Necesidad
Desperté encontrándome en mi cama. La habitación se sentía muy fría y solitaria. Me tomó tiempo ver con claridad cada rincón. Tenía la leve sensación de que algo faltaba. Había pensado que todo se trataba de un sueño, pero mi sentido del olfato estaba percibiendo todavía su ameno y agradable olor, aunque no era tan potente. Incluso el olor se sentía distante.
Todos esos recuerdos llegaron como una ola a mi mente, haciendo que todo mi rostro y hasta las orejas se calentaran. ¿Qué fue lo que hice? No estaba vestida de la misma manera, por lo que ese hombre se tomó el atrevimiento de cambiarme. Hablando de él… ¿Dónde estará?
Me levanté de la cama con dificultad, sentía que había dormido demasiado y estaba más pesada que de costumbre. Alcancé mi teléfono y no tenía casi batería. El día y la hora no coincidían con la que recordaba. ¿Cómo es posible que haya pasado dos días completos durmiendo? Eso no es posible. Lo más extraño de todo es que no tenía llamadas ni mensajes de Aníbal. ¿Acaso está enojado por lo que sucedió el otro día?
En mi almohada había rastro de sangre. Para ser exacta, eran dos pequeñas gotas. ¿Qué fue lo que sucedió aquí?
No había sentido hambre, hasta que salí de bañarme. Eso es lo más extraño de todo. Si realmente estuve dos días inconsciente, ¿por qué no desperté con un hambre caótica?
Fui a la cocina y vi una nevera pequeña. Jamás la había visto. Estaba segura de que no era mía. En la puerta de ella había un pequeño papel cuya letra no reconocí hasta ver qué estaba firmada por Dereck. Su olor estaba impregnado en esa nota e instintivamente lo olfatee.
«No puedo devolverte la vida que tenías antes, pero esto es lo menos que puedo hacer por haberte arrastrado conmigo a este infierno. Perdóname, Zaira».
La curiosidad me venció y abrí la nevera, encontrándome con dos bolsas de sangre no identificadas. Estaba a una temperatura bastante baja, supuse que para conservarlas.
No puedo creer que esto realmente está pasando. ¿Realmente pasaré por esto por lo que me queda de vida? Ese impulso que tuve fue más fuerte que yo y, de cierta manera, fue aterrador no tener el control de mi propio cuerpo. ¿Cómo podré contarle sobre esto a Aníbal? Él sabe lo de Dereck, por lo que si descubre que estoy pasando por lo mismo, sabrá que estuve en contacto con él y se enojará mucho, si es que no decide pedirme el divorcio.
Me sentía llena de miedos e inseguridades. No quiero ser un monstruo. No quiero perder la cabeza. No quiero esto.
Comí desanimada, a pesar de haber perdido el apetito con todas las cargas mentales que me agobiaban. Estuve en mi habitación, enrollada entre las sábanas blancas y en posición fetal.
¿Por qué me siento tan sola y deprimida? Ni con aquellos malestares me sentía así. ¿Qué haré con mi vida de ahora en adelante?
Escuché la puerta de entrada y quedé de pie pensando que se trataba de Dereck. No sé por qué dentro de mí estaba esperándolo. Soy una mujer casada, amo a Aníbal y para mí él es todo lo que quiero, pero ¿por qué estoy pensando en otro hombre que no es él?
Luego de varios días sin ver a Aníbal, dentro de mí algo se sentía fuera de sitio. En otras ocasiones, cuando estoy días sin verlo, lo extraño tanto que cuando nos reencontramos, siento la necesidad de correr a sus brazos, pero esta vez fue totalmente distinto. Lo vi entrar a mi habitación con sus maletas en mano y, abrió sus brazos en espera de que fuera a él, pero mi cuerpo no reaccionaba.
—¿Mi amor? ¿Te sientes bien?
—No me llamaste. ¿Por qué?
—¿Estás molesta? Pensé que necesitabas espacio luego de lo que pasó la última vez.
—¿Esa es tu excusa para no haberte comunicado conmigo? Ni una llamada o un mensaje. Estaba sintiéndome indispuesta y tú solo te desconectaste de mí.
—Perdón, mi amor. Te juro que pensé que lo mejor era mantenerme un poco distante.
—¿Distante? ¿Ya terminaste lo que ibas a hacer?
—Sí, bebé. Te tengo buenas noticias. En la semana entrante tendremos una nueva casa. Esta vez será nuestra casa. No tendremos que seguir pagando renta.
—¿Otra casa?
—Sí. ¿No estás feliz? Por fin tendremos la vida que siempre soñamos. ¿Por qué me miras así, mi amor? — se acercó y me levanté de inmediato—. Entiendo que estés molesta conmigo, te juro que te voy a recompensar por el tiempo que estuvimos lejos, pero al menos no me mires de esa manera. Me duele que me mires con tanto disgusto — me echó el brazo por encima del hombro y percibí un olor sumamente desagradable, algo que me ocasionó unas náuseas instantáneas e incontrolables.
Salí corriendo al baño y descargué todo sin posibilidades de retenerlo.
—¿Todavía estás enferma? ¿Qué es lo que te sucede? Cada vez que te toco te ocurre lo mismo. ¿Es que acaso te doy asco o qué?
Jamás había percibido un olor tan desagradable como el suyo. He vivido con él mucho tiempo y esto no me había ocurrido. ¿Podría ser esto efecto de esa cosa? Eso debe de ser. ¿Acaso no podré volver a tocarlo nunca más?
Lo miré por encima del hombro, pero, a medida que lo miraba, mi vista se tornaba borrosa, poco a poco se fue oscureciendo todo mi campo de visión. En mis oídos retumbó el sonido del timbre de la casa y me sentía tan débil que no podía levantarme.
Percibí ese olor agradable cerca y, aunque no podía ver nada, sentí unos cálidos brazos rodearme, los cuales reconocí aun sin verlos.
—¿Qué demonios has venido a hacer en mi casa? — Aníbal se oía muy enfadado.
—¿Dereck? — recosté mi cabeza en su pecho, aprovechando la oportunidad de olfatear el olor que emanaba de su piel.
—¡¿Qué estás haciendo con mi hermano, Zaira?!
—¿Podrías ser más considerado con tu mujer, idiota? ¿No ves que está enferma?
—¡Quiero una explicación en este maldito momento!
Froté mi cuerpo sobre el suyo y Dereck sujetó mis dos manos.
—Calabacín, deja de hacer eso. Esto va a ser muy difícil de explicar ahora— murmuró.
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