Desperté toda adolorida, pero satisfecha como nunca. Estábamos enrollados bajo las sábanas y haciendo fricción de nuestros cuerpos. Me sentía tan protegida en sus grandes brazos. Qué calor y olor tan placentero para comenzar el día. 

Me dirigí al baño y me observé desnuda en el espejo, acariciando mi nuca con la yema de mis dedos y con una sonrisa de oreja a oreja. Pese a las dos mordidas que tenía en el pecho y el hombro, mi ánimo estaba por las nubes. No eran graves, ni tampoco grandes, pues sus colmillos son muy finos. No puedo sentirme arrepentida de lo que pasó, pues me gustó mucho. Es la primera vez que me hacen vibrar de esa forma. No sabía que algo se podía sentir tan bien.

Dereck entró al baño e hice de cuenta que no estaba haciendo nada. Traté de meterme a la bañera, pero sus brazos me atraparon antes, devolviéndome a dónde estaba frente al espejo y abrazándome por la espalda. 

—¿Cómo despertó mi calabacín? 

—No más bien que tú— mordí mis labios instintivamente al sentir su erección rozar mi espalda baja—. Y deja de llamarme así. 

—¿Por qué? A mí me gusta — depositó un fresco beso en mi hombro, mientras su mano ascendió por el valle de mis senos hasta situarse en la mordida—. ¿Te duele? 

—No. 

—No sé qué me pasó…

—Tranquilo. No estoy molesta. 

—¿Segura? 

—¿Me ves molesta? 

—¿Sabes la hora que es? 

—No. No he mirado mi teléfono. 

—Son las 2 de la tarde. 

—¡¿Qué?! ¡No puede ser! Hay que darnos prisa. No podré ver a mi papá. 

Nos aseamos juntos y nos cambiamos de ropa para salir a la sala en busca de mis padres, pero solamente vi a mi mamá en la cocina. 

—Buenas tardes. Han llegado justo a tiempo, queridos. No quise molestarlos, ya que asumí que debían estar muy cansados — el comentario de mi madre lo entendí a la perfección—. Te tengo una sorpresa, mi amor.

Qué vergüenza. Ella tuvo que habernos escuchado. No se puede esconder nada detrás de las paredes de esta casa. Escuché unos débiles pasos detrás de mí, y por eso me volteé pensando que se trataba de mi papá, pero no, era mi hermana. Hace tiempo no la veo, pero estaba muy cambiada. Mucho más delgada y deteriorada que yo.

—Mira quién se ha dignado a aparecer — dijo mi mamá. 

—¿Dereck? ¿Qué haces aquí? — Maya lucía sorprendida, ni siquiera me miró a mí, su mirada estaba centrada en Dereck. 

No podía descifrar la expresión de Dereck o lo que pensaba y eso acabó con el ánimo y el ambiente que se había creado entre los dos. No sé por qué se siente tan desagradable este sentimiento, si desde un principio sabía que él estaba interesado en mi hermana. Aparte de eso, hasta hace unos días yo estaba saliendo con su hermano. 

—Puedes ir a abrazarla si quieres — le murmuré, donde solo él pudiera oírme—.  Sé que la has extrañado mucho. 

—Hola, Maya. ¿Cuánto tiempo sin verte? — Dereck le sonrió sosamente, rodeando mi cintura y atrayéndome a él—. He venido a conocer a mi suegra en compañía de mi mujer. Es una sorpresa verte aquí.