Capítulo 01
El autobús del MSBY estaba demasiado tranquilo para el gusto de Shoyo. Vestido con el chándal de descanso de su equipo profesional, se veía obligado a recargarse contra el respaldo de su cama y fingir que una sonrisa se colaba por su rostro al tener a Atsumu Miya en el asiento trasero, asomándose y hablando con él mientras veía al hombre adulto con el que llegó a jugar en Brasil.
—Así que ése es el tipo con quien jugabas, ¿huh? —La voz de Miya era suave y tranquila, sacando de su nube de trance a su pareja para girar su rostro y poder toparse con el semblante atractivo de ese joven de cabellos teñidos de rubio—. ¡Wow, se mira intimidante! ¡Es un gigante!
—Bueno, su bloqueo es súper intimidante. Pero él es una persona sonriente y alegre —confesó el chico, haciendo más pronunciada la curva en su boca, sólo permitiendo que su acompañante diera una media sonrisa. Hinata se vio obligado a seguir hablando—. Escuché que va a ser papá pronto, así que se está esforzando mucho más para jugar lo mejor posible.
Hinata creía que amaba a Atsumu Miya.
—¿En serio? Felicidades para él. —Rio Atsumu con obvio entusiasmo, dejando que ese melodioso tono de voz llegara a oídos de Hinata, quien sólo pudo asentir, apartándole la mirada y observando de nuevo la pantalla de su tableta digital.
—¿Le gustaría formar una familia, Atsumu-san? —dijo Hinata con la voz ligeramente cortada por sus propias palabras, tratando de bromear.
Atsumu y Hinata estaban saliendo desde hace un año atrás. Habían hecho lo que cualquier pareja normal haría, se habían besado, habían pensado en vivir juntos (cosa que en la actualidad hacían), e incluso intimaron.
Sakusa, quien estaba sentado a un lado de Atsumu, pareció ligeramente interesado por esa repentina pregunta expulsada de la boca de Shoyo y su risa seca algo forzada que Miya tal parecía no había notado. Por unos segundos, el chico de ojos cafés y cabellos rubios pareció percatarse de la mirada negruzca y potente que éste le dirigió, y antes de contestar le echó un vistazo de reojo.
Los dos se miraron por unos cuantos segundos, antes de apartarse la mirada. Como si nada hubiera pasado.
—No es necesario, seré feliz sólo contigo, no necesito a nadie más. —Su simple respuesta fue arrojada al aire, y Shoyo volvió a esbozar una sonrisa.
A pesar de que creía estar enamorado de Atsumu. Había una persona que fácilmente lo hacía dudar de esa verdad...
—¡Y ahora es el turno de Kageyama! —La voz del presentador regresó al chico de hebras naranjas a tierra firme, dilatando sus pupilas de golpe y teniendo el impulso casi insensato de mirar el anuncio donde Tobio estaba girando una pelota al aire.
—¿Uhm? —interrogó Shoyo casi al aire, ni siquiera pudiendo apartarle la mirada. ¡Maldición!, incluso sus mejillas se fueron tornando de un fuerte color rojizo.
—Ugh, aquí viene el estúpido anunció de Tobio-kun —espetó Miya con cierto tono burlón. Y esa vez, Shoyo sólo asintió pero ya no contestó.
Tobio Kageyama fue su primer amor, lo amó desde primer año de preparatoria, pero nunca pudo consolidar una relación formal con él. Lo máximo a lo que habían llegado fue en la noche de su graduación, días antes de su partida a Brasil, donde en su vago intento de una confesión, ésta resultó mejor de lo esperado, que terminaron follando en la casa del azabache.
Shoyo en su momento no quería una relación romántica a distancia, por lo que no dio espacio para esa opción, y se sintió feliz al ser sólo correspondido.
A pesar de que estaba al tanto de que Kageyama sabía sobre la relación de un año que llevaba con Atsumu, no podía evitar sentirse inquieto al verlo incluso tras un pantalla, y el terror de que éste ya lo haya superado, al ser lo más normal en ese tipo de situaciones, llegaba a ser su preocupación más reciente.
Lo que sentía por Kageyama Tobio era algo prohibido.
Todos los momentos divertidos y amenos que pasaron durante el instituto, el semblante aterrador pero atractivo de Kageyama, y la forma en que sus manos marcaron su piel. Todavía el recuerdo se mantenía, su encuentro más íntimo con su amor de preparatoria: el movimiento constante de Kageyama con sus dedos dentro de él, sacándolos y metiéndolos con fuerza, la mirada profunda llena de cariño que éste le mantenía mientras lo embestía fuertemente, el roce de sus pieles al acariciarse y llenarse de sudor, o los besos y la pequeña sesión de cariños que tuvieron detrás del acto consumado.
—¡De que le sirvan un plato bien caliente del delicioso Power curry! —La voz masculina del narrador del comercial habló, mientras se mostraba las grandes manos de Tobio sosteniendo el plato con una generosa cantidad del alimento mencionado acompañado con arroz y una cuchara.
Kageyama metió la cuchara en la comida, sacando un gran pedazo y lo direccionó hacia su boca.
—Dios, está devorando ese curry —aseguró Atsumu, viendo como la porción entraba a su boca, y rápidamente sus mejillas se inflaban ligeramente, acompañando su seriedad por primera vez con un lindo color rojizo. Shoyo se perdió entre la burla de Atsumu, viendo como Tobio devoraba la comida con gusto—. Sus ojos dicen que va en serio.
«Lindo», pasó por su mente casi por impulso del número 21, con el aire en sus pulmones y arqueando sus cejas hacia abajo, tratando de contener la sonrisa que luchaba por escaparse.
Sí, Tobio era demasiado lindo.
Muy lind-...
¡Espera!
Hinata gritó y se golpeó internamente tras darse cuenta de lo que había procesado su mente y sus acciones tan contradictorias.
No estaba bien, y eso lo asustó.
Atsumu y Shoyo vieron como el joven de cabellos lacios pareció perdido después de comer la comida, mirando por unos breves instantes a los lados, como si buscara ayuda antes de volver a voltear su mirada a la cámara y levantar su puño izquierdo al aire.
—Power curry es un saque as —confesó por fin después de un rato, con la mirada perdida hacia la cámara. Tobio era un pésimo actor, parecía un robot, pero lo más seguro era que hizo su mejor esfuerzo.
Algunas personas no tenían talento para la actuación.
—¿¡Podría sonar más muerto leyendo esa línea!? —Se le escapó a Hinata sin nada de tacto, dejando sus intentos en vano de mantener la compostura sobre Kageyama frente a su pareja actual y terminó riéndose de él abiertamente.
Eso no estaba bien.
No sabría qué hacer cuando lo viera a la cara.
—¡Baño, baño! ¡Es hora de ir, ir, ir! —cantó Hinata con un tono desafinado, pero animado que se mezcló con el pasillo vacío que recorría en el viejo gimnasio de la ciudad de Sendai. La hora del partido ya casi era, y él quería aprovechar los últimos momentos para pasar al baño, como era su costumbre.
Ya se había cambiado de ropa, teniendo su uniforme de los Black Jackals, con una camiseta negra y pantalones cortos negros a juego con tres franjas doradas que se asemejan a una marca de garra cortada en la parte delantera y trasera. ¡Él creía que se veía muy bien!
Extrañamente, a pesar de que su anticipación fue que al llegar al gimnasio se sentiría aterrado o ansioso por querer huir y no ver a Tobio, la realidad era completamente diferente. Se sentía... ansioso, como una extraña agitación que se iba mezclando en su estómago en forma de un revoloteo.
¡La emoción del reencuentro!
Los ojos cafés se concentraron en la puerta del baño que sólo estaba a unos cuantos pasos de su cuerpo, y el cartel asomaba las letras en mayúsculas que indicaban que era el de caballeros. Sus planes eran simples: uno, entrar al baño. Dos, descargar todo. Tres, lavarse las manos. Cuatro, salir como nuevo. ¡Victory!
Sin embargo, como si se tratara de una mala broma o de un nivel secreto en un videojuego, sus planes de paz interior fueron entorpecidos violentamente por la persona menos esperada, pero que Shoyo quería ver.
—No vas a tener problemas intestinales hoy, ¿o sí? —La voz amenazante de Kageyama Tobio a sus espaldas lo hicieron estremecerse sólo por el ligero cambio, oyéndose mucho más adulta y ronca. No se atrevió a voltear a verlo, mordiéndose los labios por unos cuantos segundos y no pudiendo evitar sonreír con fuerza al ver a su corazón agitado queriendo salirse de su pecho.
Shoyo se disculpó con Atsumu mentalmente, volviendo a tener esos extraños sentimientos donde su idea de haber superado a su amor de preparatoria no había sido más que una fachada, y sus ojos conectaron al fin con la alta figura de Kageyama Tobio.
Shoyo no pudo evitar dar una sonrisa para nada sutil que se le escapó de sus luchas mentales por impulso, tratando de ocultar su emoción naciente al ver a Kageyama tras varios años después.
El chico más atractivo que sus ojos nunca antes hayan visto. Tuvo que tragar grueso al ver esos oscuros ojos azules examinándolo, su piel lechosa y esa mirada de siempre. Sus cortos cabellos azabaches ahora peinados de una forma en que su frente era más visible, su uniforme que en su mayoría era color blanco que marcaba a la perfección su trabajado cuerpo y esa sensación tan extraña de calidez que nunca el menor supo explicar.
Los dos se miraron a la cara, sin decirse nada por un rato, dejaron que sus sonrisas hablaran y se contuvieron de querer hacer algo incorrecto o indebido, a pesar de que tenían un poco de tiempo antes de que iniciara el partido o nadie estuviera a su alrededor.
Kageyama Tobio había decidido respetar la decisión sobre la relación que su amor de preparatoria tomó al salir con Atsumu Miya.
Creyó que era fácil.
Pero tras esa sonrisa, se encontró apretando sus puños escondidos en los bolsillos de su chamarra de descanso. Hinata había cambiado, seguía siendo el mismo pero el cambio notorio era difícil de ignorar, sus facciones se habían vuelto las de un adulto, pero la jovialidad seguía ahí. La piel la tenía ligeramente bronceada, casi desapareciendo por completo para regresar a su color original, y había ganado musculatura.
—Para nada, yo no soy el tipo de hombre que tiene problemas estomacales antes de los juegos —mintió Shoyo a medias, dejando que la sonrisa en la boca del mayor se borrara.
—Más te vale, idiota —confesó con una extraña calma, que Hinata no pudo evitar sentirse emocionado ante el diminuto cambio.
—Kageyama, ¡tú has madurado! —gritó el de menor estatura, dejando que en su mente se materializara la imagen del Kageyama joven gritando, pero diciendo las mismas palabras.
Tobio leyó su mente, teniendo el impulso creciente de golpearlo. Por suerte, Shoyo fue más rápido que esquivó el ataque.
Hinata se carcajeó, que ni siquiera escuchó el sonido del agua cayendo del baño porque alguien se estaba lavando las manos. En esos momentos, sólo existía Kageyama, y una parte dentro suya seguía buscando hacerle plática. No quería dejarlo.
Quizás fue por esa razón que se destapó uno de sus brazos al doblar las mangas de su chamarra negra y la mostró al aire.
—De hecho, creo ser capaz de vencerte en una pulsada ahora —alardeó, sólo llevándose como respuesta la llama de competencia en su rival.
—¿Quieres intentar? —retó Kageyama, haciendo la misma posición que Shoyo sólo que con la mano opuesta, algo ofendido.
Tobio supo que no fue su imaginación que Shoyo se pusiera pálido y bajara su mano rápidamente, pero esa sonrisa mentirosa seguía ahí.
—¡Más tarde! —destacó una posibilidad abierta, mientras la puerta principal del baño de hombres se abría, dejando salir la alta silueta del adulto con el número 13 de los MSBY.
Los ojos cafés del rubio teñido fueron mucho más veloces que los de Tobio, pero fue cuestión de tiempo antes de que los dos se vieran. Vio la penetrante mirada de la pareja del que fue su rematador en preparatoria, una oleada de asco lo llenó de golpe, y sabía que no era exactamente por el propio Atsumu Miya.
Los dos se vieron por unos cuantos segundos, antes de que Miya se atreviera a hacer algo, acercándose a pasos lentos hasta su novio, con una extraña calma que despertó del trance al número 21 donde sólo existía Tobio, al sentir como el peso de Miya se materializaba al recargar su codo en su hombro fácilmente por sus estaturas.
—Atsumu-san... —pronunció su nombre con calma al verlo, siendo testigo de como la leve sonrisa molesta se materializaba en sus facciones finas y sus ojos castaños sólo encaraban al chico azabache.
Tobio no pudo decirlo, quizás no lo hizo de manera consciente, pero también terminó por afilar sus facciones y observar al recién llegado de la misma manera amenazante y hostil.
Hinata sólo pudo apartar la mirada por unos breves segundos, al creer que el ambiente se estaba tornando pesado. ¡¿Qué estaba pasando?!
—Tobio-kun, ¿estás tratando de buscar pelea con mi pareja? —concretó con obvias ganas de querer iniciar una riña si era necesario Atsumu, sólo logrando que el mencionado se viera influenciado por las emociones del momento
El apodo que utilizaba Atsumu para referirse a Hinata era asqueroso. Se oiría mejor si fuera su pareja.
«Pareja», ¡ni una mierda! Kageyama apretó más sus manos y su ceño se frunció todavía más.
—No estoy buscando pelear con él, él comenzó. —Se excusó el adulto azabache, conteniendo sus ganas y sacando su indiferencia, haciendo que el silencio inundara el sitio donde Shoyo creyó hundirse.
Atsumu, después de mantener el silencio, fue que sus ojos se azuzaron mucho más y fue que terminó por ceder ante el ambiente, pasando su brazo que se recargaba del menor por los hombros de éste.
—En ese caso no hay problema —sentenció, no asustándose a pesar de tener la penetrante mirada de Tobio que se intensificó cuando rodeó el cuerpo de Shoyo.
Tobio Kageyama había tomado la decisión de respetar la relación de Hinata con Atsumu.
Ésa era la idea principal...
—No vayas a llegar tarde, los demás han de estar esperándonos —despidió todo el ambiente pesado de golpe el rubio, haciendo voltear a Hinata con esas palabras.
En ese corto instante en que el rostro de Hinata giró y sus cercanías lo hicieron posible, fue que el mayor se agachó lo suficiente como para poder besar los labios de Shoyo.
Tobio abrió sus ojos con sorpresa y tronó sus dientes al ver los belfos de Shoyo siendo besados por alguien más. El beso fue sutil, apenas la comisura, pero lo suficiente como para dejar como un tomate ansioso al de menor estatura cuando sus bocas se separaron y los brazos se alejaron de su cuerpo.
Atsumu notó la mirada frustrada de Tobio tratando de ser contenida en su aterradora cara, dando una media sonrisa burlona antes de girar sobre sus pasos y caminar hacia la salida del pasillo para llegar al lugar donde el equipo se debía de reunir.
Simultáneamente, Hinata talló con la manga de su chamarra sus labios, creyendo que el corazón se le saldría del pecho y el color rojizo que se iba colando en su piel bronceada era más dirigida porque Atsumu lo había besado frente a Tobio, ¡frente a Kageyama! ¿Cómo se le ocurría? Eran pareja, y besarse era normal, pero odiaba que lo hiciera frente a Kageyama.
Al darse cuenta de lo que hizo, bajó lentamente su mano de sus labios, sintiendo el roce de la ropa tallada, y su mirada se tornó triste porque la culpa lo empezaba a inundar, al darse cuenta de que Kageyama seguía en su corazón. Los temblores lo llenaron y su mirada rasgada se enfocó en el joven que miraba como el gemelo Miya daba vuelta por el pasillo y se alejaba de su vista.
Hinata pensó que lo mejor sería despedirse de Tobio para no lastimar a Atsumu.
Y Tobio pensó que quería respetar la relación que esos dos tenían, pero...
—Kage-...
—Hinata —llamó Tobio, dejando que la voz del mencionado se desvaneciera suavemente, porque las cercanías se habían acortado con unos cuantos pasos dados por el colocador del equipo contrario.
Shoyo se sintió paralizado y la sensación de tocar a Kageyama tiró todo su raciocinio por la borda.
Los largos dedos de Tobio tocaron su barbilla, el tacto fue más íntimo, el movimiento sutil y el acariciar esa parte, fue tan exquisito que todos los cabales de Shoyo terminaron cayendo.
Los ojos de ambos se conectaron y pudieron notar que sus miradas parecían deseosas de eso desde hace mucho tiempo. Tobio sonrió con levedad y cierta burla, dejando a Hinata con un gruñido seco, pero ya siendo imposible ocultar su respiración turbada, los temblores ansiosos y su cara poniéndose roja.
Kageyama terminó por inclinarse a la altura de Shoyo, cerca de su oído derecho. El más bajo tuvo un pequeño sobresalto ante el repentino acercamiento, dejando que una de sus manos se posara en el pecho ajeno, queriendo alejarlo al dar un empuje pero perdiendo de golpe ese objetivo al sentir la respiración pesada golpeando contra su oreja, generando un cosquilleo que lo incentivaba a pecar. Shoyo gimió quedito casi por impulso, experimentando placer al sentir como los delgados labios de ese hombre se posaron en el lóbulo de su oreja.
Hinata jadeó de repente, al sentir el tacto caliente y la humedad, antes de apretar su boca para no empezar a gemir con más fuerza.
—Después del partido... —inició la plática el de ojos azules, prestando atención cuando Shoyo se aferró con fuerza a su uniforme deportivo. El menor volvió a farfullar, ahora no dejando que éste se alejara.
Dios, la voz ronca de Kageyama cerca de su oído era tan excitante.
La mano de Tobio que estaba sobre su barbilla subió lentamente, acariciando el rostro de Shoyo y deteniéndose frente a la boca ansiosa del joven, permitiendo que uno de sus dedos fuera colocado ligeramente en la boca abierta de Hinata tras volver a gemir al sentir el aliento caliente contra su oído.
Shoyo mordió ese dedo lentamente, sin buscar lastimarlo pero sí dejando una vista erótica tan extraña para Tobio al verlo por el rabillo del ojo. La boca de Hinata adueñándose de su dedo, ¿cómo sería si tuviera otra cosa en la boca? Sus mejillas sonrosadas, sus ojos brillantes temblando entre el nítido placer y su dedo siendo atrapado entre ese sitio caliente donde una vez su pene llegó a estar, cuando éste le hizo una felación.
—Hinata... —susurró en un tono bajo, dejando que su sonido ligeramente cambiado por la excitación creciente hiciera más obvia la tentación—. Después del partido, ven al segundo almacén que está cerca de los baños femeninos.
Kageyama alejó su mano de la boca de Shoyo para posarla ahora en su pecho y comenzó a frotar uno de sus pezones de forma circular a través de su camiseta deportiva. Hinata gimió, olvidando por completo que estaba en público y sólo usando su única mano libre para taparse la boca.
La otra mano de Tobio empezó a pasar por la espalda de Shoyo, haciendo que sus dedos pasaran por la tela de las prendas usadas, con caricias que hacían al más bajo estremecerse por el tacto suave que presionaba y hacía arder su cuerpo.
Necesitaba más.
Quería más de Kageyama.
—¿Q-qué haremos? —murmuró Hinata, costándole un poco de trabajo el hablar por todo lo que inundaba su cuerpo y su mente. Tobio tenía un olor delicioso.
—Arregláremos algunos asuntos pendientes...
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