Capítulo 8.
Ellen.
Había despertado con un pésimo humor de perros, por alguna razón no quería hablar con nadie. Lo único que necesitaba es sacar todo el mal genio que estaba consumiendo mi cuerpo y por alguna razón sentía adrenalina correr por mi organismo. Mi hermana seguía durmiendo, por lo que aproveche para salir a correr y así poder sacar toda esa furia que llevo dentro de mi cuerpo; inclusive podría aclarar mis pensamientos. Todavía mi cabeza daba vueltas por lo que ocurrió anoche con Harold, juro por Dios que habíamos tenido un maldito momento, pero no paso de eso, solo fue un estúpido momento que jamás debió haber ocurrido, me sentía culpable y todo había sido culpa de Elliot y Helen, ¿por qué dejarnos a solas? ¿Cuál era esa necesidad?
Saque del armario mis shorts deportivos al igual que un top negro que hacia conjunto con los tenis que pensaba usar desde hace mucho. Me hice dos coletas en el cabello a los lados y ya estaba preparada para salir de aquí y alejarme lo más que pueda, quizá pase por la universidad para verla más a fondo, llevo alrededor de tres días aquí y no he ido a conocerla. Mañana será el inicio de clases, por lo que debería ir conociéndola. Por lo que se, esta misma noche harán una fiesta para despedir las vacaciones de verano en la fraternidad en donde mi novio se queda a dormir. No tenía planeado ir, ya que lo único que hacen en esas fiestas es beber hasta perder la cabeza y la cordura, y siendo sincera no quería ir a una fiesta. Quería una noche de chicas junto con Helen, solamente espero convencerla para que se quede esta noche conmigo en casa.
Al salir de los dormitorios, empecé a calentar junto con algunas personas que lo estaban haciendo, quizás pueda copearles los pasos, quiero decir, cuando salía a correr estando en casa, salía con Helen e inclusive con mi madre, por lo que se me hacía algo cotidiano hacer ejercicio en compañía, pero ahora estando sola, es extraño.
Ellos siguieron calentando, pero me desesperé de hacerlo, por lo que yo me fui por mi propia cuenta. Empecé a trotar con calma, permitiendo que las personas que andaban en bicicleta pasaran primero que yo. Y cuando estaba lista, comencé a correr. Llevaba alrededor de una semana sin salir a correr, por lo que es posible que los músculos me duelan después de haber terminado, pero creo que valdrá la pena, me he descuidado demasiado desde la última vez que corrí e hice mis ejercicios, por lo que tengo que quemar todas esas grasas que ahora mismo están dentro de mi cuerpo; corrí cerca del Starbucks, y por un momento las ansias de probar un café recién horneado me consumieron, pero no deje que ese deseo me ganara, el café no me ayudara a adelgazar y seguir con mi dieta de cero cafeína. Había bebido más de dos cafés en las últimas veinticuatro horas, por lo que el agua me mantendrá hidratada.
Seguí corriendo hacia el área de los drogos, y seguí hasta estar a unos cuantos metros del instituto, pero me detuve a descansar al ver el Ferrari rojo familiar. Drake estaba saliendo de su Ferrari y al verme, sonrió.
—Me estaba preguntando cuando te volvería a ver, Ellen.
Drake todavía tenía el ojo morado e hinchado, inclusive su nariz seguía igual de terrible que lo estaba ayer. Había olvidado por completo que el estúpido de su hermano lo había golpeado. Anoche quise entenderlo, realmente quise hacerlo, pero eso jamás va a justificar su manera de arreglar las cosas. No debió de haberlo golpeado, creo que Drake es el que está más golpeado de los dos.
—Y yo pensé que ese ojo mejoraría, pero creo que ya no pensare en ello —hice una mueca, haciendo que Drake se riera—. Qué estás haciendo aquí, por cierto. Pensé que vivías en casa de tus padres, eh.
Él sonrió con ironía, me estaba convenciendo que Drake era el hermano bueno, aunque me estoy empezando a sentir mal por estarlo prefiriendo. Anoche Harold me confesó que se sentía excluido porque siempre prefieren a Drake, y eso es mentira. No los conozco lo suficiente como para elegir a uno, ambos son hermanos y deberían respetarse. Deberían seguir el ejemplo de Helen y yo, somos hermanas y nunca nos llevamos la contraria.
—Me estaba preguntando si vendrías a la fiesta de hoy, ya sabes, mañana empezaran las clases y es una costumbre hacer una fiesta para despedir las vacaciones de verano.
—Sí, estuve pensando en eso, pero las fiestas no es lo mío en sí y prefiero festejarlo a mi manera, sabes.
—¿Eso quiere decir que...?
—Prefiero estar en casa, acostada en cama y ver una película en Netflix, creo que es mucho mejor que ir a una fiesta.
Drake asintió con la cabeza, pude jurar que le costó hacer eso, pero lo aceptó. Era extraño que una persona como él esté hablando con una perdedora como yo, quiero decir, nos acabamos de conocer y él fue el que inicio nuestra amistad —si así podría llamarlo— pero era agradable de alguna u otra manera. Aunque no me gustaba admitirlo, me gustaba más él que Harold.
—Lo entiendo, no te preocupes, Ellen —Drake dijo, con una actitud positiva y agradable—. De todas maneras, deberías darte una vuelta si es que cambias de decisión. Déjame decirte que se ponen muy buenas las fiestas, eh.
—Claro —asentí con la cabeza. Dicho eso, me eché a correr de regreso hacia los dormitorios, había corrido por al menos una hora, por lo que creo que es suficiente por hoy.
Cuando llegue a mi habitación, Helen ya estaba despierta, tenía cara de dormida, pero ya estaba despierta. Helen abrió mucho sus ojos al verme y soltó una risa sarcástica.
—Pensé que habías dejado de correr cuando yo me traslade aquí —ella sacó sus piernas de la cama y se puso de pie—. Hoy haremos un millón de cosas, mira como es el último día de vacaciones, nos invitaron a la fiesta de despedida por las vacaciones de verano...
—No iré —la interrumpo, negando con la cabeza. Helen abrió su boca—. Te quedaras aquí conmigo viendo una película en Netflix, o cualquier serie ridícula de hombres lobos o vampiros que quieras ver, pero nos quedaremos aquí.
Helen soltó un gruñido de desaprobación.
—No podemos faltar —dice, con una mueca de amargura en el rostro—. Bueno, quizás tu si puedes faltar, pero yo no.
—Harold no se morirá por si llegaras a faltar un día, Helen.
Ella soltó una risa burlona, quizás no vaya por Harold y simplemente vaya porque le gusta ir a esa clase de fiestas. Yo ya tengo mis planes para este día. Estar tumbada en cama, viendo cualquier cosa que sea lo demasiado entretenido como para divertirme una noche sin la necesidad de ir a una estúpida fiesta en donde hacen lo mismo que la fiesta anterior.
—Promete que te quedaras esta noche conmigo, Helen —junte las palmas de las manos, para que al menos me crea que realmente la necesito aquí conmigo.
No hemos tenido un tiempo para nosotras solas sin que Harold o Elliot estén metidos. Prefiero pasar este último día con ella sin hombres a nuestro al rededor. Pero para mí mala suerte, ella ya tenía planes para esta noche, y ese plan era ir a esa fiesta en la fraternidad. Por más terrible que fuera, tenía que aceptar su decisión, no la obligaría a que se quedara conmigo, pues bien si quiere ir. Porque yo no pienso ir.
—Te juro que te lo voy a recompensar —Helen dijo, con un tono de voz quedito y bajo—. Te juro que es importante que asista esta noche, créeme que es importante.
Asentí con la cabeza, sin tomarle demasiada importancia. Ya veo que para ella es más importante asistir a una fiesta que pasar una noche viendo películas con su hermana. Tomé mi toalla de baño y me fui directamente hacia el baño para ducharme, era demasiado temprano para estar discutiendo con Helen.
Mi hermana se marchó después de las siete de la noche, por lo que soy la única chica aquí, literalmente. El edificio estaba vacío, al parecer todos los estudiantes fueron a festejar su último día de vacaciones, excepto yo, claro.
Porque soy la única que tiene cerebro y que piensa que hay cosas con mucha más importancia que festejar una estúpida fiesta. No me lo tomen a mal, pero prefiero ser una aguafiestas que una ebria sin remedio. Como tenía el edificio para mi sola, aproveche para poder poner la película que yo quisiera ver sin mis auriculares y con el volumen al máximo, no molestaría a nadie ya que no hay nadie, inclusive podría poner música sin que nadie tocara la puerta para decirme que le baje, porque nadie esta.
Me tumbe en cama, con una bolsa de papas fritas deshidratadas en un plato hondo, me había dicho esta mañana que cuidaría lo que comiera si es que quiero ponerme en forma, pero me sentía tan molesta que me dio igual lo que pasaría al día anterior. Busque una película para ver y así fue por las próximas cuatro horas, los ojos me ardían y me suplicaban porque apagara la laptop que tenía en mi regazo, y eso fue lo mismo que hice. Me quedé mirando hacia el techo, sin sentirme mal por no haber ido a esa fiesta, incluso ignoré las fotografías de Instagram que Helen subía constantemente, diciéndome a gritos que era la mejor fiesta del mundo.
Me sentía excluida de todo ello, y realmente no lo fui, soy yo misma la que está poniendo aquellas reglas. Eran las once de la noche, por lo que supongo que pronto todo el mundo empezara a llegar, o quizás no y se pasen toda la noche en la fraternidad. Sé que no debería ir, quiero decir, mañana tengo clases a las ocho y media de la mañana, aunque si me las ingenio, podría estar bien despierta para mi primer día.
Tomé mi móvil de la mesita de noche y entre a Messenger para mandarle un mensaje a Helen, tal vez todavía no sea demasiado tarde para ir, aunque me veré como una completa estúpida si llegase a llegar como si nada. Había gritado a los cuatro vientos que no iría y me sentía orgullosa de mi misma por haber dicho eso, pero creo que fue una pésima idea. Acabo de ver unas películas que he visto por lo menos mil veces en toda mi vida y me estaba muriendo del aburrimiento, necesitaba con urgencia salir de aquí.
Miré a mí al rededor y entonces, me puse de pie, convenciéndome a mí misma que todavía era temprano para llegar a una fiesta en donde había dicho que no iría. Incluso le había dicho a Elliot que no iría porque me parecen aburridas, creo que se reirá de mi cuando me vea entrar por la puerta principal. Pero, sin importar eso, decidí ir. Ayer había comprado ropa atractiva para que yo sorprenda a mi novio y eso mismo haré. Saque un vestido con un corte clásico color rojo, si no fuera por Helen quien me insistió en comprarlo, nunca lo hubiera hecho, es demasiado corto y extravagante como para que una persona como yo lo use. Aun así, lo llevaría, quería que Elliot se quedaba sin palabras al verme con un nuevo estilo, quiero que se quede embobado mirándome, que no me reconociera.
Busque en las cosas de mi hermana hasta encontrar su maquillaje, no era muy buena maquillando, pero al menos hacia mi mayor esfuerzo para no verme como una payasa. Sólo me puse un poco de polvo compacto, máscara de pestañas y me delineé los ojos; pedí un taxi para que me llevara hasta la fiesta, pude haber llamado a Elliot antes, pero prefiero sorprenderlo.
Media hora más tarde, había llegado a la fraternidad, la cual estaba mucho más llena que la vez pasada que había venido. Apuesto que es por el simple hecho que toda la escuela se encuentra aquí. Respiré profundamente antes de entrar a esa casa. En el aire había humo y olía demasiado a alcohol, la música estaba hasta el tope e inclusive esto me estaba dando una mala pinta, miré a mí al rededor intentando buscar una cara familiar, pero no reconocí a nadie. Busque en la mesa de bebidas por si se encontraba Helen, pero no estaba ella, aunque a la persona que vi fue a Drake, el cual estaba bebiendo shots junto con otros tres chicos.
Las personas que lo estaban rodeando empezaron a gritar el nombre de Drake, hasta que entendí que era una competencia. Drake era el que llevaba más shots bebidos, por lo que decidí unirme a su público. Levanté una mano y empecé a gritar su nombre junto con las demás personas, él en cuestión de segundos se terminó el último shot que estaba encima de la mesa, nosotros gritamos con entusiasmo, y él igualmente. Al parecer él se dio cuenta de mi presencia, porque su sonrisa se extendió aún más y camino hacia mi dirección. Drake extendió sus brazos y soltó una risa.
—Pensé que tendrías una noche de chicas —él levantó las cejas con asombro.
Hice una mueca y asentí con la cabeza —: Eso se suponía, hasta que me di cuenta que soy una estúpida por estarme perdiendo de mi último día de vacaciones.
—¿Quieres que te invite una bebida? —Drake miró por encima de su hombro, en donde su público lo esperaba.
Negué con la cabeza rápidamente.
—Yo no bebo, de hecho estoy buscando a Elliot, creo que iré a buscarlo.
Giré sobre mis talones y me fui hacia dirección de la cocina o algún otro sitio, el lugar al parecer seguía llenándose, ya que casi no hay mucho espacio para caminar sin ser empujado. De lejos pude ver a Harold, pero no se encontraba con Helen, tal vez él sepa en donde esta Elliot, pero en estos momentos no quisiera hablar con él, no quisiera que lo que ocurrió anoche vuelva a suceder. Creo que a partir de hoy mantendré una línea invisible, en donde no puedo acercarme a él.
Por ningún sitio estaba Elliot, por lo que lo más seguro que se me ocurrió es que quizá esté en su habitación fumando un cigarrillo, o yo que sé. Fui en dirección a las escaleras y las subí con cuidado de no interrumpir los besos escandalosos de las personas que estaban allí, también en el segundo piso había muchas personas, pero con comparación al primer piso, aquí puedo respirar con tranquilidad.
La habitación de Elliot estaba todo derecho y a la quinta puerta a la izquierda, había estado aquí dos veces y todavía me cuesta recordar cual era la puerta de su habitación; caminé hacia esa dirección, respirando con tranquilidad. Necesitaba hablar con él, ayer que estuvimos en la playa sentí algo de distancia con él, quiero decir, lo conozco desde que somos unos niños y jamás había sentido eso, tal vez sea por todo el tiempo en el que estuvimos distantes.
Quiero que él este enterado de cómo me siento después de haber estado separados por ocho meses. Quizás Elliot no se dé cuenta, pero confió ampliamente en él, y siento una sensación extraña cuando estamos a solas, es algo inexplicable y difícil de hablarlo. Cuando me encontré enfrente de la puerta de su habitación, me quedé ahí un par de minutos, repasando que diría al verlo, quiero decir, ¿debería tocar la puerta o entrar como si nada? Creo que lo mejor es entrar como si nada, de esa manera podre sorprenderlo aún más; solo quiero pasar la noche con él, él podría llevarme mañana a casa y nos iríamos juntos al instituto.
No hemos tenido un momento muy en serio, casi siempre hay algo que llega a interrumpirlo o lo estropea todo, pero esta noche no será la ocasión, siento que esta noche será distinta y Elliot y yo podremos tener un momento real. Toque la perilla de la puerta, pero antes de abrirla pude escuchar detalladamente una risa. Fruncí mi ceño y pegué mi oído en la puerta, nuevamente escuché la risa de mujer. ¿Y si Elliot no estaba allí dentro? Sea como sea, entrare. Moví la perilla y al principio todo estaba obscuro, pero gracias a que abrí la puerta la iluminación logro ver algo que jamás pensé que me llegarían a hacer.
Había una chica montada encima de Elliot, completamente desnuda, provocando esas risas que había escuchado unos minutos atrás. Abrí tanto la boca que me dolió, y fue cuando caí en cuenta que nada era como antes. Elliot abrió sus ojos y nuestras miradas se encontraron, hasta que aparte la mirada y me quise tragar las lágrimas, pero ya era demasiado tarde.
—Mierda —exclamó Elliot, quitándose a la chica de encima.
La chica morena me miró por una fracción de segundo, haciendo que mis dientes rechinaran. No podía creer lo que estaba viendo, quería convencerme de que estaba mirando mal o que esto era un jodido sueño, pero no. No lo era. Kennedy, Kennedy era la chica que estaba encima de él. Ahora entiendo porque ella se sorprendió demasiado cuando Elliot le dijo que yo era su novia. Ahora todo tiene sentido, porque ella fue tan amable conmigo, era porque me estaba viendo la cara de estúpida. Kennedy se cubrió su pecho desnudo con las sábanas de la cama de Elliot, en donde hace menos de un día yo estaba acostada con Elliot. Sentí asco, quería vomitar e inclusive quería salir corriendo de aquí. Y eso hice, salí corriendo de aquí.
Salí de la habitación echa una furia. Con el corazón roto y con las lágrimas recorriendo mis mejillas, las mismas personas que estaban en las escaleras se me quedaron mirando cuando baje corriendo.
—¡Ellen! —alguien me tomó de la muñeca, haciéndome girar con brusquedad. Elliot era el que me estaba tomando de la muñeca. Traía solo un bóxer puesto y sentí ganas de golpearlo—. Puedo...puedo explicarlo.
Negué con la cabeza. Los ojos se me llenaron de lágrimas y cuando una estaban a punto de caer, la seque antes de destruirme por dentro.
—¿Explicarlo? —pregunté con ironía, en medio de un grito frágil. Me había ganado la atención de todos los presentes. La música ya no se escuchaba y el único sonido era mi respiración entrecortada y mi sollozo. Él quiera explicármelo, bien, que todo el mundo esté presente—. ¿Qué vas a explicarme, eh? Todo este tiempo fui una estúpida, pensando que eras el novio perfecto, cuando en realidad eres una maldita basura.
—Ellen...
—No —lo callé, antes de siguiera hablando—. Tú solo cállate y déjame hablar. Todo este tiempo estuve matándome para que esta relación estuviera a flote y sabes que, tú fuiste quien lo cago, porque acabas de arruinar esta relación, Elliot. Soy una estúpida —me cubrí el rostro con las manos y me empecé a reír como una idiota. Elliot tragó saliva y cuando pensé que hablaría, guardó silencio y me miró con cautela—. He desperdiciado más de un año contigo, y pude haberte engañado, créeme pero no lo hice, ¿quieres saber por qué? Porque pensé que valías la pena, pero no vales la pena, Elliot.
—Ellen, jamás quise engañarte, te juro que te quiero, fue un error. No volverá a suceder.
—¿Qué no volverá a suceder? Dios mío, Elliot. Te estabas acostando con esa, mientras que yo estaba haciendo todo lo posible para que nuestra relación estuviera bien —cerré la boca, ya no me salieron las palabras para seguir expresando como me sentía.
Había un millón de cosas que tenía que decirle, había un millón de cosas que quería hacer, pero lo más prudente que hice fue salir corriendo de allí. Corrí, incluso escuché que gritaron mi nombre a mis espaldas, pero no me detuve hasta haber recorrido unas cuantas cuadras. Me detuve en medio de la calle, mi respiración estaba agitada y mi pecho me estaba doliendo, me estaba costando trabajo respirar debido a lo mucho que me estaba doliendo. Miré hacia el cielo y cerré mis ojos, intentando calmarme y ponerme a pensar con claridad de todo lo que había ocurrido.
Elliot me ha estado engañando por más de ocho meses, pero la verdadera pregunta es ¿Quién más lo sabía? Porque es un hecho que me han visto la cara de estúpida.
Al abrir mis ojos, un Ford negro se había colocado enfrente de mí, no estaba tan concentrada como para percatar que la única persona que conozco y tiene un Ford, es Harold. Él abrió la puerta de copiloto y me indicó que subiera. No tenía ganas de hablarle, ni de mucho menos estar con él, pero quería irme de aquí. Lo más lejos posible, ya no importaba si era con él o con cualquier extraño. Me sentía tan mal que ya ni siquiera me importo.
En el momento en el que me subí al auto y Harold aceleró, se instaló un silencio que me estaba aniquilando por dentro. Era como si cada segundo que transcurría era como si me estuvieran arrancado un trozo de piel. Tenía la sensación de que él ya sabía lo que había ocurrido con Elliot en la fiesta, pero me alegraba que él no me preguntara si estaba bien, porque, para ser clara, no lo estoy. Me sentía lastimada y usada al mismo tiempo.
Millones de preguntas y dudas empezaron a cruzar por mi cabeza, hasta que la pregunta que más me estaba angustiando llego. ¿Quién más lo sabía? Juro que le hare pagar a esa persona por mantener la boca cerrada, cuando puso habérmelo dicho. Quería irme de aquí, literalmente. Mandar al diablo la universidad y mi futuro, ni siquiera sé si seré capaz de mirar a la cara de Elliot, o a cualquier persona que estuvo presente en la pelea.
De repente, el sentimiento de odio y molestia fue desapareciendo, convirtiéndose en tristeza. Las lágrimas cayeron a un costado de mi nariz; odiaba tan solo de pensar que me estuvieron viendo llorar. Pienso que llorar enfrente de muchas personas es lo más patético que puedes hacer en tu vida. Te hace ver débil e indefenso, es realmente patético.
El auto se estacionó en medio de la carretera, y de reojo pude ver que Harold estaba mirando hacia mi dirección, pero no tenía aquel valor para voltear a verlo, al menos así como estoy. Seguramente estoy hecho un desastre. Suspiró.
—Oye, ¿estás bien? —Harold preguntó, frunciendo el ceño con cada palabra que decía.
Me pude tragar el nudo que se había formado en mi garganta, y con la gran esperanza de que mi voz dañada y rota solo estuviera en mi cabeza, asentí.
—Sí —murmuré, cerrando los ojos por un microsegundo, hasta que los abrí y lo miré—. Estoy bien, todo está bien.
—No pareces estar bien, Ellen —él masculló entre dientes—. Si quieres llorar, no te diré nada por querer hacerlo.
—Pero no quiero llorar, Harold. Quiero olvidar todo lo que ocurrió esta noche, literalmente. ¿Me quieres ayudar? Pon en marcha el auto y llévame a cualquier bar que este cerca, por favor.
Pensé por un momento que él negaría con la cabeza, o que al menos me diría que no, pero fue todo lo contrario, él encendió nuevamente el motor, dejando un humo gris en el aire.
Harold estacionó el Ford en el pequeño estacionamiento que se encontraba afuera de un bar que estaba un poco lejos de la playa, incluso de los dormitorios. Ambos salimos del auto y fuimos en dirección al bar, el cual estaba más lleno de lo que llegue a pensar. Luces de fiestas iluminaban todo el local, inclusive las mesas estaban con luces de colores; Harold me señaló hacia la barra, en donde tomamos asiento.
Sabía que lo que estaba por venir estaría muy mal, realmente muy mal. No bebo porque no me gusta que mis recuerdos desaparezcan, pero solo esta noche quería olvidarlo todo, completamente todo para que mañana pueda sentirme al menos mejor de lo que me siento esta noche. Un tipo se nos acercó para pedirnos nuestras identificaciones, gracias a la que Jess me obsequió, no tuve ningún inconveniente en pedir una cerveza o cualquier cosa con alcohol.
Con el dorso de la mano, me limpie los residuos de maquillaje escurrido que tenía en las mejillas, no quería que pensaran las demás personas que soy la típica chica que ha llorado sin parar porque su novio le ha puesto los cuernos –aunque claro, me los han puesto–, pero al menos, me quería relajar.
—¿Estas segura que no quieres hablarlo? —Harold volvió a preguntar, que a juzgar a mi humor de perros, era tedioso.
El tipo de las bebidas, colocó una botella de cerveza helada enfrente de mí al igual que a Harold. Para alivianar el ambiente, levanté mi botella, chocándola con la de Harold, bebí.
—Estoy bien, créeme que esto no es lo peor, quiero decir, mi mejor amiga se murió el año pasado y Elliot fue el único que estuvo allí para mí, ¿estoy bien? ¡Claro que lo estoy!
—Si estuvieras bien, como lo dices, claramente no estuvieras bebiendo, ya que olvidas lo que haces —Harold me quitó la cerveza de las manos, haciendo que chasqueé la lengua.
—¿Y a ti que más te da? Por lo que sé, yo no te agrado ¿desde cuándo te importa mi vida, eh?
Logré quitarle mi botella y regrese a darle un trago. La sensación que sentí en mi boca era agradable. Llevaba alrededor de un año sin beber ninguna gota de alcohol, que dolía recordar su único sabor. Si por mi fuera, seguiré bebiendo hasta olvidar mi nombre, pero con Harold aquí, es un problema, ya que al parecer se convertirá mi niñero.
—Tienes razón, Ellen —él sonrió con ironía—. Ni siquiera sé porque me moleste en salir de esa maravillosa fiesta solo porque eres una chiflada que se ofende porque el patético de su novio le ha puesto los cuernos. ¿No sabes vivir con ello? Pues tendrás que, cariño, ya que es obvio que él te los pondrías, si te abandonó por una maldita beca, no veo porque no debería engañarte.
Sus palabras de alguna manera se clavaron en mi pecho, y duele. Mucho.
Sentí la gran necesidad de defenderme, o decir algo para que Harold no dijera eso, pero él tenía razón. Todo esto ha sido culpa mía, si yo le hubiera insistido que se quedara conmigo, Elliot jamás me hubiera engañado. Incluso, quizás sea mi forma de vestir o yo misma. Quizás lo sea lo suficientemente atractiva para él, quiero decir, Harold me dijo que no era muy atractiva como para que su hermano se fijara en mí, ¿y que si eso era cierto?
—¿Estoy gorda? —quise saber, levantando las cejas con impresión—. ¿Qué hay de malo en mí? Entiendo que Kennedy sea atractiva, pero él siempre me decía que yo era la chica más guapa que había conocido —y, me escuche como una estúpida. Negué con la cabeza y solté una carcajada amarga—. Jamás seré tan perfecta como esas chicas, ¿no es así?
—¿De qué estás hablando, Ellen?
—Que no soy atractiva, que soy la chica más horrenda del planeta —suspiré—. Es que, no puedo comprender que hay mal en mí. Siempre las prefieren a ellas, siempre son ellas y nunca es Ellen.
—Oye —Harold me volvió a quitar la cerveza de las manos; él cubrió sus manos con las mías, haciendo que mantuviera la boca bien cerrada, incluso era extraño que sus manos fueran tan heladas. Hizo que los vellos se me pusieran de punta y que mi corazón latiera con mucha intensidad. Lo miré—. Eres la chica más atractiva que he conocido, ¿entiendes? Eres divertida, tienes buen gusto, eres guapa, créeme que muy guapa. Si tú fueras mi novia, te juro que te presumiría porque eres perfecta.
—¿Entonces porque engañarme? Si tú piensas eso sobre mí, ¿Por qué él no?
—¡Porque él es un idiota! ¿Acaso no puedes verlo, Ellen? Trate, créeme que trate de decírtelo anoche, pero...
—Espera, ¿qué dijiste? —lo interrumpí, dejando de tomar su mano halada. Harold me miró—. ¿Estás diciéndome que tú ya lo sabías? —de repente, todo se derrumbó, haciendo que la tristeza volviera a marcharse y que mi humor de perros regresara. Harold se quedó uno momentos pensando lo que acaba de decir; no es que él no me agrade, pero al menos quiero llegar a creer que si él lo hubiera sabido me lo contaría. Es demasiado sincero que duele lo que dice, por lo que dudo mucho que él lo haya sabido todo este tiempo. Y aunque mis suposiciones eran un fracaso total, Harold asintió con la cabeza, haciendo que mi corazón se rompiera en mil pedazos. Y aunque me dolía, vi el lado divertido de todo esto. Fui una estúpida, una completa estúpida—. ¿Puedo saber al menos quien más lo sabía? Porque al parecer todo el mundo lo sabía menos yo.
—Iba a decírtelo, pero cuando me dijiste sobre lo que era el amor, tuve que quedarme callado, no quería arruinar tu noche.
—Por Dios, eres un completo estúpido.
—Ellen, quería hacerlo, pero no me correspondía decírtelo.
Tal vez Harold tenga razón, tal vez no era su problema, pero pensé que él me lo llegaría a decir. No podía creerlo, eso era todo; y aunque quisiera estar molesta con él, no podía: era la única persona que hasta el momento se había preocupado por mí y el mismo lo dijo, abandonó la fiesta solo para asegurarse de que estaba bien. Y me gustaría odiarlo por no habérmelo echado en cara, pero no pude, simplemente no pude.
—Ya no quiero hablar sobre Elliot —dije después de unos minutos en silencio. La cerveza que tenía en las manos ya se me había terminado, por lo que pedí otra—. No quiero que me lo vuelvas a mencionar. Ni hoy, ni mañana, ni nunca, ¿está claro?
—Por mi está bien, no me gusta ese imbécil.
Y tenía que decirme a mí misma que, pase lo que pase, no volvería a acercarme a Elliot Bruce. Era un imbécil y una mierda de persona; ahora entiendo porque sus amigos dijeron que la fraternidad no era un hotel. Dios, ahora todo está teniendo sentido. Toda la universidad lo sabía, de eso estaba completamente segura. Claro, con razón cuando estábamos en la playa ayer, todo el mundo me miraba de una manera muy extraña, era porque tenía un tatuaje en el rostro diciendo Soy una estúpida por no saber que mi novio (ex) me puso los cuernos. Me siento una completa idiota, seguramente ahora mismo toda la universidad se está burlando por lo ingenua que he sido. Claro, como su Elliot me iba a ser fiel estando ocho meses lejos de su novia, que estúpida.
Luego de unos minutos, hice un trato con Harold el cual constituía en que si me ponía a llorar iba a beberme una cerveza entera. Si tenía un recuerdo con él, era un shot y si quería ir a buscarlo estando ebria, era beber directamente de una botella de vodka. Si quiero mantenerme a raya e intentar olvidar a Elliot, esto se suponía que sería sencillo. Ahora, más que nada, no quería volverlo a ver, ni siquiera quería escuchar su estúpido nombre.
—¿Sabes que es patético? Pensar que me seria fiel estando a miles de kilómetros lejos de mí, ¡él es un idiota! Pensé que estando solo conmigo no extrañaría el sexo, pero fue todo lo contrario. No entiendo porque ustedes los hombres no se conforman con ver porno en la laptop, ¿Por qué la necesidad de tener sexo con cualquier tipa que se les pone encima? Ustedes los hombres son la peor bazofia que puede existir en el mundo, y saben que, nosotras las mujeres no necesitamos de ustedes. Claro, ustedes pensaran que los necesitamos, pero es una verdadera mentira. Puedo ser feliz sin que uno de ustedes este dentro de mí y de mi vida. ¡Son un pedazo de...! —Harold me cubrió la boca con la palma de su mano.
Llevamos más de dos horas dentro del bar, y aproveche la oportunidad de que él haya ido al baño para ir a una bola de borrachos que estaban hablando sobre unas mujeres. Tan solo quería dar mi punto de vista, el cual ha sido el mejor, ni siquiera la primera dama ha dado un discurso tan magnifico que el mío.
—No puedo dejarte ni cinco minutos porque desapareces y empiezas a ser una feminista de lo peor.
—¡Solo quería decirles que no necesito a ese bastardo! —exclamé entre dientes, arrastrando las palabras a la vez.
Harold al verme, frunció el ceño y negó con la cabeza —: No quiero que bebas más, pero una ronda de shots te espera por haber hablado y haber pensado en Elliot.
—¡Que no me lo menciones, maldición!
Marco (el chico que servía las bebidas) ya tenía los vasitos de vodka en la barra, en total eran unos diez. Ahora mismo, creo que me estoy arrepintiendo de haberle dicho a Harold que me obligue a hacer esto por Elliot. Él ni siquiera vale la pena para que este de esta manera, pero ya no había marcha atrás. Fruncí la nariz y le eche un vistazo a mi alrededor, las demás personas estaban muy metidas en sus asuntos como para mirar como una chica de diecisiete años se pone ebria.
Tome el primer shot, pero antes de bebérmelo, lo alcé y levanté las cejas en dirección a Harold, él que estaba con una amplia sonrisa en los labios. Me lleve el pequeño vaso de vidrio a los labios; el sabor ácido me quemó la garganta, haciéndome toser como loca; Después el sexto shot, todo empezó a ponerse borroso, inclusive no me importo que las miradas de los demás estuvieran en mí.
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