Capitulo 2
Te han abierto una brecha en la ceja...
La contracción de la misma y el intenso sellado de los párpados ante el roce del húmedo paño habló por él. Sabía que no había actuado bien. Que había desobedecido. Pero su inocencia nunca llegó a poder asimilar que su curisodidad también fuera punible.
- Yo sólo deseaba ver tu entrenamiento.
Los ojos lucían enrojecidos. Las pestañas húmedas y pegajosas de sangre diluída en lágrimas que su débil orgullo no pudo tragar. Y la voz...hacía semanas que había dejado de ser su voz...para ser la voz con la que hablaba la humillación aceptada.
La tibia agua contenida en el cazo a su lado rápidamente adquirió un tono rosáceo. El paño regresó con sumo cuidado a tantear la herida que ya sangraba menos, pero los párpados volvieron a fundirse con el escozor resultante de su atrevimiento, coartado por gentileza de una certera pedrada.
Defteros permanecía con el rostro ladeado, evitando afrontar los reproches que asumía asentados en la mirada de Aspros. Aspros luchaba para no mirar más abajo de la línia del rostro de su gemelo que aún se vislumbraba humana.
Una espesa gota de sangre cayó sobre el puño que Defteros mantenía apretado y tenso arrugando la sucia tela que vestía su muslo. La mirada de Aspros fue alertada por ella, consiguiendo que sus ojos recorrieran el camino a la inversa hasta llegar al oculto mentón...a las cubiertas mejillas. El cuero se había teñido de oscura viscosidad.
La brecha de la ceja no era la única herida.
- También te sangra la boca...
Un resignado encogimiento de hombros fue toda respuesta que Aspros recibió. El puño de Defteros se restregó contra sus ropas, consiguiendo que el barro y la sangre de su piel aún se unieran con más fuerza.
El espasmo que asaltó al cuerpo de Defteros al sentir los dedos de Aspros entre sus cabellos sobresaltó al mayor. El repentino agarre que sufrió una de sus muñecas le dijo que no...que esa herida no importaba.
Que en realidad, todos los esfuerzos que Aspros hacía para curarle eran prescindibles para alguien que simplemente ya no existía.
- Se te podría infectar, Defteros...
El recio contacto del menor cesó, y la temblorosa decisión de Aspros reanudó su intención. Las hebillas cedieron y la máscra cayó lo más lejos que Aspros pudo lanzarla sin parecer excesivamente débil y asqueado.
Un vital suspiro traspasó las fosas nasales de Defteros. Sus labios se partieron levemente y la lengua emergió con timidez para saborear el salado resultado que otra pedrada había propiciado y que su colmillo había conseguido agrandar en su piel.
El sucio paño acudió a sus labios. El mentón fue tomado con cierto estremecimiento imposible de ocultar y entonces sí...entonces sus miradas se sintieron con el coraje suficiente de buscarse y hallarse.
Ambas húmedas.
Ambas heridas.
- Yo sólo quería aprender, Aspros...
Una lágrima descendió sin permiso por la mejilla del mayor. Con rapidez y acierto de un buen restriego del antebrazo fue borrada de la faz de su dolor, y el paño acabó de limpiar unos labios que al fin recuperaban su voz...
- Te ayudaré. Buscaremos un lugar...
Defteros sonrió con tristeza y agradecimiento.
Aspros asintió pensando dónde podrían acudir para él poder escuchar cada día un poco de su voz...
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