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Capítulo 4
Kuina

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Zoro apretó sus puños mientras lloraba con fuerza, la noche anterior había tenido su combate con Kuina y habían hecho la promesa de que alguno de los dos se convertiría en el mejor espadachín del mundo, ¡¿Entonces por qué murió?! ¡¿Por qué al día siguiente murió?! ¡¿Por qué?!

El niño se estremeció ligeramente cuando fue abrazado por unos delgados brazos temblorosos y miró hacia arriba para encontrarse con una pequeña sonrisa temblorosa, una sonrisa que tanto quería, pero ni siquiera la pudo ver mucho antes de romperse a llorar del todo derrumbándose en los brazos de la niña mayor.

Gumi jadeó ligeramente antes de devolverle el abrazo con fuerza a su amigo y mentor, había pasado aproximadamente una semana desde que no podía visitar a Zoro por culpa de sus padres que la estuvieron conteniendo estúpidamente y empezaron a elevar sus discusiones con ella al punto de que se quebraron por sus respuestas, según ellos; rebeldes, y la terminaron golpeado.

La niña suspiró temblorosamente y acarició la cabellera del niño en sus brazos mientras sus propias lágrimas caían con fuerza, había escuchado en su escapada lo que había sucedido ligeramente, Kuina había muerto y sabía que la niña era la rival de su mentor, por lo que definitivamente Zoro estaría destrozado, aunque intentara negarlo, en especial cuando no ha visto a su amiga y fuente de desahogos durante toda una semana.

Gumi miró temblorosamente sus manos magulladas y se mordió el labio ligeramente antes de soltar un ligero siseo de dolor y un quejido, por lo que Zoro se separó confundido ante el repentino quejido de su amiga, solo para encontrarse con la vista de ella llorando e intentando consolarlo, pero con el rostro magullado, un parche en su frente y una tirita en su nariz junto con que su labio estaba partido en el lado izquierdo y parte de su mandíbula morada.

—¿Q-qué te pasó? —preguntó en shock en niño separándose para mirar mejor a la niña que lo abrazaba, viendo como por las mangas de su haori se mostraban pequeños moretones.

—No me pasó nada —habló la niña temblorosamente con una sonrisa, intentando reconfortarlo, aunque claramente no estaba bien.

—¡Dime! ¡Estás toda golpeada! —exclamó el niño preocupado y con miedo, no quería perder a su amiga, ya perdió Kuina y ver a Gumi toda golpeada despertó un miedo irracional en él.

—No ha pasado nada —negó tercamente la niña antes de seguir abrazando al niño— ¿Estás bien? Por supuesto que no, debe dolerte mucho, ¿no? —habló suavemente Gumi y abrazó al niño que se removió ferozmente en sus brazos—. puedes llorar, llorar no te hace más débil, ¡Te hace más fuerte! Una persona que llora no es porque sea débil, si no que llorar porque ha sido demasiado tiempo fuerte, ¡Zoro! ¡Puedes llorar tranquilo! No le diré a nadie, así que saca en dolor de tu corazón.

Zoro tembló en sus brazos antes de finalmente romperse nuevamente y seguir llorando en los brazos de su amiga, empezando a pensar en las similitudes que tenía con su rival, Kuina. Gumi al igual que Kuina quería ser espadachina, a ambas sus padres le negaban que fueran por el camino de la espada, ambas eran despreciadas por eso, ambas tenían sueños en grande que los adultos pisoteaban, ¡Todo porque eran mujeres! ¡Todo era culpa de esos idiotas adultos que creían que las niñas eran inferiores a los niños!

Él estaba tan enojado y frustrado, no entendía por qué una niña no podía ser una espadachina, no entendía por qué era tan Tabú que una mujer sostuviera una espada o que hiciera lo que quisiera, ¡Era simplemente estúpido cortar su futuro brillante para que se casase con algún idiota de turno! ¡¿De qué clase de vida se enorgullecían?! ¡¿Una vida atada en una prisión de oro, joyas y dependencia?! ¡¿Una vida llena de arrepentimientos y remordimientos, llena de lamentos y tristeza?! ¡¿A eso si quiera se le podía llamar vida?!

¡Las mujeres que querían ser libres no lo eran por el simple hecho de ser mujeres! ¡Ellas eran siempre subestimadas y echadas hacia abajo, lo que provocaba que Zoro sintiera mucha rabia! ¡Sentía tanta rabia porque esa actitud estúpida hacía que personas como sus amigas sufrieran innecesariamente por esa patética actitud!

Él.... Él... ¡Zoro le pediría la espada al padre de Kuina para cumplir el sueño de su amiga! ¡Koshiro-sensei no tenía el derecho de sostener la espada de Kuina! ¡No lo merecía cuando él fue quien hundió el sueño de Kuina con sus palabras y actitudes! ¡No lo merecía cuando la seguía subestimando y echando para abajo con su pensamiento tan estúpido! ¡Él cargaría con su promesa con Kuina! ¡Él cargaría con las ambiciones de ambos y sería sí o sí el mejor espadachín del mundo!

—¡Y-yo... yo! —gritó ahogadamente Zoro con su rostro enterrado en el pecho de su amiga, apretando su agarre en las telas de la ropa de Bubblegum— ¡Yo me convertiré en el mejor espadachín del mundo! ¡Me volveré tan fuerte que mi nombre alcanzará los cielos!

Bubblegum tembló ligeramente y asintió.

—¡Lo lograrás, Zoro-kun! ¡Serás el más fuerte! ¡Si sigues con tu voluntad serás más fuerte que nadie! —gritó Gumi—¡Así que nunca cambies, Zoro-kun! ¡Sigue siendo igual que hasta ahora! ¡Nunca subestimes a una niña por ser una mujer! ¡Lucha por tus sueños! ¡No cambies esa actitud!

Bubblegum se sentía ahogada, cada vez más asfixiada por el repentino cambio de sus padres y su actitud agresiva hacia ella y su negativa a casarse, ¡Era su cuerpo y su vida! ¡No necesitaba aprender todas esas mierdas que querían hacerle! Por eso lloraba aferrándose a Zoro, porque él era la única esperanza que tenía en su vida para que siguiera siendo ella misma y no una muñeca vacía que sus padres querían que fuera.

Esa misma tarde, Zoro fue donde Koshiro-sensei y pidió la espada de Kuina, consiguiéndola con éxito y jurando una promesa en lo profundo de su corazón y alma.

Él sería el mejor espadachín del mundo.

Él jamás subestimaría a una mujer y lucharía de igual a igual con ellas.

Con sus objetivos en mente, sus entrenamientos propios y los de Gumi aumentaron drásticamente hasta el punto que a ella le costaba seguirle el ritmo, pero no se rendía ante el brutal entrenamiento, negándose a quedar atrás y aceptar las crueles palabras que sus padres le habían dicho, ¡Ella lograría su sueño! ¡Ella le demostraría al mundo que se equivocaban!

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