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Capítulo 4 - Señorita Jones

Eric

Cuando el médico me informó que ya podía salir lo primero que pensé fue... ¿Donde?.

En un inicio, tuve la sensación de que sabía exactamente a donde ir, y esto lo comprobé cuando la mujer que había firmado los papeles, un poco nerviosa me condujo junto a las otras dos chicas que la acompañaron desde que desperté hacia un auto.

A medida que avanzábamos en la ciudad, observaba lugares que de alguna manera eran conocidos o sentía que ya había estado en ellos, y debido a lo que supongo fue mi expresión de asombro, una de las niñas pequeñas me sonreía mientras me nombraba algunas cosas que según ella eran favoritas para mí en el pasado.

En el momento en que el auto estacionó en frente de una bonita casa, de alguna manera me sentí en paz, era como ese tipo de sensaciones que te produce ver una cara familiar que no reconoces, y solo cuando las mujeres que estaban junto a mí se quedaron expectantes, me di cuenta de que no me había movido del asiento, pero es que muchas sensaciones que no sabia como interpretar me invadieron, empezando porque la situación era ajena para mi, sentía como si estuviera observando y no viviéndolo.

—Eric — Me llamó la mujer mayor —no sabes el dolor tan grande que me provoca esta situación, pero debo hacerlo — Suspiró mientras intentaba controlar su leve temblor en las manos —mi nombre es Diana, soy tu madre, y ellas — Hizo un gesto para señalar a las otras dos jóvenes —son tus hermanas, Alice que es la menor, y Katherine la mayor de todos— Se acercó con los ojos llorosos y me acarició la mejilla, en ese instante en que sus manos me rozaron, mi mente me transportó a otro momento.

*

Al parecer me encontraba en un pequeño parque, donde a poca distancia mi madre hablaba con otra mujer, pero mi vista estaba concentrada solo en las niñas que jugaban en los pequeños columpios, porque al hacer un gran esfuerzo, me di cuenta que eran mis hermanas, pues estaban mucho más jóvenes lo que me dificultó reconocerlas con facilidad.

De repente una de las niñas se resbaló provocando que un fuerte llanto saliera de su garganta, por lo que me levanté rápidamente para ir a su encuentro.

—Alice, tranquila linda — Susurré mientras depositaba un suave beso en su frente—no pasó nada, solo una simple caída.

—Pero está sangrando — Dijo Katherine aumentando el llanto de la menor, por lo que supongo le dirigí una mirada de réplica provocando que bajara la cabeza.

—Es normal, Kat solo quiso decirnos que pasaba, pero linda, no te preocupes, te prometo que se curará — Limpié las gruesas lágrimas mientras que con sus pequeños ojos me miraba —y tú sabes muy bien que cumplo mis promesas

—Lo sé, solo que...quiero ir a casa hermanito — Murmuró abrazándome más fuerte.

—Está bien, solo déjame le aviso a mamá.

*

Me quedé estático mientras ellas hablaban aunque no podía entenderles, a simple vista el mundo estaba en cámara lenta a la vez que risas, lágrimas y voces lejanas pasaban fugazmente por mi cabeza.

—Katherine, llama al médico — Escuché la voz de mi madre que me llevó nuevamente hacia la realidad.

—No — Logré articular —estoy bien

—Claro que no — Dijo Alice incrédula —pareces un fantasma

—Tuve un recuerdo mamá — Exclamé aún aturdido mientras la brisa me erizaba.

— ¿Mamá? — Preguntó sorprendida.

—Fue en un pequeño parque, donde Alice se lastimó en un columpio — Ignoré el hecho de que la palabra "mamá" me saliera tan natural, pues, aunque olvidara mis momentos con ella no pude evitarlo, el pequeño fragmento de recuerdo se grabó en mi cabeza.

—Sí, eso fue hace ya unos cinco años — Respondió Katherine mientras todas estaban con una expresión perpleja, pues luego de haber estado por tanto tiempo, y que de repente tuviera recuerdos, hasta para mí era impactante.

—Yo...voy a preparar algo de comer, lleva a tu hermano a su antigua habitación — Dijo Diana observando a la chica antes de casi correr hacia el interior de la casa

Katherine caminó haciéndome señales para que la siguiera, por lo que nos adentramos a la casa, transmitiéndome de inmediato lo acogedora que era, y al ser un espacio grande aún más, así que mientras avanzaba no perdía ni un solo detalle del lugar, como las miles de fotos colgadas en distintas partes de la pared donde al parecer estábamos los tres como hermanos y en algunas Diana, lo que no entendía era la ausencia de mi padre en estas.

—Él se fue Eric — Puso su mano en mi hombro mientras hablaba —de hecho, solo yo lo recuerdo bien, y tú a veces cuando jugabas con él...

— ¿Hace cuánto? — Me sentí extrañado al percibir una punzada de tristeza.

—Mucho antes de que naciera Alice — Tomó un largo suspiro mientras abría la puerta de una habitación —antes de que te mudaras con Ana, este era el lugar donde dormías, quizás tiene un olor a humedad, pero es porque casi nadie entra aquí, así que supongo te dejo un tiempo solo, si necesitas algo estaré en la habitación de al lado. — Se disponía a irse, pero había un nudo en mi garganta que la verdad no podía retenerlo más.

— ¿Quién es ella? — En el momento en que esas palabras abandonaron mi boca, ella se detuvo en seco.

— ¿De quién hablas? — Sí intentó fingir confusión no lo logró, porque en su expresión pude notar el miedo que atravesaba en su mirada.

—Ana, mi...mi esposa

—Eric, no sabes lo que me cuesta ocultarte este tipo de información, de hecho, éramos los que más nos contábamos cosas — Sonrió con nostalgia —pero sabes muy bien que el médico prohibió que te mencionáramos información acerca de ella, yo...lo siento — Desapareció por el umbral de la puerta sin decir más.

Sabía que no iban a decirme nada, y lo entiendo, al final era algo que podía ponerme en peligro y ellas solo buscaban mi seguridad, pero es que no era tan fácil ignorarlo, no era tan fácil saber que estaba casado con una persona que ni siquiera recordaba y peor aún estaba conmigo en el accidente que me arrebató la memoria, cuando de hecho, la esencia del ser humano son sus recuerdos, y ahora la pregunta era si a ella también le había pasado lo mismo, pero ¿Cómo lo sabría?

Luego de permanecer varios minutos en silencio, el cansancio invadió mi cuerpo, así que a pesar de que aún era temprano, decidí dormirme y durante un lapso corto pude hacerlo, pero luego cuando ya era muy tarde no pude volver a cerrar los ojos.

Ni siquiera el sueño lo podía conciliar, podría decirse que me levanté muchas veces durante la madrugada, por una parte, mi cuerpo necesitaba descansar y por otra mi mente deseaba estar alerta buscando la manera de recordar todo porque sentía una impotencia por estar perdido en la realidad, era como si yo no controlara mi vida, porque cuando estaba a punto de recuperar cualquier información luego de presionar mi propio cerebro, el recuerdo se escapaba de mis manos de manera fugaz como sí de un espejismo se tratara.

Mi celular vibró interrumpiendo mis vagos intentos de dormirme, por lo que a pesar de que tenía ciertas notificaciones que para ese momento no eran importantes, fui consciente de que quizás podría ayudarme, entonces tuve la curiosidad de entrar a la galería, donde al parecer tenía una gran cantidad de fotos y un álbum con el nombre de ella, no dudé ni un segundo en ver las imágenes, donde de inmediato, una mujer rubia apareció en la pantalla, en esa imagen, tenía un corto vestido blanco que resaltaba sus curvas, junto con unos botines negros.

La belleza de Ana me había dejado pasmado, y en cada imagen mis sentimientos aumentan aún más, por lo que no fue sino cuando encontré una foto que al parecer nos habían tomado juntos en una montaña, donde los dos salíamos mirándonos a los ojos, que una extraña sensación se sembró en mi cuerpo, pues ver el brillo que emanaba de su mirada y la gran sonrisa que aparecía en mi boca llegó a abrumarme porque el pensamiento de que esa persona no era yo se sembró en mi cabeza.

No me había dado cuenta de que seguía admirando la imagen cuando una mochila impactó en el suelo sobresaltándome y revelando un libro de tapa roja que me llamó la atención. Al abrirlo encontré una nota en la primera página de este...

"Como el nombre del libro lo indica, tu fulgor me iluminó y sin dudarlo me enamoró. —E. J"

Eran mis iniciales, y por supuesto, las palabras hacían referencia a ella, la idea que me había recorrido minutos antes me acogió con fuerza al sentir que estaba invadiendo la vida de un desconocido, que todas las cosas que en ese momento veía solo eran un espejismo de una vida que no me pertenecía, por lo que sin ningún propósito, me disponía a levantarme cuando sentí el crujir de la madera debido a unos pasos y luego el sonido de mi puerta ser abierta.

— ¿Eric? — Preguntó una voz infantil que me fue imposible no reconocer.

— Dime — Me senté en la cama para ver la pequeña sombra de Alice.

—Perdón, no quería levantarte, solo que...cuando tenía pesadillas tú me invitabas a dormir junto a ti y lo hice inconscientemente, pero ya me voy. — Pude dejarla irse, al final aún seguían siendo un poco extrañas para mi, pero un impulso, quise creer que de hermandad no lo permitió.

—No tranquila, ven — Levanté la manta para que se instalara, y a paso lento un poco sorprendida lo hizo, pero en el momento en que rozó su brazo con el mío una intensa luz blanca me cegó en ese instante.

*

—Acepto casarme contigo — Murmuró una voz femenina, el problema era que la mujer de la que esta procedía la veía de una forma borrosa lo que no me dejaba reconocerla.

—Ya sabía yo que sí, no dejarías escapar a este hombre ¿Cierto?

—Bájate de esa nube Eric, ambos sabemos que eras un miedoso cuando me conociste — Unas risas hicieron eco en mis oídos.

—Es que tú me ponías así, pero como desee señorita Jones, acepto mi derrota.

*

— ¿Señorita Jones? — Susurré impactado.

— ¿Quien? — La adormilada voz de Alice me devolvió a la realidad dándome cuenta de lo que había pasado.

—Nada, solo descansa pequeña — La cubrí con la manta mientras sus respiraciones se normalizaban para que después se sumiera en un sueño profundo

<<Es ella, nadie más podría ser>> — Me dije a mi mismo — <<Es Ana>>





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