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17

—Así que has perdido una apuesta —dice Jimin dubitativa. 

—Sí. —Me siento en el borde de la cama y me inclino para cerrar la cremallera demi bota izquierda, evitando deliberadamente la mirada de mi compañero de piso. 

—Y ahora tienes una cita con él. 

—Ajá. —Froto uno de los laterales de la bota con mi dedo pulgar como si estuviera limpiando una mancha de la piel. 

—Una cita con Kim Seokjin. 

—Eso es. 

—Me estás tomando el pelo.Por supuesto que no. ¿Una cita con Kim Seokjin? 

Bien podría también haber anunciado que me voy a casar con Chris Hemsworth.Así que no, no culpo a Jimin por su estupefacción. Haber perdido una apuesta era la mejor excusa que se me había ocurrido y aun así es bastante floja. Ahora tengo la duda de si debería confesarle a mi amigo lo de Namjoon o no.O mejor aún, me pregunto si debo cancelar la cita por completo.No he visto a Jin desde... «el gran error»... como llamo ahora al beso. Ayer me envió un mensaje después de su examen de recuperación. 

Cinco miserables palabras: pan comido, chupado y rechupado.No voy a mentir, me puse super contento al saber que todo había ido bien, pero nolo suficientemente contento como para empezar una conversación de verdad. Decidí contestar con un simple ok. Ese era el único contacto que habíamos tenido hasta hace veinte minutos, cuando me envió un SMS, para decirme que venía de camino a casa para recogerme e ir la fiesta. 

Por lo que a mí respecta, el beso nunca existió. Nuestros labios no se tocaron y mi cuerpo no se estremeció. Él no gimió cuando mi lengua llenó su boca, y yo no gemí cuando sus labios chocaron contra ese punto sensible de mi cuello.No pasó nada de eso.Pero..., vale, si no fue así, entonces no hay razón para que me eche atrás con lo dela fiesta ahora, ¿verdad? Porque no importa lo confundido y afectado que me haya dejado el bes... «el gran error»; sigo muriéndome de ganas de tener la oportunidad dever a Nam fuera de clase. 

Aun así, no me atrevo a contarle la verdad a Jimin. Normalmente me siento tan seguro en otras áreas de mi vida: cantar, deberes, amigos... Pero cuando se trata delas relaciones con los chicos, vuelvo a ser la chico traumatizado de quince años que necesitó tres años de terapia antes de ser capaz de sentirse normal de nuevo. 

Sé que si Jimin supiera que he estado usando a Jin para llegar a Nam lo desaprobaría por completo, y ahora mismo no estoy de humor para aguantar ningún sermón. 

—Créeme, «tomar el pelo» es el segundo apellido compuesto de Jin —digo cortante—. El tío afronta la vida como si fuera un juego. 

—Y tú, Jeon Jungkook, ¿estás jugando también? —Niega con la cabeza, incrédula—. ¿Estás seguro de que no te mola nada ese chico? 

—¿Jin? ¡Qué va! —contesto de inmediato. 

Ya, ya.... Porque tú sieeeeeeempre te enrollas con chicos que NO te gustan. 

Aparto la vocecita burlona de mi cabeza. No, yo no me he enrollado con Jin.Simplemente acepté un reto.La vocecita burlona asoma otra vez: Y no sentiste absolutamente nada, ¿verdad?

 Aaaaahhh, ¿por qué no hay un botón que apague esa parte sarcástica del cerebro?Pero lo cierto es que sé que eso no borraría la verdad. SÍ sentí algo cuando nos besamos. ¿Ese hormigueo que Nam provoca en mí? Lo sentí la otra noche con Jin. Aunque son hormigueos diferentes. Las mariposas no se quedaron flotando en mi vientre... Con Jin se escaparon y revolotearon por todo mi interior, haciendo que cada centímetro de mi cuerpo palpitara de placer. Pero eso no significa nada. 

En diez días, Jin ha pasado de ser un completo desconocido a ser una carga, para acabar siendo un amigo, y es justo esto último lo máximo que estoy dispuesto a llegar con él. No quiero salir con él, no me importa lo genial que bese.

Antes de que Jimin pueda seguir interrogándome, me llega un mensaje de Jin informándome de que ya está aquí. Mi intención es decirle que espere en el coche,pero creo que tenemos diferentes formas de entender la palabra «aquí», porque un segundo después un fuerte golpe resuena en nuestra puerta.Suspiro.

—Es Jin. ¿Le puedes abrir? Todavía tengo que ponerme una chaqueta.

 Jimin sonríe y desaparece. Mientras me sumerjo en mi armario, oigo voces enel salón compartido, seguidas de una voz protestando. A continuación unos pesados pasos se dirigen hacia mi dormitorio. Jin aparece por la puerta vestido con pantalones vaqueros oscuros y un suéter negro. Entonces sucede algo terrible. Mi corazón se convierte en un delfín y da una absurda pirueta de la emoción.Sí, emoción. Joder.Dios, ese bes... ERROR me ha jorobado la cabeza pero bien. Jin analiza mi ropa antes de levantar una ceja. 

—¿Eso es lo que te vas a poner? 

—Sí —contesto—. ¿Tienes algún problema con mi look? 

Gira la cabeza hacia un lado como si fuera el mismísimo Tim Gunn juzgando a un joven diseñador en el programa Project Runway. 

—Estoy totalmente a favor de los vaqueros y las botas, pero la parte de arriba tiene que ir fuera.

 Examino mi jersey holgado a rayas azules y blancas pero sinceramente no veo cuáles el problema. 

—¿Qué hay de malo con mi jersey? 

—Es demasiado holgado. Pensé que ya habíamos hablado de que tienes que lucir más tu cuerpo despampanante. 

Una tos estrangulada proviene de detrás de Jin. 

—¿Cuerpo despampanante? —repite Jimin entrando en la habitación. 

—No le hagas caso —le digo—. Es un machista. 

—No, soy un chico —corrige para después hacer florecer su sonrisa patentada—.Quiero ver canalillo. 

—Me gusta este jersey —protesto. Jin mira a Jimin. 

—Hola, soy Jin. ¿Cómo te llamabas? 

—Jimin. Compañero de habitación de Jungkook y su mejor amigo. 

—Estupendo. Bueno, pues ¿puedes decirle a tu compañero y mejor amigo que parece el perdedor de un concurso de disfraces de marinero?

Jimin se ríe, y, para mi estupefacción —¡Judas!—, está de acuerdo con él. 

—No estaría mal si llevaras algo más ceñido —dice con delicadeza.Frunzo el ceño en su dirección. Jin sonríe de oreja a oreja. 

—¿Lo ves? Estamos todos de acuerdo. Todo o nada, Kookie. Hay que arriesgar. 

La mirada de Jimin va de mí a Jin, y sé exactamente lo que está pensando. Pero se equivoca. No estamos el uno por el otro, y desde luego no estamos saliendo. Pero Supongo que es mejor que piense ESO a que sepa que tengo esta cita con él para impresionar a otro. 

Jin se dirige a mi armario como si fuese suyo. Cuando mete la cabeza en el oscuro interior, Jimin me lanza una sonrisa. Parece estar pasándoselo pipa con todoesto.Va pasando percha por percha analizando toda mi ropa y saca una camisa totalmente negro. 

—¿Qué tal este? 

—Ni de coña. Se transparenta. 

—Entonces, ¿para qué lo tienes aquí? 

Buena pregunta.Sostiene otra percha, esta vez es un jersey fino de color rojo con un pronunciado escote de pico. 

—Este —dice mientras asiente—. El rojo te sienta genial. 

Las cejas de Jimin golpean el techo y yo maldigo a Jin por poner todas estas ideas innecesarias en la cabeza de mi amigo. Pero al mismo tiempo, noto que mi corazón está más caliente y empieza a derretirse porque... ¡¿Jin piensa que el rojo me sienta genial?! Es decir, ¿se ha estado fijando en la ropa que me he ido poniendo? Jin me lanza el jersey. 

—Venga, cámbiate. Queremos llegar tarde rollo glamuroso, no rollo somos-unos-capullos. 

Jimin se ríe.Miro fijamente a los dos.

—¿Podría, por favor, tener un poquito de privacidad? 

O bien los dos no se han percatado de mi cabreo, o bien han decidido ignorarlo,porque les oigo charlar animosamente en el salón. Sospecho que Jimin le está interrogando sobre nuestra «cita», y yo rezo porque Jin se ciña a la historia de la apuesta. Cuando su risa ronca flota hasta mi dormitorio, un escalofrío involuntario me atraviesa la columna vertebral.¡¿Qué me está pasando?! Estoy perdiendo de vista qué es lo que quiero. No. Mejor dicho a QUIÉN quiero. Namjoon. Kim Namjoon. ¡Joder! No debería andar besando a Jin —o a Yoongi si nos ponemos—, ni distraerme con esta extraña oleada de calor que se desata dentro de mí.Es hora de centrarme de una vez y recordar por qué accedí a llevar a cabo esta farsa en primer lugar.

A partir de YA. 

...

El capitan de futbol americano vive fuera del campus con cuatro de sus compañeros de equipo. Su casa está solo a unas pocas manzanas de la mía, pero es muuuuucho más grande, y está llena hasta los topes cuando Jungkook y yo entramos por la puerta, como un estadio de hockey en un partido nocturno. 

Un ensordecedor tema de hip-hop sale de los altavoces, y varios cuerpos sudorosos y calientes nos empujan mientras nos adentramos más y más en la casa. Todo lo que huelo es alcohol, sudor y colonia.Me doy palmaditas en la espalda a mí mismo por convencer a Jungkook de que se cambiara al jersey rojo; le queda de flipar. 

El material es tan fino que define cada dulce curva de su cuerpo; y el escote... Ay, Dios, deja ver sus marcados pectorales, es como si uno de sus pezones estuviera intentando salir de ahí a saludar. Pero sea como sea, se ve arrebatador.Varias personas se acercan a saludarme y veo mogollón de miradas curiosas que se dirigen a Jungkook. 

El se mueve inquieto a mi lado; claramente se siente fuera de lugar. Mi pecho se ablanda como la mantequilla cuando veo la mirada de cervatillo en sus ojos.Le cojo la mano, lo que hace que su mirada vuele hasta la mía con sorpresa.Llevo mis labios a su oreja y le digo: 

—Relax. 

Inclinarme hacia el ha sido un gran error, porque huele maravillosamente bien. Es esa familiar fragancia dulce a cereza, mezclada con un leve toque a lavanda y algo único. 

Se necesita una fuerza de voluntad de caballo para no meter la nariz en su cuello y olisquearlo. O saborearlo con mi lengua. Lamer y besar la carne caliente de su garganta hasta hacerlo gemir.Joder.

Me he metido en un buen lío. No me puedo quitar ese beso de la cabeza.Cada vez que el recuerdo flota en mi cerebro, mi pulso se acelera y mis huevos se tensan, y lo único que quiero hacer es besarlo hasta desgastarlo otra vez. Sin embargo, este irresistible deseo va acompañado de una sensación de rechazo.Porque, claro, yo he sido el único al que ha afectado ese dichoso beso. Si Jungkook hubiera sentido algo, incluso lo más mínimo, no le habría metido la lengua en la garganta a Yoongi dos segundos más tarde. YOONGI. Uno de mis mejores amigos.Pero el no está aquí con Yoongi esta noche, ¿verdad? No, es mi cita, y estamos aquí para darle celos a otro tío. 

¿Por qué no ceder a la tentación? Esta podría ser la única oportunidad que tenga. Así que le planto un beso suave en el lateral del cuello antes de susurrar: 

—Vas a ser el centro de atención esta noche, pequeño. Sonríe y finge que estás disfrutando.

Le robo otro beso, esta vez en el borde de la mandíbula, y se le corta la respiración. Sus ojos se abren y, o es fruto de mi imaginación, o he visto un destello de calor en ellos.Antes de que pueda interpretar lo que estoy viendo, un defensa del equipo nos interrumpe. 

—¡Kim! ¡Qué bueno verte, tronco! —Jiwo se mueve con pesadez hacia nosotros y me da un par de golpes en la espalda que provocan que todo mi cuerpo se sacuda. Tiene el tamaño de un gigante.

—Eh, Jiwo —digo antes de hacer un gesto hacia Jungkook—. ¿Conoces a Jungkook? 

Por un momento su mirada es inexpresiva, pero a continuación sus ojos bajan hasta su pecho donde está su pronunciado escote, y una lenta sonrisa se va expandiendo por su barbudo rostro. 

—Ahora ya sí que lo conozco. —Extiende una mano rolliza—. Hola, soy Jiwo. 

Jungkook le da la mano con torpeza. 

—Hola. Encantado de conocerte. 

—¿Tenéis algo de beber en esta casa? —le pregunto a Jiwo.

—Hay barriles de birra en la cocina. Y hay cosas más divertidas por ahí también. 

—Genial. Gracias, tío. Te veo en un rato. 

Enredo mis dedos con los de Jungkook y lo llevo a la cocina, que está hasta los topes de hermanos de fraternidad borrachos. No he visto a nadie que conozca todavía, pero sé que en algún momento nos encontraremos con alguien. 

En cambio, la perspectiva de ver a Namjoon no me emociona mucho.Cojo dos vasos de plástico de la torre que hay en la encimera de granito y me abro paso hasta uno de los barriles. Los chicos de la fraternidad protestan, pero cuando sedan cuenta de quién les está apartando, se separan ante mí como el Mar Rojo. Otra ventaja de ser el capitán del venerado equipo de hockey de UNS. Sirvo dos cervezas y me alejo de la multitud; le doy un vaso a Jungkook, que niega con la cabeza con rotundidad. 

—Es una fiesta, Kookie. Tomarte una triste cerveza no va a matarte. 

—No —dice con firmeza. 

Me encojo de hombros y tomo un sorbo de la cerveza aguada. Joder, la cerveza no podría ser peor, pero eso es algo probablemente positivo. Significa que no hay posibilidades de que me pille un pedo de los gordos con esta mierda, a no ser que me beba un barril entero yo solo.Cuando la cocina se vacía, Jungkook se apoya en la encimera y suspira. 

—Odio las fiestas —dice con aire sombrío. 

—Igual es porque te niegas a beber —le provoco. 

—Por favor, empieza con tus gracietas sobre lo mojigato que soy. Me da igual. 

—Sé que no eres un mojigato. —Subo y bajo mis cejas—. Un mojigato no besa como tú lo haces.

 Sus mejillas enrojecen. 

—¿Qué leches significa eso? 

—Significa que tienes una lengua muy sexy y que sabes cómo usarla. —

¡Ahhh,mierda! No debería haber dicho eso. Porque ahora estoy empalmado. Por suerte, mis vaqueros son lo suficientemente apretados como para que no se me note la tienda de campaña como a un gilipollas. 

—A veces pienso que dices las cosas solo para hacer que me sonroje —me acusa Jungkook. 

—No. Solo estoy siendo sincero. —Se oye una oleada de voces que vienen de afuera de la cocina y rezo para que no entre nadie. Me gusta estar a solas con Jungkook.Y a pesar de que no hay ninguna razón para seguir la farsa cuando estamos solos,me acerco a el y apoyo un brazo alrededor de su hombro mientras me tomo otro sorbo de cerveza aguada. 

—En serio, ¿por qué eres tan anti alcohol? —pregunto con voz ronca. 

—Yo no soy anti alcohol. —Hace una pausa—. Es más, la verdad es que me gusta.Con moderación, por supuesto. 

—Ya, ya, por supuesto —repito elevando las cejas antes de llegar a la segunda copa que había dejado sobre la encimera

—. ¿Quieres tomarte una cerveza de una vez?—No.Tengo que reírme.—Acabas de decir que te gusta. 

—No me importa beber en mi habitación con Jimin, pero nunca bebo en las fiestas. 

—Madre mía. ¿Así que cuando bebes te sientas en tu casa solo como un borrachin? 

—No. —Parece enfadado—. Solo..., déjalo ya, ¿quieres? 

—¿Alguna vez dejo yo algo? 

Su enfado se convierte en derrota. 

—Mira, tío, me emparanoia pensar lo que puede haber en mi copa, ¿vale?

 Me siento insultado. 

—Por el amor de Dios, ¿crees que yo podría aprovecharme de ti metiéndote algo en la bebida? 

—Claro que no. 

Su rápida respuesta alivia mis preocupaciones, pero lo que añade después dispara mis sospechas: 

—Tú, sé que no. 

—Te ha... —Frunzo el ceño al máximo—. ¿Te ha pasado eso? 

El rostro de Jungkook de repente se tensa y después sacude la cabeza lentamente.

—Le pasó a una amiga mía en el instituto. La drogaron.

Mi boca se abre de par en par.

—¿En serio?

Asiente con la cabeza.

—Alguien le puso GHB en la copa en una fiesta... y, eh... bueno, digamos que no fue una buena noche para ella, ¿vale?

—Joder. Vaya puta mierda. ¿Tu amiga está bien? Jungkook parece triste.

—Sí. Está bien. —Sube los hombros con torpeza—. Pero me ha hecho desconfiar de beber en público. Incluso si me sirvo la bebida a mí mismo..., nunca se sabe que puede pasar si me doy la vuelta, aunque sea solo por un segundo. Paso de correr el riesgo.

Mi voz se espesa.

—Tú sabes que yo nunca dejaría que te pasara eso a ti, ¿verdad?

—Eh, sí. Claro, lo sé. —Pero no suena totalmente convencido y no puedo sentirme ofendido por ello, porque sospecho que la experiencia de su amiga realmente le ha jodido la cabeza.

Y con razón.He escuchado historias horripilantes como esa antes. Hasta donde yo sé, no ha sucedido en UNS, pero sé que pasa en otras universidades. Chicas que ingieren involuntariamente éxtasis o Rohypnol, o a las que emborrachan hasta que pierden el conocimiento, mientras unos cabrones pervertidos se aprovechan de ellas.Sinceramente, no entiendo cómo un hombre le puede hacer eso a una mujer.

En lo que a mí respecta, todos ellos deberían estar entre rejas.Pero ahora que sé la razón que hay detrás de su rechazo al alcohol, dejo de darle la brasa para que se tome una cerveza y nos dirigimos de nuevo a la sala principal. Los ojos de Jungkook escanean la multitud y yo me tenso al instante porque sé que está buscando a Namjoon. Afortunadamente, no está.

Nos mezclamos con la gente un rato. Cada vez que lo presento a alguien, parecen sorprendidos, como si no pudiesen entender por qué estoy con el y no con una chica boba de alguna fraternidad. Y más de un chico se come con los ojos a Jungkook, antes de guiñarme un ojo como diciéndome «buen trabajo».Oficialmente me retracto de mis palmaditas de antes.

Ojalá no lo hubiera convencido para llevar ese jersey. Por alguna razón, esas miradas de admiración que le lanzan me cabrean, y mucho. Pero me trago los impulsos del cavernícola posesivo que hay en mí y trato de disfrutar de la fiesta. Los invitados son más de fútbol americano que de hockey, pero aun así conozco prácticamente a todo el mundo, algo que hace que Jungkook murmure:

—Por Dios. ¿Cómo es que conoces a toda esta gente?

Le sonrío.

—Ya te dije que soy popular. Mira, ahí está Choi. Venga, vamos a saludar.

Choi Soobin es el típico quarterback universitario. Lo tiene todo: está bueno,tiene rollo y, lo más importante, juega bien. Pero si bien cualquier otra persona en su lugar pensaría que está en su perfecto derecho de ser un gilipollas integral, Soobin es de verdad un tipo majo. Estudia Historia, como yo, y parece genuinamente feliz de verme esta noche.

—¡J! ¡Has venido! Toma, prueba esto.—Me pasa una botella de... algo.

La botella es de color negro y no tiene etiqueta, así que no tengo ni idea de lo que me está ofreciendo.

—¿Qué es eso? —le pregunto con una sonrisa. Soobin me devuelve la sonrisa.

—Aguardiente casero cortesía de la hermana de Big Joe. Está que te cagas de fuerte.

—¿Sí? Entonces, mantenlo bien alejado de mí. Tengo partido mañana por la tarde.No puedo aparecer con una resaca de aguardiente.

—Entiendo. —Dirige sus ojos castaño claro a Jungkook—. ¿Quieres un poco, nene?

—No, gracias.

—Soobin, Jungkook. Jungkook, Soobin —les presento.

—Tu cara me resulta muy familiar —dice mirándolo de arriba abajo—. ¿Dónde he podido...? ¡Ah! Joder, ya lo sé. Te vi cantar en el concierto exhibición de primavera el año pasado.

—¿En serio? ¿Estabas ahí?

Jungkook parece al mismo tiempo sorprendido y contenta, y me pregunto si es posible que yo haya estado viviendo en otro planeta o algo así, porque ¿por qué soy el único que no sabe nada de los conciertos esos?

—Por supuesto que estaba —afirma Soobin—. Y tú estuviste impresionante.Cantaste..., ¿qué era? Stand By Me, ¿no?, ¿puede ser?

Él asiente con la cabeza.Arrugo la frente mientras la miro.

— Pensé que solo se permitía cantar temas originales.

—Eso es un requisito para los de tercero y cuarto —explica—. Los estudiantes de primero y segundo pueden cantar lo que quieran porque no optan a ninguna beca.

—Sí, mi hermana tuvo que cantar una canción original —cuenta Soobin—. Estaba en el grupo de cuarto. Choi Hani . ¿La conoces?

Jungkook jadea.

—¿Hani es tu hermana? He oído que este verano consiguió un papel en Broadway.

—¡Sí! —exclama Soobin con orgullo—. Mi hermana mayor es una estrella de Broadway. ¿Mola o no mola?

Atraemos aún más miradas ahora que estamos charlando con el cumpleañero, pero Jungkook parece ajeno a todo eso. Por otro lado, me jode la atención que estamos recibiendo de una persona en particular. Namjoon acaba de entrar en el salón y aprieta sus labios cuando nuestras miradas se encuentran. Le saludo con un gesto de cabeza, después giro mi cabeza y muy deliberadamente le planto un beso en la mejilla a Jungkook. Da un respingo, sorprendido, así que justifico el gesto repentino diciendo:

—Ahora mismo vuelvo. Voy a por otra cerveza.

—Vale. —Al instante se vuelve hacia Soobin y siguen charlando sobre su hermana.

No detecto ningún interés romántico por parte de Jungkook en Soobin, algo que extrañamente me produce una punzada de alivio. La verdadera amenaza está al otro lado del salón y empieza a venir en línea recta en nuestra dirección un instante después de haberme alejado yo de Jungkook y Soobin.

Intercepto a Namjoon antes de que pueda alcanzarlos y le doy una palmada casual en el brazo.

—Kim. Una fiesta guay, ¿eh?

Su gesto es distraído, su mirada sigue centrada detrás de mi hombro a lo lejos: en Jungkook. Mierda. ¿Puede ser que realmente esté interesado en él? Pensé que esta gran farsa nuestra no se traduciría en algo de lo que tendría que preocuparme de verdad, pero está claro que mi plan está funcionando muy bien. Namjoon solo tiene ojos para Jungkook..., y no me gusta. Ni lo más mínimo.Echo un vistazo a sus manos vacías y sonrío.

—Venga, vamos a servirte una birra.

—Naah, estoy bien. —Él ya me ha sobrepasado y va directo a donde yo no quiero que vaya.

En el instante en el que Jungkook se da cuenta de la presencia de Namjoon, sus mejillas se enrojecen y una mirada de sorpresa cruza sus ojos, pero se recupera rápidamente y le saluda con una sonrisa dubitativa.

No, joder, no. Mi espalda se pone recta como un palo de hockey. Quiero ir ahí y llevarlo lejos de Namjoon. O mejor aún, traerlo directamente a mis brazos y besarlo hasta que vea luces de colores.

No hago ninguna de las dos cosas porque esta vez soy yo al que interceptan.

Irene aparece en mi camino, su pelo largo y rubio trenzado sobre un hombro y el extremo de la trenza colgando hasta su escote. Está arregladísima con un vestido rojo y unos tacones imposibles, pero su expresión deja claro el monumental cabreo que tiene.

—Hola —dice con tensión.

—Eh. —Me aclaro la garganta—. ¿Qué tal?

Sus labios se cierran en disgusto.

—¿Estás de coña? ¡¿Estás aquí con una cita y eso es todo lo que me dices?!

Mierda.

La mitad de mi atención sigue en Jungkook, que ahora mismo se ríe de algo que ha dicho Namjoon. Afortunadamente, Soobin todavía está allí para servir de mediador,pero no me mola nada verlo a él y a Namjoon así de amigables.

El resto de mi atención está en Irene. De repente me da miedo que monte un pollo.

—Me dijiste que no querías tener una relación —me susurra.

—No quiero —respondo muy rápido,Está de tan mala leche que está temblando.

—Entonces, ¿cómo me explicas lo de «ese»? —Un dedo con la manicura recién hecha se levanta en dirección a Jungkook.

Genial. Bueno, ahora sí que estoy bien jodido. No puedo insistirle en que en realidad NO es una cita, porque se supone que Namjoon tiene que pensar que lo es. Pero si digo que SÍ es una cita, corro el riesgo de que Irene me dé una bofetada.Bajo la voz.

—No es mi novio. Es una cita, sí, pero no es algo serio, ¿vale?

—No, ¡no vale! ¡Me gustas mucho! Y yo a ti no te gusto, no pasa nada, pero por lo menos ten la decencia de...

—¿Por qué? —Soy incapaz de detener la pregunta que acabé reprimiendo la semana pasada cuando me dijo que habíamos terminado.

Irene parpadea, confundida.

—¿Por qué qué?

—¿Por qué te gusto?

Frunce el ceño hacia mí como si se sintiera super insultada porque le pregunte algo así.

—Ni siquiera me conoces —digo en voz baja—. No has intentado conocerme nunca.

—Eso no es cierto —contradice, su ceño fruncido dando paso a un gesto depreocupación.Dejo escapar un suspiro afligido.

—Nunca hemos mantenido una conversación de verdad, Irene, y nos hemos visto decenas de veces desde el verano. No me has hecho una sola pregunta sobre mi niñez,o mi familia, o mis clases, mis compañeros de equipo, mis intereses... Joder, si ni siquiera sabes cuál es mi color favorito; y eso es el tipo de cosas que encuentras en 101 cosas para conocerte.

—Sí que lo sé —insiste.Suspiro de nuevo.—¿Sí? A ver, ¿cuál es?

Duda un segundo y después dice:

—El azul.

—En realidad es el rosa—dice otra voz a mi espalda. A continuación, Jungkook aparece a mi lado y siento tal alivio que casi le doy un abrazo de oso.

—Siento interrumpir —dice con una vocecita—, pero... tronco, ¿dónde están nuestras cervezas? ¿Te has perdido de camino a la cocina o algo así?

—Me han entretenido.

Jungkook mira a Irene.

—Hola. Soy Jungkook. Lo siento, pero tengo que robártelo un segundo. La sed me llama.

Que Irene no se oponga me dice que mi argumento ha dado en el clavo, y cuando Jungkook me coge del brazo y me arrastra hacia el pasillo, la expresión del rostro de Irene es una mezcla de vergüenza y culpa.Una vez estamos fuera de su vista, bajo la voz y digo:

—¡Gracias por salvarme! Estaba o a punto de echarse a llorar, o de darme una patada en los huevos.

—Estoy seguro de que eso último habría sido merecidísimo —responde Jungkook con un suspiro—. Déjame adivinar... Le rompiste el corazón.

—No. —El cabreo me sube a la garganta—. Pero resulta que nuestra separación amistosa no era tan amistosa como yo pensaba.

—Ah. Ya veo.

Entrecierro mis ojos.

—Así que mi color favorito es el rosa, ¿eh? ¿Qué te hace pensar eso?

—Pues que todo lo que te pones es siempre rosa. —Me lanza una mirada directa al jersey.

—¿Igual es porque el rosa va bien con todo? ¿Alguna vez pensaste eso? —Sonrío—. Eso no quiere decir que sea mi color favorito.

—Está bien, soy todo oídos. A ver, ¿cuál es tu color favorito?

Dejo escapar un suspiro.

—El rosa.

—¡Ja! Lo sabía. —Jungkook también suspira—. Entonces, ¿qué? ¿Tenemos que escondernos en el pasillo el resto de la noche para evitar a esa chica?

—Sí. A menos que quieras largarte ya... —le digo con esperanza. La fiesta ha perdido toda emoción para mí, sobre todo ahora que Kim Namjoon ha llegado. Antes de que pueda contestar, refuerzo mi argumentación y añado—: Namjoon ha mordido el anzuelo, por cierto. Así que si nos piramos ahora, lo dejarás con ganas de más. Ese era el plan, ¿no?

La duda dibuja una línea en su frente.

—Sí, supongo. Pero...

—¿Pero qué?

—Me estaba gustando hablar con él.Joder, es como si me clavaran un cuchillo en el corazón.

¿Pero por qué? No estoy interesado en Jungkook. O por lo menos no lo había estado antes. Todo lo que quería de él eran sus clases particulares, pero ahora..., ahora no sé lo que quiero.

—¿De qué hablasteis? —pregunto con la esperanza de que no se percate del ansia en  mi tono de voz. Jungkook se encoge de hombros.

—De clase, de fútbol, del concierto...

Me preguntó si me apetecía tomar un café en algún momento y estudiar Ética juntos.

Eh, ¡¿cómo?!

—¿Me estás tomando el pelo? —suelto—. ¿Se ha puesto a ligar con mi cita delante de mis narices?

La diversión baila en sus ojos.

—Tú y yo no estamos de verdad juntos, Jungkook.

—¡Él no lo sabe! —No puedo controlar la ira que hierve en mis entrañas—. Un hombre no le entra a la cita de otro hombre. Punto y final. Eso es ser un cabrón.

Frunce los labios.Yo lo miro.

—¿Te gustaría salir con un tipo que hace algo así de ruin?

—No —admite después de una pausa larga—. Pero... —Parece estar pensando—.No había nada abiertamente sexual en la invitación. Si hubiese estado ligando conmigo, me habría invitado a cenar. Tomar un café y estudiar se pueden interpretar como actividades de amigos.

Lo que dice puede ser cierto, pero yo sé bien cómo piensan los chicos. Ese hijo disputa estaba ligando con él en las narices del chico con el que llegó a la fiesta.Cabrón.

—Jin... —Su tono se vuelve cauteloso—. Tú sabes que nuestro beso no significó nada, ¿verdad?

La pregunta me pilla desprevenido.

—Eh... Sí. Por supuesto que lo sé.

—Porque somos SOLO amigos..., ¿verdad?

La forma en la que ha subrayado el «solo» me jode, pero sé que ahora no es el momento para discutir sobre esto. Sea lo que sea ESTO.Así que asiento con la cabeza y digo:

—Verdad.El alivio flota en sus ojos. 

—Guay. Bueno, tal vez deberíamos irnos, ¿no? Creo que ya hemos socializado lo suficiente por hoy.

—Claro. Lo que quieras.

—Despidámonos de Soobin primero, ¿vale? Me cae muy bien ese tipo. No es para nada lo que esperaba...

Jungkook continúa charlando en mi oreja mientras volvemos al salón, pero no oigo ni una sola palabra.

Estoy demasiado ocupado con la bomba de verdad que acaba de soltar sobre mi cabeza.

Sí, Jungkook y yo somos SOLO amigos... Y sí, quiero seguir siendo amigo de Jungkook.

Pero...También quiero acostarme con él.

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