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Capítulo 2.

Ellen.

Helen y yo habíamos subido las escaleras hasta el segundo piso, en donde estaba nuestra habitación. Era una habitación simple, algo pequeña pero era más que suficiente para ambas. Desde que dejamos el auto en el estacionamiento, Helen me contó la desagradable experiencia que tuvo con su antigua compañera de habitación, al parecer la chica era bisexual y no dejaba de acosar a Helen, no culpo a aquella chica, mi hermana es hermosa.

Nuestra habitación era la quinta puerta a la derecha, todos nuestros compañeros apenas iban llegando u otros estaban conviviendo con los vecinos de las demás puertas.

—Debería darte la llave de aquella chica, solo espero que tú en este año no te hayas hecho bisexual, eh —Helen bromeó al mismo tiempo en el que insertó la llave en la perilla de la puerta.

La puerta se abrió tras varios intentos de Helen por abrirla. Mi hermana se hizo a un lado para que yo fuera la primera en entrar en mi nueva habitación, en donde estaré por más de cuatro años, o hasta que encuentre un trabajo y compré un departamento junto con Helen. El cuarto era más amplio de lo que había imaginado, las paredes estaban pintadas de un color amarillo, hay unos cuantos cuadros artísticos colocados en las cuatro paredes del cuarto. Las luces eran un poco opacas, pero si iluminaban perfectamente bien; había dos camas pequeñas en el centro de la habitación, cada una de ella estaba separada gracias a una mesita de noche con una lámpara como decoración. En la pared de mi costado derecho, hay un armario y a un lado una puerta y a mi otro costado, hay una simple ventana que da la vista a la playa, desde aquí se ve el muelle y Pacific Park. Admito que no es mucho, pero al menos es acogedor.

—Cuando encontremos un trabajo digno, nos compraremos un departamento y viviremos como unas reinas, te lo prometo.

Miré a Helen y asentí orgullosa, al menos todavía guardábamos la esperanza. Mi hermana arrastró la maleta hacia la cama de mi lado derecho y la dejó encima de esta. Helen se sentó en su cama y me miró fijamente.

—¿Qué haces para no aburrirte? Digo, no hay una televisión.

—Salgo con Harold, y con mis amigos.

¿Harold? ¿Quién es Harold?

Al parecer mi hermana se percató de mi confusión, por lo que agregó rápidamente:

—Mi novio, debería decirle que salgamos esta noche. Llama a Elliot y dile que vayamos a la playa.

No sonaba una mala idea, de hecho, me parecía genial. Quiero estar con Elliot, hemos estado separados por muchos meses, que la verdad temo que ya no me vea con los mismos ojos que hace más de ocho meses. Hablamos seguido, muy seguido, incluso todos los días hacemos videollamadas por Skype, por lo que tengo la esperanza de que nuestra relación este a flote.

Helen abrió la puerta que estaba en mi lado del cuarto, como lo había supuesto, era el baño. Al menos esa era una buena noticia, tener baños propios. He escuchado que varias escuelas todo el instituto tiene que compartir regaderas, eso es desagradable.

—Sabes lo que necesito, Ellen —Helen asomó su cabeza por la puerta y sonrió—. Una cerveza, súper helada, solo así voy a poder estar bien para esta noche —mi hermana salió del baño con una playera distinta a la que ya traía puesta. Ahora era una un poco más grande que la anterior y esta era negra. Tenía un estilo varonil, o quizás sea yo quien piensa que esa camisa es de hombre—. Yo invito.

Arrugué la nariz y negué con la cabeza rápidamente, pienso estar sobria el resto de mi vida. Desde que tuve la amnesia en aquella noche, no he tomado ni una gota de alcohol.

—Paso —contesté rápidamente—. Prefiero desempacar mis cosas y salir a dar una vuelta. Sé que dijiste que querías darme un tour V.I.P, pero puedo hacerlo sola.

La rubia de ojos azules me inspeccionó por unos segundos, hasta que decidió asentir con la cabeza.

—Bien —dijo, luego de unos segundos—, regresare antes de las seis, necesito ir a regresarle el auto a Harold antes de que pierda la cabeza cuando vea que robé su auto...literalmente —Helen se acercó hacia mí y me dio un beso en la frente—. No te diviertas sin mí, eh.

—Y tú no bebas nada en exceso, eh.

Helen me miró por encima del hombro antes de salir de la habitación y dejarme sola. Respiré aliviada. Necesitaba unos minutos a solas, sin que nadie más estuviera aquí conmigo.

Tomé la maleta que estaba encima de mi cama y la acerqué hacia mí. Sin Helen aquí, podría empezar a sacar mis cosas para instalarme lo más rápido posible. Había traído todo lo necesario para sobrevivir las primeras semanas sin estar en casa. Pronto me llegarían más cosas que he mandado por correo, como libros, más ropa que no cupo en la maleta o plata de mis padres, sea lo que sea, necesitaba instalarme lo más antes posible, de lo contrario explotaré por frustración.

Pasaron cincuenta minutos y ya había finalizado de acomodar toda mi ropa en el armario, muy apenas pude poner mis zapatos ya que al armario está lleno de bolsas con ropa nueva de Helen. Ella siempre ha sido fanática de las compras, yo, en cambio, soy un auténtico desastre. Pase con la otra maleta, en donde estaban mis cosas personales, como fotografías, libros, mi laptop, etcétera, al menos el librero que Helen tiene esta casi vacío, por lo que puedo agregar cosas que no cabrán en mi espacio de la habitación. Estoy empezando a pensar que necesitare algo más que una mesita de noche para colocar mis cosas. Casi al finalizar de sacar todas mis cosas personales de la maleta, me encontré con una fotografía que por un momento creí haber olvidado en casa, pero no. No la había olvidado.

Me quedé unos minutos observando detalladamente la fotografía, aun podría recordar cuando Jess y yo nos la tomamos. Recuerdo que fue en la primera fiesta que fui con ella, ambas estábamos muy borrachas como para recordar, pero por alguna razón recuerdo que nos la tomamos. Jess se veía feliz, tenía aquella sonrisa que te hacía sentir única en una situación difícil. Ella ocultaba muchas cosas y Jess pasó por momentos difíciles, pero en esa fotografía ella estaba feliz. Conocía perfectamente bien a aquella chica que solía ser mi mejor amiga, y sabía que ella estaba feliz.

No dejé que todos aquellos recuerdos me consumieran, por lo que rápidamente deje de pensar en Jess, tenía que superar su muerte de alguna u otra manera. Me sentía responsable de su muerte, sí. Pero no toda era culpa mía, sino que también fue su culpa.

Coloco la fotografía a un lado de la lamparita de noche y la observo por última vez. Necesitaba salir de aquí, tomar aire fresco, eso sería una buena idea, teniendo en cuenta que estoy en un país y escuela totalmente distinta. Además, necesito un tour, y como no tengo a nadie, puede que llame a Elliot, aunque prefiero verlo hasta esta noche, así podré sorprenderlo y no me vera en fachas como en estos momentos.

Tomé mi móvil y una bolsa pequeña de mano junto con mi cartera antes de salir de la habitación.

Una vez fuera del edificio, me quedé embobada viendo el campus, era de lo todo normal, un campus que cualquier chica habría soñado, como Helen y yo lo hicimos por los últimos seis años. Había otro edifico, justo a unos cuantos kilómetros de distancia, en donde estaban los salones y la escuela en general. Me di cuenta que estaban llegando más alumnos, algunos perdidos y otros con la mejor actitud posible, y yo tenía que tener una buena actitud solo por hoy tenía que olvidarme de todo lo que he tenido que pasar y debería de comportarme como una estudiante normal.

Recorrí todo el campus, hasta pude conocer el lugar de los drogadictos, como suelen llamarle. Es un lugar, justo detrás del edifico en donde todos dormimos, aquí suelen juntarse los chicos que suelen fumar y tomar sin que los profesores se percaten de ello. Es una zona privada solo para estudiantes, la encontré sin querer. También, pase justo enfrente de una biblioteca, la cual estaba vacía y también pase por un Starbucks que estaba en el campus, por lo mismo que la cafetería de la escuela está a varios kilómetros de aquí.

La mayoría de los alumnos de UDSM, estaban tomándose las cosas con calma, desearía sentirme de tal manera, quiero decir, llevo aquí menos de dos horas y me siento asustada. Me aterra la idea de que estemos a unos cuantos días de entrar a clases. Había soñado con este momento desde que tengo memoria, pero por alguna razón me aterra.

Giré hacia dirección a al edificio, pero una chica se me cruzo en el camino y ambas chocamos de pecho, haciéndome hacia atrás con torpeza, solté un suspiro lleno de frustración.

—No tienes ni idea de lo mucho que lo siento —la chica sacudió la cabeza—. Soy nueva y estoy muy distraída, lo lamento, realmente lo siento.

Bueno, al menos no era la única nueva aquí que también esta distraída. Le sonreí y rápidamente negué con la cabeza.

—No es nada —asentí—. También es mi primer día, estoy aterrada, de hecho.

—¿De dónde vienes?

—Seattle —respondí, con una amplia sonrisa—. Seattle no es nada parecido a Los Ángeles, supongo, ¿tú de dónde eres?

—San Francisco, solo unas cuantas horas en auto de aquí. Por cierto, soy Summer.

—Ellen, es un gusto conocerte.

Summer me sonrió y asintió con la cabeza. Ambas decidimos seguir recorriendo el campus, Summer me contó que tenía amigos aquí en la universidad, por lo que será fácil para ella integrarse aquí. Yo, en cambio, solo tengo a mi hermana y a mi novio, con el cual no he hablado en todo el maldito día, sé que me prometí a mí misma no verlo ni hablar con él hasta que nos hayamos visto en la playa, pero no puedo soportar otro día más sin tenerlo a mi lado. Por suerte, la habitación de Summer estaba a unas cuantas puertas de mi habitación, por lo que nos podríamos ver de vez en cuando, inclusive podríamos irnos juntas al instituto, ya que seguramente mi hermana se ira con su novio o con sus amigas. La buena noticia, es que acababa de hacer una conocida en el campus, la mala es que estoy aterrada de alguna manera.

Me despedí con la mano de Summer, prometiéndole que pronto deberíamos ir a tomar un café o hablar al menos, abrí la puerta de mi habitación. Hubiera deseado haber estado allá afuera por más tiempo, pero solo estuve por mas de media hora, por lo que es probable que aún no haya llegado Helen de estar con su novio, y no la culpo, me alegro que ella tenga a alguien que la haga feliz, quiero decir, Helen era el tipo de chica que nunca hablaba de hombres, hasta llegue a pensar que era lesbiana, por lo que se me hace extraño que ahora tenga un novio y no me haya contado sobre él teniendo en cuenta que nos contamos absolutamente todo.

Cuando abrí la puerta de mi habitación, me encontré con unos ojos verdes claros sentado en el borde de mi cama. Sentí el golpeteo de mi propio pulso, la respiración se me encontró y sentí un hormigueo en mi abdomen.

Él, al verme, se puso de pie rápidamente. Quise decir algo, cualquier cosa, pero sólo me quede ahí de pie, mirándolo detalladamente.

Elliot aún seguía como lo recordaba. Su cabello rubio estaba tan rizado como siempre, aunque admito que se lo ha dejado crecer y está muy alocado; su piel estaba bronceada, no digo que tenía un bronceado perfecto, pero se veía guapísimo, y puedo llegar a decir que ha ido al gimnasio, ya que sus bíceps se remarcan en la camiseta azul marino que trae puesta. Las comisuras de sus labios se extendieron, dedicándome una amplia y sincera sonrisa, llena de amor y cariño. Solté todo lo que tenía en las manos y corrí hacia él para abrazarlo.

—Cuando Helen me dijo que ya habías llegado, no dude ni dos veces para venir a verte —Elliot me susurró al oído, sentí como me estaba derritiendo entre sus brazos cuando él me estrechó más hacia su duro cuerpo—. Lamento no haberte avisado que venía.

Negué con la cabeza y me aparte despacio de él para mirarlo al rostro. Sus labios rosados estaban entreabiertos y lo único que pensé en hacer en estos momentos fue besarlo, y que me consumiera.

Coloco ambas manos alrededor de su nuca y hago que se incline hacia mí, lo suficiente para que sus labios quedaron pegados contra los míos. Sentí como me fui perdiendo con cada beso y con cara caricia que Elliot me daba, él me ayudaba a olvidarme de todo y de todos, simplemente, éramos nosotros dos.

Elliot es una persona importante en mi vida, y siempre lo será. Antes de que él se marchara a la universidad, hicimos una promesa y esa promesa es que nada ni nadie podrían terminar con lo nuestro. Quizás sea lo más cursi que pudimos haber hecho, pero esa promesa aún permanece. Nuestra relación ha permanecido por más los ocho meses que estuvimos distanciados de uno del otro. Elliot me había ayudado a salir, de alguna manera, de esa depresión que sentía cuando Jess murió. Él fue el que estuvo conmigo en todo momento, y me soportó y aguantó mi negación. Elliot ha sido el único hombre que me ha tocado, con el que perdí mi virginidad, y quizás seamos esa típica pareja cliché de las películas románticas, pero lo nuestro es real. Lo sabía y lo sentía.

—No tienes ni idea de lo mucho que te he necesitado —tomé a Elliot de la camisa y lo jale más hacia mí—. De lo paciente que he sido, cada vez que pensé que explotaría por dentro por no tenerte cerca de mí, ¿sabes lo patético que es eso?

Elliot se rio.

—¿Crees que yo no te eche de menos?

Él pegó nuevamente nuestros labios y de un minuto a otro, ambos estábamos acostados en mi cama, Elliot estaba encima de mí mientras que yo hacia todo lo posible para no parecer una desesperada, pero lo necesitaba más que a nadie en el mundo. Elliot colocó sus manos en mis caderas y estas fueron subiendo junto con mi playera, unos segundos después, me la quito por encima de la cabeza.

Helen llegó a la habitación justo a las seis de la tarde, dijo que me ayudaría a arreglarme para esta noche, quería que me viera más atractiva para Elliot, aunque claro, él siempre me ha dicho que lo soy. Aunque este con las peores fachas, él me repite lo mucho que me ama.

—Le dije a ese chico que no viniera a verte, ¡que terco es! —mi hermana exclamó al mismo tiempo en el que me ponía un poco de polvo compacto en mi rostro—. Espero que hayan hablado de todo lo que ha pasado en los últimos ocho meses.

Me reí y arrugué la frente.

—De hecho...—sonreí de forma maliciosa y me encogí de hombros—. Fue menos lengua y más acción...

No terminé la oración ya que Helen abrió su boca y ojos con asombro. Esto era demasiado vergonzoso, quizá olvidé comentarle a Helen que Elliot y yo hemos tenido un par de veces un poco de intimidad entre ambos, quiero decir, somos novios, era obvio que eso ocurriera.

—¡¿Desde cuándo no eres virgen?! —Helen colocó ambas manos en sus mejillas y negó con la cabeza.

—Hace meses, no importa —vuelvo a encogerme de hombros, haciendo que no importará, pero sí que importaba.

—Oh, ¿cómo que no importa? Mi hermana menor y única hermana perdió su virginidad y no me había enterado, eso es una enorme sorpresa para mí, Ellen y dime, ¿la tiene pequeña? ¿Crees que realmente valga la pena?

Mis ojos se abrieron como platos. No pensaba responder esa pregunta, era algo que se quedaba entre Elliot y yo, no entre mi hermana y sus amigas, ya que si le llego a contar que tan grande es el pene de mi novio, se lo dirá a todo el mundo, así que me lo guardo. Y sigo diciéndolo, no es nada del otro mundo tener sexo con tu pareja, es de lo más normal del mundo.

—No puedes quedarte callada, dime que tan bueno es en la cama, quiero decir, ¿tuviste un orgasmo con él? —Helen insistió, pero me quedé callada, creo que eso respondía todo—. Oh por Dios, ¿acaso no has tenido uno? —mi hermana se rio y negó con la cabeza, bien, esto era demasiado para mí.

—No tiene nada de malo que no haya tenido un orgasmo, Helen. Esta es la tercera vez que lo hacemos, por lo que es normal no haber tenido uno.

—Sabes, la primera vez que estuve con Harold tuve un orgasmo, créeme que él es un Dios en la cama —Helen me miró con curiosidad—. Creo que debería pedirle que le dé consejos a Elliot, o incluso le pediré que tengas sexo con él, así sabrás que es un orgasmo, hermana.

No dude ni dos veces en poner los ojos en blanco. Era repugnante estar hablando con mi hermana sobre esto, quiero decir, confió en Helen al cien por cien, pero era vergonzoso hablar con ella sobre sexo. Pensé que sería vergonzoso hablar con mamá sobre mi primera vez, pero ahora creo que sería con mi hermana. Helen se puso de pie y camino hacia el armario.

—Pero no te sientas mal por no tener un orgasmo con Elliot, tal vez sea él el que no sea un Dios en la cama, quizás no tenga mucha práctica, ¿no lo crees?

Miré a mi hermana con desaprobación. No había nada malo en mi novio, él era perfecto, en todos los sentidos por lo que es claro que es de los mejores en la cama —claro, teniendo en cuenta que solo me he acostado con él en toda mi vida— aunque no debería de importarme lo que diga Helen, quiero decir, ella perdió su virginidad a los quince años, por lo que ha tenido sexo con muchos hombres, y eso quiere decir que tiene más experiencia que cualquier persona que conozca.

—No me siento mal, solo ya no quiero hablar sobre Elliot ni sobre sexo —me puse de pie junto con ella y miré mi armario.

Helen estuvo tras buscando unos cuantos minutos en el armario, hasta que saco una playera negra de tirantes, ella me miró y asintió con la cabeza.

—Con esto volverás completamente loco a Elliot, te lo aseguro.

—¿Y tú? —pregunté, tomando la playera entre mis manos—. Sería lindo que te pusieras más atractiva para tu novio.

—No te preocupes por mí, y hablando de Harold, pasara por nosotras en media hora, así que termina de arreglarte para irnos.

Treinta minutos después, Helen y yo ya estábamos listas para irnos. Helen se había puesto un mini vestido color verde claro, el cual permitía ver su gran escote y su espalda. Sigo creyendo que desde que ella se vino a estudiar aquí, intercambiamos papeles. Ella antes no era así, ahora ella actúa como yo era y yo actuó como ella era. Ambas bajamos hacia afuera del edificio, en donde había una bola de adolescentes con ropa de playa, miré a mi hermana con una ceja alzada, pero ella se dedicó a encogerse de hombros.

De lejos, pude ver que el Ford negro que había conducido mi hermana hace menos de cinco horas, se acercaba a toda velocidad hacia nosotras, casi no podía ver al conductor, ya que las luces delanteras del auto estaban encendidas, evitando ver a la perfección. El Ford quedó enfrente de nosotras, me quedé unos momentos contemplando la hermosura de auto que el novio de mi hermana tenía, vuelvo a admitir que el tipo tenía buen gusto en los autos. Mi hermana me tomó de la mano y ambas salimos del campus y nos acercamos hacia el Ford.

La puerta del piloto se abrió de repente y un chico alto salió de este auto. Harold traía unos lentes de sol, por lo que no pude verlo bien, hasta que él decidió quitárselos. Y ahora sí, puedo verlo con claridad. Sus ojos color esmeralda se desviaron desde mi hermana hacia mí, cuando nuestras miradas se cruzaron, sentí un escalofrió que rodeó todo mi cuerpo y sentí que mi corazón palpito, algo dentro de mí solo gritó una sola palabra «Peligro...»

Harold tenía el cabello castaño, no era largo, pero tenía unos cuantos rizos en su cabellera, no eran tan definidos como los de mi novio, pero eran rizos. Llevaba puesta una camiseta blanca de vestir lisa y unos pantalones negros de vestir, me sorprendí que llevara zapatos en vez de botas o tenis, se vestía tan elegante que me sentí fuera de lugar de tan solo ver cómo iba vestido. Se suponía que era un paseo a la playa, no imagine que debí irme vestida tan elegante.

—Ellen, te presento a mi novio, Harold —Helen se acercó hacia él y le dio un pico—. Puedes saludarlo, no muerde.

Sonreí avergonzada, avergonzada porque no era capaz de poder dirigirle una palabra a aquel hombre que estaba a unos metros de distancia lejos de mí, sin que tartamudeé. Aun mi corazón latía con una gran velocidad que me empecé a cuestionar si eso era normal. Había algo familia en su rostro, en sus ojos más que nada. Quizás me esté confundiendo con otra persona, pero había algo familiar en él que me asustaba de alguna manera.

Cuando mi pecho dejo de inflarse con dificultad, avancé un paso hacia la pareja y extendí mi mano para saludarlo con una sonrisa nerviosa, pero no recibí nada a cambio, Harold inspeccionó mi mano tendida y la ignoró de una manera brusca y desinteresada. Él se inclinó hacia mi hermana y le susurró algo al oído.

—Bueno, deberíamos irnos antes de que se nos haga tarde, Elliot seguramente ya este allá.

Mi sonrisa se desvaneció y bajé mi mano hacia mi costado, me sentí avergonzada y humillada, ni siquiera llevo conociendo al tipo y siento que me odia de alguna manera. Helen se montó en el asiento de piloto. Había un pequeño problema aquí, y es que necesito subir por el asiento de piloto, eso quiere decir que debo dirigirle la palabra a Harold. Él me miró con diversión, no sabía porque, pero puse los ojos en blanco solo por placer.

—¿Puedes...? —pregunto, señalando con la mirada los asientos de atrás.

El chico con lunares en el rostro me miró nuevamente como la primera vez que lo hizo, haciéndome temblar de miedo. Cuando pensé que no lo haría, él se inclinó hacia su auto y movió el asiento de piloto hacia delante, luego se apartó y me dejó pasar. Una vez que estoy en los asientos de atrás, Harold se subió y encendió el motor. De solo pensar que hace unas horas atrás dije que besaría al dueño, por Dios, me arrepiento de haber dicho eso.

No entiendo porque mi hermana sale con un tipo como él, quiero decir, ni siquiera me ha dirigido la palabra, intenté ser amable con él la primera vez, pues bueno, no habrá próxima. Harold pisó el acelerador y pocos segundos después, dejamos atrás el campus.

—Me muero de hambre, tal vez podamos pasar a comer comida china —Helen se giró hacia donde estaba y me miró—. Ellen ama la comida china.

—Tal vez.

Mi vista se desvió de mi hermana hacia su novio. ¿Acaso habló? Oh, por supuesto que lo hizo, por un momento pensé que el tipo era mudo. Harold me lanzó una mirada por el retrovisor, por lo que decidí mirar a mi hermana, pero ella estaba embobada mirando a su novio, por lo que mi única alternativa era mirar hacia las calles de Santa Mónica. El tráfico era lento, pero no tardamos mucho en llegar hacia dirección a la playa, sólo espero que no sea tan incómoda la doble cita que a mi hermanita se le ocurrió para que conocería a su maravilloso novio.

—¿Quién más estarán en la fiesta?

—Creo que Drake y Kennedy —Harold resopló—. Kennedy insistió en ir, por si llegabas a preguntarte.

Helen me miró por encima del hombro.

—¿Dijeron fiesta? —quise saber.

—Será divertido.

—Dijiste que iríamos a la playa, a una cita doble.

Harold soltó una carcajada, haciéndome poner los ojos en blanco. Nuevamente.

—¿Cita doble? —él me miró por el retrovisor—. Pues has sido engañada por tu hermana.

Le lanzo una mirada asesina a Helen, la cual intenta no mirarme a los ojos, por lo que mira a su novio, nuevamente. El resto del camino, fue en silencio o algunos comentarios de Helen hacia su novio, comentarios que no entendí en lo absoluto. El muelle estaba justo enfrente de nosotros, pero giramos hacia la izquierda, dejando la playa hacia atrás.

Entramos a una privada, en donde lo único que estaba iluminado y con demasiado ruido, era una mansión más enorme que había visto en mi vida. En los árboles hay lucecitas que parecían de navidad, el jardín estaba lleno de autos mal estacionados, pero por suerte, Harold encontró un lugar para estacionarnos. Las puertas de la mansión estaban abiertas, para que cualquier persona pudiese entrar sin importar si son invitados o no.

—¿Quién vive aquí? —tuve que preguntar, para que al menos esté informada de quien es la enorme mansión. Me imagino que debe de ser del niño más pijo de la universidad.

—Es una fraternidad —Helen respondió mi duda—. Aquí duerme Elliot, por si te lo preguntabas.

Me giré hacia ella bastante sorprendida. Elliot jamás me había contado que formaba parte de una fraternidad ni mucho menos que vivía con ellos. Tampoco me hacía contado que salía mucho de fiesta, Elliot siempre ha sido serio y conservado, cuando aún vivíamos en Seattle, casi nunca quería asistir a fiestas y me sorprendió que él asistiera a todas las que hacen los estudiantes del campus.

Guau —dije—. Él no me dijo nada.

Mi hermana se encogió de hombros, no es como si ella supiera lo que ocurre con mi novio. Por lo que sé, muy apenas se dirigen la palabra, tal vez sean amigos, pero amigos muy lejanos. Harold hizo el asiento de piloto hacia delante para que pudiese salir, no me moleste en darle las gracias, ya que solo lo hizo porque es la única manera en salir de un Ford como este. Helen se reunió con nosotros y tomó de una mano a su novio y de la otra, me tomó a mí.

—Te aseguro que nos vamos a divertir mucho, Ellen, tienes que bailar, beber, divertirte, olvídate de esa niña de Seattle por una sola noche.

Arrugué la nariz y negué con desaprobación. No bebía, y aunque quisiera, no me iba a exponer a hacer algo de lo que posiblemente pueda olvidar como con lo que ocurrió con Jess, ha pasado un año, un maldito año y aun no puedo recordar lo que ocurrió. Así que no, no pienso exponerme de esa manera.

Los tres entramos a la mansión/fraternidad. La casa estaba infestada de universitarios, los cuales asistirían junto con nosotros, los reconocí de inmediato por la jersey que llevan puestos, llevaban el escudo de la Universidad.

En medio de la sala, había una bola de personas, me paré de puntillas para ver mejor y vi a una chica de pelo negro bailando con sensualidad. Helen echo la cabeza hacia atrás y se rio, apuesto a que conoce a aquella chica, ya que se veía avergonzada. En cambio, Harold mantenía una mirada penetrante y neutra, sin ningún rastro de diversión o molestia en su rostro, no había nada.

—Vamos —Helen soltó a su novio y solo me arrastró a mí hacia la pista, en donde estaba la bolita y la chica pelinegra. Helen se acercó a aquella chica y pegó su trasero con el de ella, moviéndolo de un lado a otro—. ¡Muévete, Ellen!

Me coloqué ambas manos en el rostro, me sentí avergonzada, de solo pensar que yo solía hacer todo esto con Jess hace un año, me da vergüenza. Aunque admito que extraño bailar, es algo que me encanta hacer y no siento vergüenza por hacerlo, al contrario, es algo que me encanta. Helen movió sus caderas de un lado a otro, que me resulto gracioso de su parte. Helen odia bailar y lo hace para que me divierta. La música era pegajosa y escurridiza, por lo que en menos de lo que tenía planeado, moví mis caderas tan lento, sabiendo si lo iba a hacer o no.

—¡Ellen! —gritó Helen—. ¡Ellen!

Lo que no me esperaba, es que las personas que nos estaban rodeando empezaran a gritar junto con mi hermana mi nombre. Me sonroje por todas las miradas divertidas y penetrantes que me estaban dando, pero decidí no prestarles atención. Levanté mis manos y la moví al compás de la música al igual que mis caderas. Helen y la pelinegra se me acercaron y las tres nos movíamos a nuestro propio estilo. Los gritos de las personas que están a nuestro al rededor eran más escandalosas, pero a ninguna de las tres nos importó.

Moví mi cabellera de un lado al otro, sentí que las gotas de sudor se escurrían por mi cuello, pero no me detuve, seguí brincando y bailando como si mi vida dependiera de ello. Helen retrocedió un par de pasos junto con la pelinegra, dejándome sola. Las miradas divertidas de mi hermana, hizo que dejara de bailar, provocando que las personas a mí al rededor gritaran con desesperación para que siguiera bailando, pero no lo hice, salí corriendo avergonzada hacia a un lado de mi hermana, me sentía una boba por haberme dejado llevar por un impulso. Helen y su amiga se rieron pero no me molesto en lo absoluto, bien, admitía que había sido divertido.

—¿Lo ves? Puedes divertirte al menos un minuto, deja que la nerd Ellen desaparezca por una sola noche y empieza a divertirte, Ellen.

—Tal vez tienes razón —admito—, pero ya no volveré a bailar por esta noche.

Miré por encima de mi hombro y vi entrar a Elliot junto con un grupo de chicos con la jersey de la universidad. Me quedé boquiabierta al verlo, llevaba una camiseta negra un poco desgastada junto con unos pantalones negros de mezclilla. Por un momento, creí que ese no era mi Elliot Bruce, pero él era. Cuando Elliot se percató de mi presencia, se despidió de sus amigos con palmadas en la espalda y camino hacia mi dirección.

—Hola, preciosa —Elliot me dio un beso en los labios, pero me despegué de él al percatar el sabor a cerveza y olor a cigarro—. ¿Qué ocurre?

—¿Desde cuándo fumas y tomas?

—Desde hace tiempo, no importa —Elliot se encogió de hombros y volvió a besarme, esta vez no me separé de sus labios, simplemente porque no quería hacer una escena porque él ya bebía y fumaba.

—Chicos, allá arriba hay habitaciones —Helen gritó a nuestras espaldas.

Dejé de besar a mi novio algo avergonzada por la presencia de mi hermana y su amiga. Sentí como Elliot se tensó cuando vio a la pelinegra, pero no dijo nada, simplemente, se quedó callado mirando con el ceño fruncido.

—Creo que no nos han presentado —la morena me tendió la mano—. Soy Kennedy, es un placer.

Con la mano sobrante, le estreché la mano y le dediqué la misma sonrisa que ella tenía en el rostro —: Ellen, es un gusto.

—Elliot, no me habías dicho que tu novia era muy guapa.

Miré a mi novio y fruncí el ceño.

—¿Se conocen?

—Sí —Elliot asintió con la cabeza—. Kennedy y yo tenemos algunas materias juntos, además somos del mismo grupo de amigos —él me besó la sien—. Quiero mostrarte algo, vamos.

Ni siquiera tuve tiempo de despedirme de Helen y Kennedy, ya que Elliot me llevó arrastrando hacia las escaleras que estaban en un rincón de la sala. Cuando subimos las escaleras, nos encontramos con varias parejas besándose con locura sin que les importara que los estuvieras viendo. Elliot entrelazó sus dedos con los míos y seguimos subiendo hasta llegar al segundo piso.

—¿Adónde me llevas, eh? —quise saber.

Él me sonrió y el hoyuelo que me encanta en su mejilla derecha apareció.

—Espera.

Recorrimos el pasillo hasta que llegamos a una puerta un poco más estrecha que las demás. Él sacó una llave de los bolsillos delanteros de sus pantalones negros y la metió en la perilla, se escuchó un pequeño clic y esta se abrió por completo, Elliot encendió la luz y la habitación se iluminó de inmediato, permitiendo ver su interior.

Estábamos en una habitación muy grande que llegue a pensar que es posible que sea de él. Elliot cerró la puerta a sus espaldas y me miró con curiosidad.

—Esta es mi habitación. Lamento no haberte dicho que pertenezco a una fraternidad.

Al menos se disculpó, esa es buena señal.

—Me sorprendí cuando me dijeron, de hecho. No pensé que este nuevo Elliot Bruce iba a pertenecer a una fraternidad, quiero decir, tú odias todo eso.

Mi novio asintió con la cabeza y avanzó hacia mí. Tomó mi mano y se la llevó hasta sus labios, depositando besos suaves en mi piel.

—Si no te lo dije, es porque quería mostrarte la habitación.

Levanté mis cejas con asombro.

Elliot se inclinó y presionó sus labios contra los míos, besándome con deseo y pasión, sabía porque me había traído aquí, pero no me sentía con las suficientes ganas de hacerlo en una fiesta de fraternidad. Coloqué las palmas de mis manos en su pecho y con un movimiento despacio, la aparte de mí. Sus labios estaban entreabiertos y en su rostro se mostraba la confusión.

—No quisiera hacerlo aquí...—dije lentamente—. No es que no quiera, es solo que no es el momento ni el lugar.

Elliot asintió con la cabeza y se fue directamente hacia su cama, él se dejó caer de golpe y yo le copie el paso, acostándome a su lado. Ambos nos quedamos acostados boca arriba, mirando el techo blanco.

—Te tengo dos noticias, una es buena y la otra es mala.

Miré con curiosidad a mi novio.

—¿Cuál es la buena?

—¿Recuerdas a tu amigo, Brandon?

Técnicamente, Brandon y yo dejamos de ser amigos después de la muerte de Jess, no quería relacionarme con él y creo que fue lo mejor. Eran demasiados recuerdos que habíamos compartido, que yo no soportaría verlo así de la nada. Creo que se fue a una universidad en Canadá, la verdad es que ya no me importó que pasaría con él cuando perdimos contacto. Además, él también fue el que me había dejado de hablar. Y regresando a la pregunta de Elliot, asentí.

—Pues, al parecer no se fue a Canadá.

—¿Qué?

—Está estudiando aquí, está aquí. La mala noticia, es que ya estoy borracho y me quiero dormir.

—¿Cómo que está aquí? ¿En la fiesta? ¿En dónde duerme?

Elliot entrecerró los ojos y se encogió de hombros. Realmente estaba borracho.

—Mañana te lo diré, ahora ¿puedes apagar las luces?

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