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Capítulo 11: Alguien amoroso

Sabaku No Gaara Pov

Había decidido ir a casa de Sai, probablemente es el idiota más grande del mundo, sin embargo por muy idiota que sea sigue siendo el padre de mi hijo. Curiosamente, a pesar de que intente odiarlo aún no puedo, tal vez es porque no sé su versión de la historia, pero aunque la sepa no creo que cambie algo, simplemente no lo amo. El hecho de tener a alguien como Itachi a mi lado me hace dejar pasar todo lo que sucedió con Sai, tan solo me dedique a superar su recuerdo y afortunadamente lo estoy logrando.

Decidido y un tanto nervioso me dirigí a su casa, a pesar de haber ido un par de veces recordaba a la perfección el camino. «Privada AMBU #325, a cuatro calles de la avenida Ninpo», repetí mentalmente,  por lo que tras tomar un taxi llegue en cuestión de minutos, quedando frente a la imponente mansión, aunque no tanto como la de la familia Uchiha, ya que si hacia comparativos era como cuatro veces más chica la de Sai, pero es algo a lo que no le di importancia, por lo que toque un par de veces antes de que alguien del servicio saliera. Para mi suerte fue la misma chica a la que vi la primera vez que Sai me trajo, por lo que me dejo pasar sin problemas.

—Me gustaría hablar con los padres de Sai —comente decido.

—Lo siento mucho, pero el señor Orochimaru ha salido —dijo apenada—, pero en unos momentos le comunico al amo su visita.

Me quede en la estancia, observando todo como aquella primera vez que había venido, para mi sorpresa nada había cambiado, por lo que me daba un aíre tan nostálgico pero a la vez me sentía molesto conmigo mismo. Probablemente si aquel día me hubiera negado, todo habría sido diferente, lo más seguro es que ya ni siquiera estuviéramos juntos, pero a la vez no puedo evitar pensar que todo esto debió pasar para que yo conociera a Itachi. Extrañamente tengo la manía de creer que todo lo que pasa por algo y que no es simple coincidencia.

—El amo le espera en su oficina —murmuró la chica de antes, sacándome de mis pensamientos.

Con un suave asentimiento de cabeza comencé a seguirla por los amplios pasillos, hasta una enorme puerta, la cual tocó un par de veces hasta escuchar una imponente voz que le indicaba que podía pasar. En cuanto entre pude ver a un hombre de cabello y ojos negros, con un par de cicatrices en el rostro, su expresión era fría y un tanto atemorizante, sin embargo me mantuve serio ante él, observando como la chica se marchaba tras una reverencia, cerrando la puerta tras de sí.

—Buenas tardes —articule de forma fría.

—No tengo todo el tiempo, ¿qué es lo que quieres? —espetó sin levantar la mirada de los papeles que revisaba.

—Mi nombre es Sabaku No Gaara, solía ser la pareja de su hijo —me detuve un momento observando cómo captaba la atención de aquel hombre que fruncía el ceño con cada palabra—. Solo vengo porque él tiene el derecho de saber que será padre.

—Mi hijo ha estado comprometido desde los catorce años —me miro con prepotencia, intentando hacerme sentir inferior con sus palabras, pero no le daría el gusto de verme cabizbajo—, sin mencionar que no tiene tan mal gusto como para meterse con alguien como tú, alguien tan… inferior —escupió con veneno, sin embargo lo mire desafiante—. Sera mejor que te marches, porque ese bastardo que llevas dentro no puede ser hijo de Sai y si lo que pensabas era que sacarías dinero de esto estas muy equivocado. Tú abriste las piernas, tú te haces responsable.

—He dicho que solo le vine a informar que su hijo será padre. No tengo el más mínimo interés en su dinero ni pretendo que haga un estúpido acto de caridad conmigo —solté mordaz—, por mi puede meterse el dinero donde guste, que yo jamás se lo pedí. Y tiene razón, con gusto me haré cargo de mi hijo, no necesito ni necesitare de ustedes.

Su mirada era intimidante, sin embargo no podía evitar pensar que la de mi padre lo era aún más, después de todo intentó matarme más de una vez a golpes, por lo que entre en su juego retándolo con la misma, hasta hacerlo bufar.

—Nunca permitiría que un hijo bastardo llevara el apellido Shimura —me miro arrogante pero le sonreí con prepotencia.

—No he venido a que le dé su estúpido apellido —golpeó la superficie del escritorio completamente cabreado, sin embargo no me moví un ápice—. Entienda de una puta vez que solo le he venido a avisar, si le dice o no es su problema.

Simplemente me di la vuelta escuchando los cientos de improperios que lanzaba contra mi persona, ordenándoles a los empleados que no me volvieran a permitir la entrada. Que idiota, como si yo quisiera volver a esta estúpida casa, sin embargo una vez fuera no puede evitar que las lágrimas rodaran por mis mejillas, primero por coraje y en segunda al darme cuenta que yo solo fui una distracción momentánea. Debí suponerlo, aun así me pesa darme cuenta de las cosas.

💕💋💕

Nunca le dije a alguien que había visitado la casa de Sai, por lo que aún me preguntaba si le abran dicho, aunque de ser así no creo que le importe en lo más mínimo que yo vaya a tener un hijo suyo. No niego que con el carácter de ese hombre es poco probable por no decir imposible, de hecho dudo que le haya comentado algo a alguien, y por cómo se veía incluso me atrevo a decir que amenazo a la servidumbre para que no dijera que había ido. Como si me importara, por lo que deje pasar las cosas intentando dar por terminado el tema, algo así como darle vuelta a la página y seguir con la historia, que en este caso sería: seguir con mi vida.

Por otra parte las cosas con la familia Uchiha iban cada vez mejor, la señora Mikoto me aceptaba cada vez más, tal y como paso al principio cuando conocí a Itachi; no estaba del todo conforme con que estuviera conmigo sin embargo en el transcurso de las semanas iba volviendo a su actitud maternal y alegre para con mi persona.

Sé que para ella fue un poco difícil enterarse que el primer nieto que tendría no sería de su sangre, aun así lo estaba tomando mejor que bien, aunque en una charla que tuvimos ella y yo a solas me dijo que actuó infantilmente y que Itachi tenía razón. Al final acepto que ese bebé seria tanto de Itachi como mío, sin importar que no compartieran lazos de sanguíneos.

Sin embargo me helo la sangre cuando me miro amenazante, diciendo que no me perdonaría que lastimara a su hijo de ninguna forma. Evidentemente podría estar tranquila respecto a eso y es que cada día amaba más a Itachi y su singular forma de ser. Tampoco deseaba causar la ira de alguien como Mikoto, porque daba miedo. En cuanto a Itachi, normalmente salíamos a citas cada que estaba libre de trabajo, platicábamos por varias horas, incluso le conté cada aspecto de mi vida y él hizo exactamente lo mismo.

Mientras él había llevado una vida estresante por tantas presiones familiares, la mía podría ser considerada un caos, pero no me quejo de ello. Muchas veces las personas que llegan a conocer varios aspectos de mi vida comentan el cómo he podido soportarlo, en esos momentos no tengo idea de que responder, realmente no lo piensas, simplemente vives y listo; tratas de hacer tu mejor esfuerzo y salir adelante, así que no le veo lo sorprendente ni nada por el estilo.

Y conforme Itachi me escuchaba su expresión se distorsionaba entre una mueca de preocupación y enfado, aun así no evite que soltara cientos de maldiciones contra mi padre cuando le he contado su reacción ante mi embarazo y que ese era el motivo de mi pequeña estadía en el hospital. Bueno, tampoco le detuve cuando maldijo a Sai por irse sin decirme nada, sonara cruel, pero yo agradezco el hecho de que actualmente ya no este conmigo o no estaría aquí con Itachi. Pero en esos momentos lo que más me sorprendió fue cuando me afirmó que lo conocía. ¡Santo cielo! El mundo era malditamente pequeño.

Lo había visto en compañía de su padre en una de las tantas cenas a las que tiene que asistir. Solo cruzaron un par de palabras por pura cortesía, sin embargo nunca le agrado del todo, más que nada por aquella sonrisa tan extraña que siempre adornaba su rostro. No lo culpo, recuerdo que eso era algo que me desconcertaba de Sai, lo peor de todo es que me dijo que también conocía a la prometida de este… ciertamente es algo que no deseaba confirmar, por lo que guardó silencio un tanto arrepentido por su comentario y rápidamente cambiamos de tema.

  💕💋💕

Generalmente no hablaba con mis hermanos, ya que sabía mejor que nadie que estaban muy ocupados, después de todo ya tenían hecha una vida y yo no encajaba a la perfección en ella, aun si lo hiciera estaban demasiado lejos. Normalmente me bastaba con recibir una llamada de Temari por mes y una de Kankuro cada dos, sin embargo cuando cumplí los siete meses de embarazo recibí una llamada de Temari, sonaba un tanto preocupada y lo primero que hizo fue preguntar cómo estaba y si todo iba bien, pero cuando llegó a la parte de preguntar por papá simplemente me quede callado al no saber que decirle.

Gaara, ¿qué paso? —cuestionó notablemente alarmada tras varios minutos de silencio por mi parte.

—Nada…

—¿Cómo que nada? —Me reprendió molesta, aunque en su voz podía notar un atisbo de preocupación—. Sabes que no me gusta que mientas…

—No sé nada de él desde hace meses —respondí entre susurros—. Al menos no desde que me golpeo…

—¡¿Cómo que no sabes nada de él?! ¡Se puede saber ¿por qué rayos no me habías dicho nada?! ¡Cielos Gaara, no puede ser que me hayas ocultado algo como esto! Espera ¡¿Cómo qué te golpeo, por qué, qué pasó?! —Grito molesta, pero sobre todo asustada de que algo grave hubiese pasado—. Gaara, ¿Qué paso? Y quiero “toda” la verdad o sabes que soy capaz de tomar el primer vuelo a Japón…

Realmente no sabía por dónde comenzar, así que inicie contándole que conocí a un chico que en ese entonces creí que sería el amor de mi vida, pero resulto ser una mentira y que tras casi un año de estar con él creí que estaba listo para dar el siguiente paso en nuestra relación, aunque después de eso se fue y no lo volví a ver.

Ella escuchaba atenta y sé que de haber estado conmigo me estaría apretujando entre sus brazos, aunque cuando le dije la razón por la que papá me golpeo se quedó callada por varios minutos, incluso creí que se había desmayado y me asuste, pero cuando se recompuso (o eso creo yo) me dio la reprimenda del siglo, ya que me había llamado un par de veces y nunca le mencione nada (tres llamadas para ser exactos), puede que haya sido por miedo, simplemente no lo pensé en ese momento. Sé que me la merezco y se enojó aún más al enterarse que estaba viviendo con Sakura.

Temari tenía razón y estaba en todo su derecho de enojarse, porque pude hablarle, —lo cual no hice— pero realmente no quería causar problemas y me gritó que le estaba causando aún más problemas a Sakura por hacerse cargo de mis gastos… lo cual es en parte verdad, ya que ella me apoya con lo más mínimo en cuestiones económicas.

Desde que cumplí los quince comencé a trabajar medio tiempo en diversos lugares y casi todo el dinero que ganaba lo ahorre, además también tenía el dinero que guardaba papá en casa, por lo que actualmente estaba bien. Claro que no iba a durar eternamente, pero al menos aún tenía suficiente para estar tranquilo unos tres meses después de que nazca mi bebé, sin embargo prometió mandarme dinero cada mes, y aunque me opuse dijo que lo haría, «al menos hasta que des a luz mi sobrinito y consigas un trabajo», fue lo que me contesto.

En ese momento no pensaba decirle nada de Itachi, porque estaba seguro que se enojaría más de lo que ya estaba, pero también era consciente de que igualmente me reprendería y entre más tiempo pasara peor, por lo que le dije y efectivamente, me volvió a regañar. A pesar de su enojo, sabía que era más su preocupación por mí, así que la tranquilice diciéndole lo amable y buena persona que era Itachi, pero no quedo del todo convencida y me hizo darle su número, amenazando que ella misma hablaría con él.

Ese misma noche recibí un mensaje de Temari, diciendo que Itachi era un chico agradable, pero que tuviera cuidado, también ponía que hablo con Kankuro y que prometió que al igual que ella mandaría dinero cada mes, sin embargo me marcó al día siguiente y al igual que Temari me regaño, pero curiosamente me sentía feliz de saber que contaba con su apoyo.

💕💋💕

Iba con Itachi en el auto, rodeado de un cómodo silencio, y es que llega un momento en que las palabras no son necesarias y basta una simple mirada, es algo cursi, pero qué más da. Según él me llevaría a un lugar especial pero que sería una sorpresa, por lo que me mantenía un poco inquieto al intentar imaginar la clase de sorpresa que me había preparado. Aunque me moría de ganas por saber no le pregunte absolutamente nada, aun así lo veía de soslayo cada dos por tres, apartando la mirada en cuanto me sentía pillado, pero todo lo que hacía era soltar una pequeña risa que en más de una ocasión me provoco un sonrojo.

Cuando finalmente llegamos a nuestro destino estaba por anochecer, y aprovechando que aún había luz caminamos un poco para estirar las piernas, ya que el viaje había durado tres horas. Tranquilamente llegamos a la playa, de la cual no podía apartar la mirada y es que simplemente era una vista hermosa, jamás había contemplado un atardecer tan magnífico como ese y el suave movimiento de las olas le daba un toque mágico a la escena.

Estaba tan perdidamente concentrado que no note cuando Itachi se acercó a mí, tomándome por sorpresa cuando me beso suavemente, antes de juntar su frente con la mía y sonreír, aunque me quede de piedra al verle arrodillarse frente a mí y sacar una pequeña cajita de terciopelo rojo. La abrió con mucho cuidado, mostrando el precioso anillo de su interior.

—Gaara, ¿quieres casarte conmigo? —Susurro mirándome directamente a los ojos—. Sé que tal vez esto podría sonar repentino, pero no tengo la menor duda de que te amo y que eres la persona con la que quiero pasar el resto de mi vida…

—¡Acepto! —Exclame sin siquiera pensarlo, lanzándome a sus brazos, rodeando su cuello y besándolo como nunca antes lo había hecho—. Acepto —volví a decir en cuanto nos hemos separado un poco, mientras el acariciaba mi vientre de poco más de ocho meses.

Podría parecer una decisión un tanto precipitada, pero tampoco pensábamos casarnos en ese mismo momento, de hecho íbamos a esperar a que naciera nuestro bebé para empezar a planificar todo, por lo que aquel día disfrutamos de la playa y al final terminamos hospedándonos en un hotel de ahí cerca, aunque esta vez fui yo el que le dijo que no era necesario que pidiera dos habitaciones.

Claro que después me arrepentí de eso, ya que estaba igual de nervioso que la primera vez, solo que ahora era un tanto diferente, no sabría decir exactamente en que se diferenciaba, tan solo así lo sentía, por lo que al entrar mire directamente a la cama y sin contemplaciones me recosté un poco quitándome los zapatos, ya que últimamente me dolían los pies debido al embarazo, para mi sorpresa Itachi se acercó y cuidadosamente me ayudo a quitarme los zapatos, comenzando a masajear mis pies.

—Espera —pedí con las mejillas rojas—, no hagas eso que me da vergüenza.

—¿Por qué?

—Solo no lo hagas —volví a pedir desviando un poco la mirada de aquellos hermosos ojos negros, pero contrario a lo que dije continuó haciéndolo y al final deposito un fugaz beso en mi pie.

—Quiero que estés bien, y me gusta consentirte —murmuró acercando su rostro al mío. Podía sentir su cálido aliento mentolado rosar sutilmente mis labios, por lo que lentamente elimine la distancia que nos separaba hasta besarle suavemente, siendo correspondido de igual manera.

Sentía como su traviesa lengua se abría paso en mi cavidad, buscando a su compañera, mientras su mano derecha me acariciaba la mejilla, antes de ir bajando lentamente, provocándome cosquillas cuando ha acariciado mi cuello. Su calor me estremecía, haciendo que deseara más, mejor dicho que comenzara a desearlo de manera desesperada. Lo deje seguir su sensual recorrido hasta mi pecho, el cual acarició lentamente sobre la ropa, sacándome un suave gemido que se ahogó entre nuestros labios al momento en que su dedo rozo mi pezón, frotándolo de manera circular.

—Itachi —suspire gracias a su mano traviesa que se coló bajo mi camisa acariciándome el pecho, mientras sus labios se deslizaban por mi cuello repartiendo húmedos besos que me estremecían en sobremanera.

—Eres hermoso —ronroneó con sensualidad sobre mi oído, al mismo tiempo que desabrochaba lentamente cada botón de mi camisa, la cual comenzaba a estorbar. Me encantaba su cercanía, pero no podía dejar de temblar—. Tranquilo —sonrió—, nunca te lastimaría.

Continuará…

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