Demasiada Calentura
La ropa voló y desapareció como por arte de magia mientras se besaban hasta que quedaron solamente en ropa interior.
Harry le besaba el cuello cuando Jade recordó algo que la alteró.
-¡El guardia de seguridad! -chilló de repente- Podría venir en cualquier momento.
Él se rió y le impidió de que saliera corriendo a buscar su ropa.
-No vendrá -dijo tranquilo-. Cada vez que me tengo que quedar trabajando hasta tarde tiene prohibido venir a interrumpirme.
Jade lo miró, con nuevas dudas asomando en sus ojos mieles.
-No seas desconfiada, ¿quieres? Es la primera vez que tendré sexo en la oficina con mi secretaria... o cualquier otra persona.
En vez de calmarla, la puso más nerviosa.
-Vamos, no te pongas tensa. Es una nueva experiencia, ¿sabes? Puede ser algo bueno para ambos.
-Decidí que confiaría en ti, así que lo haré -susurró con voz temblorosa-. Así que no me defraudes.
-Por supuesto que no-sonrió.
A pesar de lo que había dicho, Jade seguía nerviosa, y Harry lo notaba. Quizás no estaba lista para tener sexo... bueno, no la podía culpar, hasta el momento solo habían coqueteado discretamente, y era un gran paso para ella. Lo entendía, pero lo que lo molestaba un poco era que ella no fuera capaz de decirle que no quería hacerlo.
-Oye... -lo llamó- Yo... te enojaras si yo no... -no sabía que decir, era algo demasiado incomodo- Es que yo nunca he... yo, yo...
Él la atrapó entre sus brazos y enterró la nariz en su abundante cabello platinado.
-Tonta... no podría enojarme por eso. Podemos ir poco a poco, ni siquiera te pedí salir como corresponde.
-Yo... yo quiero complacerte, pero no tengo experiencia, y debo confesar que tengo algo de miedo.
-No hay porqué apurarse.
-Enséñame, por favor.
Se lo pidió con tanta vehemencia que casi se le sale el corazón del pecho. ¿Qué podría enseñarle a una virgen que aún no estaba lista para tener sexo? Era una difícil encrucijada.
-Yo... no lo sé -dijo dudoso- No quiero lastimarte, ni hacer nada que pueda parecerte desagradable.
-Te dejaré hacerlo -dijo convencida.
No aguantó. En un ágil movimiento le sacó las bragas y la sentó a horcajadas sobre el escritorio, arrodillándose en el piso y enterrando la nariz en los rizos que cubrían su pubis, olfateando el dulzor de sus fluidos que ya habían empapado sus bragas. Un leve jadeo escapó de la garganta de Jade, quien apretó los labios para contener los gemidos que amenazaban con brotar desde lo más profundo de su ser.
-Hueles tan bien -susurró complacido.
-Que... ¿Qué haces?
Para ella era demasiado intimidante y vergonzoso tener al tipo del que estaba enamorada con la cara hundida entre sus piernas. Harry le sujetaba las rodillas, impidiendo que las cerrara.
-Dijiste que estabas dispuesta a hacer cualquier cosa, déjame hacer esto -le pidió, rozando con los labios el interior de sus muslos.
Jade temblaba como hoja, sintiendo que de un momento a otro de desmayaría, y se aferró al escritorio para no desfallecer.
-Bien -accedió.
Harry besó con lentitud cada rincón de piel del interior de sus muslos, mientras Jade cerraba los ojos e intentaba evitar que sus dientes castañearan. El placer subía por sus piernas hasta instalarse en su vientre. Las suaves caricias de Harry le nublaban el pensamiento y sentía que se derretiría de un momento a otro.
Él deslizó un dedo en su interior y el cuerpo de Jade se tensó en un espasmo que le hizo cerrar los ojos y tirar la cabeza hacia atrás.
-¡Que apretado! -murmuró él complacido- Está tan caliente y húmedo.
Jade se sentía caliente, como si el fuego la estuviera consumiendo poco a poco. Él la acarició con una lentitud enloquecedora, deshaciéndose poco a poco de su pudor, hasta que ella se apretó contra su mano, impaciente por recibir más. Fue entonces que deslizó otro dedo en su interior, bombeando mientras la muchacha soltaba un gemido largo y entrecortado.
Harry sacó los dedos de su interior, y Jarry soltó un suave "no" como protesta, sus dedos varoniles recorrió los pliegues hinchados del sexo de la joven, haciéndola suspirar.
-¿Quieres que siga? -le preguntó de manera perversa.
Ella asintió, incapaz de articular palabra, la garganta se le había secado de repente.
Harry sonrió y deslizó su húmeda lengua por los pliegues que antes había acariciado con sus dedos. La muchacha se tensó debido a la sorpresa y se obligó a abrir los ojos, la visión de la cabeza de Harry hundida entre sus piernas y las sensaciones que le producían sus labios, su lengua y sus dedos acariciando su intimidad era simplemente magnifica.
Cada roce implacable la excitaba más y más. Cuando llegó al límite, un grito agudo escapó de su garganta, su espalda se arqueó y sus dedos se clavaron en los hombros de Harry mientras un potente clímax estallaba en su interior. Cuando los espasmos se convirtieron en leves temblores, Jade se desplomó sobre el escritorio, sin aliento y completamente satisfecha.
El joven le dio unos leves besos en la parte interior del muslo y la muchacha se obligó a entreabrir sus pesados parpados. Los ojos de él ardían como un par de hogueras y cuando sus miradas se cruzaron él se acercó hasta quedar a sólo escasos centímetros de distancia.
-Pronuncia mi nombre -pidió con la voz ronca y áspera.
Ella se humedeció los labios y se esforzó por encontrar su voz.
-Harry -susurró.
Él gruñó en conformidad y deslizó una de sus manos por abajo del redondo trasero de la muchacha para acercarla a la dura prominencia de su erección. La sensación de tenerlo presionado contra ella de una forma tan íntima dejó a Jade sin habla. Él soltó un leve gemido antes de bajar su boca lentamente hacia la de ella.
Jade separó los labios y recibió gustosa la lengua exigente de Harry, deslizando sus dedos por la cabellera oscura del joven. Él flexionó sus caderas y apretó todavía más su erección contra ella.
-Creo que deberíamos parar aquí antes de que pierda el control -dijo con una voz ronca y peligrosamente baja.
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