✭Ruikasa✭
·Especial de Navidad·
·Ruikasa·
"Entonces... mañana ya es Navidad!!"
Tsukasa sonreía, la emoción por la fiesta obviamente poseyéndole.
Rui se sentó junto a él, una sonrisa igual que la de su esposo apareciendo en su rostro de rasgos felinos.
"Entonces, ya habéis enviado vuestra carta..." la duda le asaltó. "Lo habéis hecho, no, niños?"
La pelirrosa de ojos del mismo color asintió, sus iris emanando su brillo habitual. Por supuesto que Hina lo ha hecho...
Una cabecita apareció detrás de la esquina del pasillo de la cocina.
Sus cortos cabellos marrón oscuro cayeron a su lado, al este inclinar la cabeza.
"Y tú, Haruhi? Has hecho la carta ya?" de nuevo era el pelimorado quien se ocupaba de los temas más 'serios', mientras que Tsukasa vivía por el placer de hacer felices a sus hijos.
El niño clavó sus ojos del color del chocolate en los amarillos de su padre, y negó con la cabeza. Espera- no la ha hecho!?
"C-como que no!?" unos temblores le recorrieron y el aire momentáneamente pareció faltarle. "Hi-Hina, ayuda a tu hermano a hacer la carta-" su mente se había centrado en lo que debía hacer a continuación. "Después dádnosla, ya la enviaremos nosotros..."
Crisis- avertada...
La pequeña pelirrosa sonrió, es la viva imagen de Tsukasa, y, agarrando a Haruhi del brazo, lo llevó hacia las escaleras. Tsukasa y Rui escucharon como la puerta de la habitación de los niños se cerraba de un portazo, y las risas de ambos.
Tsukasa acarició el brazo de Rui, sus ojos con un brillo que trataba de seducir al pelimorado, pasando su mano por la barbilla de Rui, antes de atraerle hacia él, plantándole un beso en los labios.
"A mí no me has preguntado qué quiero para Navidad, Rui..." una expresión juguetona se apareció, contrastando con la actitud dulce del rubio.
Rui sintió su expresión torcerse.
"Y qué quieres para Navidad, Tsukasa...?"
El rubio se lanzó, atacando directamente el cuello de su esposo. Un gemido escapó de los labios de Rui, quien se tapó la boca.
Tsukasa cesó su 'agresión'.
"Te quiero a tí, Rui..." se frotó el cabello, sonrojado. "Pero con orejas de gato"
"Orejas de gato? Qué fetiche es ese!?"
Tsukasa, pareciendo avergonzado, atrajo a Rui de nuevo hacia él, acariciándole el pelo, mientras lo arrullaba. "Porfavor..." suplicó, con una mirada tristona.
Rui sintió como si lo apuñalaran. Suspirando, se rindió ante los encantos del que siempre conseguía lo que quería.
"A ver si mañana, te encuentras unas orejas bajo el árbol..." sus mejillas se encendieron, lívidas, al imaginarse a sí mismo llevándolas, y jugueteando con Tsukasa en la cama.
El rubio, en cambio, pareció asqueado ante la propuesta.
"Bajo el árbol!? Qué crees que pensarán los niños si ven eso, Rui?" una risa estruendosa emanó de él. "Y si se lo dijeran a los abuelos-? Qué pensarán tus padres, Kamishiro...?"
Rui se relamió los labios.
"Tal vez, que tengo un esposo que me hace enloquecer..."
* * *
Tsukasa se desperezó, encontrándose en la cama de matrimonio, junto al pelimorado con el que compartía la cama.
Trató de abrir los ojos, y moverse, solo para chocar con un bulto inmenso, y cayó sobre él. Abrió sus párpados, lentamente, que caían pesados sobre sus globos oculares.
Tras varios instantes, en los que su visión se iba acostumbrando al ambiente en el que estaba, consiguió ver su alrededor.
Se encontró sobre el cuerpo del pelimorado, sus brazos agarrados a los laterales del torso de Rui.
Sintió, incómodamente, como su rostro se encendía, delatando lo que imaginaba que había sucedido entre ambos. Trató de ignorar sus pensamientos, y salió de la cama, mientras la vergüenza le carcomía por dentro, poco a poco.
Llegó al baño, mientras en su imaginación revivían los sucesos de las horas anteriores, tal como se imaginaba que debían haber sido.
No conseguía recordar nada, pero podía imaginarlo. Solo espero que no haya entrado nadie en la habitación mientras dormíamos...
El reloj analógico, asentado sobre la mesita de noche, marcaba que eran las 16:37, por lo cual- llevamos en cama tres horas?!
Sorprendido ante el largo sueño que había conseguido tener, decidió interrumpir el de Rui.
Se arrodilló junto al pelimorado, cubriéndolo de besos, mientras acariciaba a su cónyugue, esperando despertarle.
"Qué narices pasa...?" un bostezo siguió la frase de Rui. Sus ojos, nublados por el cansancio, se iluminaron al ver el cuerpo del rubio. "Oh- qué sucede?"
Si Tsukasa ya estaba avergonzado, ahora había llegado a un nivel completamente diferente.
"Rui-! No es el momento! Acaso no ves que-" empezó a juguetear con sus manos, sudando. "-que acabamos de hacerlo!?"
La expresión de Rui se torció en una sonrisa traviesa. Radiaba positivismo, tomando el lugar de Tsukasa, quien solía ser el 'rayo de sol' en la relación que mantenía.
"Acaso debemos volver a hacerlo, Tsukasa-kun...?"
La voz dulce del pelimorado, teñida con una pizca de pasión que delataba sus deseos, consiguió tranquilizar al rubio.
"Te amo..." suspiró Rui.
Su tono seductor hizo temblar a Tsukasa, quien cayó rendido ante los pies del pelimorado. Sintió de nuevo ese calor recorriendo su cuerpo, esas ganas de comerse a Rui a besos.
Es tan adorable-
Y todo mío.
Tuvo que poner freno ante las emociones que amenazaban con sobrellevarle, y tuvo que detener la pasión que ardía en su interior. Porqué demonios soy tan... romanticón...?
"Rui... debemos llevar a Hina y a Haruhi al centro comercial, no crees? Y así podremos encontrar lo que habían ped-"
Tsukasa palideció.
"Haruhi te ha entregado... la carta, Rui...?" cuestionó el rubio, su voz temblorosa, temiendo lo que pudiese conllevar si no lo tuviesen controlado.
Rui sonrió, definitivamente muchísimo más tranquilo que Tsukasa ante aquella situación.
"No te preocupes, mientras tú dormías me entregó su carta..." su risita insolente se amplificó cuando vio que Tsukasa, por enésima vez, se tornaba de un color rojo. "No te preocupes, no te vio así..." mientras decía eso, pasó sus ojos por el esbelto cuerpo de Tsukasa, clavándolos en sus abdominales, y en su delicado cuello.
"Venga... ve a la ducha, yo les diré que se vayan preparando."
Tsukasa le dio un tímido pico al pelimorado, y agarrando una toalla, se dirigió a la ducha, preparándose para las actividades de la tarde.
"Recuerda que te amo, Tsukasa!!" exclamó Rui, antes de salir de la estancia, e ir a la de los infantes.
* * *
"Venga, estáis todos preparados?" la voz de Rui resonó por toda la casa, llamando a su família a reunirse en el coche.
Los tres integrantes de esta bajaron por las escaleras, y, saliendo de su vivienda, subieron al coche.
El niño de 6 años agarró la manga de Tsukasa, tirando de ella varias veces, sus ojos chocolate suplicantes.
"Vendrán los titos Toya y Akito?" su expresión angelical suplicaba por un 'sí', que le confirmase que sus personas favoritas en el mundo se acoplaban a su viaje. "Porfi... vienen con nosotros?"
Tsukasa le sonrió, guiñándole un ojo.
"Por supuesto, les veremos en el centro!!"
El coche pareció iluminarse al mostrarse la poco común sonrisa de Haruhi.
"Haruhi, Hina, sabéis qué vais a pedirle a Papá Noel cuando le veáis?" Rui interrumpió la conversación que había estado manteniendo con la pelirrosa de 9 años.
Con un semblante demasiado serio para el tema de conversación, Haruhi quiso compartir sus deseos. "Yo quiero pedirle un tren eléctrico, un muñeco de perro, y-"
Ahora fue Hina la que interrumpía a alguien a mitad de frase.
"Serás bobo, aún crees que Papá Noel existe?" sus ojos expresaban claramente lo que opinaba de la inocencia de su hermano, el cual no se tomó la frase a la ligera.
"Sí que existe! Porque si no, quién nos trae los regalos, eh?" sus pequeños puños se apretaron, descargando su rabia en la presión inflingida.
"Hm... No sé..." la pelirrosa parecía disfrutar de la palpable tensión en el ambiente que había generado. "Papá y Papi?"
Ay mierda-
Tsukasa clavó sus ojos en los de Rui, espantado.
"Qué digo, Rui...?"
Para añadir peso a la situación, en vez de ayudarlo, Rui hizo caso omiso, encogiéndose de hombros, y mirando al frente, decidiendo concentrarse más en la carretera por la que conducía.
Aunando 'valor', Tsukasa se giró hacia los asientos traseros que ocupaban sus hijos, luciendo una sonrisa que contrastaba con lo que sentía.
"Acaso alguno de nosotros dos lleva barba, una gran barriga, y siempre va con ropa roja?"
Un silencio siguió sus palabras, y, al igual que había hecho Rui, se focalizó en lo que tenía delante, no detrás.
Una carretera tan vacía como su esperanza de salir del aprieto.
* * *
El centro de la ciudad se encontraba abarrotado por las masas que lo ocupaban, todos esperando ávidamente a ver el desfile preparado para aquel año, y los fuegos artificiales.
Como siempre, Shibuya lucía esos días de fiesta, vestida de luces y adornos por todas partes.
Los rojos, verde-oscuros y dorados habían tomado control del lugar, colores que brillaban bajo la luz de la luna invernal. Las calles se habían llenado del sonido y el bullicio, de risas y juegos.
"Papii, donde están los titos!?" Haruhi sacó a Tsukasa de sus ensoñaciones.
"Se supone que debemos encontrarnos con ellos por aquí..." el rubio parecía pensativo, distraído y lejos de la realidad.
"Suzumiyaaa, vienes o no?" Hina profirió la frase a grito pelado, un diente asomando frente a su labio.
Su aspecto gatuno a Tsukasa le recordaba a Rui.
El niño de cabellos chocolate corrió hasta su hermana, golpeándola con sus puños, sumido en la rabia.
Rui parecía divertido ante tal escena.
"De qué conocerá Hina a Haruhi Suzumiya...?" la curiosidad resonaba en las palabras que dejó escapar, transmitiendo la pregunta al rubio, que asistía anonadado a lo que se desarrollaba frente a él.
Tengo una familia disfuncional...
Agarró la mano de Hina, y con la otra, la bufanda de Rui, arrastrándolos junto a él. Haruhi correteaba tras ellos, riéndose de las caras sorprendidas de su padre y hermana.
Pocos minutos después, entre la gente que poblaba las calles del núcleo urbano, avistaron en el fondo una cabeza de cabellos a dos tonos, inequívocamente la de mi hermano...
"Toyaa!! Akito!!" vociferó el rubio, su voz alcanzando un volumen que normalmente solo utilizaba en sus espectáculos. El de cabello bicolor levantó la mirada, dándose cuenta de la presencia de sus familiares.
Arrastró a un huraño pelinaranja, trayéndolo hasta el banco donde se habían sentado Tsukasa y compañía.
Haruhi echó a correr hacia sus tíos, pasando de largo de Toya, quien se quedó con los brazos extendidos, y una cara sorprendida, y saltando directamente a los brazos de Akito, quien había perdido esa expresión de asco al ver a su sobrino.
Lo elevó en brazos, describiendo una pequeña vueltecita.
"Fierecilla... como van las vacaciones?" su voz, monótona, cargaba algo de alegría disimulada ante el prospecto de pasar la tarde con los familiares de su esposo.
Haruhi empezó a reir.
Toya se acercó a Hina, quien había tomado, a diferencia de su hermano, un paso mucho más tranquilo. El bicolor hizo una reverencia ante la pelirrosa, sus ojos gélidos mostrándose divertidos.
Hina Tenma hizo lo mismo, antes de por fin abrazar al bicolor.
Rui se acercó también a Toya, ofreciéndole un efusivo abrazo, que Toya no identificó, respondiendo con apretón de manos.
El pelimorado saludó después a Akito, quien por mera cortesía no lo ignoró.
"Esos raritos..." le susurró al niño que llevaba en brazos.
Ya por fin todos juntos, buscaron una zona elevada desde la cual poder ver tanto el desfile, como el espectáculo de fuegos artificiales que se desplegaría a continuación.
* * *
"Veinte minutos antes de que empiecen los fuegos!" el anuncio recorrió la megafonía del lugar, como la pólvora.
Tsukasa sintió unos tirones de la manga de su abrigo.
"Papii, tengo hambre..." la queja de Haruhi llevaba repitiéndose desde el momento en el que había iniciado el desfile, cada tres segundos, mientras salían las carrozas, los muñecos, las academias de baile, y cada sector del entretenimiento.
Incluso ahora que había terminado el acto, y debía empezar el espectáculo de los fuegos, el hambre parecía seguir atormentando al menor de los Tenma-Kamishiro.
Akito se puso de cuclillas, al nivel de Haruhi, mostrando una sonrisa, algo extraño siendo él, sus ojos brillando ilusionados.
"Qué tal si tú y yo vamos a por algo de comer, diablillo?" dirigió una mirada suplicante a Tsukasa, pidiéndole permiso.
Este se encogió de hombros, sin formular opinión alguna respecto al tema que les concernía.
Necesito un baño-
"Rui- tengo que irme un segundo..." suplicó, los iris de sus ojos temblorosos.
Rui pareció sorprendido, pero asintió.
Tsukasa echó a correr.
Un baño- donde sea, porfavor...
Pasó corriendo al lado de diferentes calles, pero todos los establecimientos estaban cerrados, o hasta arriba de clientes que cerraban el paso a los baños en cuestión.
Tras varias avenidas, cada cual más vacía que la anterior, llegó a una con una cafetería aún abierta. Se encontraba completamente vacía, y Tsukasa se daba cuenta del porqué.
La fachada entera del edificio se encontraba recubierta por paneles de madera delgados, de diferentes colores, pero todos oscurecidos por el paso de los años, y cubiertas por una fina capa de lo que el rubio presumía ser moho. Un farolillo colgaba de la fachada, apagándose cada pocos segundos.
El lugar parecía ser un bar rancio y antiguo, al cual solo acudirá quien quiera desaparecer de la vista pública del mundo...
Y yo solo quiero usar su baño-
Entró en el establecimiento, una campanilla con un tañido siniestro anunciando su entrada. Un mesero sin aspecto de pasarlo bien lo recibió.
"Porfavor- podría usar el- usar el baño...?" suplicó el rubio.
Una mirada cortante, acompañada de un gesto de negación denegó su petición. No puede ser-
Tomó la mano del mesero, tratando futilmente de encandilarlo. Sus ojos adoptaron un tinte tristón, desplegando todos sus medios, con tal de que le dejaran utilizar el baño.
"No. Es solo para clientes..." la voz rasposa del hombre le hizo recobrar la consciencia que había perdido con sus acciones desesperadas.
Tras otro minuto de deliberación con el hombre, el de los ojos brillantes se rindió ante la situación.
"Entonces... qué vendeis...?" vio la expresión del mesero, y decidió añadir su puntillita. "Algo barato." puntualizó.
El hombre le entregó una carta.
No puede ser- que lo más barato sean unos cigarros...
Los pidió, antes de dirigirse corriendo hacia el tan ansiado baño.
Cerró la puerta.
Salió del baño, finalmente aliviado.
Tan pronto salió del cerrado espacio, se encontró al mismo mesero, con su semblante seri, ofrciéndole la cajita de cigarrillos sobre una bandeja que parec-ia ser de plata, tan hecha polvo como el resto del establecimiento en el que se encontraba.
Una sonrisa forzada se formó en su cara. Odio este lugar...
Tomó lo que se le ofrecía, antes de depositar en la misma bandeja el precio que debía pagar por el paquete.
Salió corriendo del lugar, sin ganas de volver nunca más.
Pasó cruzando uno de los múltiples callejones que bordeaban la avenida por la cual corría, cuando vio una joven de cabellos azules, inclinada sobre una niña pequeña, de unos 6 años de edad.
Qué demonios está pasando...?
Paró en seco, trastabillando, y fue hacia donde se encontraban ambas personas.
Cuanto más se acercaba a ambas, más familiar empezaba a parecerle la mujer junto a la niña.
Finalmente, recordó quien era.
Shizuku Hinomori, su amiga de la infancia, se hallaba frente a él, sus cabellos azul claro cubriendo sus ojos color cían, una expresión desalentada torciendo su 'rostro tallado por los ángeles', según quienes le rodeaban. Sus largas pestañas acariciaban su tez pálida, con un ligero rubor en los mofletes, al igual que en sus labios.
La chica se encontraba centrada en el estado de la infante que la acompañaba, quien lloraba desconsolada por algo que Tsukasa no escuchó.
"Hi-Hinomori? Eres tú?" preguntó con un tono cauteloso, preveniendo una catástrofe si llegase a equivocarse de persona. Pero sabía que había atinado, y todo andaba bien.
"Tenma..." Shizuku lucía una sonrisa que dejaba a la vista sus dientes, tan relucientes como los iris de Tsukasa. "Hace tiempo que no te veía!"
Tsukasa clavó su vista en la niña, preguntándole silenciosamente a su vieja amiga por lo que estaba sucediendo frente a él.
"Se ha perdido en mitad del desfile... No lo tengo muy claro." no parecía demasiado feliz. "No se me dan muy bien los niños."
"Ya me ocupo yo." Tsukasa se agachó, junto a la niña. "Así que te has perdido...? Bueno, vamos a ayudarte. Cómo te llamas?"
La niña se frotó los ojos, revelando sus ojos carmesies, de los cuales brotaban lágrimas.
"An- Anzu... Akiyama-" tanto ella como su voz temblaban, pero una mirada desafiante brillaba bajo la fachada indefensa.
"Pues Anzu... Vayamos a encontrar a tus padres..." vociferó Tsukasa, demasiado alegre para la ocasión ante la que se encontraban él y la de cabellos azules.
La niña pareció avergonzada cuando Tsukasa profirió las últimas palabras, pero no dio explicaciones ante eso.
Los tres, agarrados de la mano, recorrieron las calles, de nuevo llenas del gentío emocionado, y de los sonidos de la fiesta.
"Vayamos a la carpa del evento... que anuncien por megafonía que Anzu busca a sus padres."
Shizuku asintió, desganada.
Su reencontronazo no había sido como Tsukasa pudiese haber esperado, y la tensión se palpaba en el ambiente. Anzu parecía completamete inconsciente a lo que sucedía a su alrededor.
Seguía gimoteando, sus ojos carmesí borboteando lágrimas.
"Anzu, tranquila... encontraremos a tus padres pronto."
Durante varios minutos, recorrieron las avenidas, ahora abarrotadas por completo por compradores que se dirigían a los grandes comercios del centro, y los espectadores que esperaban ver la muestra de fuegos artificiales de la noche.
Iban gritando por donde pasaban, pidiendo que en caso de encontrarse allí un familiar de Anzu, que la recogiese.
Tras recorrer unas cuantas calles sin éxito alguno, llegaron al lugar donde se alzaba la gran carpa de lona, donde se estaba organizando todo el evento. Diferentes carrozas, bailarines y grupos se paseaban por el espacio, mientras los organizadores se ocupaban de mantener todo bajo control.
Los tres se hicieron hueco entre el gentío, hasta llegar frente a un mostrador.
"Perdone... Esta niña, Anzu- Akiyama, se ha perdido." le comunicaron al hombre tras el mostrador, quien les sorió, y se dispuso a hacer el anuncio.
Pocos instantes después, el comunicado ya había sido preparado, y estaba listo para pasar por los altavoces del centro.
"Hemos encontrado a Anzu Akiyama." el anuncio sonaba, estridente, por la megafonía del lugar. "Por favor, vengan a recogerla en el carpa de la organización del desfile."
Les indicaron que se sentaran en unas sillas de plástico, junto al mostrador rrgentado por el hombre quien les había ofrecido su ayuda.
Esto es- muy incómodo...
Miró fugazmente a Shizuku, quien le estaba observando atentamente.
Tsukasa se sonrojó, avergonzado, antes de tratar de entablar conversación con la niña.
"Anzu... qué te gusta hacer?" sonrió afablemente, tratando de hacerla sentir cómoda en una sotuación así.
La pelirroja pareció pensativa, submergiéndose en el silencio mientras trataba de recordar el qué disfrutaba haciendo. Debe estar un poco perdida tras esto... y nerviosa.
"Pues..." su cara se iluminó. "Oh, me encanta jugar a videojuegos!! Y también jugar con mi gato- y bueno..." se sonrojó. "-me encanta el chocolate... demasiado."
El rubio se rió, frotándose la nuca, pudiendo reconocerse a sí mismo en lo último que había dicho la niña.
"Sí... el chocolate es delicioso, no lo crees?" lucía una sonrisa despreocupada, a pesar de que por dentro estaba preocupado por lo que Rui estuviese pensando sobre su 'desaparición'.
Espero que no se esté preocupando...
"Y como es tu gato?" preguntó, tratando de seguir con la conversación.
Ahora, Anzu parecía verdaderamente feliz.
"Es adorable!! Aunque parece que me detesta, pero me da igual." sus ojos brillaban con algo de malicia. "Es mío!!"
Siguieron conversando, sobre cualquier tema que se le ocurriese al rubio, hablando sobre sus shows, sobre lo que iban a hacer cada uno en las vacaciones, sus impresiones sobre el desfile...
Apenas se dieron cuenta cuando dos mujeres se les acercaron corriendo, gritando el nombre de Anzu.
Al verlas, la pelirroja empezó a sollozar de nuevo, abalanzándose para abrazarlas. Una de las dos mujeres se acercó a Tsukasa y su acompañante, quien había permanecido en silencio desde el inicio de la conversación del rubio con la niña. La mujer también le parecía familiar a Tsukasa, mas no pudo reconocerla hasta que esta le habló.
"Tsukasa Tenma... hace tiempo que no te veía!!" Mizuki Akiyama le sonreía, mientras varias lágrimas caían por sus mejillas. "Gracias por encontrar a Anzu... Y tú también, Hinomori. Gracias!!"
Su esposa, Mafuyu Asahina, se les acercó, sonrisa siniestra en los labios.
"Gracias, Tenma, Hinomori." al contrario que en los de Mizuki, sus ojos parecían apagados, robados de toda ilusión, pero al mirar a su hija, se iluminaron al instante.
Tras una pequeña conversación, la pequeña familia se dispuso a marcharse, yendo hacia una de las avenidas que comunicaban con la plaza de las carpas y la organización.
Tsukasa sintió que alguien lo abrazaba.
Anzu Akiyama lo abrazaba fuertemente, sonriendo.
"Gracias..." la timidez hizo presencia, y silenciosamente, le entregó una tableta de chocolate que se sacó de la mochila. "Muchas gracias por ayudarme hoy... Tsukasa?"
El rubio, sintiéndose halagado, sonrió, aceptando el presente que se le hacía.
"Gracias, Anzu." le entregó la mano, dispuesto a darle un apretón. "Si no le parece mal a tus madres, podríamos quedar ambas familias pronto!! Estoy seguro que tú y mis hijos os llevaríais bien!!"
Con una última sonrisa, la niña echó a correr, tras de sus madres, quienes la miraron orgullosas.
Tan pronto desaparecieron de su vista, Shizuku se acercó a Tsukasa, una sonrisa que no auguraba nada bueno en su rostro.
"Bueno, Tenma... ahora solo estamos los dos..." susurró, tomándolo de la mano. Mientras Tsukasa trataba de zafarse, la peliazul le arrastró hasta un edificio cercano, y lo estampó contra la pared de ladrillos.
"Ahora estamos solos..." murmuró Shizuku, sus ojos con un brillo denotando su obsesión repentina. "Airi, Minori y Haruka pueden esperar... ahora mismo, eres todo mío..."
Tsukasa trató de gritar, pero tan pronto lanzó su voz al mundo, el primer fuego de la noche estalló en el cielo.
Flores verdes, rojas, espirales amarillas y plateadas, serpentinas y círculos, dientes de león y campanillas, de todos los colores imaginables, siguieron el primero.
La desesperación crecía dentro de Tsukasa, sabiendo que de allí no le sería posible escapar. Rui- porfavor, ayúdame-
Shizuku se inclinó hacia él. Veía su sonrisa, sádica, preparándose para tomar su recompensa tan deseada. Tsukasa cerró los ojos, e intentó empujar a la chica, apartándola de él.
Enfurecida, esta le clavó una bofetada. Un dolor agudo se gestó en su mejilla, pero prefirió ignorarlo, y aceptar lo que estaba a punto de ocurrir.
El rubio estaba paralizado por el temor, incapaz de reaccionar ante lo que sabía que la mujer frente a él le iba a hacer. No quiero- alguien- que alguien me salve, porfavor-
Veía el demonio azul acercarse, y su corazón encogía, amenazando con parar de latir. Sentía como se acercaba su destino, y se resignó.
"Qué narices haces, pervertida!?"
Asombrado, Tsukasa sintió como le quitaban un peso de encima, de forma muy literal. Abrió los ojos, para ver a Rui forcejeando con Shizuku, apartándola de él.
Tan pronto se deshizo de la peliazul, Rui se abalanzó sobre su esposo, cubriéndolo de besos y caricias.
"Estás bien, cariño?" una preocupación verdadera se asomaba en su mirada, mientras comprobaba el cuerpo de Tsukasa, buscando moretones por los cuales acusar a Shizuku.
Tsukasa sonreía, 'dejando caer' unas cuantas lágrimas, como el gran dramático que era.
"Corre... Nos están esperando todos..."
Tomando la mano de su esposo, Rui corrió con él, hasta encontrar el lugar donde les esperaban el resto, cerca del centro comercial al que debían acudir más tarde con los niños.
La presión que había sentido en aquellos instantes, aprisionado por Shizuku, empezaba a desvanecerse, mientras Rui le infundía calor y ánimos, aún en silencio.
Ambos se sintieron desconectados del mundo, tan solo unidos entre ellos por sus manos, y el amor que se profesaban.
Un aire gélido soplaba entre los árboles de los extremos de la calle, zarandeando a los transeuntes, las hojas, y las luces que colgaban sobre la avenida.
Tomaron una callejuela, y se encontraron con los otros cuatro, reunidos en el mismo sitio que antes, sonriéndo a los recién llegados.
Todos llevaban en sus manos algo de bollería, y Akito, recelando, le entregó a Tsukasa el pastel que le pertenecía.
Submergidos en el silencio, se dispusieron a admirar el espectáculo que se extendía frente a ellos.
* * *
"Niños, os toca!!"
Tsukasa sonaba más emocionado que los propios críos, que eran quienes debían tomar una foto con 'Papá Noel', cosa la cual no les parecía agradar mucho, a Hina por su cinismo, y a su hermano, por el miedo que parecía sentir ante el hombre disfrazado.
"Y entonces, decidme..." el hombre sonrió, aparentando bonachón frente a quienes acudían a él. "Qué es lo que deseáis para-"
"Tsukasa, distráelos un poco cuando acaben con eso..." murmuró una voz, en su oído. El rubio tosió, al borde de atragantarse.
"A-Akito!?" tosió de nuevo. "Pensaba que los tres est-estábais comprando los regalos para ellos."
El pelinaranja hizo una mueca. "Rui me dijo que aún le falta bastante."
Sin darle tiempo a responder, su cuñado salió corriendo de nuevo, sus manos sujetando bolsas y más bolsas, presumiblemente llenas de los regalos para sus sobrinos.
"Me cago en-"
"Papiii, ya hemos acabado!!" vociferó Haruhi, jugueteando con su hermana frente a su padre. La cara aterrorizada que tenía antes de 'entablar conversación' con el hombre de rojo había cambiado por una gran sonrisa.
Me cago en-
Forzando una expresión intuible como contenta y emocionada, les convenció a ir a por un helado, en la heladería de turno, que encontraron en un rinconcito vacío del centro comercial.
"Pero... helados en Diciembre?" preguntó Hina, extrañada ante la propuesta de su padre, el cual estaba visiblemente más emocionado que ellos ante el prospecto de comer postres gélidos en mitad de la estación más fría del año.
Haruhi, más que confunfido parecía divertido por la conversación que se desplegaba frente a él.
"De donde sacaste la idea, siquiera?" la pelirrosa seguía dando por saco.
Al menos ganamos tiempo... pero a qué coste? El de mi dignidad como padre y como humano? Helados en Diciembre!??
"Pues... de pequeño conocí a alguien que realmente disfrutaba... comiendo helados, constantemente." Kaito, alégrate de que te mencione... "Y estando tanto tiempo con él, pues... supongo que algo se me pegó, en cuanto a sus- gustos extravagantes..."
* * *
"Veenga, todos, venid a la mesa!!"
Fue pronunciar estas palabras, y Toya, Rui, Akito, Hina y Haruhi salieron corriendo del salón, sentándose a la velocidad de la luz en sus respectivas sillas, esperando a que Tsukasa sirviese la 'cena' que había preparado en aquella ocasión.
"Nos espera una intoxicación..." suspiró Hina, sus ojos clavados en la puerta por la cual entraría Tsukasa con su última cena personal.
Disimuladamente, Rui le dio la razón, temiendo que Tsukasa le recriminase enfrente del resto.
Minutos más tarde, los platos se habían llenado de puré de patatas, diversas carnes y verduras, mariscos servidos en fuentes junto a rodajas de zanahoria y rábanos. Lo acompañaba todo una gran selección de embutidos de ocres y rojos, y cremosos quesos que se deshacían en el propio plato, incluso antes de su consumición.
"Qué habéis hecho mientras cocinaba?" preguntó Tsukasa, empezando un tema de conversación.
"Tito Akito estaba jugando conmigo a coches!!" exclamó Haruhi, complacido.
"Y papá, tito Toya y yo estuvimos mirando el partido de béisbol!!"
Tsukasa visualizó a su hija, acompañada por su esposo y su hermano, animando efusivamente al equipo, su fervor palpable en el ambiente, mientras no quitaban el ojo de la pantalla.
Riendo ante las miradas culpables de Toya y Rui, se sintió orgulloso ante el amor que parecía compartir la família que habían empezado.
El árbol se erguía en la esquina del comedor, sus verdes oscuros y claros contrastando con los rojos vivos de los adornos, los plateados de las guirnaldas que coronaban la estancia, y los dorados y naranjas de las luces.
Pasaron la noche entre comida, risas y juegos, hasta que, cerca de las once, tuvieron que ir a sus respectivas habitaciones.
Akito y Toya compartirían una, al lado de la de Rui y Tsukasa, quienes pretendían tenerles controlados.
* * *
"Es Navidad!! Es Navidad!!"
Rui gruñó, al lado de Tsukasa.
"'Es Navidad, Es Navidad!!' Son las cinco de la mañana!!"
Kasa sonrió, sus mejillas sonrosadas, tal vez por el beso que le entregó a Rui, o por la borrachera que había pillado la noche anterior en la cena, y lo que había sucedido en la cama más tarde.
"Déjales, que es un día al año..."
Tomándolo de la mano, salieron de la habitación, reuniéndose con sus hijos en el salón, a reventar de regalos que habían dejado las cuentas bancarias de los cuatro adultos en números rojos.
"Más les vale apreciarlo..." un nuevo suspiro de Rui llegó a Tsukasa, erizando su vello.
"Ya te lo dije ayer..." sus ojos echaban chispas. "Pero el único regalo de Navidad que necesito eres tú, Rui..!!"
Una sonrisa traviesa se formó en el rostro gatuno del pelimorado.
"Sí... pero a mí, con orejas de gato..." puso sus labios junto al oído del rubio, quien tomó un color rojo parecido al de los adornos del árbol.
Disimuladamente, mirando a los niños para asegurarse de que no les viesen, Rui le entregó un paquetito.
Desenvolviéndolo rápidamente, Tsukasa sacó unas orejas color azabache, las cuales inmediatamente puso sobre la cabeza del pelimorado.
"Qué bien lo voy a pasar esta noche..." rió el rubio.
Abrazando a su esposo, se sentaron en el sofá, dispuestos a ver las caras de alegría que se formaban en los rostros de sus hijos, junto a Akito y Toya.
"Gracias por ser mío, Rui..."
✵FIN✵
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