—Sé que te debo muchas respuestas, pero este no es el momento. Tenemos que irnos y sacar a esa jovencita de aquí inmediatamente. 

—Ella no puede irse. Necesita recuperarse, papá. 

—La evaluaré tan pronto salgamos. Ahora lo importante es sacarla de aquí. ¿Puedes caminar? — le preguntó a Zaira. 

La realidad es que quería abrazarlo, pero se notaba muy apresurado, por lo que decidí solo seguir sus indicaciones. Estoy seguro de que habrá una buena explicación detrás de esto.

Con su ayuda, salimos del hospital con éxito. Mi papá consiguió el alta, a pesar de que el doctor no estaba de acuerdo en que se interrumpiera el tratamiento. Para ser honesto, tampoco estaba de acuerdo, pero quise confiar en mi papá. Aparte de eso, sí cedí fue porque Zaira también lo quiso así. Ella se veía mejor luego de haberse alimentado.

Mi papá nos trajo a uno de sus laboratorios secretos, uno de los que creí que estaba cerrado, pero seguía en pleno funcionamiento. Había dos personas en la primera planta para recibirnos. Mi papá nos trajo a su oficina y evaluó a Zaira por encima, ordenándole a uno de sus hombres que le extrajeran sangre.

—Cometiste un grave error, hijo. No debiste llevarla al hospital. 

—Entonces, ¿estás al tanto de lo que está pasando? 

—Por supuesto. ¿Cómo iba a desconectarme por completo de ti? 

—¿Por qué? ¿Por qué fingiste tu muerte, papá? ¿Tienes una idea de lo mucho que hemos sufrido?  

—Es una larga historia, pero más que nadie conoces los ataques que había estado recibiendo. Quería protegerlos a ti, a tu mamá y a tus hermanos. Fue la única manera de mantenerme oculto de ese grupo que me había estado buscando. Mi misión en este momento es tratar de revertir lo que te está sucediendo por lo dañino que es, encontrar una cura a tu martirio. No quiero que pases el resto de tu vida viviendo igual que yo; con miedo, escondiéndote y aislado. No debí involucrarte en mis asuntos. En primer lugar, fue un error haber creado algo tan dañino. 

Lo abracé fuertemente, tratando de controlar esas lágrimas que estaban al borde de mis ojos. Más que nadie sufrí la noticia de su supuesta muerte. Aunque es difícil, me alegra que, a pesar de todo, haya tenido la oportunidad de volverlo a ver con vida y de tenerlo conmigo. Solo Dios sabe la falta que me hizo. 

—Pienso monitorear bien de cerca tu recuperación — le dijo a Zaira, colocándose unos guantes y analizando con detenimiento sus colmillos—. Les está ocurriendo lo mismo, pero su proceso de transición es más tardío que el tuyo. Son muy puntiagudos. Deberé tomar una muestra de ellos también — los movió tan fuerte que Zaira chilló, e incluso yo sentí que me lo hubiera hecho al mismo tiempo. 

Ni siquiera sé cómo supo que ella también tiene lo mismo, si Zaira casi ni ha hablado. Aun así, lo más extraño es que lo hizo tan fuerte que también sentí ese dolor en mis dientes. 

—No le hagas eso. Recién salieron y la estás lastimando. Toma una prueba de los míos — me ofrecí. 

—Con tomar una muestra suya es suficiente. Escucha, pequeña. Necesitaré tu cooperación, ¿sí? Tendremos que extraer uno de ellos.  

—¡No! Eso no lo voy a permitir, papá. No voy a someterla a pasar por esto. 

Zaira se veía asustada, y tenía toda la razón del mundo para estarlo. Esto es algo desconocido para ella. Sé lo doloroso que puede llegar a ser esto y no quiero que ella pase por lo mismo. 

—Yo no quiero, señor — le respondió Zaira. 

—Está bien, no te preocupes. Buscaremos otra forma — se quitó los guantes y los desechó—. Voy a analizar las muestras. Regreso más tarde. Sientanse como en casa — salió de la oficina, dejándome a solas con Zaira. 

—Tranquila, todo estará bien. Sé que es difícil para ti y estás muy asustada, pero no estás sola. No pienso exponerte a pasar dolor. Ya tenemos suficiente — la abracé contra mi pecho al notar sus temblores. 

La culpa me carcome por dentro. Debí controlarme esa noche y escapar de allí. No hubiese querido condenarla a vivir esta vida tan dura, pero supongo que de nada vale lamentarse ahora. Ya lo hecho, hecho está. 

Al cabo de varios minutos, le pedí que se quedara en la camilla descansando para ir en busca de mi papá. Hay muchas cosas que quiero saber y sé que si estamos a solas podrá sentirse en la libertad de hablar. Me detuve en el pasillo al escuchar su voz en una de las habitaciones. Aunque planeaba hacer notar mi presencia, lo que me detuvo fue su conversación y por eso me oculté detrás de la puerta.

—Por supuesto que hay que tomar medidas.   

—¿Piensa sacrificar a esa joven, doc? 

—Mi hijo es lo más importante para mí, y no estoy dispuesto a perderlo a causa de esto. Esa mujer puede ser una clave fundamental para salvarlo. Estoy dispuesto a llegar hasta las últimas consecuencias con tal de brindarle una mejor vida a mi hijo.