Capítulo 36.
Ellen.
Había llamado a Summer. Ella no tenía auto.
Helen no era una opción, estaba dormida.
Elliot era un idiota.
Así que la última persona que tenía en aquella lista, era Brandon. Cuando él me contestó le tuve que contar por qué razón estaba en la peor zona de Santa Mónica, sin embargo él accedió a venir a recogerme.
Habían pasado más de una hora desde que Harold se fue junto con su hermano y desde entonces nos habíamos mensajeado. Le había dicho que Brandon sería quien me recogería y que estaba a nada de llegar. Mientras esperaba, me había alejado de aquella fiesta, no soportaba las miradas incomodas de las demás personas, por lo que prefiero estar sola en la oscuridad que a la vista de todo el mundo.
Pasaron minutos, hasta que una Chevrolet me iluminó. Yo estaba sentada en el pasto, pero cuando vi a Brandon salir de la camioneta, me puse de pie, caminando a paso lento hacia su dirección.
Me sentía aliviada de que él fuera quien viniera por mí. Había olvidado aquellos tiempos en los que él hacia constantemente esto; era como mi chofer personal.
—Había olvidado lo que se sentía salir tarde de la cama para recogerte —Brandon se acarició la nuca y sonrió de oreja a oreja—. ¿Todo está bien?
Asentí con la cabeza, acercándome hacia él.
—Solo falta Jess para que ahora sí, sea como antes.
El estómago se me contrajo de solo pensar en aquellos momentos.
Quizás odiaba a Jess, pero no podía negar que cada vez que salíamos era una verdadera locura. Siempre había peligro en cada una de nuestras citas, pero era divertido de alguna manera.
—Deberíamos irnos —Brandon dijo, para cambiar el tema acerca de Jess. Todavía nos afectaba lo que había pasado con ella—. Oh, por cierto, tengo que pasar a hacer algunas cosas, ¿no te molesta?
No podía molestarme. Ya había sido demasiado para él que se haya venido hasta acá solo por mí.
—Descuida.
Cuando Brandon me abrió la puerta de copiloto, no dude ni dos veces en subirme y cuando fue así, le envié un mensaje a Harold, avisándole que acompañaría a Brandon a hacer unas cosas. Se me hizo extraño que Harold no me contestara, ni siquiera vio el mensaje.
Quizás debería dejar mi mala vibra a un lado y concentrarme en que es lo que pasara al día siguiente. De algo estaba completamente segura: Drake me odiaba y no sabía cómo iba a arreglar la situación entre nosotros, obviamente nada sería como antes, pero al menos quiero arreglar nuestra relación. No quiero que seamos de esas ex parejas que se desean la muerte, Drake me había ayudado demasiado en todo este tiempo, me hizo sentir completa y yo me siento como una basura por no haber podido salvarlo.
—Solo tardaremos un par de minutos —Brandon comentó al subirse al asiento de piloto—. El departamento de mi madre es un verdadero desastre.
—¿Departamento de tu madre? —le pregunté, mas no volteé a verlo. Estaba demasiado concentrada mirando mi celular y esperando una respuesta de Harold, pero nada.
Con el rabillo del ojo vi que él asintió con la cabeza, al mismo tiempo en el que encendió el motor y pocos segundos después, puso en marcha la camioneta.
—Esa parte no te había dicho, pero mi padre nos abandonó hace poco y mi madre quiso mudarse junto conmigo, pero como yo he estado en los dormitorios de la universidad, ella tuvo que sacar su departamento en el centro de Los Ángeles. No es lo mejor pero tiene una gran vista.
La boca se me abrió en una enorme O. No tenía ni idea de eso. Siempre pensé que los padres de Brandon eran la pareja más romántica. Siempre estaban juntos, pero ahora es una verdadera sorpresa enterarme que están separados. Debió ser muy duro para Brandon.
—Lo siento —cerré los ojos. Es bobo decir lo siento en una situación como esta—. No quise decir "lo siento" como tal, solamente lamento no haber estado para ti en eso.
Brandon ladeó su sonrisa y me miró por una fracción de segundo. Sus ojos verdes estaban brillando bajo la luz de la luna. Eran tan profundos como para descifrar si realmente eran verdes u otro color.
—Ya —él sacudió la cabeza con incredulidad—. No es culpa tuya. Simplemente él se aburrió de la vida que tenía, no tienes por qué sentirte mal.
Sabía eso, pero de alguna manera me sentía culpable y no tenía idea del porqué. Quizás porque la relación de mis padres tampoco es la mejor del mundo, pero al menos se esfuerzan por seguir juntos. Admito que amo a mis padres, por igual. No importa que cosa hayan hecho en el pasado, seguirán siendo mis padres, pero siempre pelean y no sé si su relación sea sana. Más bien es tóxica.
Brandon condujo por las calles de Los Ángeles. Aun había mucho tráfico, y eso que eran casi las doce de la mañana. Avanzamos por un carril vacío y pronto empezamos a dejar atrás los rascacielos y las altas palmas del mar. Me recosté en el asiento de piel y me quedé mirando hacia la ventana, hasta que mi celular vibro una sola vez: era un mensaje de mi hermana.
El corazón me había palpitado por una fracción de segundo, había pensado que era Harold, pero al ver que era de mi hermana no le preste demasiada importancia y decidí guardarlo nuevamente en mi bolso de mano. Dimos vuelta en el bulevar y pronto empecé a ver moteles y hoteles. Los carriles empezaron a ocuparse de autos y nuevamente el tráfico estaba hasta el tope.
Por suerte, nuestro carril empezó a moverse más de prisa, girando hacia la zona en donde se encontraban los moteles. Por lo que había dicho Brandon, la señora Cooper está viviendo en un departamento o quizás sea una habitación de un motel; había demasiadas personas en las calles, bajando de autobuses y estando una larga cola en los moteles, seguimos avanzando y Brandon entró a un estacionamiento de un pequeño hotel. Estacionó en forma de diagonal el auto, apagó el motor y me dio una breve mirada.
—¿Vienes conmigo?
—Claro.
Claro, ya que quiero estirar las piernas luego de media hora de trayecto hasta acá. Me quité el cinturón de seguridad y deje mi bolso de mano en el asiento de copiloto. Como había dicho Brandon, sería rápido.
Llegamos a la recepción casi vacía del hotel. La decoración no era tan glamurosa como había llegado a pensar, pero tenía sus toques. Recorrimos en paso lento por todo el vestíbulo hasta llegar al ascensor; Brandon y yo entramos junto a otras personas, él presionó el piso quince, pronto empezó a moverse.
Moví mi cabeza al compás de la música de fondo mientras que Brandon estaba muy concentrado pensando. Poco a poco las personas que nos estaban acompañando fueron bajando en distintos pisos, dejándome a solas con Brandon, pero esto no duro mucho ya que llegamos al piso quince.
—¿La señora Cooper está en la habitación? —pregunté una vez que salimos del ascensor.
Brandon sacó las llaves de su chaqueta de mezclilla. Él me miró por encima del hombro y negó rápidamente.
—Mamá fue a visitar a unos tíos a los Cabos, pero he venido por el correo. No tardaremos mucho.
Volví a asentir, esta vez más segura. A decir verdad, si me hubiera gustado saludar a la señora Cooper, más que nada porque ella siempre cuidaba de mi cuando estaba en el jardín de niños. También es mi madrina y nada me hubiera gustado más que verla después de todo ese tiempo.
Avanzamos por el pequeño pasillo hasta que Brandon se detuvo en la habitación número 18. Él ingresó la llave en la perilla de la puerta y segundos después la abrió de un solo movimiento. Brandon volvió a guardar las llaves y se hizo a un lado para que yo entrara primero.
La habitación estaba totalmente iluminada, y como Brandon había mencionado, sí que era un desastre aquí adentro. Había ropa regada por todas partes. Un olor a plástico me llego hasta mis fosas nasales y la fragancia que siempre utilizaba la señora Cooper estaba mezclada por la habitación. Había una cama matrimonial en el centro de la pequeña habitación mientras que dos puertas la rodeaba.
Había un espejo justo enfrente de mí, permitiendo ver mi reflejo, por suerte no tenía una imagen terrible, simplemente tenía el rimen caído debido a las millones de veces que había bostezado y el maquillaje se había escurrido.
—Tengo que utilizar el baño, no tardo nada —dijo él, retrocediendo hacia la puerta que estaba a nuestras espaldas.
Asentí con la cabeza, mirando más la habitación que a él.
No vi ninguna maleta o cajas de cartón por la habitación, pero si había ropa tirada en el suelo; me adentre más en la habitación, Brandon tenía razón en una cosa y es que tiene una vista increíble desde aquí arriba. Todo el mar se veía desde aquí, es justamente un tipo de departamento que desearía, uno con vista al mar.
Las paredes de la habitación estaban pintadas de un color aperlado y había cuadros de la playa en las paredes. A un lado de mí, había un mueble rustico con varias fotografías. Incluso había un álbum.
Esto era típico de la señora Cooper, hacia álbumes para que los amigos de Brandon los vean. No creo que me meteré en ningún problema si es que llego a verlos, además, estoy casi segura de que me encontrare más fotografías de Brandon cuando era bebé que de esta edad.
Tome dos de los álbumes que se encontraban encima del mueble rustico y me fui directamente hacia la cama para sentarme y verlos cómodamente. El primer álbum tenía una fotografía de Brandon cuando tenía cinco años, la recordaba a la perfección ya que era mi foto preferida de él cuando era un niño, Brandon está sonriendo a la cámara y le faltaba dos de sus dientes; con el dedo índice recorrí toda la fotografía, sintiendo como mi corazón se encogía por los miles de recuerdos que sentí por dentro.
Al abrir el álbum, casi suelto un grito de risa al ver la primera foto. Era una mía con él. Teníamos diez años y estábamos disfrazados de piratas. Era algo tan tribal que solíamos hacer: nuestras madres se ponían de acuerdo y nos compraban los mismos disfraces para Halloween. Duramos con esa tradición hasta el año antepasado, después de que conoció a Jess.
Seguí mirando cada una de las fotografías con una amplia sonrisa en los labios. Incluso tenía que cubrirme el rostro debido a las sonrisas que estaba haciendo.
Al terminar el primer álbum, me fui directamente con el segundo. Este era de color negro y no contenía ninguna fotografía de Brandon, solo un fondo negro. La primera página contenía una fotografía de Brandon y Jess en aquel verano en el cual empezaron a salir y a —prácticamente— convertirse en pareja. Seguí recorriendo la fotografía, Jess llevaba un traje de baño de cuerpo completo, este recuerdo habérselo visto en una fiesta. Seguí cambiando de páginas, las mayorías de fotos eran de Jess.
Quizá este álbum no es de la señora Cooper, sino que es de Brandon.
Si es así, esto es algo demasiado personal. Ni siquiera yo permitiría que alguien más viera fotografías de mi ex novio muerto o desaparecido, quien sabe.
Estaba a punto de cerrar el álbum cuando vi una fotografía que había llamado mi atención. Obviamente se trataba de Jess, pero era imposible que tuviera esa fotografía, ya que recuerdo perfectamente que día fue en la que Jess llevaba esa ropa. Fue el día en la que ella desapareció. Jess llevaba la misma ropa de aquella noche, pero como en fotos distintas, en esta ella no estaba sonriendo, de hecho tenía una línea rígida dibujaba en sus labios.
Miré hacia la puerta del baño y aún no había salido Brandon, por lo que me dio la oportunidad de seguir revisando el álbum. Seguí cambiando de página y cada vez que cambiaba me iba encontrando con una imagen nueva de Jess, de esa noche. Ella solo está mirando hacia la cámara, pero no tenía ninguna expresión en su rostro, algo que en mi parecer me parecía extraño, Jess era ese tipo de chica que siempre sonreían para la cámara.
Cuando llegue a la última página, mi corazón se contrajo al ver una fotografía. La protagonista era Jess, pero yo también salía en aquella fotografía. Me encontraba a su lado, con una mueca en mis labios. Yo estaba con los ojos cerrados mientras que Jess me estaba mirando fijamente. No recordaba para nada haberme tomado esta fotografía. Además, ¿cómo es posible que Brandon las tenga?
Empecé a temblar de cuerpo completo. Cerré el álbum y lo arrogue lejos de mí. Me puse de pie y caminé en dirección a la puerta. Tenía que huir de este sitio.
No tenía ni idea de por qué carajos Brandon tenia esas fotografías, pero no era algo que quería descubrir esta noche; mis manos temblaron pero logre tocar la perilla de la puerta. Cuando la quise girar, esta no me obedecía.
Eso tenía que ser una jodida broma...
—¿Ya te vas?
La voz de Brandon se escuchó a mis espaldas, dejándome petrificada. Quise volver a mover la perilla, pero esta no se movía. ¿Acaso la cerró con llave...?
El labio inferior empezó a temblarme y mi corazón latía con intensidad contra mi pecho. Mis manos estaban sudando y podía sentir ese hormigueo rodear por mi cuerpo entero. Lentamente, me giré hacia donde se encontraba Brandon, él estaba recargado en el marco de la puerta del baño y tenía una línea recta en sus labios.
—¿H-Has cerrado la puerta con llave? —quise saber. Tenía la voz echa un hilo y sabía que dentro de nada me pondría a llorar.
Brandon ladeó un poco la cabeza y me miró con cautela.
—Sí, creo que sí.
Me contestó sin vacilar, haciendo que los pelos se me pusieran de punta. Todo estaba empezando a cobrar sentido. Y recordé lo que él había comentado acerca de su madre. No tenía tíos, él no tenía tíos.
—Y tu mamá no está en los Cabos, ¿no es así?
Aunque mi voz estuviera tranquila, por dentro me estaba rompiendo. Quería pensar que esto era una pesadilla. Que era una maldita pesadilla y todo esto está solo en mi imaginación. Que mi mejor amigo no es aquella persona, que él no fue el que me ha estado mintiendo todo este tiempo. Que no ha sido el que me hizo sufrir porque me sentía responsable por la muerte de Jess...Brandon no podía ser esa persona.
—Viste el álbum, eh —Brandon me dijo, sin mirarme, más bien estaba mirando el álbum entreabierto que había dejado encima de la cama—. Seguramente estás pensando en un millón de cosas, pero déjame aclarártelo, ¿sí?
Mi respiración empezó a entrecortarse.
—Abre la puerta y déjame salir, Brandon.
—¿Por qué debería?
No tenía una respuesta para eso, pero quería —necesitaba— salir de aquí. Cada segundo que transcurría, la ansiedad, el miedo y el nerviosismo me estaban comiendo viva.
—Abre la puerta —volví a repetir, esta vez con voz más áspera que las veces anteriores.
Brandon despegó su espalda del marco y este empezó a caminar a paso lento hacia mi dirección. Intenté retroceder, pero la puerta chocó con mi espalda, haciéndome maldecir por dentro.
—¿Por qué me tienes miedo?
Sus ojos se habían oscurecido. Había mencionado que eran lindos y brillantes, ahora son todo lo contrario.
—¿Qué le hiciste a Jess? —vociferé—. ¡¿Qué carajo le hiciste?!
Él se inclinó un poco hacia mí, rozando sus labios contra mi lóbulo, haciendo que mi cuerpo empezara a temblar de pies a cabeza. Deje de respirar por un momento hasta que me susurró:
—Tú deberías saberlo. Estuviste conmigo esa noche.
Pude sentir el golpeteo de mi propio pulso. Él se estaba aprovechando de mis lagunas...él maldito me había mentido. ¿Cómo pude ser tan estúpida? ¿Cómo nunca pude sospechar de Brandon?
—Déjame salir ahora mismo, Brandon.
—Nunca quise hacerte daño, ¿sabes por qué? Porque siempre fuiste la única chica que realmente estuvo interesada en mí.
—Soy tu mejor amiga —se me cortó la voz. Las lágrimas agrupadas en mis ojos finalmente habían caído por mis mejillas—. Había estado enamorada de ti desde jardín de niños. ¡Siempre habías sido tú! ¿Y quieres hacerme daño?
La rabia se había transparentado en mi voz y eso no me importaba en lo más mínimo. ¿Cómo pudo hacerme tal cosa? Él sabía, él sabía lo mal que había pasado en todo ese tiempo. Brandon sabía como la culpa me estaba consumiendo viva y no le importó, porque él siguió mintiéndome y haciendo que sospechara de mi misma. ¿Cómo se atrevió?
—Me mentiste. Me odie a mí misma por un año. ¡Un jodido año! Y tú, tú sabias que yo nunca la lastime.
Coloqué mis manos en su pecho y con un movimiento brusco, lo aparté lejos de mí.
—Y tú elegiste a Drake y a Harold. Ellos dos también me quitaron a Jess.
—Los elegí porque tú nunca me diste una oportunidad. Siempre fue Jess, ¡Jesús! Estaba en la preparatoria, Brandon.
Él se quedó en silencio, contemplando las palabras que había dicho anteriormente, pero para su pésima suerte, aún no había terminado.
—Jess te engañó, ¿está bien? Y entiendo que estés molesto, pero eres un demente, eres un verdadero demente por haber ocultado que ella estuviera muerta.
—No fue por eso.
—¡¿Entonces por qué?! Explícamelo de una maldita vez.
Volvió a quedarse callado. Brandon no tenía más respuestas. No tenía más excusas. Brandon Cooper estaba enfermo. Estaba jodidamente enfermo.
—Ahora, déjame irme de aquí, ¿bien?
Al girarme estaba dispuesta a gritar o a patear la puerta, cualquiera de las dos opciones serían las mejores para irme de una buena vez de aquí. Abrí mi boca a punto de hablar, pero sentí como halaron mi cabello con fuerza.
—¡Suéltame!
Brandon colocó su mano en mi boca, impidiendo que gritara.
Mi corazón empezó a golpear mi pecho y la respiración empezó a entrecortarse. Él me lanzó hacia el marco de la puerta, provocando un fuerte impacto en mi cráneo.
Quedé tirada en el suelo intacta, sin poder moverme, sin poder hablar. Todo empezó a ponerse obscuro, solo podía ver la silueta de él de pie, mirándome con atención. Por más que no quería cerrar mis ojos, no pude.
La cabeza me estaba palpitando y las gotas de sudor se estaban escurriendo por mi cuello.
Cuando abrí mis ojos, al principio todo se movió de un lado al otro, pero luego pude ir viendo con normalidad. Mi cráneo me dolía, inclusive estaba casi segura de que estaba sangrando. Mi espalda me dolía y sentí un ardor alrededor de mis muñecas
Estaba en una posición contraria en la cual recordaba haberme quedado. Me encontraba sentada en una silla, quise moverme pero ahora entendía porque el ardor: estaba atada.
Brandon estaba justamente enfrente de mí, sentado en la cama con una cámara fotográfica en sus manos, estaba casi segura de que me estuvo tomando fotos, ya que se está riendo de las fotos que tiene en la cámara.
Solté un jadeo de dolor cuando intente mover mi cabeza. Mi pésima suerte es que llame su atención, haciendo que se percatara de que he despertado.
—¿Te encuentras bien?
La expresión de dolor en mi rostro se cambió rápidamente, en asco, miedo y odio. ¿Qué demonios estaba pasando por su cabeza?
—¿Estas tomándome el pelo? —pregunté. Sentía la garganta seca. Cada vez que hablaba sentía como si me hubiera comido un puño de clavos—. Me has golpeado.
—Querías irte.
Solté una pequeña carcajada.
—No es como que quisiera estar con el supuesto asesino de mi mejor amiga.
Brandon se me quedó mirando por un momento.
Su mandíbula empezó a endurecerse y las venas en su cuello se remarcaron. El chico se puso de pie y camino lentamente hacia donde me encontraba. Se inclinó hacia mí, llegando a la altura de mis ojos; no reprimí las ganas que tenía de matarlo con mis propias manos, porque eso mismo es lo que quería, quería matarlo.
Sin habérmelo esperado, su mano se levantó en el aire y con fuerza la dejó caer contra mi mejilla, haciendo que mi boca se abriera. El sabor metálico apareció rápidamente, provocando que la bilis se me subiera por la garganta. No reprimí ningún grito, ningún insulto, ningún lloriqueo. Creo que había llorado suficiente por esta noche y más por esta basura de persona.
—Sigue con tus estúpidos comentarios y te ira peor.
Contemple sus ojos verdes y me reí.
—Ya mataste a Jess, ¿por qué no lo haces de una buena vez conmigo?
—No maté a Jess.
—¿Entonces dónde esta ella?
Brandon esbozó una pequeña sonrisa y se encogió de hombros.
—Tú deberías saberlo.
—Sabes que no recuerdo nada de aquella noche. Por qué no nos ahorramos todo esto y me dices en donde está, Brandon.
—Eres inteligente, Ellen. Utiliza tu cerebro y piensa en donde la dejamos.
No.
Esto no tenía ningún sentido.
¿Por qué incluirme en sus planes? De alguna manera, también Harold y Drake me habían incluido, quizás porque sabían que lo olvidaría. Si es así, porque Brandon me necesitaría. Recuerdo haber estado con él, sí, pero no recuerdo más. ¿Cómo se enteró que Jess le fue infiel?
—Sabes que es lo que me causa más gracia, Ellen. Que no te hayas podido despedir de Harold. No durarían nada.
Levanté la mirada hacia él y levanté una de mis cejas. Por alguna razón no le tenía miedo.
—Vas a matarte.
—Tengo que.
—Si vas a matarme, al menos debería saber que paso aquella noche.
—¿Por qué quieres saber?
—Porque tengo derecho. Es mi última petición antes de que me mates.
Brandon entrecerró los ojos.
Esperaba que esto funcionara. Al menos para distraerlo. Me quería golpear un millón de veces contra la pared por haber dejado mi móvil en el auto. No ha sido culpa mía, quien diría que este chico sería el malo de la historia. ¿Cómo saber que él sería la persona que acabaría con mi vida?
—Habías llegado a mi habitación esa noche. Estabas muy ebria —empezó a decir, sentándose nuevamente encima de la cama—. Habías dicho que tenías que irte pero cuando te pregunte no me respondiste, simplemente me habías dicho que necesitabas ir a ponerle un alto a Jess. Querías conducir, pero no permitiría que te mataras así que decidí acompañarte. Empezaste a decir cosas sin sentidos, cosas que no entendía, pero aun así decidí acompañarte. Estabas ebria, estabas muy ebria, empecé a insistirte que me contaras la verdad y me lo dijiste.
—¿Te dije que Jess te era infiel?
Negó con la cabeza.
—Me dijiste que estabas enamorada de mí y que detestabas a Jess por eso, porque ella estaba conmigo. Luego dijiste que ella estaba con un chico llamado Elio. Fue ahí cuando mis sospechas habían finalizado, ya sabía que Jess me era infiel. Había sido tu idea esconderla en algún sitio, pero fue solo mi idea planearlo todo.
—¿Por qué me utilizaste?
—Porque necesitaba a alguien que me cubriera la espalda. Y eso hiciste.
Guardé silencio.
Esta era la respuesta que había estado esperando por más de un año, sin embargo no la sentía tan real, es como si me estuvieran mintiendo o quizás era yo la que no quería aceptar la realidad.
Simplemente le cubrí la espalda. Fue todo.
Luego de eso entra Harold al encontrarme en medio en la nada. Ahora todo empieza a cobrar sentido para mí; no la había tocado. No la había lastimado. Solo fueron mis palabras, no más, no menos.
No sabía que es lo que estaba sintiendo por dentro exactamente, pero quizás era paz en mi corazón. Paz en saber que nunca he lastimado a una persona.
No me había manchado las manos, no había sido una psicópata como Brandon y eso, eso me hace sentirme más aliviada.
—Me hiciste pensar que yo la había matado.
—Me cubrías las espaldas. Mientras todos sospechaban sobre ti, nadie se puso a pensar que yo también tuve algo que ver.
Asentí con la cabeza, mirándolo fijamente. Había sido muy inteligente de su parte utilizarme. Es por eso que también Harold y Drake me habían utilizado: para salvarles las espaldas.
No podía sentirme utilizada, aunque lo había sido, no podía sentirme de aquella manera. Me sentía mucho mejor y eso es extraño en la situación en la que estoy. Simplemente no me importaba nada más, sabía la verdad y eso era más que suficiente.
—Ya has escuchado la verdad, creo que es mi turno.
No sabía a qué se refería con eso, pero en un abrir y cerrar de ojos, Brandon se había lanzado hacia mí, provocando que me cayera de espaldas junto con él encima. La cabeza empezó a palpitarme nuevamente e intente defenderme con las manos pero era imposible. Él me tomó del mentón y azotó mi cabeza contra el suelo, tan fuerte que él dolor hizo que soltara un grito.
Volvió a azotar mi cabeza una y otra vez. Encaje mis uñas en su piel, pero nada. Mi vista empezó a nublarse y podía sentir la sangre escurrir por mi nariz. Todo empezó a moverse, verse borroso.
De la nada, deje de escuchar. Mis ojos se estaban cerrando, pero los mantuve abiertos cuando me quitaron a Brandon de encima. Harold se inclinó hacia mí y empezó a hablarme, pero no podía entenderlo. Él empezó a dar vueltas. La habitación también, quería seguir despierta para seguir mirándolo pero no pude contener aquello. Me quedé dormida.
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