—¡No sé de qué estás hablando, salvaje!

Ese olor estaba impregnado en su ropa, podía percibirlo el doble debido a lo sensible que se encuentran mis sentidos. Me acerqué para olfatear más de cerca y solo brotaba ese fuerte olor. Con una mano sacudí las fundas de su traje por fuera y por el piso cayó una bola blanca, rodando por el mismo pasillo hasta detenerse a unos pies nuestros. Lo reconocí debido a las imágenes que mostraban en internet.

—¡¿Ahora cómo piensas defenderte, infeliz?!

Unas enfermeras intervinieron, amenazándonos a los dos de que llamarían a seguridad sino nos deteníamos. Solo por esa razón fue que lo solté.

—Esto no se va a quedar así. Esta vez pagarás por lo que hiciste. Esto es un delito, espero estés preparado para asumir las consecuencias de tus actos.

—¿Eso qué demonios es? ¡Yo no sé qué hacía eso en mi funda!

—Según el doctor, ella estuvo expuesta a ese pesticida que traías guardado en tu ropa. ¿Piensas seguir negándolo? ¡Eres un cobarde! ¿Estabas tratando de matarla o qué? Si tú odio es hacia mí, ¿por qué te desquitas con ella?

—Yo no me he desquitado con nadie. Por supuesto que estoy molesto, pero jamás trataría de hacerle algo así. Yo amo a Zaira. Mis intenciones con ella era arreglar nuestros problemas.

—¿Cómo sabías que ella estaba sola? ¿Por qué llegaste precisamente en el momento que abandoné la casa? Esto lo tenías fríamente calculado.

—Sí, hablé con mamá para que te sacara de la casa y así poder hablar con ella a solas, porque sabía que ibas a tratar de intervenir, pero nunca sería capaz de arremeter contra ella. Aunque te odio con todas mis fuerzas, no tengo por qué mentirte sobre este asunto tan delicado. Te juro por lo que quieras que yo no provoqué esto. Es cierto que he mentido mucho, pero esta vez estoy diciendo la verdad. No sé cómo llegó eso ahí, pero yo no lo hice.

—¿Cómo explicas que no sientas nada ahora mismo? Yo te veo muy bien de salud. Ella fue la más afectada en todo esto. Qué casualidad, ¿no? Algo hiciste.

—No seguiré tratando de hacerte entrar en razón, porque sé bien que eres terco y no me vas a creer. Pero te lo recalco una última vez; ¡yo no fui y demostraré mi inocencia! — salió del hospital, sin decir nada más.

Ha aprendido a actuar muy bien. Hasta casi le creo, si no hubiese sido por haber encontrado eso en su ropa. ¿Cómo pudo estar en contacto con ese pesticida y no mostrarse afectado? No lo entiendo.

Con un papel recogí ese pesticida y lo desaparecí para evitar otra desgracia. Estuve largas horas en la sala de espera, dando vueltas de un lado para otro, hasta que me dirigieron directamente al cuarto que le asignaron. Ella se veía un poco pálida, pero bastante alerta. Pensé que la vería en peor estado por la gravedad del asunto. Parece como si hubiese pasado mucho tiempo desde la última vez que la vi.

—Dereck… — extendió sus brazos, como si se hubiera sentido de la misma manera que yo.

Ha sido un buen recibimiento, porque para ser totalmente honesto, la eché mucho de menos. Por dentro sentía que algo importante me faltaba; la misma sensación cuando te falta la última pieza de un rompecabezas. Siento que todas las piezas se juntaron en ese fuerte abrazo que me brindó. No sé qué me sucede, pero estoy sintiendo muchas cosas hacia ella. Siento la necesidad de tenerla cerca, de protegerla de todo, incluso hasta de mí mismo.

—¿Cómo te sientes? — le bajé la mano del suero para que no fuera a lastimarse, y la miré directamente, cruzándome con esos ojos azabache que me traen loco.

Su comportamiento inusual pude comprenderlo de inmediato, como también el brillo de sus ojos.

—Tengo mucha sed — con su otra mano entreabrió sus labios, mostrando algo que me dejó atónito.

Sus colmillos estaban mostrándose; comparados a los míos, los suyos eran mucho más pequeños y finos, pero bastante puntiagudos. Ella no había presentado esto antes, por esa razón me sorprendió demasiado.