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No estoy dispuesto

Nos alejamos rápidamente de la casa y nos desviamos del camino hacia el aeropuerto. Me detuve en un estacionamiento cercano de unas megatiendas. 

—¿Qué es lo que está pasando con nuestro hijo? — Zaira se veía desequilibrada, y no era para menos. 

—Tranquila, mi princesa. Vamos a descubrir qué está ocurriendo. Mi papá tiene que saber esto. 

Mi hijo se veía más tranquilo, solo que no dejaba de mirar por la ventana. No quiero presionarlo, tampoco hacerle más preguntas al respecto, al menos por ahora. Llamé a mi padre para explicarle lo sucedido y me indicó que llevara a mi hijo al laboratorio que se encontraba. 

—Ella estuvo trabajando en el laboratorio el día del incidente. De alguna manera estuvo expuesta, es la única explicación. Tienes que traerla, hijo. 

—¡Me rehúso a que traigan a mi hermana aquí! ¡No quiero que se acerque a mi hijo! 

—Zaira, debes comprender la situación. Esta reacción que tuvo tu hermana o que presentó mi nieto, no es algo que se pueda controlar. 

—¡Es su tía! 

—Luego de todo lo que ha pasado, no puedo creer que aún no entiendas que, aunque trajiste a Ian a este mundo, él no es un niño común y corriente, tampoco es completamente humano. No tiene el control de con quién sentir estas cosas. El virus es parte de él, está regado por todo su cuerpo y su sistema. Ustedes fueron contagiados siendo humanos y adultos, por eso jamás y nunca podrán comparar lo que sienten. Su instinto animal está floreciendo. Aunque les cueste aceptarlo, su hijo no es un niño, es un adulto encerrado en el cuerpo de un niño. Hagamos retrospectiva de lo que les sucedió a ustedes, por si lo han olvidado. Perdían el control fácilmente, todavía hoy no son capaces de controlar esos impulsos. Especialmente tu, hijo, cuando desprendes ese olor que ocasiona esos cambios en el cuerpo de tu mujer. Ian pudo tolerarlo, ya ves que no atacó a nadie y esto no se convirtió en un caos, porque pudo controlarse. ¿Cómo lo hizo? No lo sé, y probablemente tampoco lo sepamos. Entiendan esto, podrá ser su hijo, pero, aunque por fuera lo aparente, no es como ustedes. Le tomaré unas muestras, necesito examinarlo. 

—Adelante. 

Mi padre salió de la oficina y me quedé a solas con Zaira. La abracé al notar lo afectada que se encontraba. 

—No puedo creer que esto está ocurriendo. 

—Cálmate, mi amor. Encontraremos una solución a esto, ¿sí? Todo estará bien con nuestro hijo. 

—¿Bien? ¿Has visto cómo mi hermana lo estaba mirando? 

—Te entiendo, créeme me siento igual de angustiado y preocupado, pero debemos mantener la calma y entender que ni ella ni nuestro hijo tienen la culpa. Es probable que ni ella misma sepa que está infectada. Mi papá tampoco presentó ningún síntoma del virus, hasta que ese día caíste en celo. Pienso que ella está atravesando el mismo proceso. Aunque no quieras, tenemos que traerla, será por el bien de nuestro hijo y, obviamente por el de ella. Sé que, a pesar de sus diferencias, tú quieres lo mejor para ella, porque es tu hermana. 

—Traela, pero no quiero que se acerque a nuestro hijo. Y, que conste, todo esto lo hago por él. 

Llamé a mi hermano y, aunque no hubiera querido mezclarlo en esto, me vi en la obligación, pues ahora era totalmente necesario. Según me dijo, estaba en la sala de emergencia esperando que atendieran a Maya, por eso le pedí que la trajera y quedé en explicarle todo cuando llegase. Me costó trabajo convencerlo, pero terminó cediendo. Todavía no habían llegado, cuando mi papá regresó a la oficina. 

—Ian arrojó un alto nivel de testosterona en su pequeño cuerpo. Estoy casi seguro que ella soltó alguna especie de feromona y por eso produjo esta reacción y comportamiento en mi nieto. Sus sentidos son mucho más sensibles que los nuestros. 

—¿Y qué haremos, papá? ¿Hay una forma de reducir esos niveles? 

—No sé si una dieta balanceada logre reducirlo lo suficiente. Estoy esperando los resultados de otras muestras que le tomé. Estos pueden demorar unas horas, por lo que deberemos ser pacientes. 

El guardia de seguridad trajo a mi hermano y a Maya a la oficina. Mi hermano no salía de la sorpresa al ver a mi papá, mientras que Maya no podía siquiera mantenerse de pie. Su debilidad y palidez era más que notoria. Su delgadez puede explicar el hecho de que mi hijo haya asumido que debía estar hambrienta.  

—¿Papá? 

—Ahora no es momento de explicaciones, pero luego hablaremos sobre esto. Debo atender a esta mujer. Se ve en pésimo estado — con la ayuda del guardia, se la llevó de la oficina. 

—¿Por qué no me dijiste que papá estaba vivo? — me reclamó Aníbal. 

—Es una larga historia. Lo único que voy a advertirte es que, si esto sale de aquí, inmediatamente sabré que fuiste tú y deberás atenerte a las consecuencias. 

—¿Puedo hablar contigo a solas, Zaira?

—Lo que tengas que hablar con mi mujer, deberá ser en mi presencia. 

—Zaira, yo no estoy saliendo con tu hermana. Permite que te explique lo que sucedió y el porqué me encontraba con ella. 

—No me interesa saber la razón. Este no es el momento de hablar sobre esto. 

—Por favor, escúchame… 

—¿Eres sordo? Si te ha dicho que no le interesa, pues no digas una sola palabra más. 

—Ella me contactó y me contó que venías a ver a tu mamá hoy. Lo vi como una oportunidad para verte, pues desde la última vez que nos vimos, no supe más de ti y estaba preocupado. No sabía si te habías recuperado por completo de la intoxicación que dijeron que tenías. Ni siquiera sabía que tenías una hermana gemela. 

—Te dije que no me interesa nada que tenga que ver contigo. 

—Jamás te engañé, Zaira. Ese día que me encontraste con Wilbert, él y yo no estábamos haciendo nada de lo que piensas. Ni siquiera me gustan los hombres. En realidad, él es solo un amigo y a quien le alquilé el apartamento. Tu malinterpretaste todo debido a las circunstancias en que nos encontraste, y yo lo vi como una oportunidad de sacarme esa rabia y espina que tenía atravesada por haberte visto con mi hermano. Nunca tuve intenciones de lastimarte de esa manera. Admito que fui un maldito ignorante e inmaduro, que me dejé llevar por ese dolor que sentía, pensando que me habías engañado. Te lo dije aquel día y te lo vuelvo a repetir; yo te amo y siempre lo he hecho. Sé que te lastimé y te juro que estoy arrepentido por eso, pero dame una oportunidad para demostrarte que he cambiado, que de este error aprendí y que te sigo amando con la misma intensidad que el primer día que te vi. 

Sus palabras sonaban sinceras, de hecho, es la primera vez que escucho a mi hermano abrirse de esa forma a alguien. Aun así, me sentía irritado por saber que aún está interesado en mi mujer. 

—Muy tarde para darte cuenta de tu error — la atraje hacia mí por la cintura, alejándola por completo de él—. Ella es mi prometida y madre de mi hijo, y no estoy dispuesto a permitir que te metas entre los dos.  

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