi a Karin acercarlo más a mí. Nunca antes había cargado un bebé… solo a Sasuke pero de eso hace ya más de una década, no contaba, por lo que cuidadosamente lo tome para acercarme a Gaara, quien sonrió cálidamente al pequeño bultito.

Con delicadeza para no despertarlo me senté a un lado de la cama, mirando esos preciosos ojos turquesa que parecían iluminarse con un brillo hasta ahora desconocido, capaz de darle un toque radiante a todo su rostro. Sonreí contemplando el leve sonrojo en sus mejillas mientras cuidadosamente depositaba al bebé entre sus brazos, el cual había sido cubierto completamente con la manta azul gracias al movimiento.

Su mano temerosa se levantó, titubeante mientras retiraba la manta, la única barrera entre el bebé y Gaara. Miraba atentamente sus acciones, esperando ver emoción y alegría, sin embargo todo lo que se dibujó en el rostro de él fue una mueca de confusión y asombro, dándole paso al rechazo cuando buscó mis ojos.

—Este no es mi bebé —exclamó fríamente helándome la sangre.

Automáticamente lo tome entre mis brazos mirándole dormir tan apacible, fue como una reacción instintiva al creer que podría dañarlo, aunque era una estúpida idea, ya que se trataba de su hijo. Puede que su cabello sea de tono negro, pero si se le observaba bien era idéntico a Gaara, en todos los aspectos y estaba convencido que cuando creciera su carácter sería similar al de él.

—Claro que lo es —murmure con un deje de molestia, sin entender el porqué de su rechazo. No había nada malo con él.

—Ese bebé no es mío —volvió a susurrar, solo que en un tono más bajo—. Quiero a mi bebé… Itachi.

Continuará…

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