Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo extra: Max - "Cuando las velas se apagan"

15 AÑOS.

Hoy es un día especial: papá está de cumpleaños. Mamá ha preparado un pastel y la familia entera se ha reunido en torno a la mesa para celebrar otro año cumplido por el hombre mayor de la casa.

Este es uno de aquellos días de ensueño en los que olvidamos lo que sucede a nuestro alrededor y nos enfocamos en disfrutar como si no hubiera dificultades en nuestras vidas. Nos encontramos en el que ha sido mi hogar desde mi nacimiento y, más allá de sus paredes avejentadas, se extiende el lugar que me vio crecer: el Sector G.

Cuando ahondo en las monumentales diferencias entre este sector y las grandes ciudades como Nueva Dubái o Libertad, se siente injusto habitar en un lugar tan desigual, pero eso no me importa durante los cumpleaños de mi familia. Lo único que me preocupa es esperar el instante en que las velas sean apagadas y la posterior repartición de los trozos del pastel preparado con ingredientes prohibidos en las ciudades oficiales.

—Este es mi día favorito en todo el año —dice mi pequeño hermano Kevin—, ojalá todos los días fueran igual de geniales.

Ese es uno de mis más grandes anhelos. Quisiera cientos y cientos de días felices, cada uno más pleno que el anterior. Incluso si no seré yo quien apagará las velas más tarde, miro a mi hermano y deseo con todas mis fuerzas que él pueda tener una vida mucho mejor que la mía.

Me gustaría contar con la posibilidad de entregarle la estabilidad y el bienestar que todo niño merece y necesita, junto a esas comodidades que yo nunca he tenido el privilegio de obtener. Papá y Vincent, mi hermano mayor, batallan por un cambio. Ambos suelen desaparecer por las noches al menos tres veces a la semana. Me gustaría sumarme a sus andanzas, pero aún no alcanzo la edad que me convertirá en un adulto ante los ojos de mi padre.

A Kevin le decimos que papá y que nuestro hermano mayor van a trabajar, pero la verdad es que se dirigen a la base secreta de Amanecer, el movimiento rebelde del país. Descubrí la verdad gracias a las incontables ocasiones en las que escuché conversaciones tras la puerta de la habitación de mis padres. De no ser por ello, sus escapadas nocturnas serían tan misteriosas para mí como para Kevin.

A pesar del peligro al que se exponen, apoyo a mi padre y a mi hermano en su causa. Todos queremos un futuro más prometedor para Kevin y para mamá, uno en donde vivan en paz lejos del peligro y de la podredumbre de este sector.

Es triste pensar que queremos cosas que tal vez nunca lograremos conseguir.

—¡Es hora de encender las velas! —anuncia mamá con una radiante sonrisa. Las arrugas de su rostro ya son prominentes—. Max, ¿quieres hacer los honores?

Asiento, tomo el encendedor y prendo las velas. Son siete en total, no tuvimos recursos suficientes para obtener más. No necesitamos cuarenta velas de todos modos.

Una vez encendidas, nos disponemos a entonar la canción de siempre. Papá tiene los ojos tan brillantes como el fuego de las velas, mientras que mamá contempla la escena con una amplia sonrisa que no le veía desde hace mucho tiempo.

—¡Sopla las velas! —le pide Kevin a nuestro padre, ansioso por comer.

Cuando papá apaga la última vela, luces rojas provenientes del exterior tiñen la estancia entera.

El Cuerpo de Protección está aquí.

Vincent y mi padre se levantan de su asiento en un santiamén. Nos ordenan a mi madre, a Kevin y a mí que nos escondamos en el sótano cuanto antes. Una voz amplificada resuena desde algún lado y nos sobresalta.

Salgan de inmediato y con las manos en alto. Sabemos que dos rebeldes se esconden en esta casa. Repito: salgan de inmediato y con las manos en alto.

Corremos a paso frenético hacia el sótano. Kevin hace lo posible por no ceder al llanto, mi madre guarda silencio y yo apenas puedo respirar.

Luego de entrar a nuestra suerte de escondite, cierro la pequeña puerta de entrada y me acurruco junto a mi madre y mi hermano en el fondo de la habitación.

El sujeto del exterior demanda una y otra vez que salgamos por las buenas, hasta que se harta de esperar.

Les damos diez segundos para salir o haremos explotar la casa —amenaza por última vez la voz—. Diez... nueve... ocho.... siete...

Se oyen disparos que interrumpen la cuenta atrás. Probablemente, mi padre y mi hermano han abierto el fuego.

Mamá cubre los oídos de Kevin con sus manos, y yo los envuelvo a ambos en mis brazos para intentar protegerlos.

Un golpe seco sobre el suelo de la primera planta eriza mi piel. El grito desesperado de Vincent confirma lo que acaba de pasar: papá ha caído muerto.

Las balas impactan sobre nuestro hogar como si fueran bolas de granizo en una caótica tormenta, pero no suenan tan alto como para silenciar un segundo golpe que nos anuncia que Vincent también ha sucumbido ante la lluvia de plomo de los protectores.

Lloro hasta que se me nubla la visión. Mamá aferra a Kevin con fuerza, él esconde el rostro contra su pecho. 

Una explosión en la primera planta nos obliga a ponernos de pie.

—¡Van a estallar la casa de todos modos! —advierto a mamá—. ¡Tenemos que salir de aquí!

Nos movemos hacia la ventanilla ubicada en lo alto de una pared. El polvo cae sobre nuestras cabezas. Apilamos un par de cajas bajo la ventana, suficientes como para alcanzar el marco con las manos e impulsarnos al exterior.

—¡Sube tú primero y ayúdame con Kevin! —me ordena mamá. 

Alcanzo la intemperie. La noche es fría y la calle luce aterradora al ser iluminada por la luz roja de las aeronaves. La planta principal de la casa no ha sido destruida en su totalidad, por lo que puedo esconderme tras una de las paredes que siguen firmes.

—¡Kevin, dame tu mano! —le grito.

Mamá alza a Kevin en mi dirección. Él extiende su mano para intentar dar con la mía.

A pocos centímetros de poder tomarla, una fuerte explosión destruye y derrumba el sótano. Soy lanzado con brusquedad por el impacto y ruedo hasta caer sobre la calle situada detrás del que solía ser mi hogar. Tengo un pitido ensordecedor en mis oídos y el corazón hecho añicos.

No es la pérdida de nuestro hogar lo que más duele: han matado a mis seres queridos.

El Cuerpo de Protección me arrebató lo más preciado.

No hay tiempo para detenerse a pensar en lo ocurrido. Me pongo de pie y corro a toda velocidad en busca de un escondite y, mientras me alejo de las ruinas de mi casa, juro venganza.

Prometo vengar a mi familia.

Prometo luchar en su nombre...

Prometo unirme a Amanecer.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro