Mauro
Capítulo 13
Claro que yo también te amo, amor mío. Dije tecleando las últimas letras antes de enviar el mensaje. Él me tenía en las nubes, perdido entre sus ojos y sus mejillas. Era divino estar con él; era mágico y magistral. El tiempo pasaba lento y sin premura cuando sus ojos cruzaban los míos. Sin embargo, era momento de volver a la realidad. Era momento de volver a ser yo. Era momento de encajar de nuevo las piezas y de ponerme el disfraz que también conocía y llamaba careta.
Un fin de semana más, comida familiar. Por fortuna, esta era menos complicada que las otras. Teníamos a ambas familias, mínimo no me saturarían de preguntas. Cuando las dos familias se juntaban, de ambos padres, todo parecía estar normal. Sin embargo, la comida personal, donde solamente éramos papá, mamá, mi hermana, mi hermano y yo, todo parecía un ataque y giraba en contra de mí:
—¿Qué vas a estudiar?
—¿Qué va a pasar con tu futuro?
Ahora toda mi familia sabía que estudiaba Psicología Social. Estaba a dos años de terminar, eran cuatro en total, bueno, cinco contando el servicio social. La verdad, era feliz. La verdad, me hacía sentir pleno. Entre mis metas había estado ser chef y enfermero, pero por cuestiones económicas de mis padres, nunca pude.
Salí del baño, donde había dejado mi último mensaje para mi amante, mi "Noche". Ya eran tres años con él, ¡oh, por Dios! Una relación secreta que nos llevaba a hoteles y a una que otra cosa. Mentiras, fingiendo, diciendo que esto que teníamos solamente se basaba en un lazo de amistad. Me encantaba ver cómo su rostro enrojecía.
La verdad, conocí a esa persona ilustre, al amante sin nombre, mi "Noche", en el último año de prepa. Todo parecía que ahí se iba a quedar; yo me iba y nuestros caminos se iban a separar, pues los destinos de mi persona y los suyos eran totalmente opuestos. Sin embargo, continuó, continuó conmigo y enseñándome lo que era amar. Fue mi descubridor, mi maestro, y mi tiempo fue todo. Me enseñó que yo era prohibido, pero debía ser feliz a pesar de las prohibiciones, de lo que diría la sociedad, a pesar de los tiempos y los imprevistos.
Yo lo amaba. A pesar de que esto no encajaba en nada, yo quería estar con mi "Noche". Su apodo venía de todas las noches refugiados en hoteles, de todos los pretextos que inventábamos para vernos y de cómo hacíamos para encajar con sus ojos. Cómo la comunicación se tenía que transformar en cero palabras, cero contacto físico; un simple pestañeo, un simple suspiro, un simple roce de mano cuando parecía que nadie se daba cuenta.Aquí seguimos, yo mandando mensajes.
Mensajes escondidos en este baño después de 3 años.
—¡Mauro, sal de ahí! —gritó mi hermana Verónica.
Verónica era la del medio, era la mitad, era la estabilidad, la serenidad, y todo lo que teníamos. Era mi todo, era el balance entre mi hermano y yo. Los dos éramos muy diferentes, pero ella lograba alcanzarnos entre más premura había. Ella era nuestro conector. Ahora se encontraba frente a la puerta mientras yo salía del baño.
—¿Qué tanto haces clavado en ese teléfono? —dijo mi hermana—. Por favor, estaba en el baño. ¿Para quién son tus mensajes misteriosos, Mauro? Llevas dos años de carrera y no te hemos conocido una novia.
—Wow, día de bombardeo —le dije—. No lo hago para que te mentalices. Allá afuera está la tía que siempre interroga a mamá y hace que hable de ti, así que será mejor que vayas con la cabeza fría a esa reunión.
Rodé un poco los ojos; era obvio que se notaba mi fastidio. Mamá tenía una hermana. Esa hermana la conocíamos como la tía chismosa. Mis primos, la mayoría de sus hijos, ya estaban casados y tenían hijos. Al menos tenía un nieto. Sin embargo, mi madre tenía un hijo que todavía no se animaba a vivir en pareja, tenía otra hija que prefería dedicarse a su carrera y tenía un hijo que estudiaba psicología social y ya había declarado que no iba a tener hijos. Lo cual no encajaba mucho en el perfil de mi tía, y pues, a causa de esto, se le daba muy fácil fastidiar a mi madre. Y de paso a mí, ya que por mi forma de vestir, mi forma de hablar y pensar, ella declaraba que era gay. Estaba 100% seguro que pronto empezaría de nuevo con su ataque de que la psicología no era rentable, que el estudiar cosas sobre la mente era muy estúpido, que la gente debe encargarse de sus propios caminos y que era de hombres estudiar ingeniería, algo sobre coches, ser mecánico o salvar vidas. ¿Y la mente qué tenía de especial?
Pensando en esto, caminé hasta el patio. Toda la familia reunida. Saludé a mi madre y después a los demás. Volteé a ver a mi tía y le dije:
—Hola, tía. ¿Cómo está? Suponía que era de unión de ambas familias, ¿pero no se supone que usted estaba de viaje?
—No, Mauro, vine porque tu primo Sebastián me dio la noticia de que sería abuela.
—Wow, el tercero de tus nietos —dijo mi madre.
—Sí, fascinante, ¿no te parece? Y dime Mari, ¿tú para cuándo? Tus hijos ya están viejos. Verónica ni siquiera está casada, y David, ¿cuándo piensa tener hijos con esa esposa que se carga?
Al escuchar este comentario no pude resistir.
—Jajaja —le dije, sarcástico y enfatizando las letras—. Tía Marta, ¿las mujeres acaso son ganados, son vacas que tienen que estar cargadas?
Mi madre rodó los ojos, casi como diciendo "ay, vas de nuevo". Ya me conocía; cuando algo me parecía absurdo o estúpido siempre abría la boca. La tía Marta dio un suspiro.
—Claro, Mauro, no siempre serás joven. Debes buscar una esposa que sea buena mujer, recatada y digna de la iglesia. Es obvio, no debes quedarte toda la vida soltero.
—¿Te burlas de mí, tía?
—No, ¿por qué?
—Porque hablas como si quedarte soltero fuera el mayor pecado del mundo. Yo puedo vivir solo, sin hijos. No necesito de una mujer para vivir o crecer, ¿o sí? Puedo vivir completamente feliz solo, valiéndome por mí solo.
—Ay, Mauro, aún eres joven. Uno tiene que tener hijos, es una descendencia, alguien que te atienda cuando envejezcas y te ayude a lidiar con tus enfermedades. Bueno, aunque ahora los jóvenes como tú están tomando otros caminos, actúas muy raro —dijo mi tía.
—¿A qué te refieres? —mi madre encarnó una ceja—. ¿No te has dado cuenta? Míralo, hermana, desde su último año de prepa no trae una mujer a estas comidas, evita conversaciones de mujeres, su forma de vestir cambió tanto, es lo que se conoce como amanerado. A mí parecer, opino que Mauro no tarda mucho en salir del clóset, —dijo mi tía—. Y lamentablemente no tendrás nietos de su parte.
Sí que mi tía sabía cómo herir a la gente, pues sabía perfectamente que mi madre soñaba con que yo y mis hermanos le llenáramos esta casa de hijos corriendo.
—Claro que no —mi madre volvió a sacar un gruñido lastimero—. Él se casará, tendrá hijos, y si no quiere tenerlos, pues que no los tenga. Mis hijos son libres, deben cumplir sus sueños.
A pesar de escuchar esas palabras de mi madre, sabía perfectamente que quería que tuviera una esposa y unos hijos. Pero yo sabía que con el camino que había tomado la estaba decepcionando. Aunque no me molestaba ni tenía remordimiento de conciencia, creía que todo mundo era libre y debía seguir sus propias opiniones y convicciones. Pues todos teníamos una libertad diferente. Yo era libre.
Mi madre no continuó con la conversación, pero sabía que tarde o temprano tendríamos una conversación sobre lo que me convenía y lo que no. Debían hablar de mí, pero en algo mi tía tenía razón: desde mi último año de prepa no traía a nadie a la casa, no volteaba hacia ellas, no las miraba porque, la verdad, para ser sincero, noche tras noche me había convertido en mi persona. Perderme en su cabello largo, su cuerpo delgado, sus abrazos cálidos eran más que suficientes.
Verónica se volvió a acercar a mí.
—Sabes que tendrás que tener una conversación con mamá, ¿verdad?
Sabía por dónde iba esta conversación, siempre lo sabía. Cada día que abría la boca para defender mi punto de pensar, mi madre siempre decía que había que pensar antes de actuar, siempre decía que no era el momento.
—Sí, lo sé. Mamá me echará un discurso de que no debía abrir la boca, de que debo controlarme porque mi tía es mayor. Pero entiende, estoy cansado. Somos muy jóvenes y esta mujer ya nos ve como animales que se pueden cargar de hijos.
—¿Pero puedes traer a alguien solo para evitar que hablen?
—No sabes, ¿verdad?
—Sí, pero entiende, no tengo a nadie —le dije a mi hermana, esperando que se tragara el cuento—.
—Por favor, no te burles de mí —dijo ella—. Sé que hay alguien. Lo noto en tu sonrisa, lo noto en los regalos que haces, en tu forma de ver. Lo noto en cómo te vistes, cómo cada vez que sales te perfumas, y ni siquiera hablemos de las horas que te pasas viendo al espejo. Por favor, hay alguien en tu corazón, le perteneces a alguien, Mauro. Me he dado cuenta de las noches que regresas suspirando y de madrugada. Yo te he cubierto para que papá no se dé cuenta. Por favor, solo quiero que seas feliz. ¿Qué tiene de especial esa persona?
Me reí.
—Ah, pues gracias por cubrirme y por mentir. No había querido decir nada porque no quería invadir tu privacidad, pero seamos honestos, ya son tres años. Solo te digo, si sigues fingiendo entrar por la ventana a la 1 de la mañana, papá un día se dará cuenta.
—Soy un adulto.
—Sí, pero como tú mismo lo has dicho, aún vives en su casa.
—Ay, hermanita, no debía enseñarte mis propias reglas —dije tocándome las bolsas del pantalón—. ¿Y mi teléfono? —pregunté—. Wow, ¿quieres correr a avisarle que me has descubierto?
Se debió quedar en la mesa del patio donde estábamos comiendo la carne asada. Caminé hacia el patio cuando se escucharon unas risas y la voz de la tía Marta.
—Wow, Mari, mínimo sabes que no se te quedará soltero.
—¿Por qué hablas en masculino de mi hijo? —dijo mi mamá.
Y ahí fue cuando me di cuenta de que mi tía agitaba mi teléfono con su mano.
—¡Oh, por Dios! ¿Qué habrá visto? Porque este mensaje no tiene género. ¿Quién te asegura que tu hijo no esté hablando con un hombre y le esté diciendo "mi amor"?
Abrí los ojos como platos al ver la cara enrojecida de mi madre. Yo quería que en ese preciso momento me tragara la tierra.
—Mamá, ¿qué está pasando? —grité—. ¿Nada? —dije—. Hijo, solo que...
—¿Qué haces con mi teléfono? —dije volteando de nuevo hacia la mano donde mi tía lo agitaba—.
—Wow, Mauro, sí que te guardas un buen secretito. Ya es noche, ¿y por qué te contesta? Si te va a ver esta noche y te dice que te ama y te dice que te extraña, que extraña tu boca y tu piel. Espero que sea una mujer, no quiero que lo que dije de quedarte soltera lo tenga que volver a repetir.
Las lágrimas de mi madre empezaron a escurrirse por sus ojos. Lo que más le molestaba era que nos ofendieran a nosotros, sus pequeños, sus hijos, su gran devoción, su todo.
—Vamos, Mauro, feliz noche. ¿Es chica? ¿Tiene buenas piernas? ¿Cuándo la piensas presentar a la familia?
—¡Basta! —mi madre subió la voz y la vi tan enojada como nunca antes lo había visto—. No voy a permitir que vengas a mi casa a ofender a mis hijos, a fastidiarlos y hacer lo que se te venga en gana. No se te ocurra aferrarte aquí de nuevo.
—Vamos, María, es solo una broma. No puedes creértela en serio. Además, estoy segura de que nuestro pequeño Mauro nos presentará la novia, ¿verdad?
—Y dime, tía —le dije levantando una ceja—, ¿te vas a morir si no lo es?
Mi madre abrió los ojos como platos.
—¿Qué? ¿Acaso eres gay?
—Y si lo fuera, ¿me correrías de la casa? ¿Me vas a dejar de dar el apoyo para la carrera o qué?
—No, hijo, pero sería difícil para ti. La gente te juzgaría.
—No importa. De cualquier forma, no me interesa saberlo —dijo Mauro gritando, quitándole el teléfono a su tía—. No te interesa el género de noche, pero te lo diré para que te regocijes. Es mujer, pero jamás vendrá a esta casa, mucho menos a una comida que tú estés. Noche no vendrá, te lo puedo asegurar. No permitiría que la envenenes con tu veneno y tu frialdad. Nos vemos después —dije dirigiendo la mirada a Verónica—. Te veo en la noche y te platico todo, lo prometo.
Salí echando humo de mi casa, cerrando la puerta de un golpe y ya me anoché lloriqueando como niño pequeño.
—¿Puedo verte?
—Sí, claro, amor mío. ¿Qué pasó?
—Te cuento ya en el hotel de siempre. Hasta pronto, mi noche.
Para mí, noche no tenía género. Para mí, era el amor de mi vida. ¿Por qué catalogarlo si era mujer o hombre? Yo lo amaba y era mi todo.
—Habitación reservada. Me están esperando —dije entrando a la recepción.
En estos tres años, ese hotel era nuestro punto de encuentro. Claro, el mismo número que las otras ocasiones.
—Mauro, gracias.
Hasta la recepcionista se había hecho a mi amiga. En el transcurso, me había calmado, me sentía mejor conmigo mismo. Sabía que iba a pasar en esta ocasión. Mi lugar seguro, lo que estaba sucediendo, sentir que era mi hogar, mi única familia, como siempre lo había sido él, mi seguridad y todo lo que había querido.
Subí a la habitación lo más rápido que pude. Toqué la puerta.
Noche estaba perfecta, en todo su esplendor: un pantalón pegado, camisa negra, su pelo atado en una coleta. Se notaba con claridad su cabello castaño y unos cabellos risueños tratando de pelearse y zafarse de su pelo.
—Hola, ¿qué pasa? ¿Por qué la urgencia? Creí que te iba a bajar en la noche —dijo él—.
—Familia, me fastidié. Mi tía volvió a tocarme por lo de mi forma de vestir.
—Wow, la otra vez fue porque usabas cosméticos. ¿Y ahora por qué fue?
—Porque según ella, dice que estoy solo, que debo encontrar una mujer. Y empezó a decir que las mujeres solo sirven para dar hijos. Ya sabes lo que pienso.
—Mauro, debes saber cómo es la sociedad.
—Sí, pero en serio odio que la gente piense que las mujeres son una fábrica que sirve para dar hijos, que si no te casas, todo se arruina. Que para ser perfecto debes tener una esposa. ¡Qué asco de creencias! ¿No te parece? Juro que si un día tengo una esposa, no la voy a cargar de hijos. Será una mujer libre, y si no me caso o tenemos un hijo, será por decisión propia.
Noche soltó una risa.
—¿En serio sigues creyendo que no eres gay?
—Es que no lo soy, ya te he dicho. Tuve parejas... Mujeres — Okay se sentó en la cama y sabía que algo olía mal olía a pelea
—Mauro¿ Cuánto tiempo llevamos juntos ?
—Tres años noche desde mi último año de prepa cuando tenía 18 comenzamos ahora tengo 20— Quiero aclarar que nunca tuve nada que ver cuando eras menor dijo noche y —Yo lo sé pero ¿A qué viene todo esto? —A que antes eras El chiquillo de 17 años que corría y que no sabía de su sexualidad pero ahora nos vemos cada noche nos vemos cada fin de semana este hotel ha sido nuestro punto de encuentro durante 3 años y ahora me sales con que no lo eres .
—Noche por favor lo jalé del brazo intentando que se acercara a mí quería sentir su piel
—No intentes jalarme o seducirme y que todo se arregle con sexo como las otras veces
— Por favor no es que no lo soy
—Entonces eres bisexual porque hace mucho que no tienes una pareja mujer —Ah o sea estás diciendo que tú necesitas que me defina —No estoy diciendo eso estoy diciendo que porque por un lado estoy yo este hotel y los maravillosos encuentros pasionales pero por el otro están tus amigas está la mujer de los textos está la mujer que pensabas llevar a la cena familiar de navidad para callar la boca de tu tía .
—¿Cómo supiste eso? pregunté algo atónito lo sé Mauro —También sé que le has dicho mi vida y mi amor a esa mujer así que la pregunta es qué eres o más bien.
¿ Quién es el verdadero noche? —Porque tú me dijiste que solamente le dices noche a esa persona que amas.— Y te amo trato de replicar tratando de evitar que se diera cuenta del coraje que traía
— Pero también buscas a una chica que va a usar un vestido negro en diciembre para ir a presentarle a tu familia vi las fotos vi el beso —No tengo derecho a reclamarte nada porque yo también tengo mi pasado y porque tú y yo lo único que dijimos era que íbamos a mantener este amor protegido en un núcleo por favor mientras tú no sepas quién eres no me llames noche
Abri los ojos como platos quería entender que estaba pasando — Por favor no hables como si no entendieras tú mejor que nadie lo debes entender eres mayor que yo .
— Por favor solo te pido que entiendas yo no quiero vivir entre las sombras ya tengo suficiente sacrificio con sentirme culpable por los años que te llevo como para que todavía me pidas que tolere que finjas que querer a una mujer no te mientas a ti mismo así que mientras no sepas a quién ames por favor no me busques .
—Por favor noche — ¡Que no! me llames noche mientras no sepas a quién pertenece tu corazón No soy ni tu noche ni tu oscuridad ni tu pasatiempo. Aunque sí soy oscuridad porque me estás llevando a un juego tonto y estúpido. —Por favor Gastón ahí fue cuando me detuve a pensar que por primera vez había llamado por su nombre anoche y ese nombre tenía el género de hombre
— Quieres que lo reconozca sí sí soy una persona que en este momento te puede decir en voz alta que te ama —Ysi quieres que te lo diga en palabras Gastón mi noche mi querida noche y mi tempestad Soy gay y me enorgullezco de decirlo soy una persona que disfruta de ti disfruta de besarte y disfruta de amarte pero entiende que no estoy listo para lo que se viene encima.
Te acabo de contar lo que ha pasado con mi tía Marta. No esperes que las cosas se resuelvan de aquí a mañana. Anoche me dirigí una sonrisa y dijo: —Solamente quería que lo dijeras en voz alta, porque siempre que te preguntaba decías que yo era tu experimento, que te estaba ayudando a descubrir que eras hetero, pero que yo era una confusión. Hoy lo aceptas y eso me hace el hombre más feliz del planeta, mínimo ya no tengo el título de que estoy con un hetero y le estoy quitando lo virgen. Ahora solo por favor, apúrate, porque quiero vivir esto y ya me siento demasiado culpable por los años que te llevo, son cuatro. Tranquilo noche, las horas en ese hotel pasaron tan rápido, me tengo que ir, debo volver a casa. Mi hermana ha cubierto mis escapadas y ha hecho preguntas. —¿Cuándo le dirás? —preguntó. —Dime por favor que Verónica será la primera en saber esto. Necesito que alguien de tu familia lo sepa, no quiero vivir en los ambas. Te prometo que intentaré hablarlo con Verónica —le dije—. Ahora me tengo que ir, porque estoy segura que espero el interrogatorio de mi hermana. —Me has hecho el amor como una fiera —dijo noche despidiéndose de mí—, y tú me has hecho vivir de nuevo, lo iba a tener conmigo. Eso era cierto, pero Mauro no tenía muy claro que yo no me iba a quedar para siempre. Él nunca iba a revelar lo que teníamos, a pesar de que fuera muy equilibrado, no tenía el valor de arruinar ese tema con su familia. Yo, por mi parte, quería estudiar. Por meses estaba buscando una beca para irme a estudiar al extranjero. En el extranjero eran más liberales y podría conseguir una pareja con facilidad, que no me presentara tanto problema como Mauro con su familia. Aunque él aún no lo supiera, yo lo iba a dejar en cuanto consiguiera salir del país. Estaba harto de México, su homofobia y su forma de ver la vida me hacía sentir atrapado. Quería una vida mejor, pero lamentablemente Mauro no estaba incluido en esos planes. Salí del hotel y llegué a casa como a las 10:30. Por sorpresa, mi hermana me estaba esperando en la sala. —¿Quién es noche? Quiero chisme, no eches el amor —le dije volteando. —Wow, te brillan los ojitos, no es necesario que me digas qué sexo, creo que lo supenso, pero solo quería decirte que mamá está en tu cuarto esperándote para echarte un discurso y que te mentalices, por favor —dijo subiendo a su recámara. Gracias Vero. Vero sabía perfectamente cómo hacer que me sintiera bien. Entré a mi recámara y, tal como dijo mi hermana, te encontré a mi madre sentada sobre mi cama. —Hijo, no te voy a juzgar si eres gay o no, pero solo quiero que sepas que somos familia y que tengo derecho a saberlo. —No lo soy mamá. De hecho, quería contarte que hay alguien especial por ahí, vendrá a la cena de Navidad o vendrá pronto, que use un largo vestido, por favor —sí mamá, y será negro— entendía su indirecta. Gastón debería ver esto. Mi familia quería verme con una mujer, pero ya es momento de sentirme libre y por Gastón lo iba a hacer, lo iba a traer y ya no ocultaría más. No me puedo llamar psicólogo si no estoy dispuesto a descender mi sexualidad, mucho menos a ocultar a mi pareja. Basta, Gastón tendrá que venir. Siempre ha sido muy equilibrado y mental, y he dicho que el amor es amor. Entonces es hora de demostrarlo, hasta conmigo mismo.
Vaya, hace mucho que no me sentía así. Después del viaje y la llamada desesperada de Yasmín pidiendo ayuda porque Juan se puso incontrolable, me siento tan cansado. Viajé, comí y me volví a sentir como nunca antes. Hace mucho desde que Cristiano apareció y desde que sentí el calor de nuestros cuerpos en la alberca que no le escribo cartas. Me siento mejor de no hacerlo, ya no observaba sus fotos, no tenía sueños con él, todo era igual como si nunca hubiese existido. Tenía ganas de gritarme que había alguien más, que la vida había avanzado sin él, pero aún no sabía cómo. Justo después de regresar del viaje, me acosté y tuve un sueño. Un sueño que hace mucho no tenía. En esta noche me hacía el amor.
Que esta mañana amanecí desconcertado y con un agridulce sabor de boca. Soñé. Noche me había tocado ese recuerdo me hacía sentir algo extraño, pero a diferencia de las otras ocasiones, ya no quería que fuera noche ni había despertado llorando. Al contrario, sentí una repulsión y un deseo de que las manos que me tocara fueran otras. ¿Acaso eran las manos de Cristiano las que mi cuerpo deseaba desde los 18 que anoche entró a mi vida? Supe que un sentimiento era diferente, a los 20 acepté ser gay y hoy, a mis 28 años, le guardo silencio. Ya no supe cómo continuar, ya no supe cómo avanzar, pero ahora quería tener la vida clara porque solo quería una persona. Mi cuerpo necesitaba que fuera Cristiano el que me amaba, o era una alucinación mía.
Con este pensamiento, traté de fingir y clavarme en otra cosa, algo que no me llevara a él. Pero, ¡oh sorpresa! Primera mañana de un domingo, el chat de Renacer estaba inundado y entre los mensajes destacados estaba Cristiano, en estado de ebriedad. Me había fallado y una pregunta había invadido mi mente en ese preciso momento: ¿Qué hizo Cristiano mientras estaba borracho? ¿Por qué se ha emborrachado y lo peor, ¿alguien lo ha tocado? Analicé el mensaje de mi compañera una y otra vez. Cristiano había tomado en la fiesta de Catherine, decía cosas como que había tomado tequila y que había vomitado en la sala, pero el mensaje cerraba diciendo: Cristiano llegó en estado de ebriedad.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro