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✭Emurui✭


❂AVISO❂

En esta ocasión, no es solo el inicio.

Es una historia muy, MUY- violenta.

No sé si parece un angst con mucha sangre,
o qué, pero no es 'pacífico', que digamos.

Lean esto bajo el conocimiento de que
la violencia está presente en gran parte de
esto, junto a descripciones gráficas.

Sin más que decir, Chaoyagi.



·EMURUI·


"Ruiiiii-" chilló la pelirrosa. "Las bombas no se enciendeeeeen-"

La voz frustrada de la pelirrosa rompió el silencio en el que se encontraba sumido Rui Kamishiro, concentrado en llevar a cabo su proyecto.

Este se acercó a donde estaba Emu.

"Por supuesto que no, está todo controlado." sonrió, un brillo emocionado iluminando sus ojos. "Y aún no las he activado..."
Volvió a uno de los artefactos, situado en el aula de música de Kamiyama.

No hay aula mejor en la que probar estas bombas que en la clase de música... se sonrió a sí mismo. Así- así la señorita Meiko aprenderá a valorar mis esfuerzos...

"Ruiii-" se quejó de nuevo Emu. "Estás acabando ya? El patio está a punto de acabar..."

"Solo me falta ajustar dos de las bombas..." murmuró Rui, atornillando el lateral de una. "Y después podemos evacuar hacia-"

Los sonidos de unos pasos por el pasillo hicieron que callara.

"Rui, rápido!!" chilló la pelirrosa.

Sin tiempo a acabar de ultimar todos los detalles, Rui cogió a Emu del brazo, arrastrándola hacia una de las puertas que llevaban a aulas contiguas.

Cerró la puerta, y tan pronto como escuchó que los pasos entraban en el aula, detonó las bombas.

Se oyó un grito agudo, que duró tan solo un segundo.

La ventanilla de la puerta tras la que se escondían se tiñó de rojo.

Tras eso, silencio.

Tímidamente, con miedo de lo que se pudiesen encontrar, abrieron la puerta, haciendo el mínimo sonido posible.

Tras la puerta, se encontraron una escena dantesca, que les provocó arcadas.

En el centro de la sala, pedazos de un cuerpo reventado, cubierto todo por purpurina rosa, que fluía por el suelo, entremezclado con la sangre de la presunta víctima, su profesora de música.

Meiko había fallecido.

"R-Rui-" Emu apenas pudo articular palabra. "Qué hemos hecho...?"

Rui no podía hablar.

La repulsión de ver esa escena frente a él era tan solo superada por la culpabilidad de saber que todo ello había sido culpa suya.

Por querer vengarme...
Por querer justicia.

Emu agarró a Rui, quien era incapaz de moverse, y corrió hacia la salida más cercana, mientras sonidos de pasos, y eventualmente, gritos de horror, llenaban la segunda planta del edificio de Kamiyama.

"Yo- yo no quería-" gimió Rui, sus ojos desorbitados. Lo que parecía haber sido simplemente un experimento inocente mezclado con el deseo de venganza, había ocasionado la muerte.

La muerte... soy un asesino-
"Rui- porfavor, tranquilízate-" suplicó Emu, en pleno ataque de ansiedad. La chica estaba hiperventilando.

Rui, tratando de calmarse, empezó a pellizcarse, inflingiéndose en sí mismo el dolor que debía haber sentido la profesora mientras moría.

Tras varios segudos, perforó las capas de la dermis.

La sangre empezó a fluir, tiñendo la amnga de su uniforme de rojo,

"Rui, porfavor para!!"

Esta voz pertenecía a una tercera persona.

"Nene Kusanagi, qué haces aquí?" preguntó Rui, levantando la vista, apartándola de su herida.

Nene jadeaba, exhausta.

"Tsu-Tsukasa Tenma-" empezó.

Solo escuchar el nombre de ese ser, que durante años les había atormentado, liberó el vómito que Rui había estado conteniendo durante los últimos minutos.

Nene estaba jadeando, su rostro pálido y sudoroso. "¡Tsukasa Tenma!" repitió, ahora capaz de hablar. El terror y urgencia se agolpaban en su voz, haciendo que se notase la urgencia de la situación. "¡Está cerca, y no- no viene solo!"

El chico que lo había acosado durante años, sin piedad, que lo había torturado psicológicamente junto con su grupo. El mismo que lo había llevado a contemplar el suicidio, a perderse en sus propios pensamientos oscuros y dolorosos. El que lo había hecho sentir que nunca valdría nada, que estaba marcado por un destino del cual nunca podría escapar- Tsukasa Tenma.

"Qué pasa con Tsukasa? Está cerca de nosotros!?" preguntó Emu, visiblemente alterada.

Nene apretó los labios, respirando con dificultad. "¡Vienen por ti, Rui! ¡Lo han visto todo! El aula hecha un-" una arcada le interrumpió. "Tsu- Tsukasa no va a parar hasta que te encuentre, y no se va a- no va a ser amable esta vez. Él... él está enfurecido. Quiere hacerte sufrir-"

El miedo se apoderó de Rui, un nudo en el estómago que lo hizo sentir como si el aire se le escapara. Qué puedo hacer- contra Tsukasa? Contra quien me ha arrebatado la felicidad, quien me ha llenado de- angustia, miedo y sufrimiento? Quien me ha hecho sentir como un mísero insecto, un juguete para su diversión?

"¡Tenemos que huir!" insistió la peliverde, mirando, llena de la ansiedad que había poseído a los tres desde hacía años, hacia el final del pasillo. "¡Es nuestra única opción! ¡Apúrense!"

Emu asintió, esperando que Rui se levantase también.

Rui, en un estado de completo desconcierto y miedo, asintió sin decir una palabra. Emu lo arrastró hacia las escaleras, pero la sensación de ser perseguido, de estar a punto de ser alcanzados por ese maldito grupo, lo hizo tambalear. Los recuerdos de todo lo que había sufrido a manos de Tsukasa lo asfixiaban. Las veces en que Tsukasa y su grupo se burlaron de él y de Emu, los empujaron al borde de la desesperación, los momentos en los que ambos llegaron a preguntarse si seguir viviendo valía la pena. Qué hará Tsukasa cuando- cuando nos pille...?

Un golpe fuerte contra una puerta cercana los hizo detenerse en seco.

La presencia de Tsukasa había sido anunciada.

Rui tragó saliva, su cuerpo paralizado por el terror. "No podemos seguir corriendo..." murmuró, casi sin aliento. "Qué- qué hacemos ahora?"

Emu, con los ojos llenos de miedo, se giró hacia él. "Rui, por favor..."

Y en ese instante, aparecieron en la esquina del pasillo. Tsukasa estaba allí, rodeado de Akito y An, con una sonrisa cruel que reflejaba años de odio hacia Rui, y la felicidad que les provocaba su constante tormento, especialmente para el rubio.

"Así que finalmente lo lograste..." Tsukasa dijo, mirando a Rui como si fuera una presa atrapada. "Te has metido en un lío, Rui. Pero no te preocupes. No tendrás que presenciarlo-."

El grupo de Tsukasa avanzó hacia ellos con pasos decididos, sin prisa, transmitiendo que sabían que, hiciesen lo que hiciesen, nada les sucedería a ellos, siendo hijos de cargos directivos.

La decisión que les transmitía el saber que la situación estaba a su favor, y podían hacer lo que quisieran.

Aplastarme...

Rui, sintiendo que el peso de todo lo que había hecho lo estaba aplastando, trató de encontrar alguna manera de resistir, pero el miedo y la ansiedad lo paralizaban. Es el fin.

Tsukasa, quien había arruinado su vida durante tanto tiempo, estaba allí, listo para aplastarlo una vez más. Y tal vez, de una vez por todas.

Sintió el dolor por todo su cuerpo, y los gritos de angustia y dolor se oyeron por todo el complejo de edificios.

Nadie hizo nada.

* * *

Los días parecían interminables, llenos de oscuridad y sufrimiento. Rui y Emu habían intentado aferrarse a cualquier rastro de esperanza, pero el odio de los demás nunca cesaba. Los rumores, las burlas, los insultos... Kamiyama se había convertido en una prisión para ellos, un lugar donde los monstruos no vestían máscaras, sino que caminaban entre ellos, riendo de su dolor.

La paliza que habían recibido los dos el otro día no había sido lo suficiente como para calmar a los acosadores, quienes los buscaban por la escuela, decididos a seguir con su juego fatal.

Tras días donde Emu y Rui habían de esconderse en los rincones menos transitados de Kamiyama, y faltar a clases con tal de no ser atormentados por los estudiantes, Tsukasa, Akito y An, junto con otros estudiantes de Kamiyama, decidieron que ya habían esperado suficiente. El juego que habían empezado debía acabar.

"Rui es la razón por la que todo se ha roto en Kamiyama!" argumentaban. "Rui debe parecer."

Los rumores sobre los crímenes y desastres que había ocasionado, sobre su aura destructiva, se habían convertido en leyendas en la escuela. Y Tsukasa, disfrutando del espectáculo que había montado, pensó que era el momento de poner fin a todo.

Una tarde, después de clases, Emu y Rui caminaban por el oscuro callejón, dirigiéndose a casa. Rui, aún dolorido por las palizas, apenas podía moverse, pero Emu estaba allí, ayudándole. Esa es mi misión con Rui. Ayudarle a través de estos momentos.

Eso era lo que le daba fuerza para seguir adelante. Para ver a los que tanto dolor le provocaban cada día, y no sucumbir ante las voces que le decían que él debía cesar de existir.

Su paz fue interrumpida por dos soles, brillando en la oscuridad del callejón.

Tsukasa Tenma.

Nos ha encontrado.

"¡Aquí están!" vociferó Tsukasa, su voz retumbando en el callejón.
No puede- no puede ser- porqué aquí!? Porqué ahora!?

Pero al girarse, vio a Tsukasa, Akito, An y varios otros estudiantes rodeándolos. No me lo he imaginado-

"¡Rui, lo sabíamos! ¡Tú eres el culpable de todo! ¡El monstruo que ha destrozado Kamiyama!" Tsukasa los miró con desdén, una sonrisa cruel formándose en su rostro. Los demás se reían, disfrutando del sufrimiento de los dos acosados.

"¡Basta!" Emu gritó, poniéndose delante de Rui, como si de alguna manera pudiera detener lo que se avecinaba. "¡No te dejaré hacerle nada, T-Tenma- Tenma del diablo!"

Pero An no perdió el tiempo. Abalanzándose sobre la pelirrosa, empujó a Emu al suelo, y el grito desgarrador de la chica resonó por todo el callejón. "¡No lo vas a proteger más!" rugió An, mientras Emu se sollozaba, tratando de levantarse y proteger al débil pelimorado. "¡Rui es el responsable de todo! ¡Se merece la muerte!"

La muerte- esas palabras hicieron que Emu callara. Eso es lo que planean hacerle!?

Trató de nuevo de levantarse, gritando con todas sus fuerzas, incapaz.

Mientras Emu gritaba desde el suelo, Tsukasa se acercó lentamente a Rui, disfrutando cada segundo previo al desenlace. "Creías que podrías vivir en paz después de todo lo que has hecho?" dijo, su aterciopelada voz cobrando el tono maligno que adoptaba cuando no había adultos cerca. "Has arruinado Kamiyama. Todo lo que ha sucedido- todo, es culpa, Kamishiro. Te toca despedirte, no?"

"No..." Rui apenas podía hablar, su cuerpo temblaba de dolor y miedo, pero no podía moverse. "Tsukasa- no- no puedes-" Su voz era apenas un susurro, el miedo incapacitándolo.

"Sí que puedo." respondió Tsukasa, sacando una navaja.

Ls gritos de Emu se volvieron mucho más fuertes, y las súplicas de Rui, entre lágrimas, dejaron de escucharse.
Mientras los desgarradores gritos de Emu llenaban el callejón, juntándose con los sollozos de Rui, Tsukasa acercó la navaja al brazo de Rui, y riendo, empezó a clavarla en el brazo del pelimorado.

Ahora, los gritos de agonía de Rui se unieron a los de Emu, mientras este trataba de zafarse, y escapar.

Tsukasa prolongó la tortura, clavando la navaja en diferentes puntos de los brazos y las piernas del pelimorado.

"Es tu fin."

Tsukasa clavó el arma en el pecho de Rui, desgarrando las carnes con el arma, y la sangre cubrió la ropa del de los iris como el sol.

"¡Rui!" gritó Emu, intentando levantarse nuevamente, pero An la mantenía inmovilizada, sujetándola con fuerza.

Mientras Tsukasa y Akito se encargaban de Rui, Emu no podía hacer nada más que gritar. El aire estaba cargado de desesperación, de una angustia que no se podía contener. "Déjalo! Por favor!" lloraba, su cuerpo retorciéndose en el suelo mientras veía cómo Rui se desangraba, acercándose al fin de sus días.

Emu gritó, un grito que alcanzó el mismo cielo, haciéndolo conocedor de su dolor.

"Púdrete en el infierno, Kamishiro." rió Tsukasa, disfrutando de lo que había provocado para ambos.

Rui comenzaba a perder el conocimiento, su respiración cada vez más débil.

Tsukasa rió de nuevo.

Finalmente, cuando todos se fueron, dejando a Emu sola con Rui, Emu corrió hacia él, desesperada. "Rui! No- No te vayas!" los sollozos reemplazaron los gritos de agonía y dolor. La pelirrosa abrazó el cuerpo inerte, tratando de detener el río de sangre que salía de su herida.

"No- no puedes-" gimió Emu, tratando de mantenerle con vida, esperando que él reaccionara. "no- no!"
Rui, apenas consciente, la miró, sonriendo.. "Emu..."el susurro que pronunció fue audible solo para ella. "No llores- no por mí."

"No te vayas, Rui..."

"Emu... te- te amo-" la confesión súbita calló a Emu. "Siempre has estado allí para mí- siempre cuidándome-" sus palabras salieron entrecortadas, mientras su respiración se volvía más y más débil.

"Yo también te- te amo..." Emu susurró, entre sollozos. "Te prometo que no te dejaré..."

Pero Rui, con una sonrisa débil, la besó, un beso tierno, como si fuera la despedida que ambos sabían que estaba por venir. El amor que compartían, a pesar de todo el sufrimiento, había sido lo único real para ellos. La única cosa buena.

Y ahora, se la habían quitado.

Cuando sus labios se separaron, Rui cerró los ojos por última vez, y su respiración se detuvo.

"No..." Emu susurró, abrazando su cuerpo sin vida, sintiendo el vacío invadirla por completo.

Desgarrada por el dolor y la rabia, Emu miró a su alrededor. Tsukasa y su grupo ya se habían ido, pero Emu no sentía más que oscuridad. "Te lo prometí..." murmuró, sus ojos fijos en el cuchillo que Tsukasa había dejado atrás, ensangrentado, la hermosa navaja brillando en la oscuridad.

Dirigió una última mirada al cuerpo de Rui.

"No tendrás que esperarme por mucho tiempo, Rui..." suspiró.

Abrazada al cuerpo, hundió la navaja en su cuerpo.

Murió con una sonrisa en su rostro.

* * *

Un joven la esperaba, frente a las puertas de una pequeña casa en medio del campo. Un joven con un pelo morado, con mechas azules, ojos gatunos amarillos, y una sonrisa cálida, que la hacía sentir segura.

La joven cayó de rodillas, sollozando de nuevo.

"R-Rui!" lloró, hipando.

El joven la recogió, y selló la promesa de una nueva vida, sin sufrimiento, juntos, con un beso.


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Este no me convence para nada.

Por cierto, que si la persona que pidió el one-shot no está conforme con el resultado, puede pedir que quite el que he escrito, y lo haga de una manera más acorde a lo que la persona tenía en mente, si me da unas instrucciones para eso.

Sin más que decir, de nuevo, Chaoyagi.

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