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Nunca me he hecho una paja delante de un chico. A ver, sí que me he tocado un poco antes de poner mi polla en un lugar más deseable que mi mano, pero ¿tocarme deprincipio a fin? Es la primera vez que lo hago. Y estoy nervioso.
Pero también estaría mintiendo si dijera que no estoy cachondo a más no poder.
No puedo creer que Jungkook esté tumbada desnudo en mi cama. Está increíblemente bueno. Su cuerpo es suave y tiene curvas en todos los lugares donde tienen que estar.Su pecho es firme y algo trabajado, tiene unos pezones de color marrón rojizo. Mi mirada se dirige a su polla que se encuentra semi dura. Quiero ver cada centímetro de su cuerpo.
Pero no quiero parecer un pervertido y no quiero asustarlo, así que mantengo la boca cerrada. Estoy duro como una roca, mi polla palpita en mi mano mientras intento no comerme con los ojos al chico sexy que está desnudo en mi cama.
—No estás hablando —me acusa con tono provocador y nervioso al mismo tiempo.
—No quiero asustarte —le digo con voz ronca.
—Chaval, estás de pie desnudo delante de mí con la polla en la mano. Si eso no me asusta, no creo que lo que vayas a decir lo haga.
Tiene razón. Y puf, mi polla se estremece del hormigueo que provoca cuando me llama chaval. De hecho, cada palabra que sale de su boca me pone cachondo.
—Abre las piernas —le digo—. Quiero verte.
Él duda.
Pero entonces lo hace y mi respiración se sale de mis pulmones. Es la pura perfección, joder. De color rosa y bonito y brillante y perfecto.
Me voy a correr demasiado rápido. Es un hecho. Pero hago lo imposible por prolongar lo inevitable. Me toco a un tempo muy lento, evitando ejercer presión en la punta de mi polla, ignorando el punto especial debajo de ella.
—Enséñame qué harías si yo no estuviera aquí —murmuro—. Enséñame cómo te tocas.
Sus mejillas cambian al color rosa más dulce del mundo. Sus labios se separan, solo un poco, pero lo suficiente como para poder, si apretara mi boca sobre la suya, meterle mi lengua entre la línea carnosa y llenarme de su sabor. Me muero por darle un beso, pero resisto a la tentación. Este momento es demasiado delicado como para arriesgarme a que entre en pánico de nuevo.
Muy lentamente, Jungkook lleva su mano al frasco de lubricante que le di antes que se echará en la cama. Se echa una buena cantidad para después llevar su mano entre sus piernas.
Una ola de placer me hace estremecer.
—Eso es, Kookie. Tócate.
Un dedo roza su polla. Lo frota. Mide la forma de tocarse, explora, se toma su tiempo para averiguar lo que le gusta.
Yo me uno a su ritmo pausado. Mi cuerpo me implora descargar, pero esto es demasiado importante como para estallar ahora. Literalmente estallar, porque estoy tan cerca de correrme que tengo que respirar por la nariz y apretar el culo para detener la explosión.
—¿Te gusta? —Mi voz suena baja y ahogada.
Jungkook asiente, sus ojos negros están abiertos como platos. Un ruido entrecortadose escapa de su boca, y de repente me imagino esa boca rodeando mi polla y estoy peligrosamente cerca de perder el control. Paso a modo emergencia en mi paja y aprieto mi polla con suficiente fuerza como para sentir una sacudida de dolor.
Jungkook se frota aún más rápido, su otra mano acariciando su cuerpo hasta rodear un pezón. Se pellizca el pezón con dos dedos y yo reprimo un gruñido. Quiero chupar ese botón rugoso más de lo que quiero mi próxima respiración.
—¿En qué estás pensando, Kookie? —No solo hago la pregunta por su bien, también lo hago por el mío propio, porque necesito una distracción YA.
Su mirada se queda fija en el movimiento perezoso de mi mano.
—Estoy pensando en ti.
Joder, no. No es ese tipo de distracción lo que necesito.
Mis movimientos se vuelven más rápidos cuando mi mano adquiere vida propia. Hay un chico desnudo en mi cama y no puedo follármelo. No puedo porque esta noche no va de mí. Va de Jungkook.
—Estoy pensando en lo sexy que eres —susurra—. Estoy pensando en lo mucho que quiero besarte otra vez.
Casi me inclino hacia él para darle lo que quiere, pero me aterra que el hechizo se rompa si lo hago.
—¿Qué más? —pregunto con voz ronca.
Su mano abandona su pecho y se desplaza sobre su vientre plano, hasta el borde de su cintura. Dios, qué pequeña es. Probablemente podría abarcar el ancho de su cintura con las dos manos.
—Estoy pensando en tus dedos dentro de mí.
Estoy pensando exactamente lo mismo, pero me complazco a mí mismo mirando SUS dedos. Empuja uno de ellos dentro de su entrada estrecha, mientras que con la otra mano sigue masajeando su polla llorosa. Sus mejillas están ahora aún más sonrojadas. Sus pezones endurecidos .
Me doy cuenta de que está cerca y la satisfacción que me invade no se acerca a nada que haya experimentado antes. Yo soy quien le está provocando esto. No lo estoy tocando, pero mi presencia l está poniendo cachondo.
Bombeo mi polla, apretando el capullo en cada movimiento ascendente.
—Estoy cerca —le advierto.
—¿Sí?
—Supercerca. Tanto que no creo que pueda aguantar mucho más tiempo. —Acontinuación maldigo en voz baja, porque puedo ver un segundo dedo entrar, dedos mojados cada vez que los saca. Me estoy muriendo ahí mismo.
—Yo también. —Sus ojos se nublan de placer y convulsiona sin descanso en mi cama.
Los dos hacemos ruido. Yo gimo y él gimotea y suspira. El aire es eléctrico y mi cuerpo está en llamas.
—Oh... Dios... —Jadea en busca de aire.
—Mírame —murmuro—. Mira lo que estás haciendo.
Me toco más rápido y él grita:
—¡Jin!
Jungkook se corre con mi nombre en los labios y yo me corro cuando lo oigo. El placer me embiste, manchando mi mano y mis abdominales. La fuerza de mi liberación casi hace que pierda el equilibrio y me agarro con violencia a un lado del escritorio, sosteniéndome con fuerza mientas oleadas intermitentes rugen a través demi cuerpo.
Cuando caigo de nuevo a la Tierra, veo a Jungkook mirándome. Parece aturdido y fascinado y su pecho se eleva cuando busca oxígeno.
—Dios mío. —El asombro ocupa todo su rostro—. No me puedo creer...
Parpadeo y de repente hay un chico desnuda en mis brazos. Se lanza hacia mí.
Envuelve sus brazos alrededor de mi cuello y entierra su cara en el centro de mi pecho.
—Me he corrido delante de ti.
Ahogo una risa.
—Ya lo he visto.
—Me he corrido, y tú estabas aquí, y...
Levanta la cabeza y me mira con asombro. Siempre se me olvida lo bajito que es hasta que estamos de pie cara a cara y tiene que estirar el cuello para mirarme a los ojos.
—Acostémonos —anuncia.Y mi polla se pone dura otra vez. Él se da cuenta y sus ojos se abren mientras mi erección aprieta su vientre.Y está claro que soy masoquista porque digo:
—No.
¡¿No?!Es oficial. Me he vuelto loco.
—¿Qué quieres decir con eso de «no»? —exige.
Me mantengo firme a pesar de su visible decepción.
—Esta noche has dado un gran paso, pero creo que así es como tenemos que tratar la situación a partir de ahora. Poco a poco. —Trago saliva y me obligo a añadir—:Pasito a pasito.
Un brillo extraño cruza sus ojos.
—¿Qué pasa? —pregunto serio.
—Nada. Eso es justo lo que mi terapeuta utilizaba cuando me daba consejos. Pasit a pasito.
Se queda en silencio durante un rato largo, y a continuación la más brillante de sus sonrisas llena su cara e ilumina la habitación. Es la primera vez que Jungkook me sonríe de esa manera; es una sonrisa que llega hasta sus ojos y que provoca un nudo en micorazón de lo más extraño.
—Eres un buen chico, Jin. ¿Lo sabías?
¿Un buen chico? Ya me gustaría. Joder, si pudiera leer mi mente y ver todas las imágenes guarras que están pasando de forma intermitente ahí dentro, si supiese todas las guarradas que quiero hacer con él, probablemente se retractaría de esa declaración.
—Tengo mis días —respondo encogiéndome de hombros.
Su sonrisa se ensancha y una grieta en mi pecho se abre de par en par.
En ese instante sé que me he metido en un lío.
Accedí a ayudarlo no solo porque soy su amigo, sino porque soy un tío caliente. Y cuando alguien te pide mantener relaciones sexuales con ellos y darle un orgasmo, uno ni se lo piensa. Uno dice: «¡claro que sí!»
Bien, ya ha tenido un orgasmo. Lo ha conseguido. Y sé que me acostaré con él.
Losé.
Pero en este momento, lo único que quiero es que este chico me sonría otra vez.
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