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Capítulo 02

La portada y separador fueron creados por moomoes, ¿verdad que están bonitos? ❤🌹

—¿Y Shoyo-kun? —La voz de Atsumu retumbó por el vestidor de los MSBY, al ver que su pareja ya se había tardado... tardado demasiado.

—Tal vez se perdió —dijo Sakusa con facilidad, ignorando el pequeño gesto preocupado de algunos de la liga profesional, deshaciéndose por completo de la camiseta sudada de su uniforme, teniendo un pequeño gesto alivio al sentirse liberado. En definitiva era asqueroso, se iría a las duchas del vestidor para quitarse toda la suciedad.

—¿Tú crees, Omi-kun? —mencionó el rubio teñido con facilidad, dando un pequeño puchero de su boca mal trazado antes de alzar sus hombros con cierta destreza.

—Tal vez se estaba cagando —pensó en voz alta Bokuto, con la mirada enfocada en el cierre de su chamarra, subiéndolo con facilidad. Atsumu lo miró, queriendo creer esa realidad, y Sakusa sólo frunció su ceño al ver las acciones de Kotaro: ¡¿no va a tomar una ducha?!—. Ya sabes, salió corriendo apenas acabó de firmar unos cuantos autógrafos. Debió de estarse aguantando un buen rato, pobrecito —asimiló el joven, dando un leve suspiro de pesadez, como si se sintiera atrapado por la penosa idea de Shoyo.

—Pero creo que ya se tardó —confirmó Atsumu, ya casi terminado de vestirse incluso tras haberse secado y tomado una ducha.

—Tal vez se atoró. —Dio otra opción el alegre chico, dando una media sonrisa y decidido. Atsumu arqueó una de sus cejas ante esa realidad, terminando por colocarse la playera negra de descanso.

—Eso es imposible. —Rio Miya en modo de tratar de aligerar la atmósfera algo preocupante de que esa situación pudiera ocurrir. Muy al contrario, Atsumu sacaba de su casillero una toalla tras haber tomado la decisión de tomar una ducha.

—Bueno, tratándose de él, no lo veo tan improbable —aseguró Sakusa de improviso, afilando su vista y tratando de no dejar escapar una sonrisa ante la idea tan chusca en que se imaginó a Shoyo.

Atsumu lo vio por unos segundos y éste correspondió la mirada. De nuevo, el color negruzco y el café se juntaron por unos breves segundos, pero no se dijeron palabra alguna, sólo se evadieron.

—¿Dónde estará?

Hinata gimió entre el beso, al sentir como el aire se apretaba contra sus labios ya ligeramente hinchados por lo mucho que habían sido demandados por Kageyama. Sus bocas se separaron de golpe, el jadeo se hizo más pronunciado cuando el aire ingresó a sus pulmones, y sus sentidos se alteraron al tener en medio del sitio casi oscuro del almacén, a Kageyama Tobio acorralándolo contra la pared, impidiéndole la huida con sus dos brazos.

Hinata tenía sus mejillas bien delineadas en rojo, su respiración estaba agitada que las largas exhalaciones de aire caliente que se salían de su boca, golpeando directamente con el rostro cerca de Kageyama. Las manos de Hinata se estaban aferrando a la camiseta de los Adlers de su acompañante por la espalda, haciéndola girones.

No era suficiente.

Estar con Tobio en esa situación, no se comparaba para nada con Atsumu.

Tobio sabía qué punto tocar, Tobio sabía qué tipo de mirada hacerle, Tobio sabía cómo besar, Tobio sabía cómo encenderlo.

Tobio Kageyama no era Atsumu Miya.

La colchoneta estaba bajo sus pies descalzos, Hinata apresado contra la pared y con la puerta del segundo almacén que casi nadie usaba en los partidos oficiales por lo alejado que estaba de la cancha a comparación del primero, trabada con un pequeño estante que el azabache pudo mover fácilmente y así nadie pudiera molestarlos.

Hinata se sentía entre las garras de la bestia, porque las irises azules de Tobio lo devoraban tan solo con la mirada. En medio de esa habitación casi a oscuras, Hinata era testigo de esos brillantes ojos oceánicos.

—Hinata, abre tu boca —pidió Kageyama con demanda, posando una de sus manos por el fino rostro de Shoyo, cerca de su barbilla y labios para mostrar lo que quería hacer.

Shoyo ni siquiera dudó ante esa petición, realizándola al pie de la letra, y con las ansias y el cosquilleo recorriendo todo su cuerpo. Kageyama vio el gesto, y dejó de darle un apretón, para ahora posar sus dos manos cerca de las mejillas de Shoyo y ladeó su cabeza al apenas acercarse.

El beso empezó normal, el roce se hacía cada vez más fuerte a pesar de que sólo era el contacto de sus bocas moviéndose en la misma sintonía. Shoyo cerró sus ojos con fuerza ante ese mar de sensaciones que lo estaba llenando de pies a cabeza, forzando a que sus manos se alejaran de la espalda del más alto para él también posarlos en las mejillas de Kageyama, queriendo hacer más pronunciado y duradero el beso.

La temperatura subió más, cuando el reciente tacto de besos acostumbrados y sus cercanías se hacían cada vez más notorias, Shoyo pudo sentir fácilmente como Tobio entreabrió un poco sus labios, dejando que la punta de su lengua rozara sus labios.

Hinata supo que todo estaba empezando a subir de nivel, y aun era tiempo para alejarse.

Kageyama comenzó con ese movimiento lentamente, sin buscar acelerar las cosas a pesar de que tuvieran el tiempo encima antes de que se viera sospechoso que los dos habían desaparecido casualmente al mismo tiempo y en el mismo lugar. Y a pesar de todas las opciones lógicas y las escapadas que podían ocurrir, el de hebras naranjas sólo se dejó llevar, abriendo sus labios por fin para dar peso a la lengua ajena en su boca y comenzó a corresponder ese beso de la misma forma.

Sus lenguas se movían con blandura en movimientos circulares, la saliva se iba mezclando y se arremolinaba en sus bocas que ya comenzaba a escurrir, el chapoteo extraño que se realizaba al tenerse en contacto hasta que sus lenguas se enlazaron, los llevaron a de pronto pedir aire, separándose sólo unos cuantos segundos, dejando un hilo de saliva conectando sus bocas.

Los dos dieron un rápido respiro, antes de volver a unirse con la misma violencia.

Hinata jadeó entre el beso cuando sus bocas pudieron separarse levemente para que Kageyama ladeara su rostro al otro lado. Las fuerzas empezaban a alejarse de su cuerpo, Hinata estaba cayendo, su pene apretado y atorado entre el elástico de su ropa interior y su uniforme, demandaba atención sexual de golpe, y pudo ver de reojo en medio del beso donde sus lenguas se acariciaban y Tobio le tomaba el rostro con una fuerza más pronunciada, que en medio de las piernas de su acompañante prohibido, el tamaño considerable de su pene ya empezaba a marcarse, siendo imposible de ocultar.

Shoyo se rindió por completo, al creer que sus piernas la traicionaban y no podía hacer nada contra ellas, resbalando su espalda contra la pared fría que se mezclaba con su cuerpo caliente y Kageyama le siguió el paso, bajando lentamente los dos hasta que ambos estuvieron sobre la colchonera, sentados.

Por fin volvieron a separarse, dejando que esta vez sus distancias fueran mucho más largas. Las manos de Hinata que estaban sobre el rostro ajeno, pasaron a acariciarlo hasta que una de ellas se posó en su nuca y enredó sus dedos en su cabello. Tobio notó esas acciones y no dijo nada al principio, enfocándose en captar cada una de las imágenes que el número 21 le presentaba al estar envuelto en una espesa nube de placer.

—¿Me has extrañado? —susurró Kageyama de golpe esa pregunta, apartando la mirada de ese rostro ansioso por ser follado del más bajo, y se enfocó en mirar su pecho. La musculatura obtenida durante esos años le parecía sumamente atractiva, dejando que sus pectorales y parte de su abdomen se vieran marcados a través de la camiseta. Pero, lo más notable sin duda, eran los pezones erectos que marcaban la ropa, y que seguramente tenían a Hinata dándole vueltas por la fricción que éstos hacían con cada pequeño movimiento.

—Eres un idiota, Kageyama —regañó Shoyo con la voz cortada como contestación, sólo entorpeciendo el sonido de sus cuerdas vocales que se volvía un simple tono desafinado donde los gemidos de un chico buscando el éxtasis con su amor de preparatoria que nunca olvidó, se hacían presentes y cada vez más marcados.

Tobio sabía que Shoyo era un chico impaciente, lo entendía y no se le hacía raro que fuera impulsivo. Sabía que lo que estaba haciendo estaba mal, pero cuando una de sus manos que sostenía ese lindo rostro por el propio Hinata, para alejarla y en su lugar direccionarla directamente hasta el sitio donde su pene se marcaba y buscaba más tacto.

—Te necesito, Tobio... —suplicó Shoyo en un tono de voz bajo, sabiendo que no debía de elevar la voz demasiado si no querían ser descubiertos. El mencionado dio un gruñido ante esa obvia invitación, aceptando la petición ajena cuando su mano apretó con fuerzas el bulto oculto entre las prendas ajenas—. Tócame —exigió ahora el de hebras naranjas, mordiéndose los labios suavemente al sentir como la mano de Kageyama comenzaba a frotar su pene a través de la ropa, subiendo de arriba hacía abajo lentamente sin prisa, sólo dejando que la sensación de ardor que le provocaba ese dulce martirio lo hiciera todo más placentero.

—Shoyo... —murmuró Kageyama, acrecentando un poco más el frote de su mano contra el falo de Hinata y acercándose con demanda a su rostro para volver a besarlo.

Shoyo se puso más violento, encendiéndose al ser tocado y llamado por Kageyama, que aceptó con gusto la lengua ajena dentro de su boca, correspondiendo más rápido el tacto y toda la culpa que pudo haber sentido, desaparecía fácilmente con cada toqueteo de Tobio sobre su miembro y sus piernas reaccionando positivamente al abrirse más.

Los dos estaban de acuerdo en que no podrían follar con gusto ahí, que corrían el riesgo de ser escuchados y que lo que hacían no estaba bien.

Pero no les importaba.

Ya nada les importaba.

Cuando se separaron una vez más, Hinata fue testigo otra vez de ese extraño brillo en los ojos ajenos que revelaban toda la paciencia que estaba teniendo para no empinarlo en cualquier sitio que se viera cómodo y meterle su pene para follarlo lo más fuerte que pudiera.

—Quiero borrar cualquier rastro que Miya-san haya dejado en ti. —Se sinceró fácilmente, dejando por unos segundos de acariciarle el pene a Shoyo para poder dirigir sus manos a la parte alta de sus pantalones cortos, asegurándose de también tomar su ropa interior, para poder bajarla por completo. 

Hinata sabía que tampoco había tenido mucha experiencia sexual con Atsumu, en su primera vez juntos, al estar siendo embestido, se le salió sin querer el nombre de Kageyama. El sexo paró ahí y los dos prefirieron dejar el tema y no lo habían vuelto a intentar.

Shoyo ahí no pudo ocultar su sorpresa y el tirón tan placentero que sintió en su pene al ser liberado. Los dedos de sus pies se doblaron un poco, tras sentir como su parte de abajo quedaba desnuda por completo y el sonido seco de sus pantalones cayendo contra el suelo al ser lanzados violentamente.

—¿Así que me follarás? —soltó Hinata con rapidez, llevándose la atención ajena y no vacilando al recibir una vez más dos dedos en su boca. Tobio simuló embestidas en el sitio y Shoyo los aceptó gustoso, apretando con ligereza la carne y asegurándose de pasar su lengua para llenar de saliva.

Lo que buscaba Kageyama con esa acción era obvio y Hinata lo haría sin pensárselo mucho. Esos largos dedos que ahora penetraban su boca hasta dejarlos húmedos y pegajosos, irían a parar a su entrada para dilatarla y lubricarla.

—Te follaré más fuerte que cualquiera —avisó de antemano el chico más alto, estando satisfecho con el trabajo de Shoyo con la lengua, sacando sus dedos.

Hinata rio con levedad, dando un gesto agitado en su forma de querer aligerar el ambiente, pero siendo tomado desprevenido al sentir como uno de los largos dedos húmedos de Tobio, apenas bajó de nuevo, entró rápidamente a su entrada con violencia. Como una estocada que esa vez sí logró hacer gritar al de menor estatura.

Kageyama dio un pequeño gemido al sentir como el sitio apretaba y veía a Shoyo revolverse en su placer y esos gemidos que no paraban de salir, sólo que ahora en un tono de voz mucho más bajo.

—Estás tan apretado, Shoyo —comunicó el número 20, sacando su lengua de sus labios por unos segundos para poder humedecerlos. Sí, las paredes de Shoyo eran tan estrechas que sentía que podría morir, adentro palpitaba y se sentía caliente.

—To-tobio es un pervertido —murmuró cuando por fin pudo obtener un poco de movilidad tras el repentino acto de sentir como el dedo de ese armador experimentado ya estaba adentro, dejando una sensación pegajosa y húmeda por su propia saliva. Más, necesitaba más.

Y a pesar de haberse referido a Tobio con el adjetivo anterior, se encontró consigo mismo sujetando la mano de Kageyama que estaba dentro de él, y comenzó a guiar el ritmo de las pequeñas penetraciones a una velocidad abrumadora.

El golpeteo con la yema del dedo directo contra la pared anal, hacia enloquecer al menor de muchas formas posibles. Lo único en su mente era que quería ser cogido por Kageyama, que lo follara fuertemente hasta dejarlo seco. Quería que esa verga grande que tenía entre sus piernas, entrara en su trasero y golpeara su próstata con fuerza.

¡A la mierda Atsumu!

El choque morboso que hacía un sonido igual a un golpeteo seco contra la piel desnuda de Hinata, llenaba de un sonido que te invitaba a continuar con las cosas, y eso Kageyama lo sabía mejor que nadie.

Después de haber llenado la entrada de Shoyo con su saliva y haberla dilatado lo suficiente como para que fuera más cómoda y menos dolorosa la penetración, fue que pudieron pasar a lo siguiente.

Shoyo se había vuelto a poner de pie de nuevo, recargándose contra la pared y mirando con lascivia el enorme pedazo de carne que el mayor tenía entre sus piernas. Shoyo se relamió los labios al saber que eso estaría dentro de él, no apartándole la mirada incluso cuando Tobio se empezó a masturbar para poder sentirse más preparado. Vio al de mayor altura querer reprimir sus gemidos, sacando pequeños farfullos contenidos en medio de sus oleadas de placer cada vez que su mano rodeaba por completo el tronco y comenzaba a acariciarlo con simetría, deteniendo su mano apenas llegaba al frenillo y volvía a bajar.

Tobio estaba ansioso, demasiado ansioso, sintiendo como a través de su mano su cuerpo cavernoso agrandado le palpitaba y su deseo de ponerlo dentro de Hinata se iba haciendo una tortura tan adictiva. No fue imaginación de Kageyama ver como el semen comenzaba a gotear en el glande de Shoyo.

—Aquí voy, Shoyo. —Dio paso el mayor, quitándose la culpa de todo fácilmente a pesar de que sabían que lo que hacían no estaba bien.

Para Hinata Shoyo, Atsumu Miya ya no existía en esos momentos, ahora, lo único que importaba era el cómo era puesto contra la pared por Kageyama, sintiendo como sus glúteos eran apretados por su acompañante mientras la penetración se hacía presente y sus piernas se alejaban del suelo, quedando colgando en el aire hasta que su fuerza atlética lo ayudó fácilmente a rodear por el cuello a Kageyama y enredar sus piernas en la cintura de su acompañado.

Hinata confiaba ciegamente en Kageyama que sólo se limitó a disfrutar, aferrándose fuertemente a él y haciendo su rostro para atrás lo más que pudo hasta que tocó la pared. Sabía que éste no lo dejaría caer, y también que Kageyama tenía la suficiente fuerza en los brazos como para estarlo cargando al tener sexo por un bien rato.

El sonido libidinosos jugaban con los deseos carnales de ambos, el pene de Kageyama encajaba perfectamente con Shoyo, entrando por completo con mucha facilidad y haciendo más fáciles las embestidas. Hinata gimió por lo bajo, cerca del oído ajeno y aferrándose más a él, no queriendo soltarlo para nada.

No quería que todo acabara apenas los dos salieran del almacén. Como si nada hubiera pasado.

—Mmmm... —gimoteó el de ojos castaños cerca del oído de Tobio, cuando el golpeteo se hizo más fuerte, dejando que la pelvis del susodicho golpeara directamente contra su cuerpo, y su trasero fuera el punto de impacto de los testículos cuando estos chocaban por el movimiento de entrada y salida en el culo de Hinata—. Tobio, dame más duro —pidió el menor, encendiendo al chico al oír esa petición acompañado de su nombre cerca de su oreja, que se vio obligado a apretar con sus manos el trasero ajeno, dejando que lo moldeara a su gusto y las estocadas se hicieron mucho más veloces.

Tobio estaba caliente y ya nada le importaba.

—¡Ah!, ¿han visto a Kageyama? —La voz de Hoshiumi afuera del almacén ni siquiera fue de importancia para el mayor, enfocándose en golpear más fuerte, empujando el pequeño cuerpo contra la pared.

El interior de Hinata lo apretaba tanto que su falo palpitaba y los espasmos iban llegando lentamente contra su cuerpo.

—Trata de bajar tu voz —habló Kageyama al chico de cabellos naranjas, porque escuchó los pequeños pasos de su rematador afuera. ¿Por qué venían a molestar justo en ese sitio?

Hinata gimió por lo bajo, reteniendo un grito en sus cuerdas vocales el sentir como las embestidas de Kageyama se detenían para que el sonido de dos cuerpos chocando violentamente no los delataran, y en su lugar, el azabache se enfocó en frotar su pene en el interior de Shoyo, restregando sus caderas fuertemente para generar oleajes de pasión en el de mayor edad.

¡No!, estamos buscando a Hinata, ¿lo has visto? —Ahora fue Bokuto quien habló. Hinata los alcanzó a escuchar, así que se esforzó en apretar sus labios, enterrando una de sus manos entre los cabellos lacios de Kageyama y con la otra se aferraba con fuerza a la camiseta deportiva ajena con el número 20 de los Adlers.

¿Hinata Shoyo no se llevó su teléfono? —Ushijima habló y Kageyama empujó con más fuerza el cuerpo extasiado del mencionado contra la pared. No había de que preocuparse porque la puerta estaba trabada.

Shoyo-kun dejó su teléfono en vestidores, cuando salió corriendo iba con el uniforme del juego, no tiene bolsas —contestó con simpleza Atsumu, pero en su voz se podía oír la preocupación.

Shoyo apretó más sus piernas contra la cadera de Kageyama, y sus deseos más egoístas se iban revelando. Tobio pareció notar esto, por lo que comenzó con suaves embestidas que buscaban ser cuidadosas y casi silenciosas.

—No quiero que esto se termine cuando salgamos del almacén —susurró Hinata, siendo cuidadoso para no hacer un ruido de más y logrando detener en seco las embestidas de Kageyama ante esa afirmación, haciendo que éste lo volteara a ver con sorpresa y Hinata le correspondiera el gesto. Ahí, Hinata fue certero en todo momento—. Te extrañé, Kageyama...

Tobio, ante esa repentina revelación, le fue casi imposible no parpadear por un buen rato, como alguien perdido que apenas estaba agarrando señal, antes de esbozar una leve sonrisa.

—En ese caso, ¿vas a venir conmigo a mi departamento?

«No podré regresar con ustedes, Atsumu-san. Me ha surgido un imprevisto urgente con mi familia, no me esperes esta noche, descansa».

Ese mensaje le había llegado cuando estaba buscando con Sakusa y Bokuto en el segundo piso algún rastro de Shoyo. Tal parecía que mientras ellos buscaban en la planta alta, el menor se había logrado cambiar y estar listo para partir.

—¿Crees que soy idiota, Shoyo-kun? —susurró el rubio, mirando por una de las largas ventanas del segundo piso que daban directamente contra el segundo piso. En la lejanía, andando con cuidado, podía ver claramente a Shoyo con su ropa deportiva de descanso de los MSBY, viendo para todos lados pero nunca para arriba.

¿Por qué debería de tener cuidado en ir a una emergencia familiar?

¿Quizás porque su antiguo colocador del Karasuno iba a su lado, igual de cuidadoso en que nadie los viera para salir del gimnasio?

Par de idiotas.

«Está bien, te esperaré mañana para desayunar. ❤», respondió, afilando sus facciones y no queriendo voltear a ver de nuevo la ventana, sólo apretando más el móvil en su mano.

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