37
8/10
-No me gusta esto -declaro-. Lo digo en serio, cariño, me están empezando a doler las piernas. Ya te lo he dicho, no soy tan flexible.
La risa de Jin vibra a través de mi cuerpo. Mi cuerpo desnudo, debo añadir,porque estamos en medio de un polvo. Y acabo de confesar que no me gusta.
Quizá es verdad que soy un cortarrollos.¿Pero sabes qué? No me importa. Voy a vetar esta postura. Jin está de rodillas delante de mí y mis tobillos están apoyados en sus hombros. Y quizá si él no fuera un corpulento jugador de hockey, mis piernas no se sentirían como si estuvieran descansando en la parte superior del puto Empire State, ni me estarían dando unos calambres brutales.
Sin dejar de reír, Jin se inclina hacia adelante y mis músculos respiran con alivio cuando bajo las piernas y rodeo su culo con ellas. De inmediato, el ángulo cambia y un gemido sale de mi boca.
-¿Mejor? -dice con voz ronca.
-Oh, Dios. Sí. Haz eso otra vez.
-No sé qué he hecho.
-Has girado las caderas, como... ooohhh... sí, sí, así.
Cada vez que me llena, mi interior se abraza en su erección. Cada vez que sale me siento vacío, llena de deseo, desesperado. Soy adicto a este hombre. A sus besos y acómo sabe, a la sensación de su pelo corto bajo mis dedos y al suave músculo de su espalda cuando le clavo mis uñas.
Sus caderas se flexionan y su respiración se acelera, y empuja más fuerte, más dentro, haciendo que mi vista mude a una neblina blanca. Después mete la mano hasta el lugar donde nuestros cuerpos se unen y me frota la polla. Y nos corremos. Él lo hace primero, pero sigue bombeando dentro de mí cuando, temblando, se libera.
Su clímax provoca el mío y yo tiemblo aún más fuerte, mordiéndome el labio para no gritar y no avisar así a sus compañeros de las deliciosas sensaciones que recorren mi cuerpo en este instante.
Después, se gira hasta ponerse de espaldas en la cama y yo me tumbo encima de él, escalando sobre su cuerpo como un mono mientras le doy pequeños besitos en la cara y el cuello.
-¿Por qué tienes siempre tantísima energía después del sexo? -refunfuña.
-No lo sé. No importa. -Le doy besos por todo el cuerpo hasta que se ríe de placer. Sé que le gusta la atención, y está genial porque yo no puedo dejar de dársela.
No sé por qué, pero cuando estoy cerca de él, me convierto en un monstruo de mimos.
La vida es maravillosa otra vez. Ha pasado una semana desde Seollal, y Jin y yo seguimos muy bien. Eso sí, hemos estado muy ocupados. Tenemos que entregar todos los proyectos finales pronto, incluyendo el de la clase de Hiari, para el que le he estado ayudando. Su agenda de entrenamientos está tan a tope como siempre, y también la mía con los ensayos de preparación para el concierto. Pero bueno, al menos vuelvo a estar emocionado sobre el tema otra vez.
Jae y yo hemos hecho un arreglo que me encanta, y confío en que nuestra interpretación sea la caña. Pero todavía no he perdonado a Cass y a Mary Jane por lo que hicieron. MJ me ha enviado varios mensajes de texto preguntando si nospodíamos reunir y hablar, pero la he estado ignorando, y dado que Fiona me consiguió mi propio local de ensayo en una de las salas del coro de alumnos de cuarto, no me he topado con MJ o Cass desde que me dejaron tirado.Y... ¿la guinda de mi pastel con la frase «me encanta mi vida» pintada en chocolate? Mi padre me llamó la semana pasada con buenas noticias: podremos reunirnos todos en casa de la tía en Chuseok. Ya he reservado mi billete y me muero de ganas de verlos; no obstante, estoy un poco decepcionado de que Jin no pueda venir conmigo. Le he invitado, pero no va a poder ser porque el equipo tiene un partido programado el día después de mi ida y otro más dos días antes de la vuelta.
Así que Jin va a pasar las fiestas con Tae, que al parecer es de un pueblo a veinte minutos de Seul.Un fuerte golpeteo en la puerta de Jin me saca de una patada de mis felices pensamientos. La puerta está cerrada con pestillo, así que no me preocupa que alguien entre, pero aun así, ya por la costumbre, cojo el edredón.
-Siento interrumpir, niños -dice Tae en voz alta-, pero es hora de guardar vuestros C y P. Hay que largarse.
Le lanzo a Jin una mirada confundida en blanco.
-¿C y P? -La mitad del tiempo no le encuentro el sentido a las siglas y abreviaturas que crea Tae.
Jin me sonríe.
-Oh, venga, ¿en serio? Incluso yo me lo sé. Es una movida de primaria.
Lo pienso bien otra vez. Y a continuación, me ruborizo.
-¿Cómo exactamente se guarda una culo?
Él se ríe.
-Pregúntale a Tae. Bueno, ¿sabes qué? Por favor no lo hagas. -Se desliza fuera de la cama y se pasea por la habitación buscando su ropa
-. ¿Vas a venir alpartido después del ensayo?
-Sí, pero no creo que llegue antes del segundo tiempo. Mierda. Para cuando llegue al estadio, probablemente solo queden sitios de pie.
-Conseguiré que alguien te reserve un asiento.
-Gracias.
Me meto en el baño a refrescarme y cuando salgo me encuentro a Jin en el borde de la cama, inclinándose para ponerse un par de calcetines. Mi corazón da un vuelco cuando le veo. El pelo desordenado, los bíceps flexionados, manchas rojas en el cuello donde yo le acabo de mordisquear... Está super bueno.
Cinco minutos más tarde, salimos de su casa y nuestros caminos se separan. Tengo el coche de Jackson, así que conduzco de vuelta al campus para ir al ensayo. Ahora que Cass está fuera de mi vida, por fin puedo disfrutar cantando de nuevo.Y lo hago. Después de trabajar duro, mi violonchelista personal y yo conseguimos fijar el final de la canción y, un par de horas más tarde, estoy de camino hacia el centro de hockey de la NSU. Le envié un mensaje a Jimin para ver si quería venir al partido conmigo, pero está ocupado con Sean, y mis otros amigos están enterrados bajo montañas de deberes y trabajos, lo que me hace estar agradecido de ir por delante con los míos. La mayoría de mis cursos son de interpretación musical o de Teoría de la Música, así que realmente solo he tenido que centrarme en Literatura Británica y Ética, cuyos proyectos tengo ya casi acabados.
Llego al estadio más tarde de lo que esperaba. El tercer tiempo acaba de comenzar y me da bajón ver el 1-1 intermitente en el marcador, porque la NSU está jugando contra un equipo de la segunda división de Jeju. Jin había confiado en que el partidono sería para nada complicado, pero al parecer estaba equivocado.
Hay un asiento vacío esperándome detrás del banquillo del equipo local, cortesía de una chica de cuarto llamada Natalie. Jin me había hablado de ella antes, pero no había coincidido con ella hasta ahora. Al parecer, lleva saliendo con Birdie desdeel primer año, algo que resulta impresionante. La mayoría de las relaciones universitarias no parecen durar tanto tiempo.
Natalie es divertida y dulce, y pasamos un buen rato viendo el partido.
Cuando Yoongi recibe un golpe particularmente duro que le envía rodando por el hielo despatarrado, Natalie y yo jadeamos de alarma.
-Oh, Dios mío -estalla Natalie-. ¿Está bien?
Afortunadamente, Yoongi está bien. Él se sacude y salta, patinando hacia el banquillo de la NSU para hacer un cambio en la línea. En cuanto Jin toca el hielo, mi pulso se acelera. Su potencia es digna de tener en cuenta. Rápido juego de piernas, buen manejo del stick, tiro potente. Su primer pase conecta con el stick de Birdie y vuela atravesando la línea azul hasta llegar al área. Birdie suelta el disco y Jin lopersigue. Lo mismo hace el centro del otro equipo; los codos empiezan a entrar enjuego detrás del área de portería, mientras el extremo de Jeju trata de controlar el disco.
Jin sale victorioso y se mueve como un rayo alrededor de la portería, lanzando un tiro rápido. El portero lo detiene con facilidad, pero el rebote cae directamente en el camino de Birdie. Golpea el disco otra vez hacia el portero, cuyo guante reacciona un instante demasiado tarde.
Natalie salta a sus pies y chilla hasta quedarse ronca cuando el gol de Birdie ilumina el marcador. Nos abrazamos con entusiasmo y después aguantamos la respiración durante los últimos tres minutos de partido. El otro equipo se apresura a ganar la posesión del disco, pero el centro del equipo de la NSU, un chico de segundo,gana el siguiente saque y nuestro equipo domina el resto del partido, que termina con un marcador final de 2-1.
Natalie y yo caminamos hacia el pasillo. Nos empujan en todas direcciones mientras la multitud nos arrastra por las escaleras como si fuésemos ganado.
-Estoy tan contenta de que estés con Jin-dice con entusiasmo.
El comentario me hace sonreír, porque me conoce desde hace solo veinte minutos.
-Yo también -respondo.
-En serio. Es un gran tipo, pero es tan super intenso con el tema del hockey. Apenas bebe, no va en serio con nadie. No es saludable estar TAN centrado en algo,¿sabes?
Dejamos la pista, pero no nos dirigimos a la salida del estadio. En vez de eso, nos abrimos paso entre la multitud hacia el pasillo que conduce a los vestuarios para poder así esperar a nuestros chicos. Kim Seokjin es MI CHICO. Es un pensamiento surrealista, pero me gusta.
-Por eso creo que es bueno para él -dice ella-. Está tan feliz y relajado cada vez que lo veo...
Mi columna se pone rígida cuando veo una cara familiar entre la multitud.
El padre de Jin.
Está a cinco metros de distancia de donde estamos y va en la misma dirección. Su gorra de béisbol descansa sobre la frente, pero eso no impide que lo reconozcan, ya que un grupo de chicos con camisetas de la NSU se acercan veloces a pedirle un autógrafo. Firma las camisetas y a continuación una foto que uno de ellos le entrega. No puedo ver la foto, pero me imagino que será la imagen de él en sus días de gloria, igual que las que vi enmarcadas en su casa. Kim Phil, leyenda del hockey.
Y que ahora vive a través de su hijo.
Estoy tan concentrado en odiar al padre de Jin que no presto atención a dónde estoy caminando, y una risa de sorpresa sale de mi boca cuando me choco con alguien. Fuerte.
-Lo siento. No estaba mirando donde... -La disculpa muere en mis labios cuando me doy cuenta de quién es la otra persona.
Parece tan aturdido como yo.
En la fracción de segundo en la que nuestros ojos se miran, me convierto en una estatua de hielo. Unos escalofríos recorren cada centímetro de mi cuerpo. Mis pies están congelados donde están. Oleada tras oleada de terror me golpean.
No había visto a Eun desde el día que testificó en el juicio a favor de mi violador.
No sé qué decir. O hacer. O pensar.
Alguien grita:
-¡Jeonny!
Giro la cabeza.
Cuando la vuelvo a girar, Eun corre alejándose como si estuviera intentando escapar de una bala.
No puedo respirar.
Jin viene a mi lado. Sé que es él porque reconozco el tacto suave de su mano en mi mejilla, pero mi mirada está pegada a la espalda de Eun. Lleva una chaqueta de la universidad de Jeju. ¿Va allí? Nunca me molesté en descubrir qué pasó con los amigos de Aaron. Ni a qué universidad fueron, ni lo que están haciendo ahora. La última vez que tuve contacto con Eun fue de forma indirecta; cuando mi padre atacó al suyo en la ferretería.
-Jungkook. Mírame.
No puedo apartar los ojos de Eun, que no ha salido por la puerta todavía. El grupo de amigos con quien va se ha parado a hablar con algunas personas y lanza una mirada de pánico cuando gira la cabeza, palideciendo cuando se da cuenta de que todavía le estoy mirando.
-Jungkook. Por Dios. Estás blanco como la leche. ¿Qué pasa?
Supongo que yo también estoy pálido. Supongo que estoy como Eun. Supongo que parece que ambos hemos visto un fantasma.
Lo siguiente que sé es que tiran de mi cabeza hacia un lado cuando las manos de Jin cogen mi barbilla para forzar el contacto visual.
-¿Que está pasando? ¿Quién es ese tío? -Jin ha seguido mi mirada y ahora él está mirando a Eun con visible desconfianza.
-Nadie -le digo con voz débil.
-Jungkook.
-No es nadie, Jin. Por favor. -Le doy la espalda a la puerta, lo que elimina cualquier tentación de mirar otra vez a Eun.
Jin se detiene. Busca en mi rostro. Luego coge aire.
-Oh, mierda. ¿Es...? -Su pregunta horrorizada se queda flotando entre nosotros.
-No -contesto rápidamente-. No es él. Te lo prometo. -Mis pulmones queman por falta de oxígeno, así que me obligo a tomar una respiración profunda-. No es más que un chico.
-¿Qué chico? ¿Cómo se llama?
-Eun. -Las náuseas circundan mi vientre como un grupo de tiburones-. Park Eun.
La mirada de Jin va más allá de mi hombro, lo que me indica que Eun todavía está aquí. Mierda, ¿por qué no se larga ya?
-¿Quién es, Jungkook?
A pesar de intentarlo con todas mis fuerzas, ya no puedo fingir que todo mi mundo acaba de colapsar.
Me derrumbo y le susurro:
-Es el mejor amigo de Aaron. Es uno de los chicos que testificaron contra mí después de la...
Pero Jin ya está corriend.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro