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Capítulo 5

Cayó en su silla sin preocuparse por su alrededor, los días que pasaron sin trabajar parecían interminables. Aunque gracias a ello pudo descansar y perder el tiempo como quiso. Miró el escritorio contrario notando que Azu aún no llegaba, pero tenía que aprovechar ese momento para ponerse al día con todo el papeleo. Ya que también ayudaba en el área administrativa.

Se estiró un poco para prepararse en el trabajo, pasar mucho tiempo en la computadora era lo que a veces le causaba dolor de espalda. A veces entendía por qué la llamaban abuelita. Tecleó con experiencia e inició su labor. Revisó cada uno de los archivos de misiones y accidentes que involucraban a sus compañeros.

Entre todas aquellas operaciones vio una que le llamó la atención. Desaparición en masa de niños y adolescentes de un orfanato que no fue hace mucho tiempo. Parecía ser un aviso para todos aquellos héroes interesados en la misión porque pronto se realizaría un trabajo en conjunto con otra región para encontrarlos. La misión se realizará en Kioto.

Dejó de teclear para mirar en silencio la pantalla. Definitivamente estaba interesada en la misión, su atención se perdió por unos instantes y fue a parar en sus antiguos recuerdos perdiéndose en un mar de nostalgia. Pero volvió en si cuando sintió el característico estruendo que Azu producía al llegar.

Alzó la mirada para observar a su compañera mientras llegaba hasta ella, no sin antes ver como cada uno de sus compañeros la saludaban y la trataban de una forma simpática, con obvias segundas intenciones. Pero Azu no hizo mucho caso a ello, por lo que no perdió tiempo en sentarse en su lugar.

—¡Estoy tan cansada! —se quejó de forma exagerada ocultando su cabeza entre sus manos que se encontraban sobre la mesa— se nota cuando no estás, tuve mucho trabajo. ¡Tanto que tuve que llevarlo a casa!

—Te quejas demasiado —sonrió con diversión para volver a su labor—. Pero ya estoy aquí así que está bien.

—¡Sí! Por eso te amo —canturreó melosa—. ¡No te vayas nunca!

Azu intentaba abrazar a Mei desde su lugar mientras que la otra la empujaba para seguir otra vez con su trabajo. Pero llegó un momento en que la castaña se puso más sería.

—Azu… Hay una misión en Kioto para un rescate —contó mirando la pantalla—. Quiero ir ahí… Y salvarlos.

La rubia soltó a su compañera y la miró en silencio, se sentó nuevamente a su lugar y con rapidez buscó la misión de la que hablaba su amiga. Entonces lo entendió todo.

—Fueron secuestrados… Y son de un orfanato —murmuraba mientras leía el informe—. Por eso casi nadie se preocupó en realizar correctamente el operativo… A pesar de que ya llevan varios meses desaparecidos.

—Por eso mandaron el aviso aquí…

Apretó sus puños con fuerza cuando vio los tres meses de desaparecidos que tenían esos pobres chicos. Por ser huérfanos, nadie se molestaba en buscarlos, ignorando por completo el infierno que han de pasar en estos momentos, mientras que algunos reían, se divertían… Ellos se encontraban sufriendo.

—Deberías hacerlo —habló Azu sonriendo con dulzura—. Se que tú puedes lograr cualquier cosa y estoy segura de que si tú vas… Podrás salvarlos.

La castaña se quedó inmóvil por unos segundos hasta que por fin bajo la cabeza y sonrió levemente.

—Gracias… A pesar de que es una misión que a casi nadie le interesa… Solo pueden ir unos pocos, después de todo estamos hablando tal vez de mafias o algo por el estilo. Nadie quiere o puede involucrarse fácilmente en ello.

Ella asintió analizando el aviso.

—Deberías hablar con Best Jeanist, no creo que muchos de aquí se hayan ofrecido y además, tu productividad en las misiones subió. Sumándole que tu quirk es bastante fuerte, incluso más que el mío.

—Creo que estas exagerando un poco —murmuró algo avergonzada—. Aunque no sé si es buena idea hablar con él ahora… Después de todo me ha suspendido hace poco.

—¡Pero eso es solo para mantener las apariencias! —sonrió ella animada—. Estoy segura que ya no le importará.

Al terminar de escucharla, lo primero que hizo fue una mueca de inseguridad. No quería arriesgarse pero deseaba ser parte de esa misión, la fecha límite de postulación estaba cerca.

—Podría intentarlo… Ya se está acabando el tiempo.

—¡Eso, eso! —animó— deberías ir ahora, el está en su oficina de seguro.

Giró en su asiento para ver la oficina del héroe número dos. Aún no estaba segura de hacerlo pero iba a hablar con él de todas formas. Se levantó sin mucha energía de su lugar y comenzó a avanzar. Miró atrás para ver a Azu y ésta en respuesta hizo varias porras de aliento, empujándola a seguir adelante.

Siguió caminando hasta llegar al ascensor de la agencia, presionó el botón y esperó a que la máquina llegara hasta ella. Se encontraba en ese momento en el segundo piso y Best estaba en el tercero. No tardó mucho hasta que las puertas se abrieron y sus ojos también por la sorpresa.

Notó como el rostro medio relajado del contrario cambiaba por completo y su ceño se fruncía aún más. En cambio ella solo mantenía su semblante serio, pero en el fondo, seguía molesta por todo lo ocurrido.

—Tck…

El rubio chasqueó la lengua al pasar a su lado. La joven se quedó en silencio y luego de que él siguiera más adelante, giró su cabeza para verlo sobre su hombro. Caminaba a paso lento por donde ella vino, solo esperaba a que ese idiota deje en paz a Azu.

Ahora debía de ir con Best Jeanist y hablar con él. Porque deseaba ir a esa misión más que cualquier otra cosa.

Corrió con todas sus fuerzas por los pasillos de la planta baja, y a lo lejos observó a una figura conocida que era cubierta por el naranja del atardecer. Al llegar a ella, la abrazó con alegría y emoción.

—¿Mei? ¡¿Qué sucedió?! —preguntó impaciente.

La de cabellos castaños se separó de ella con una radiante sonrisa y en sus ojos unos brillos adornados, le dieron casi todas las respuestas pero aún así lo dijo.

—¡Iré a la misión! —exclamó en un medio grito de euforia algo poco común en ella.

Azu de la misma manera, soltó un pequeño grito de emoción volviéndose a abrazar a la par que daban pequeños saltitos. La situación en realidad no era motivo de celebración, pero lo que ponía feliz a la castaña era que tendría la posibilidad de salvar a alguien que nadie se molestó en ayudar… A alguien que está viviendo un verdadero inferno y que ella pretende sacar.

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