Interrogatorio
Pensé que lo decía por molestar, pero en su mirada no vi ni una chispa de estar bromeando. Hasta humedeció sus labios a la expectativa de que le respondiera.
—Tus insinuaciones y forma de ligar han ido mejorando. Por poco caigo en tu juego.
—¿Y qué te hace pensar que es un juego?
—¿Y qué te hace pensar que no soy capaz de responder a tus indirectas muy directas? — atraje su cuerpo contra el mío por el cuello de su camisa.
Sus labios quedaron a centímetros de los míos, y en ellos se formó una hermosa sonrisa. No sé por qué razón, pero sus colmillos lo hacen ver muy irresistible ante mis ojos en este momento.
—¿Y ahora qué? Apuesto a que vas a retractarte— lo vi más como un reto, era evidente que lo era.
Plasmé un ligero y soso beso en sus labios, ya que escuché el resonar de las chanclas de mi madre aproximarse a la sala y él negó con la cabeza.
—Lo sabía — susurró en mi oído, antes de retomar su postura, con una sonrisa maliciosa—. Esa cosa ni un beso fue.
—Te callaré la boca cuando menos te lo esperes. Ya verás— murmuré.
Mi madre nos sirvió la comida y los dos nos sentamos uno al lado del otro.
—Y cuéntenme, ahora que estamos en más confianza. ¿Desde cuándo están saliendo?
El arroz con pollo se quedó atorado en mi garganta con su pregunta y tuve que toser repetidamente para ayudarme. El vaso de agua fue lo que me ayudó a bajar la comida.
—Yo le contesto con mucho gusto.
Pellizque el muslo de Dereck y él me miró de reojo, como si su plan en mente fuera ponerme nerviosa.
—Mami, Aníbal y yo…
—No me hables de ese muchacho.
—¿Por qué? — pregunté sorprendida, por su repentina actitud.
—No me gusta ese chiquillo. Cualquiera diría que aún no le han cortado el cordón umbilical. Ni siquiera tuvo los huevos en su sitio para darnos la cara a tu padre y a mí. No me digas que aún estás saliendo con él, porque lo que tengo de sabrosa, lo tengo de astuta. Con esta nariz tan grande puedo olerlo todo. Ya te conozco. Si viniste sin decir nada fue porque probablemente las cosas no te estaban yendo bien allá en Estados Unidos. ¿Qué pensabas? ¿Que aún después de vieja todavía me chupo el dedo? Chupo huevo, y bien que lo sabes.
Los ojos de Dereck estaban a punto de salirse de su cara. En cambio yo no sabía dónde meter mi cabeza. Quería viajar a Narnia, tal vez allá nadie iba a encontrarme.
—Mami, por favor, compórtate.
—¿Tu eres su pareja? — le preguntó directamente a Dereck.
Pensé que los dos íbamos a responder lo mismo, pero no fue así. Mientras él afirmó que sí, yo respondí con un «no» rotundo.
—Pónganse de acuerdo. Los dos están sudando. Recientemente tapizaron las sillas, no se vayan a evacuar en ellas, por favor.
—Comenzamos a salir hace poco, señora.
Le di otro pellizco a Dereck en la pierna y, cuando creí que eso sería suficiente para callarlo, él me contraatacó de una manera que jamás imaginé, y fue que su mano se deslizó por mi entrepierna de repente, a una altura muy peligrosa. Fue como si me hubiera tapado la boca, aunque claro está, estaba muy cerca de tapar la que no se suponía.
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